Atletas boricuas de la diáspora y su activismo: lecciones para Puerto Rico
Las expresiones de solidaridad de un atleta boricua hacia quienes protestan contra el racismo en los Estados Unidos no se limitan al caso de Quinn-Camacho. El baloncelista de la NBA, Carmelo Anthony, también ha sido vocal en sus denuncias de repudio al abuso policial y asesinatos de hombres negros por parte de oficiales de ley y orden. En la edición del año 2016 de los Premios ESPY de la cadena deportiva ESPN, el actual canastero de los Knicks de Nueva York se unió a otros jugadores de la NBA con el fin de hacer un llamado de justicia cónsono con los reclamos del movimiento “Black Lives Matter”. La madre de Anthony es afroamericana y su fenecido padre era puertorriqueño. Aunque nunca ha representado a Puerto Rico a nivel internacional en baloncesto, este atleta es consistente en su identificación como puertorriqueño. Anthony, además, aporta a proyectos deportivos comunitarios en Puerto Rico y actualmente es dueño de la franquicia profesional de fútbol con sede en la isla conocida como el Puerto Rico Football Club.
Tanto Anthony como Quinn-Camacho representan una parte de la diáspora puertorriqueña en los Estados Unidos. Sus aportaciones al deporte puertorriqueño se suman a la de otros atletas del pasado que han vivido la mayor parte o totalidad de sus vidas en otras latitudes fuera de la ubicación caribeña identificada con el territorio insular de Puerto Rico. Casos como los baloncelistas boricuas de Nueva York del famoso equipo nacional de 1979, la tenista Mónica Puig y muchos otros en diversas disciplinas deportivas son vivo ejemplo de las múltiples aportaciones que los puertorriqueños y puertorriqueñas que residen fuera de la isla realizan al quehacer cultural de la nación con la cual se identifican o tienen lazos afectivos. Sus expresiones y gestas enriquecen el acervo cultural de la identidad puertorriqueña.
Más allá de admirar el vínculo emocional y cultural de estos atletas de la diáspora con Puerto Rico, cabe cuestionarse qué podemos aprender de estos compatriotas quienes residimos en la isla. ¿Cómo la diáspora amplía la diversidad en las formas de representación de la identidad puertorriqueña? La mejor manera de celebrar a estos atletas es respetando sus trasfondos y valorando lo que pueden aportar a un sentido de puertorriqueñidad más plural e inclusivo. Podemos acoger sus luchas como las nuestras y solidarizarnos con aquellas causas que defienden.
Los atletas de la diáspora enriquecen nuestras formas de representar la nacionalidad. Al otorgarle visibilidad a las geografías diversas que forjaron la crianza y formaron las experiencias de estos atletas, promovemos un Puerto Rico más inclusivo. Trascendemos los mitos de origen prístino que reducen la nacionalidad a un mero encuentro de supuestamente tres razas. Un encuentro que sabemos que no fue armonioso y operó como fuente de opresión hacia los habitantes originales de esta isla y quienes fueron traídos como esclavos. Por el contrario, celebrar los numerosos trasfondos y mezclas culturales de nuestros atletas de la diáspora rompe con las representaciones reduccionistas y excluyentes de lo que identificamos como la nación puertorriqueña. La integración y celebración de nuestros atletas de la diáspora nos da la capacidad de concebirnos como una nación pluricultural. A su vez, nos brinda la oportunidad de problematizar temas de índole racial, de clase y de género, que en tantas ocasiones han sido evitados por los medios de prensa deportiva y quienes participan de la opinión pública en temas deportivos en Puerto Rico.
En un país donde hablar de racismo ofende a algunos, pero se tolera y celebra que comediantes se pinten el rostro con el “blackface” en plena segunda década del siglo XXI, se torna indispensable facilitar conversaciones sobre temas de raza y exclusión social. El activismo que denuncia el racismo en los Estados Unidos, según ha sido expresado por algunos atletas puertorriqueños en la diáspora, puede informar y aportar a las futuras luchas y campañas educativas de quienes aspiran a visibilizar el tema racial en Puerto Rico. De personas como Jasmine Quinn-Camacho y Carmelo Anthony se puede aprender sobre la importancia de celebrar la negritud en la identidad puertorriqueña, mientras se repudian todas aquellas expresiones y representaciones indignas que reproducen actitudes racistas en Puerto Rico. Que el tema racial sea un tabú para muchas personas no implica que no deba profundizarse en el debate público y en diversos foros educativos. Mucho menos debe plantearse que en la isla no existe un problema de racismo.
Si existe un aspecto en el cual “mirar al Norte” pudiera ser un instrumento de utilidad política es en la ponderación de aquellas causas y expresiones que emanan de la diáspora puertorriqueña. Tomando como ejemplo el activismo de atletas que se solidarizan con el movimiento “Black Lives Matter”, los puertorriqueños y puertorriqueñas de la isla podemos acoger los principios de estas luchas y expandir nuestras visiones en torno a la equidad e inclusión dentro de un Puerto Rico más democrático.
Podemos, además, cuestionar aquellas prácticas y representaciones que han sido normalizadas como “inocentes”, pero que en realidad parten de visiones racistas capaces de lacerar la dignidad humana. Aprender de los atletas boricuas de la diáspora y sensibilizarnos con sus luchas puede promover una sociedad puertorriqueña más alerta y combativa ante prácticas excluyentes como el racismo, la xenofobia, el sexismo, la homofobia y el clasismo.