Maestros y milagros
En el Ateneo de Puerto Rico hay un cuadro especial. El de La Escuela del maestro Rafael Cordero. Obra inmortal de nuestro pintor nacional Francisco Oller y Cestero.
Ocurrieron eventos trascendentes con el óleo.
Me los contó el también maestro y pintor eminente Dr. Osiris Delgado Mercado.
Transmito la historia como me la narró el maestro. Deseo que el incidente de la restauración de ese óleo pase de la tradición oral a la inmortalidad de las letras. Quién sabe si alguien se motiva a producir una película y guión con estos hechos.
El maestro Cordero no posó para Oller. Falleció, el 5 de julio 1868, fecha significativa, dos meses y algunos días previos al Grito de Lares. A su entierro marcharon más de 2000 almas, dolidos ante la partida del precursor de la integración de las razas.
Había nacido un 24 de octubre de 1790, hace 226 años. Era tabaquero y zapatero de oficio. Ya había educado y formado a pobres y ricos, blancos y negros, a la cúspide de los intelectuales decimonónicos de nuestra tierra. En el óleo se han identificado como sus niños alumnos a José Julián Acosta, Alejandro Tapia y Rivera y al fundador del Ateneo, Manuel Elzaburu. Uno de sus alumnos, Lorenzo Puente Acosta, escribió su primera biografía en el año de su muerte, y fue impreso en la que fuera imprenta de otro de sus alumnos, José Julián Acosta. Otro de sus eminentes alumnos fue el insigne patriota Sotelo Figueroa.
El maestro Rafael era negro liberto y pobre, y la mayoría de sus párvulos hijos de blancos acaudalados. No cobraba por sus enseñanzas. Durante 55 años educó sin cobrar. Se sostenía con sus oficios de tabaquero y zapatero. Fundó su escuela para niños en 1820, comenzó a educar en 1810 ya que su hermana Celestina Cordero fundó una escuela para niñas en 1802.
Hubo un niño venezolano a quien Cordero educó, de nombre Manuel Loveras, a su vez hijo de Juan Loveras, padre de la pintura venezolana, también conocido como el pintor de los ministros del libertador Simón Bolívar. Ya hombre y pintor, Manuel Loveras regresó de Venezuela porque quería hacer un retrato de su amigo Cordero. Le pidió que posara. No hay certeza de que fuera un óleo, según el Dr. Osiris Delgado, un dibujo. Don Rafael Cordero era tan humilde que solo accedió si el dibujo permanecía oculto mientras viviera. Con ese compromiso fue dibujado.
De esa obra se tomó una foto luego de la muerte del maestro Rafael Cordero. El paradero de ese dibujo es un enigma. En el 1892 Oller utilizó esa foto del dibujo reproducida en un periódico, en unión a su mejor recuerdo del maestro Cordero, a quien había visto ya viejo, para pintar el óleo que motiva esta historia.
El óleo es coetáneo a la pintura cumbre de Oller, El Velorio. Cita Osiris Delgado al patriota y poeta Don Juan Antonio Corretjer que «es un contrapeso a El Velorio. Aquí el pincel del gran artista es todo candor, todo ternura; se deleita en pintar la mejor fisonomía moral de la patria”. Y a renglón seguido manifiesta el Dr. Osiris Delgado que, «Es un monumento de Oller al hombre con vocación de maestro que le roba horas a sus oficios de zapatero y tabaquero para dedicarlas a la enseñanza gratuita de las primeras letras de los párvulos de la Ciudad Capital”. (tomado de su biografía sobre Oller).
El Rafael Cordero del óleo de Oller es una representación de un Cordero más joven, tal vez imaginado por Oller como luciría el maestro cuando Alejandro Tapia y Rivera tenía 6 años de edad más o menos. Si Alejandro Tapia nació en el 1826, el Rafael Cordero representado es aquel según sería en 1832, a la edad de 42 años. Esa foto del dibujo del maestro Rafael Cordero hecho por Manuel Loveras la conserva El Dr. Osiris Delgado, quien la encontró en un librito en el que Oller guardaba pequeños recuerdos y recortes de periódicos.
