Julia de Burgos, luchadora política: nacionalista, proletaria, universal
Julia de Burgos, la luchadora de la vida, activista y comprometida con las luchas sociales y políticas apenas es nombrada, pero no estudiada. Sin olvidar que es un ser integral compuesto de multiples dimensiones identitarias echaré una mirada a la poeta que vivió en una búsqueda constante de una utopía social y política. Que en carta a Consuelo el año de su muerte, dijo de sí misma ser “unas veces impaciente, otras veces rebelde, pero las más de las veces con la resignación estoica y agresiva del combatiente que no se rinde (Cartas a Consuelo (CC), 7 de abril de 1953, p. 215)”; que en el poema “The Sun in Welfare Island” proclama que, incluso en la adversidad, tiene “un corazón rebelde”. La Julia que en su “Poema para mi muerte” anuncia que la “llamarán poeta”, y antes en “Se me ha perdido un verso”, había definido su poesía, y con ella a sí misma como: “ímpetu de idea”, “ritmo de lo nuevo el hoy del mundo”, “la afirmación”, “la fuerza”, “¡Revolución que rompe las cortinas del tiempo!”
Ella se siente y actúa comprometida políticamente. En carta del 25 de marzo de 1944 (CC, p. 174), comentando su trabajo en Pueblos Hispanos (1943-1944), dice en referencia a la columna cultural que tiene asignada: “Quiero desarrollar este tema en el periódico como un hecho social, no como una palabra ornativa”. El 12 de junio de 1945 (CC, p. 193) escribe dando contenido a lo que considera su destino como poeta y escritora: “te prometo seguir adelante con más espíritu y más fuerza que nunca en lo que el destino puso en mi corazón y en mi pluma para mi pueblo y para otros pueblos del mundo”.
Poesía y política constituyen una unidad de propósito en su vida. En un gesto que denota su entrega incondicional por amor y solidaridad, pero al mismo tiempo cómo privilegia lo político sobre ella misma –encontrándose en Nueva York en una situación que llama difícil y desesperante- acepta dejar ir sin reproches a su amado para que este cumpla con su deber político, y se plantea, refiriéndose a Juan Isidro Jimenes Grullón (JIJG): “En estas circunstancias no tengo derecho a ser carga para él, que casi no puede con lo suyo [lo político y sus padres “que son viejos y no pueden trabajar”]”. Y añade, “Antes de agobiarlo con mi obligación, es mi deber ayudarlo, y solo así podré seguirlo” (CC, 18 de abril de 1940, pp. 29-30). Este compromiso político también lo demuestra cuando ella y su esposo Armando, faltan al trabajo unos días para atender a Juan Sáez Corales en sus gestiones políticas y sindicales en Nueva York (CC, 6 de marzo de 1940).
Compromiso político unido a un gran sentido de solidaridad que trasciende a Puerto Rico y sus relaciones amorosas. Julia acompañó a “la esposa de Alejandro Carrillo, diputado mexicano, secretario de Vicente Lombardo Toledano” (CC, 24 de abril de 1944, p. 175, 176) en su convalecencia médica en el Hospital John Hopkins mientras Carrillo y otros compañeros participaban en la Conferencia Internacional del Trabajo en Filadelfia. Mudándose por ese período en lo que consideró una “misión”, un compromiso, un deber.
Ese privilegiar lo político no es ciego ni dogmático. Julia amó profundamente tanto su trabajo político como a su familia y a sus tres grandes amores pasionales. Ese amor que en su momento les profesa a Rubén Rodríguez Beauchamp, JIJG y Armando Marín es real, comprometido, de entrega total, nuca falso ni superficial, actitudes que claramente rechaza en su poesía “Cortando distancias”. Julia, dentro del universo de amor en que vive, se ve obligada a buscar balance entre el político y el romántico pasional. Así se lo plantea a su hermana en el conflicto que tiene en Pueblos Hispanos (CC, 20 de julio de 1944). Su esposo se tiene que mudar a Washington por trabajo y tiene la disyuntiva de cómo seguir cooperando con Pueblos Hispanos; lo que se acrecienta por la actitud de Consuelo Lee Tapia que,
[…] no tolera a Armando porque yo vivo devota a él, en vez de dedicarles todas las horas del día y de la noche y de toda la semana a ellos. Me he convencido de que hay que ser a veces un poco egoísta con los verdaderos valores como lo es mi Armand. (p. 180)
La solución que se plantea es política:
[…] He tenido un enorme conflicto, pues me gusta mi trabajo aquí […] No me he ido antes porque tengo nobleza y realmente mis actividades ahí son tantas y forman una cadena tal, que de dejarlo se desbaratarán muchas cosas. […] no se pueden asumir posiciones cívicas o políticas si no se despoja uno de todo personalismo y vanidad. Entré ahí y me ha sido difícil salirme, ya te digo, por cierto sentido de cooperación y responsabilidad a lo poco que se hace. […] les propondré trabajar desde allá en los asuntos culturales y de toda índole que pueda. (p. 179)
Cabe entonces preguntarse, ¿cuál es ese pensamiento político que guía a Julia? ¿Con qué se siente comprometida socialmente? De los más de 203 poemas conocidos, ¿de qué nos habla en ese 18% que usualmente, desde una perspectiva estrecha, se clasifica como político?
