Alejita
Perder a Alejita Firpi deja un hueco muy grande en Río Piedras. Junto a Digna Estrada, Aidita Torres de Capetillo, y Sarah Vega también de Santa Rita, Alejita formó un cuarteto de líderes de armas tomadas que ayudó a encaminar a CAUCE (el Centro de Acción Urbana de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Rio Piedras) a partir de 2003 y durante su primera década de existencia. Durante años, como lo había sido en los tiempos de la también legendaria Ruth Hernández Torres, la presencia y voz de estas cuatro líderes fue indispensable en las reuniones sobre Río Piedras. Su palabra, su transparencia y su memoria en cuanto a la trayectoria de las luchas riopedrenses sentaron pautas fundamentales para nuestro trabajo en CAUCE.
Entre las cuatro líderes, tengo que decir que Alejita era la que a veces nos exasperaba. Por ejemplo, su campaña contra una cierta tienda de juguetes eróticos que consideraba indigna de una avenida universitaria. Consiguió más de 150 firmas de comerciantes, residentes y representantes de las iglesias de Río Piedras, pero varios grupos universitarios le fueron indiferentes por considerar que había un problema de libertad de expresión. Adivinen quién ganó, y qué bueno que fue así. O su alianza con un alcalde que no era santo de su devoción, pero que en sus últimos meses prometió apoyar a Alejita y otras vecinas en su campaña por mejorar la calidad de vida y la estética de la Avenida Universidad. O su fiel participación en el Consejo de Seguridad de la Policía, que para algunos lucía como una cruzada moralista.
Quien no conociera a Alejita no entendería. Yo me preocupaba, pero sabía lo que estaba pasando y siempre la escuchaba: Alejita estaba dando la pelea por Santa Rita y por Río Piedras, y en esa lucha todo aliado era bienvenido. Aunque independentista de siempre, Alejita nunca titubeó en recabar apoyo y formar alianzas con todo aquel que apoyara las causas de Río Piedras. Nos enseñó mucho sobre no ser estrecho de mente en la formación de alianzas, sobre la importancia de ser estratégico, sobre la necesidad de actuar. Nos enseñó mucho también sobre la importancia de la memoria, de guardar documentos, de usar la información efectivamente. La Avenida Universidad su cause célèbre, el Teatro Paradise, las luchas con la antigua ARPE por evitar la continuada degradación de Santa Rita, la seguridad pública: todas causas vitales que así lo fueron para Alejita. Todas causas inconclusas que –si queremos honrar la memoria de Alejita– no podemos dejar caer.
Alejita fue figura clave en la aprobación original de la Ley 75, la Ley para la Rehabilitación y Desarrollo Integral de Río Piedras que sucesivas administraciones municipales han querido olvidar. Profesora jubilada del Recinto de Ciencias Médicas, creyó firmemente en el rol de la Universidad de Puerto Rico en la coordinación de esa ley y en el futuro de Río Piedras. Siempre estuvo dispuesta a llamar a capítulo cuanto rector y presidente no estuviera a la altura de esa encomienda.
Presidió por muchos años la Asociación de Residentes de Santa Rita y tendió puentes hacia otras organizaciones comunitarias de San Juan – ¿quién no conocía a Alejita? Se enfrentó a comerciantes de la Avenida Universidad que vivían orondos en un lucrativo caos urbano y braveó sus amenazas, acusaciones e injurias. Siempre fue diestra en el manejo de la prensa, con la cual se comunicaba asiduamente mediante el fax; luego tardó un poco pero también le entraría al email. La ARSR publicó un boletín por años.
Católica militante, combinaba una mentalidad tradicional por demás, un hábito de misa todos los días y una veneración al Beato Charlie, a quien conoció bien, con una gran irreverencia hacia las autoridades y una disposición a protestar, fuese en conferencias de prensa, vigilias o piquetes. Ojalá tuviéramos mucho más en Puerto Rico de ese tradicionalismo militante, intransigente con la corrupción, indignado con la hipocresía y la mediocridad gubernamental, exigente con el espacio público, devoto de la patria chiquita de su comunidad. Ese es el legado de Alejita.