El óleo de la escuela del maestro Rafael Cordero es huésped centenario del Ateneo de Puerto Rico desde que fue pintado.
Cuenta el maestro Osiris Delgado que en la década de 1940, luego de culminados sus estudios de pintura en Florencia, Italia- donde estudió con los insignes pintores Fran Cervoni y Félix Bonilla Norat- se trasladó al Museo del Prado, España. Allí optó por el sótano para aprender el oficio de restaurador de pinturas.
De regreso a Puerto Rico, visitaba la rotonda de nuestra Universidad. Aspiraba a enseñar en el Alma Máter de la patria.
Por allí escuchó a dos profesores, bastante entrados en años, uno de ellos decano, hablar de la segunda exposición de José Campeche y Francisco Oller que tenían planes de organizar.
El maestro Osiris Delgado, como un resorte, se ofreció a ayudar y mencionó sus relaciones con el monseñor Mariano Vasallo, a cargo de la Catedral de San Juan que conserva obras de Campeche. Lo conoció porque había sido el capellán de Fort Brooke donde el Dr. Osiris Delgado hizo servicio militar en su juventud.
Estaba el maestro Osiris Delgado con el Decano en un sótano de la Torre universitaria. El Decano caminaba con el óleo de Oller del Maestro Rafael Cordero que el Ateneo había prestado. Lo sostenía por el viejo bastidor.
Un tropezón del decano produjo la rajadura de cuajo y por la mitad del óleo. Relata el maestro Osiris Delgado que el decano se desfiguró y estuvo al borde de un infarto.
El decano pidió al maestro Osiris Delgado el favor de restaurar la pintura. No solo estaba rasgada sino que se desprendió el ojito del niño con rizos que se ilustra leyendo al lado del Maestro Rafael Cordero. Ese niño: Alejandro Tapia y Rivera, padre del teatro nacional.
El maestro Osiris Delgado invocó al ángel del maestro Rafael Cordero para que lo asistiera en la monumental encomienda.
La exposición abriría en 20 días. No daba el tiempo.
Por esos días el maestro y apóstol, don Pedro Albizu Campos estaba invitado al Alma Máter. Era su regreso físico de la prisión yanqui de Atlanta. Albizu nunca estuvo ausente. Así lo sentenció a su llegada.
Como ocurre con los grandes, su llegada a Puerto Rico y luego al Alma Máter, provocó grandes acontecimientos. Los estudiantes tenían programado recibir a Albizu Campos izando la bandera nacional. La negativa de Jaime Benítez para que se izara la bandera de Puerto Rico en la torre universitaria fue el resorte para que los estudiantes universitarios decretaran la huelga universitaria de 1948.
Esa huelga histórica, gestora del liderato patriótico de la nueva lucha de independencia, pospuso la apertura de la exposición de José Campeche y Francisco Oller.
La duración de la huelga permitió al maestro Osiris Delgado restaurar el óleo del maestro Rafael Cordero. El ojito del niño es un ojito más nuevo, desde entonces cumplió 65 años.
Cuando devolvieron el cuadro al Ateneo nadie notó diferencia alguna. El maestro Osiris Delgado relató esta historia en una reunión de la Junta del Ateneo en la década de 1980 y se tomó la historia con sonrisas.
Cuando vayamos al Ateneo, miremos al óleo de tal manera para ver si se nota alguna cicatriz y cómo luce el ojito del niño.
Con nuestros maestros ocurren milagros. De este milagro surgió la vocación del maestro Osiris Delgado para ser el biógrafo de nuestro pintor nacional Francisco Oller. Hoy el maestro Osiris Delgado es integrante de la comisión eclesiástica que estudia la beatificación del maestro Rafael Cordero.
Nota del autor: El pasado lunes, 226 aniversario de su nacimiento, se informó que el papa Francisco permitió que al maestro Rafael Cordero se le otorgue el título de “venerable”, lo que abre el paso para su eventual beatificación, dijo el lunes el arzobispo metropolitano de San Juan, Roberto Octavio González Nieves en la noticia: http://www.noticel.com/