Las manifestaciones y la crisis del PNP
Si Ricardo Rosselló hubiese sido un elemento corrupto aislado, el resto del liderato del PNP hubiese podido distanciarse de él de una manera tajante: lo hubiesen podido separar de su posición mediante un residenciamiento razonablemente rápido. Entonces el PNP le hubiese podido decir al pueblo que, como depositarios de su confianza, sustituían a un político corrupto por otro viable y que seguían, como partido, respondiendo a las necesidades del País. Esto los hubiese fortalecido inmensamente para las próximas elecciones. Pero como Ricardo Rosselló no es un hecho aislado sino sintomático de una putrefacción profunda, esa no podía ser la reacción institucional. La reacción fue un entramado de tácticas y estrategias de supervivencia individual que ha llevado al Partido a una crisis seria. Esto, además, apunta a otras dificultades.
Ante la crisis, algunos, interpretando que había que salir de la posición defensiva en que están, han recurrido a lo que siempre los ha unido: la ideología. Se ha iniciado una campaña fragmentaria y anacrónica acusando al movimiento de protesta de comunista. Se trata de una táctica desesperada que no busca convencer a los manifestantes sino retener, a duras penas, alguna traza de lealtad de parte del centro ideológico fanático de la colectividad. El problema es que esta táctica les hace aparecer ante el País como un grupo sumido en la ancianidad política y en la impertinencia.
Aquí se revela, además, un problema serio de la estadidad como proyecto político. Las manifestaciones han sido un momento de unidad del pueblo y el único símbolo que recoge la adhesión de todo el pueblo es la bandera puertorriqueña. Aparecer allí con una bandera partidista hubiese sido divisivo y contraproducente.
Pero ¿qué pasa?… Que el estadoísmo ha intentado, por mucho tiempo, que se acepte que Puerto Rico es nuestra patria y Estados Unidos, nuestra nación. Si eso hubiese sido exitoso, la bandera estadounidense sería el símbolo nacional, como lo es en Massachusetts y otros estados, donde la bandera estatal es un símbolo importante pero secundario. NO SUCH THING! Las cientos de miles de banderas puertorriqueñas, desplegadas por semanas, sin competencia, son una bofetada a esa estrategia, son una refutación a la idea de que la dependencia extrema implica el abandono de la nacionalidad. Esto no es meramente una crisis del PNP, es una crisis del movimiento estadista que ve refutados los supuestos básicos de decenas de años de quehacer político.