«A eso hemos venido»: Festival Internacional de Cantautoras de Nicaragua
Desenfundo la guitarra y comienzo a entrenar los dedos y el alma para sacarme el bochorno, el cansancio de estas primeras siete horas de viaje. Voy sonando suavecito, para no molestar, la gente igualmente se asombra, no es común una mujer que viaje con su guitarra al hombro y menos que en público haga este tipo de intervenciones, lo sé, y eso me gusta aún más . Hay sonrisas por todos lados, ya siento que he llegado … la gente que pasa me ve y algunos se sientan cerca, algunas y algunos agradecen.
Generar un espacio para la música en vivo, donde sea que esto ocurra, moviliza cuerpos y almas, genera encuentros y esto nos modifica. Y si es una mujer quien lo hace también genera preguntas y altera consciencias: lo sé, y a eso hemos venido. En Managua el primer encuentro es con Zoraida Santiago, cantautora puertorriqueña con quien compartimos entre muchos ideales, el ser «las extranjeras» invitadas dentro del festival. Somos de dos generaciones diferentes, aprendo mucho en estos días compartidos con ella y su marido, Quique Benet. Conozco a través suyo la realidad puertorriqueña actual y parte de la historia musical de este continente, me sumerjo más y más en el Caribe, en Centroamérica y su canción. Vamos comentando que este tipo de encuentros era mucho más usual algunas décadas atrás. Apreciamos el esfuerzo de la generosa leyenda viva nicaragüense, Katia Cardenal, creadora y anfitriona de este festival al que asistimos en su sexta edición, que promueve un espacio que necesitamos todas y todos.
Porque oír cantar a una mujer libre es sanador para cualquiera, porque es una necesaria homeostasis cultural en un mundo donde rara vez las temáticas que se abordan con respecto al universo interior de la mujer tienen espacio. Porque estamos hablando de cantautoras y no de mujeres que cantan desde el modelo machista predominante, como objetos sin alma y con sólo cuerpos, aquí se habla de cantar con el espíritu y la carne enteros, o eso tratamos: a eso hemos venido.
Los programas que la organización nos ha preparado, explican entre otras cosas que Nicaragua es el país más grande de Centroamérica, volcánico, tropical, con una historia política intensa y un pueblo y unas tradiciones multiétnicas maravillosas. Las mujeres del país, siempre las más marginadas de la marginación, sufren como en toda Latinoamérica males tristemente comunes. La cosificación del sexo y el cuerpo femenino, la falta de derecho al aborto, la discriminación por la orientación sexual, la violencia de género manifestada en las calles públicamente y en las casas privadamente lo igualan sin embargo al resto del contimente.
La mirada femenina de la vida, tan necesaria y complementaria como la masculina, necesita volver a ser escuchada y me siento afortunada de estar entre colegas tan inmensamente comprometidas con esto. Así conozco a las también nicaragüenses Elsa Basil y Gabriela Baca. Cada una de ellas ha desandado un camino personal de coraje y compromiso que las sitúa en un marco de acción muy intenso en la región centroamericana, en apoyo a muchas de las causas que antes menciono. Nos hace bien encontrarnos las mujeres, es necesario para entendernos y fortalecernos, es indispensable para cambiar la rueda criminal que nos desarma la posibilidades y las ganas, para reconstruirnos, y a eso hemos venido.
Las mujeres con nuestro arte también hablamos de la maravilla y el asombro que la naturaleza y esta tierra nos presentan, del amor, de la amistad, del cuidado de la vida en todas sus expresiones. El público de los tres conciertos que dimos refleja que esta mirada de mujer es necesaria. La gente nos escucha con suma atención, se emocionan, agradecen y nos acompañan con mucha energía en cada presentación, especialmente las dos que hicimos fuera de la capital, en Estelí y León, donde el agradecimiento de los asistentes no dejo de sorprenderme, no sólo su escucha atenta sino las palabras que manifiestan luego de los recitales. Nos piden que volvamos, nos dicen que les hace bien este proyecto, que es necesario. Lo confirmamos una vez más. A eso hemos venido.
El Festival Internacional de Cantautoras es una plataforma de encuentro necesaria para que las mujeres sigamos reconociéndonos y fortaleciéndonos en el arte de contar y cantar nuestras historias y vivencias, para conectarnos y seguir creciendo socialmente, para que la tan mentada «igualdad» que necesitamos todos, en cuestiones de género, de oportunidades y derechos, se logre hasta que algún día podamos decir con orgullo que todas y todos cantamos en libertad para mujeres y hombres libres, de un continente sano social y espiritualmente, sano porque ha superado violencias, clasismos, racismos y otros tantos ismos que nos enferman, que a la luz del arte se revelan como vicios de un sistema caduco, que vamos a superar todas y todos juntos, pues no hay otra manera. A eso hemos venido.