10 Cloverfield Lane
Michelle (Mary Elizabeth Winstead), una mujer joven pelea con su novio y, frenética, se va en su auto desde Nueva Orleans por las carreteras de Luisiana. De pronto, un choque envía su automóvil en volteretas y queda inconsciente. Al despertar se encuentra en un cuarto que parece la celda de una prisión y está encadenada. Un suero le reemplaza los líquidos que ha perdido. Inmediatamente la mujer comienza un forcejeo tratando de liberarse, máxime cuando se abre la puerta de hierro de la celda y entra un hombre que se identifica como Howard (John Goodman). Este le explica que ha habido un “ataque” de grandes proporciones y que el aire está contaminado, que por eso se encuentra en un refugio subterráneo donde estará protegida. Ella, sin embargo, piensa que ha sido raptada por un predador sexual o psicópata.
El filme se convierte en una especie de “Room” con la diferencia que, además de Howard, hay otro huésped que en vez de un niño es un hombre joven llamado Emmett (John Gallagher, Jr.). Este le confirma a Michelle que presenció el ataque y se ha refugiado en el búnker para salvarse; ella permanece dudosa. Es evidente que Howard ha estado preparándose por años para la situación y está convencido que, como parte del ataque, el enemigo ha contaminado el aire y que la atmósfera es letal. Howard le impone a sus cohabitantes reglas de comportamiento y vela todo lo que hacen y cómo se comportan. A pesar de que no percibimos que el hombre sea malvado, Michelle sigue buscando cómo escapar de su presunto cautiverio.
Una serie de descubrimientos complican la situación y compromete las relaciones entre los tres protagonistas. La trama se va complicando y engordando de modo que la película se convierte en una de escape, de intrigas y de terror. La ambigüedad siempre genera cierto suspenso y las motivaciones de Howard tienen un pie en lo veraz y otro en el misterio. ¿Qué lo impulsa a sus acciones? ¿Es el ataque el único motivo de su aislamiento?
Mientras tanto, ruidos y una serie de apariciones que no puedo divulgar, nos convencen de que afuera hay algo extraño. Los que vieron la estupenda “Cloverfield” (2008) estarán pensando si esta es una secuela de aquella o no. ¿Hay un monstruo afuera o hay un demente adentro? ¿Qué estimula a Michelle a no creerle a Howard? ¿Se puede fiar de Emmett o es tan torpe que su capacidad analítica no le permite ver la verdad y la razón para su “encarcelamiento”?
El filme genera su tensión basándose en una situación que es harto conocida: el escape de un cautiverio. Lo hemos visto recientemente en la ya mencionada “Room” y en muchas otras películas. Lo nuevo es que no nos esperamos el final que catapulta la cinta a otro nivel que sospechábamos pero con cierta incertidumbre. J. J. Abrams, quien también produjo “Cloverfield”, me imagino que aprobó el barniz sorpresivo con que los guionistas y el director Dan Trachtenberg han pintado la película. Trachtenberg ha dirigido y escrito una película “Portal: No Escape” (2011) que tiene algunos rasgos de esta, incluyendo una joven que despierta en un cuarto sin saber cómo llegó allí.
Desafortunadamente el guión tiene muchos boquetes y lagunas. Si uno se deja llevar por la tensión sin pensar mucho, puede que disfrute esta locura que está arrasando en la taquilla. La vi en Atlanta en un teatro donde toda butaca puede ponerse en absoluta posición horizontal, cómodas a más no poder. Pero como dijo mi hijo menor (tenía diez años) una vez que lo llevamos a Broadway y se sentó en primera fila: “Love the seats; hate the show.”