Julia inicia su vida poética y muere cantándole a la lucha independentista, denunciando el colonialismo y el imperialismo, y abogando por un mundo de libertad y de justicia social. Entre sus primeros poemas conocidos está, “Gloria a ti”, publicado en 1934, dedicado al mártir Manuel Rafael Suárez Díaz, muerto el 16 de abril de 1932 en la toma del Capitolio en defensa de la bandera puertorriqueña. En el 1935 escribe “Río Grande de Loíza”, en el que canta al río y lo compara con un “llanto grande” para su “esclavo pueblo”. En, “Es nuestra la hora”, publicado como hoja suelta en el 1936, al denunciar la condición social de pobreza del campesino acusa al imperialismo estadounidense de responsable, y hace un llamado a la lucha por la independencia.
El que lo publique como hoja suelta es una muestra de activismo político nacionalista. Un mes después, en octubre, pronuncia el discurso “La mujer ante el dolor de la Patria”, en la primera Asamblea del Frente Unido Pro Convención Constituyente. Responsabilidad que no se le encomendaría a una persona que no tuviese ya un activismo reconocido.
En el 1937 publica “Domingo de Ramos”, en referencia a la Masacre de Ponce; en noviembre “Cortando distancias”, que constituye un catálogo de su rompimiento con los cánones de la época y define su utopía; y en diciembre publica “Interrogaciones”, “Paisaje interior”, “Pentacromía”, “Ronda nocturna”, “Ven” y “Ya no es canción”. En este último deja ver su orientación socialista: “Es grito./ Grito proletario/ que irrumpe a un tiempo/ de todas las bocas de la tierra/ para anunciar/ el ímpetu rojo del presente”.En la que abraza la consigna ¡Proletarios del mundo, uníos!, en el ímpetu rojo de la utopía que anuncia la revolución Bolchevique en la Unión Soviética.
Ya, para comienzos de su vida poética y política, la complejidad de su ideología contestaria se manifiesta y demuestra que es mucho más profunda que cantar a la naturaleza, a la patria, al amor, a la lucha de independencia y a los mártires nacionalistas sobre bases idealistas; ya demuestra una formación política en la que se identifica con los marginados, con la clase obrera y con una visión feminista muy particular.
Las referencias a Puerto Rico, sus mártires, el colonialismo, EEUU como imperialismo y monstruo (CC, 9 de abril de 1940, p. 28), y a la lucha de independencia son numerosas y constantes, tanto en su poesía como en las cartas a Consuelo. Son además poemas de amor en cuanto son la expresión de ese sentimiento volcado en su compromiso político con su patria, su pueblo y la humanidad. Además de los ya mencionados, lo encontramos en poemas como: “Ibero-América resurge ante Bolívar”, llamado a que Puerto Rico se una a esa corriente libertaria que significó luchar contra el colonialismo español; “Canto a Aguadilla”, a la causa libertaria de José de Diego; “Responso de ocho partidas”,dedicado a los nacionalistas que junto a Albizu trasladaron a la prisión de Atlanta; “El regalo de los Reyes”,bello poema sobre la bandera escrito para niños; “Despierta”,un llamado a la mujer puertorriqueña para que se una a la lucha por la independencia; “Puerto Rico está en ti”, dedicado a Gilberto Concepción de Gracia; “Romance de Guayama”,canto a su leyenda y sangre indígena; “23 de septiembre”, al Grito de Lares; “Hora Santa”, a Hiram Rosado y Elías Beauchamp y “¡Viva la República! ¡Abajo los asesinos!”, en referencia a la Masacre de Ponce y la consigna pintada con su sangre por el cadete Bolívar Márquez.
