La cultura cura
No habría mucho que escribir sobre la celebración de la primera jornada de agricultura orgánica en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Arecibo, si no fuera por la riqueza del encuentro. Su organizadora, la estudiante Luciana García Barreras, se propone completar una Maestría en Gestión Cultural. Con esta UPRA Orgánica, “dedicada a la salud y a las maravillas de las plantas”, García Barreras se inicia donde muchos emprendedores aspiran a demostrar sus saberes: en el diseño de un proyecto útil, abundante en información, pensamiento y diversidad.
Luciana tiene un bachillerato en Estudios Generales, y forma parte de un grupo de estudiantes que conmemora puntualmente la Semana de la Tierra. Este año decidió invitar acercamientos desde múltiples perspectivas y prácticas al tema de la agricultura orgánica y la soberanía alimentaria. Para ello contó con el apoyo de la profesora Glorymill Santiago Labrador, directora del proyecto ISMUL (“Integrated Science Multi-Use Laboratory”) y creyente en que desde la universidad se puede “crear conciencia para dejarles un ambiente sano a nuestros hijos”. También contó con la inspiración de la profesora Sandra Barreras, de Estudios Generales, quien con profundidad y gracia sabe encauzar a sus estudiantes de microbiología en las lecturas críticas de Giles Deleuze y Hannah Arendt.
Dos maestros
La primera conferenciante de la jornada, María Benedetti es tal vez la animadora más destacada de la herbolaria tradicional en Puerto Rico. Hace años se afincó en la Isla y se dedicó a recoger testimonios de ancianas campesinas. Benedetti ha publicado sus investigaciones en varios libros: Hasta los baños te curan, Sembrando y sanando en Puerto Rico y una serie etnobotánica: Los árboles de la arboleda ancestral taína; Los árboles de la arboleda ancestral africana y Los árboles de la zona histórica. María es hija de padre húngaro irlandés (Hajosy) y madre neorican (Benedetti Sotomayor). Su abuela puertorriqueña le enseñó a leer números en las hojas de lengua de vaca, para jugarlos en la bolita. Además de ser un medio en las artes de la adivinación, esa planta se utiliza para obtener fibra de cabuya y tonificar el hígado.
Benedetti impartió una conferencia sobre las virtudes, el folklore y las historias de las plantas. La cultura cura, según María, y la cultura de tradición oral se transmite narrando. Los cuentos no son ajenos a los procesos terapéuticos. La catarsis es un efecto primordial de los relatos.
En su ensayo más conocido, Walter Benjamin caracterizó la figura del narrador, aquel que posee “la facultad de intercambiar experiencias”, es decir, saberes, y lo tipificó en dos emblemas opuestos de la experiencia humana: el marino mercante y el campesino sedentario. María Benedetti, estupenda narradora, nos evocó a los mayores las historias que escuchábamos con asombro e incredulidad en la infancia: las virtudes del “caldo de pollo” energizante y antianémico que se obtiene hirviendo la corteza del almácigo; la calidad alimenticia del blero o espinaca criolla; el presagio de amores garantizados cuando se escribe el nombre del objeto del deseo en la hoja de la yerba bruja. María atribuye el olvido de esos relatos y remedios “al sentido del bochorno sobre su ignorancia” de nuestros abuelos ante la propaganda del consumo modernizante que alteró de raíz la historia de la isla a mediados del pasado siglo.
Ese bochorno es también un factor de empobrecimiento cultural según Nelson Álvarez Febres. Desde hace décadas, este maestro de maestros viene haciendo una aportación inapreciable a la difusión de los objetivos y las técnicas de la agricultura ecológica en Puerto Rico. Es autor del libro de referencia más importante en la materia, basado en experiencias universales y aplicaciones locales: La tierra viva: manual de agricultura ecológica. También ha publicado El huerto casero: manual de agricultura orgánica y Los cuentos de don Santos. Álvarez Febres impartió una conferencia fundamentada en un estudio histórico del paisaje rural a partir de datos iconográficos y estadísticos. Con una mirada inédita a varias pinturas de Francisco Oller y a fotos (probablemente de Jack Delano o Edwin y Louise Rosskam) de los años cuarenta, ilustró una transformación alarmante: mientras en 1940 la isla producía el 65% de los alimentos que consumía la población, ahora la cifra de un 15% parece excesiva.
El abandono de la agricultura, una negligencia que sin exageraciones, cabe tildar de suicida, contrasta con el hecho de que en más de 125 países se practica una agricultura ecológica productiva y sostenible. La propuesta de Álvarez Febles, un cambio de paradigma, tiene como fundamento la formación de pequeñas fincas familiares de no más de 25 cuerdas, en los terrenos montañosos que históricamente fueron cultivados con tecnologías adecuadas.
En las afueras
A la par con las conferencias, en el vestíbulo frente al teatro, se difundía información sobre Aullido Verde, un proyecto de composta que se presenta como una opción para mejorar los suelos y disponer de la basura. Una representante de la Cooperativa Orgánica Madre Tierra distribuía información sobre sus labores. Se vendían los libros de Benedetti y Álvarez, además de abrir espacios para artesanías, exhibiciones, performances, charlas con ambientalistas, e información sobre iniciativas comunitarias.
Aquí, donde ya no pisamos la tierra, como si, para usar una expresión de Álvarez Febles, fuéramos gente que se avergüenza de sudar, los estudiantes y profesores de la UPR vienen proponiendo un cambio de paradigma. En las estaciones experimentales agrícolas de la misma universidad se publican folletos sobre los llamados conjuntos para la producción de diversas cosechas. Contienen toda la información necesaria para el cultivo de una planta con métodos agroindustriales. Jornadas como la UPRA orgánica ofrecen otro tipo de “conjunto”: la crítica al poder por parte de Deleuze y la herbolaria rescatada por Benedetti conjugadas en un alegato contra la rapacidad de la industria farmacéutica y de las compañías que alteran genéticamente y empobrecen las semillas patrimoniales; la lectura de imágenes que iluminan el estudio de la historia de la agricultura; las propuestas tan urgentes como sensatas de Nelson Álvarez Febles para cambiar los paradigmas de consumo y cultivar en la Isla buena parte de nuestros alimentos. El cierre con toque de bomba por el conjunto Yabisi puntualizó el diseño de uno de esos encuentros solo en parte fortuitos; encuentros que aclaran la mirada, conjugan tendencias y elaboran nuevas figuras que hacen pensar.
*Para comunicarse con María Benedetti escribir a: [email protected]
*Hay información sobre los trabajos de Nelson Álvarez Febres y de María Cristina Gerascoff, odontóloga naturista, en el blog ECOSER: “Provocamos el encuentro a través de escritos sobre agricultura y propuestas verdes, sobre salud y las búsquedas comunitarias para autogestionarla, y la literatura como fuente y producto creativo. La alegría de compartir miradas creativas y esperanzadoras de que podemos construir un mundo solidario, respetuoso ecológicamente sustentable y alegremente posible”: http://ecoser-desarrollointegral.blogspot.com/