“Micaela y la ballena” ventana, puerta y espejo
Recientemente celebramos la publicación de un texto de literatura infantil que recoge experiencias vividas por muchos niños y niñas puertorriqueños. Para aquellos que promovemos y estudiamos este campo del disfrute, el que existan nuevos autores interesados en esta hija ninguneada por la madrastra literatura es siempre una celebración. Y mayor es la celebración cuando el texto en cuestión trata temas obviados en el canon de la literatura para nuestros jóvenes destinatarios.
Rudine Sims Bishop, especialista estadounidense en literatura infantil, propone que un libro para niños puede ser una ventana, una puerta de cristal corrediza y un espejo. Micaela y la ballena es una ventana que se convierte en puerta de cristal corrediza desde su inicio, cuando Tito Otero nos coloca en el avistamiento sorpresivo de una ballena. Todos estamos allí, respirando el “viento con olor a bacalao”, a bordo de Caíllo Salao, la yola del Tío Paco. Y mientras nos asomamos a la ventana, Tito nos invita a pasar por una puerta de cristal corrediza y vivir de manera vicaria un pedazo de la vida de una niña, Micaela, cuya mamá la ha dejado por un tiempo con su tío en lo que ella se restablece de la depresión causada por la separación de su cónyuge. Vivimos la alegría de la protagonista cuando atestigua el nacimiento de Estrella, el ballenato, con quien Micaela establece una conexión muy particular. Sentimos con Micaela la confusión y esperanza de eventualmente mudarnos a un lugar desconocido, en este caso Holyoke, Massachussetts, donde se ha reestablecido su mamá. Estamos al lado de Micaela cuando esta siente la incomprensión y rechazo en la escuela de Holyoke; pero también cuando solidariamente se embarca en una aventura junto a Pablo que la llevará al emocionante reencuentro con Estrella en las aguas de Plymouth.
¿Y por qué es tan importante esto de ser espejo y ventana?
Como dice Sims Bishop, cuando la luz se refleja de manera muy especial en el cristal de la puerta corrediza, este último se convierte en espejo. Un libro convertido en espejo puede hacernos presente; puede lograr que nos veamos reflejados en él. Durante nuestra infancia, a muchos la literatura nos cautivó. Pero en contadas ocasiones tuvimos la oportunidad de encontramos en los libros. En la mayor parte de las veces los protagonistas tenían otro color de piel, pertenecían a otra clase social, tenían otro tipo de cabello, participaban de otra composición familiar. Crecimos invisibilizados en la literatura. Por el contrario, tener la experiencia de encontrarte en la literatura es saber que cuentas, que vales, que existes más allá del confín de tu barrio, de tu urbanización.
Así, Micaela y la ballena logra que todo aquel niño o niña que ha vivido la experiencia de la migración, la separación de sus padres, el rechazo en la escuela o la magia que se produce en la conexión inesperada con otro ser viviente diferente a uno, se vea allí, retratado en las aventuras de Micaela.
La migración aparece en el texto desde diversas perspectivas: en el binomio Micaela-Estrella, en la muerte y arresto de grupos de dominicanos que llegan a las playas del oeste de Puerto Rico, y en el ecologista alemán que decide casarse con Alicia, la maestra que ofrece clases de baile a los niños del barrio los viernes después de la escuela. Esto refleja la complejidad del tema, especialmente cuando junto a Micaela vemos cómo migrar a Estados Unidos conlleva tanto elementos positivos como negativos. Otros temas tratados por Tito en el texto son la separación de las parejas, la solidaridad entre familiares y amigos y la aporofobia -esto es el rechazo al pobre, la cual existe en las escuelas de Holyoke por blancos y puertorriqueños que rechazan a los que reciben las ayudas del welfare-. Para mi gusto, hubiese deseado que los personajes femeninos adultos no se dividieran entre la bella mestiza de Alicia que conquista con su exotismo al blanco alemán y las madres melancólicas e incapaces de atender a sus hijos ante la desaparición de sus maridos. Hubiese sido chévere encontrarme con una maestra solidaria que quizás ayudase a los chicos en su adaptación, o que una de las madres se sobrepusiera a su estado depresivo y los defendiera del rechazo al que se enfrentaban en la escuela.
Por otra parte, Tito salpica la novela de imágenes que a veces evocan otros textos para niños como cuando salta a nuestra conciencia el álbum La primera luna llena de gatita de Kevin Henkes en el momento en que leemos “… le tirábamos piedras a la luna llena que flotaba en el agua y huía de nuestra puntería” (pág.9). Otra conexión intertextual la encontramos cuando Micaela parece escuchar a Estrella cantando al lado del muelle de las siete tablas en la víspera de su partida hacia Massachusetts. Aquí se cuela El canto de las ballenas de Dyan Sheldon. El camino de Amelia, álbum ilustrado que recordé cuando Micaela se va a su árbol “que le dejaba ver el mar como si estuviera volando” (pág. 16), nos pone en contacto con aquel lugar especial en que de pequeños pensábamos.
Estas conexiones seguramente son casuales. Probablemente Tito no era consciente de ellas al escribir. Sin embargo, la experiencia de Micaela en este texto, aun cuando retrata una realidad llena de elementos puertorriqueños, recoge a su vez experiencias universales. Esta discusión en torno a las conexiones intertextuales que realicé durante la lectura de Micaela y la ballena conecta con un asunto dentro del campo de la literatura para niños en Puerto Rico: ¿desde dónde debemos escribir? Dado nuestro reducido mercado, ¿cuan internacional debe ser el lenguaje que se utilice al escribir?
La respuesta deber ser desde nuestra experiencia y nuestro lenguaje. Así, las vivencias de Tito como maestro en Holyoke, su propia visita a ver las ballenas con un grupo de estudiantes y su formación como cineasta, traslucen en el texto. Esto lo podemos ver aquellos que le conocemos, aunque él también nos haya propuesto el guiño de su propia aparición como personaje en el texto, como a su vez Hitchcock, Tarantino y Peter Jackson lo hacen.
Finalmente, con este libro Tito, como entendido y participante, logra recoger matices propios de las experiencias de muchos puertorriqueños. El libro consigue que las experiencias complejas de una comunidad dejen de ser invisibles. Por todo esto damos una calurosa bienvenida a Micaela y la ballena.
Referencias:
Altman, L.J. (1994). El camino de Amelia. NY, NY: Lee and Low Books.
Henkes, K. (2006). La primera luna llena de gatita. Nashville, TN: Harper Collins.
Sheldon, D. (1994). El canto de las ballenas. Madrid, España: Kókinos.
Bishop, R.S. (2015). Windows, mirrors and sliding doors. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=_AAu58SNSyc.
Bishop, R.S. (1990). Mirrors, Windows, and Sliding Glass Doors, Perspectives 6 (1990): 9-12.