En varios poemas deja ver sus sentimientos de admiración y respeto por Albizu Campos. Dos poemas son dedicados a Albizu Campos: “Una canción a Albizu Campos” y “Oración”, pero es mencionado también en: “Iberoamérica resurge ante Bolívar” y “23 de septiembre”.
Julia se emociona con todo aquello que le recuerda su patria. Tres momentos quisiera destacar como muestra de ese amor patrio.
En Nueva York, al recibir la bandera de Puerto Rico como regalo en el homenaje que le rindió la Sociedad de Periodistas y Escritores. Al relatárselo a Consuelo le dice: “La guardo como un regalo inigualable. ¡Imagínate lejos uno de su tierra, precisamente en las entrañas del monstruo, y que entre un ramo de flores le aparezca una hermosa bandera de la patria!” (CC, 9 de abril de 1940, p. 28).
A la llegada a Cuba siente que por primera vez ha pisado “tierra libre de América Indohispánica”; invoca a Martí y recuerda “tanta sangre puertorriqueña vertida en Cuba por la causa de la Independencia”. Le entristece que su bandera no ondee sola como la cubana y le dice a Consuelo: “nunca olvides que para haber verdadera justicia social en nuestra tierra, llámese comunismo o lo que sea, tiene que primero ondear libremente, y sola, sobre cada edificio y sobre cada palma, una vez cruzado todo corazón, esa bandera monoestrellada que nos define hispanoamericanos en América”. (27 de junio de 1940, p. 42)
El otro fue al visitar con Carmen Alicia Cadilla el Instituto Cívico Militar de Cuba, un proyecto educativo del gobierno para niños extranjeros. En la descripción de lo que allí ocurre ella relata sobre la intervención de un niño puertorriqueño: “hizo un discurso sobre la esclavitud de P.R. y dicen que se echó a llorar e hizo llorar a todo el mundo al decir que su islita no es libre. Yo que sabía esto, muy emocionada, abracé al niño (de 14 años) y cuál sería mi sorpresa al decirme que era de Carolina” (CC, 22 de octubre de 1940, p. 77).
Julia es independentista en compromiso con su pueblo y contra el imperialismo norteamericano. Más que una lucha por la afirmación cultural e identitaria como pueblo, para ella la independencia está ligada al rompimiento con la opresión económica e ideológica del pasado y de su presente. Con la independencia busca una vida mejor para los proletarios y los campesinos. La ve como una vía para la unión con todos los pueblos del mundo.
Su planteamiento es una crítica social combativa; un grito que busca romper la opresión que siente de su contexto social. Pero no es lamento. Es dolor empático de quien lo ha vivido y tiene ansiedad por destruir las raíces del sufrimiento, de la injusticia y de la opresión. No transita del dolor de la empatía a la caridad, sino a la lucha por la toma de consciencia y la movilización hacia la utopía. Así lo proclama en “Romance de la Perla”, “Desde el Puente Martín Peña”, “Es nuestra la hora”, “Anunciación”, “Somos puños cerrados” y “Canto a la Federación Libre”.
En, “Desde el Puente de Martín Peña”, denuncia la desigualdad social que existe en el caño del mismo nombre, hacia las lagunas los Corozos y San José, y que actualmente es representada por los edificios de la Milla de Oro y las comunidades del G8. Julia, con visión clasista, describe cómo a un lado se encuentran los que “disfrutan/ de anchos salarios restados/ a hombres obreros que luchan”. Es una descripción que toma partido pues llama a que se rompan “un millón de puños” contra lo que considera injusto. En “Somos puños cerrados” hay versos como: “descargando el horario de los capitalistas”; “sigamos camaradas”; “en un soberbio empuje proletario”.
Siendo miembro del Partido Nacionalista, desde muy temprano se identificó con las luchas del proletariado y las corrientes socialistas. Yo diría más. Aunque no cuento con evidencia de cómo se dio esa influencia, por el vocabulario usado y los conceptos trabajados debió hacer lecturas socialistas. Además, recordemos que en el 1934 se funda el Partido Comunista Puertorriqueño y ya anteriormente el Partido Socialista y la Federación Libre del Trabajo con un desempeño activo en la vida política del país. La década de los 30 es el período de la Gran Depresión en los EEUU, en Puerto Rico se padece una profunda crisis del capitalismo colonial, hay un gran desempleo y éxodo del campo hacia la ciudad, miseria y enfermedades. Ocurren huelgas en el sector eléctrico, entre las trabajadoras y los trabajadores del tabaco, la aguja y la caña, y Albizu tuvo una participación activa en varias de ellas. Es también una década convulsa políticamente en América Latina, y se inician la Guerra Civil Española y la Segunda Guerra Mundial.
Esa orientación se ve fortalecida posteriormente durante toda su vida por las relaciones políticas y poéticas que tiene durante su exilio en Nueva York y Cuba, y su continua lectura sobre la Rusia socialista. Entre esos hechos posteriores a sus primeros poemas mencionados están su relación amorosa con Juan Isidro Jimenes Grullón, a quienes algunos le atribuyen que la introdujo en esas lecturas, pero yo, leyendo sus primeros poemas y las cartas a Consuelo, pienso que se sobrestima la influencia que pudo haber tenido él en este tema; en Cuba, se relaciona con personalidades, cubanas y extranjeras que son socialistas o miembros de partidos comunistas, entre ellos: Guillén, Raúl Roa, Marinello, Pablo Neruda. En carta del 28 de abril de 1941 (CC, p. 113) le ofrece a Consuelo los libros que ella ha leído sobre Rusia y la revolución que allí ocurre y en la de noviembre de 1941 (CC, p. 139) aplaude el ingreso de esta al Partido Comunista Puertorriqueño. Más tarde Consuelo y su esposo, Juan Sáez Corales fueron dirigentes de dicho partido. Además, él fue uno de los principales dirigentes obreros de su época. Julia compartió con Consuelo Lee Tapia, comunista y a quien le dedicó un poema, y trabajó en Pueblos Hispanos en Nueva York, publicación dirigida por Juan Antonio Corretjer quien ya asumía posiciones marxistas y se alejaba del nacionalismo.
La identificación de Julia con la Rusia socialista y la revolución proletaria es indiscutible. En “Desde el Puente Martín Peña” finaliza con el siguiente llamado a los obreros: “¡Alzad, vuestros brazos/ como se alzaron en Rusia!”. En “Las voces de los muertos”, en la estrofa dedicada a Rusia hace una bella y positiva descripción de un pueblo feliz que marcha produciendo hacia la justicia, toda una oda de esperanza y felicidad que se ve amenazada por la barbarie de la guerra. Le dedica “Himno de amor a Rusia” y encontramos varias referencias en las Cartas a Consuelo. Por ejemplo hay expresiones como la siguiente en alusión a la Segunda Guerra Mundial; “el mundo evoluciona a través de grandes dolores, y yo creo que de aquí surgirá un mejor orden de vida que el actual. A la postre, Rusia se llevará la mejor parte, si es que aguantan a Hitler a tiempo” (CC, 15 de mayo de 1940, p. 37). Sin embargo ese apoyo no es ciego ni dogmático. En carta del 2 de julio de 1940 (CC, p. 45) al comentar la entrada de Rusia a la guerra expresa una crítica y un apoyo: “Tuve dos sentimientos: uno de alegría, al ver a Rusia reivindicada de todos sus inescrupulosos pasos estratégicos definiendo su verdadera posición moral frente al mundo, y otro de temor de que fuera prematura su participación […]” A lo que añade: “Estamos en el umbral de algo: o el comunismo internacional, o la más negra Edad media que tendrá el universo. Pero somos revolucionarios y debemos confiar en que a la postre triunfaremos”. Y en esos términos son la mayoría de comentarios positivos sobre Rusia con la esperanza de que en esa guerra “imperialista infame” triunfará “el pueblo”. Los “inescrupulosos pasos” parece referirse al Pacto Ribbentrop-Mólotov de no Agresión entre Alemania y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas firmado en 1939.
Como se puede notar, la identificación con todo lo que representa la lucha de clases y el socialismo no es una discutible interpretación en su poesía, son expresiones claras que no dejan lugar a dudas. Como reafirmación de lo planteado presento tres citas de las Cartas a Consuelo que son una reafirmación contundente, en la primera refiriéndose a Juan Marinello dice, “Tú sabes que es comunista. Yo lo soy cada día más y más atea” (CC, 28 de abril de 1942, p. 113); en la segunda (CC, 14 de julio de 1941, p 124) manifiesta su intención de “ingresar al Partido Comunista Mundial”, “Nada me detendrá. Es lo único de salvación que le queda al mundo. Pero cuando yo entre, será para jamás salir, y para vivir, en todas sus fases, la revolución”; en la tercera, refiriéndose a que no cree en las gestiones espiritistas que hace el esposo de su hermana Angelina, se identifica con el planteamiento marxista del materialismo histórico afirmando “Tú sabes que yo soy completamente materialista” (CC, 31 de mayo de 1947, p. 207).
Me parece adecuado hacer unos comentarios a modo de hipótesis que sería interesante investigar. Para las décadas de los 30 y los 40 no existía tal cosa como un “Partido Comunista Mundial”, pero sí existieron la III Internacional Comunista hasta el 1943 y la IV Internacional trotskysta fundada en 1938. El Secretariado General de esta se trasladó a Nueva York en 1939. Para la época encontramos el término Internacional, pero no Mundial, usado por algunos partidos comunistas nacionales, principalmente de orientación trotskysta, pero no fue así en Puerto Rico ni en Estados Unidos. En todo caso la membresía a estas internacionales era como partido, no en carácter individual, aunque la III Internacional Comunista en su política de frentes promovía reclutar colaboradores entre periodistas y escritores. ¿A qué se refería Julia? Julia refleja a mi entender varias cosas: primero, que nunca fue miembro de un partido comunista, ni participó de debates internos ni conoció sus políticas organizativas ni participó de los debates internacionales, por ejemplo entre Trotsky y Stalin, aunque parece que sí conoció los debates alrededor del tratado alemán-soviético; segundo, que a la vez que se identifica con las luchas proletarias y la Revolución Bolchevique utiliza unos términos políticamente confusos que parecen denotar que no logró separar por completo el discurso capitalista del discurso de los comunistas propiamente dichos, como por ejemplo llamar comunista a cualquier izquierdista o que manifestara ideas progresistas contestatarias. Para esa época, los comunistas se consideraban tales solo si se era miembro de un partido comunista. Por eso en este trabajo yo hablo de una Julia proletaria de orientación socialista, aunque ella se denomina a sí misma comunista. En realidad sigo una vieja tendencia de no llamar comunista a no miembros de partidos comunistas, aunque fuesen marxistas. Tercero, la otra confusión es llamar Rusia a la Unión Soviética. Los comunistas, cuando se referían al estado, lo nombraban Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas o Unión Soviética, según se le dio el nombre para el 1922, no Rusia como la propaganda imperialista y el uso popular. Estos comentarios solo apuntan a la necesidad de seguir leyendo a Julia críticamente, con mirada de investigador. Su mayor comprensión ayudaría incluso a comprender mejor a Pedro Albizu Campos y al Partido Nacionalista en su época. Este partido casi siempre se estudia partiendo de Albizu y se equipara partido y líder como una unidad ideológica. Sería interesante estudiar al partido desde la perspectiva ideológica de otros miembros y preguntarse, ¿qué elementos intervinieron en que, un partido que se describe por algunos como chauvinista y alejado de la clase obrera, haya dado tantos miembros que abrazaron el socialismo y el marxismo?
Julia es universal y trasciende fronteras y límites que ella llama orillas, y se identifica con las luchas de otros pueblos, tanto en América como en el resto del mundo. Condena la opresión y la injusticia y se solidariza con los que en su época simbolizaron libertad, democracia y poder proletario a nivel mundial. Para ella el grito de lucha proletario no es solo clamor de reivindicación sino grito que rompe fronteras y se extiende por el mundo, como dijo en “Ya no es canción”, es “una voz redonda/ empujando orillas”.
Julia, en el poema “Momentos” expresa “yo, universal” y cómo se considera “atada a un sentimiento sin orillas/ que me une y me desune,/ alternativamente/ al mundo”.
Incluso cuando se canta a sí misma en “Yo misma fui mi ruta”, o mejor dicho, a su consciencia social, se define con una responsabilidad social universal: “me sentí brote de todos los suelos de la tierra,/ de los suelos sin historia,/ de los suelos sin porvenir,/ del suelo siempre suelo sin orillas/ de todos los hombres y de todas las épocas”.
En el poema “A Rafael Trejo”, dedicado al estudiante cubano muerto en la lucha contra Machado, coincide con el ideario de Betances, Martí y Hostos de unas Antillas unidas: “las Antillas que juntas o se mueren o salvan./ Las tres sufren cadenas, las tres rezan y lloran,/ y las tres, encendidas, romperán su desgracia”.
Son varias las referencias a Cuba y sus mártires. Entrelaza en ellos la situación colonial de Puerto Rico con Cuba. En “A José Martí”, entre otras cosas le dice: “Puerto Rico, mi patria, te reclama en su suelo,/ y por mi voz herida, se conduce hasta ti”. Con el amor, con el dolor y con la pasión de quien pierde un ser querido, un familiar, un compatriota, en “Canto a Martí”, llora su muerte, se siente herida y ser grito de su tierra irredenta. Con qué amor le reclama que despierte e incluya en su lucha a la antilla hermana, Borinquen.
Julia mantuvo una estrecha relación con el exilio dominicano durante la dictadura de Trujillo. Aún después de su rompimiento con JIJG demuestra la firmeza de sus convicciones políticas contra la dictadura. En carta del 23 de febrero de 1944 (CC, p. 169) manifiesta, “Sigo en la lucha contra Trujillo, como siempre. Y tomaré parte con dos tremendos poemas, en el acto que celebra la oposición dominicana al régimen fascista de Trujillo”. Esos poemas fueron “Canto a la ciudad primada de América” y “Himno de sangre a Trujillo”, considerado por Chiqui Vicioso, poeta dominicana, como lo más fuerte que se ha escrito contra Trujillo.
Julia mantuvo amistad con Thelma Fiallo Henríquez, dominicana y mi madre. En el poema que le dedica, “Saludo a Thelma”, se hermana con ella como dominicana, como antillana, como mujer americana, y proclama que como tales, al grito de “¡Libertad o Muerte!”, anularán fronteras, rescatarán consciencias, limpiarán las calles de infieles y renovarán las raíces de América. Y concluye que son una sola donde la sangre dominicana le habita: “¡Saludo en ti, mujer que en mí te reproduces,/ dominicana sangre que se suelta y se extiende!”.
Julia dedica varios poemas a denunciar los dictadores de su tiempo, solidarizándose con las luchas de los pueblos americanos, sus héroes y sus mártires, siempre entrelazando con ellos la lucha de independencia de Puerto Rico. Así tenemos “A Simón Bolívar” e “Iberoamérica resurge ante Bolívar”. En este último rinde honor a Duarte, Sucre, San Martín, Bolívar, Hostos, Maceo, Martí y le dice a América: “¡Rebélate/ contra el yanqui invasor!”. En “Canción a los Pueblos hispanos de América y del Mundo”, dedicado al aniversario de Pueblos Hispanos y Juan Antonio Corretjer dice de los pueblos de América “que lívidos contemplan/ desde el sueño hecho sangre de la bondad martiana,/ en Puerto Rico, un amo golpeando libertades/ y un monstruo en el sagrario de la Ciudad Primada”.
Su universalismo trasciende América y abarca el mundo. La Segunda Guerra Mundial fue un tema recurrente en Julia desde sus inicios hasta su fin. Se identifica con los pueblos en lucha contra el fascismo, condena resueltamente a Franco, Hitler y Mussolini, y llora sus muertos en poemas llenos de amor, dolor, pasión y esperanza. Siempre optimista en el futuro.
“Las voces de los muertos” es un poema que denota gran sensibilidad, empatía hacia el dolor y amor profundo a la humanidad independiente de nacionalidad, y hasta de ideología o posición asumida en la lucha de clases. Le canta a los muertos de España, China, Gran Bretaña, Rusia, Alemania y a ella misma como muerto universal. Mientras el canto a los muertos rusos es uno lleno de esperanza, alegría, y un llamado por su utopía de justicia, en la estrofa dedicada a Alemania refleja, sin odio, la tristeza que siente por sus jóvenes muertos, y la voz poética se convierte en la queja de un soldado alemán al que le han quitado sus emociones y ansias de niño y lo han educado para matar, y pide a gritos: “¡Dejadme entrar, hermanos, por el gran cementerio!/ Yo soy entre los muertos el más grande, el más trágico;/ ya que no tuve nunca un mundo entre los vivos,/ un mundo entre los muertos ofrecedme, soldados!”. Y en el poema “¡Guerra! Para…” dedicado a Ángel Rivera, movilizado para la guerra por imposición norteamericana, rechaza la guerra, cuestiona su razón de ser y hace un llamado a detener “la orgía de metrallas”.
Julia se identifica con la lucha republicana en España y escribe: “Poema a Federico”; “Ochenta mil” y “España… no caerás”. Este último es un canto en el que da aliento y esperanza proclamando que toda la sangre derramada estará en los vivos que continuarán la lucha.
El tema de la ideología nacionalista, independentista, proletaria, socialista y universal de Julia no ha quedado agotado. Este trabajo es solo una invitación a que Julia se siga estudiando desde esta perspectiva.
*Resumen de la ponencia presentada ante la Fundación Casa Albizu el 4 de junio de 2015.