American Hustle
Se puede trazar el origen de los términos “to hustle” o “hustler” a mediados del siglo XIX en los Estados Unidos pero no he podido dar con una buena traducción al español. El “hustler” es una especie de timador que es mucho más que un ratero y mucho menos que un banquero, por ejemplo, los de la burbuja de las hipotecas, y los agentes o corredores que han usado el dinero de otros para arriesgarlo en la bolsa. Estos últimos dos tipos están protegidos por la ley, mientras que el “hustler” o “con man” vive a su margen. “American Hustle” examina las peripecias de un grupo de individuos que han afinado sus tácticas de “hustle” a un nivel de banqueros o corredores de bolsa, incluyendo la vulgaridad y la extravagancia.
La película comienza con una hilarante secuencia en la que el estafador principal Irving Rosenfeld (Christian Bale) se peina. No quiero describir todo el proceso, lo que sería difícil, pero les advierto que es un cruce entre lo que deben hacer todos los días Donald Trump y Lady Gaga para acomodar sus guedejas. Rosenfeld va camino a una reunión en la que espera implicar en actos de corrupción a un peje importante. Rápidamente conocemos a sus dos cómplices, Richard «Richie» DiMaso (Bradley Cooper) y a Lady Edith Greensly (Amy Adams), y a su peje, el alcalde de Camden, Nueva Jersey Carmine Polito (Jeremy Renner). Pero algo sucede que no puedo contar y el filme retrocede para relatarnos el origen de la sociedad entre Irving y Lady Edith, y cómo se han juntado con Richie.
Descubrimos también la existencia de la familia de Irving que incluye un niño y su mujer atolondrada Rosalyn Rosenfeld (Jennifer Lawrence). La existencia de Rosalyn ha de complicar la vida de todos y, a ella, se debe mucho de lo que guía la trama de la película. Pero la trama, que no contaré, no es lo que hace que esta cinta sea satisfaciente, interesante y graciosa. Más bien, el estudio minucioso de las interacciones de los personajes y qué motiva su proceder es lo que fascina de este guión estupendo, e hilarante cuando uno menos se lo espera. La trama, francamente, es totalmente secundaria.
La historia está basada en hechos reales de la maniobra ABSCAM, una investigación del FBI de los años setenta y ochenta. Gracias a un excelente guión de Eric Warren Singer y David O. Russell (el director), esta película es para mí una de las mejores comedias del año. Pienso que en un año de grandes actuaciones esta tiene algunas de las más memorables logradas por un conjunto de actores. Sin duda eso se debe no solo al talento de los principales, sino a la destreza directiva de David O. Russell, quien es responsable por “Three Kings” (1999), “Spanking the Monkey” (1994), una magnífica comedia negra sobre el incesto que lo más seguro es que pocos aquí hayan visto, y “Silver Linings Playbook” (2012). Confieso que no soy admirador ni nada que se parezca de “…Playbook”, pero reconozco que las otras que menciono son filmes competentes y de interés. En esta, Russell ha logrado que el grupo central ofrezca momentos de alta comedia tanto verbal como visual sin recurrir a tonterías ni clichés. A esto contribuyen los editores fílmicos: un corte de los rolos de Amy Adams a los de Bradley Cooper vale el precio de la taquilla.
No sé cuántas libras debe de haber aumentado Christian Bale para su papel, ni cuánta depilación sufrió su cuero cabelludo. Bale ya había dado una actuación feroz en la comedia negra “American Psycho” y puedo decirles que revela una aptitud especial para la comedia en un papel muy lejos de “Batman” que revela otro aspecto de su talento como actor. Bale, quien es uno de pocos niños o adolescentes que han logrado establecerse como estrellas (Natalie Wood y Leonardo de Caprio serían ejemplos supremos), ha evolucionado a ser un actor del que esperamos grandes cosas en lo que resta de la segunda década del siglo XXI.
Una gran sorpresa (en el sentido de su personaje, pues sabemos que es una actriz muy competente) es Amy Adams, tan pulcra ella en “Doubt” (2008) y tan maquinadora y fría en “The Master” (2012), quien se convierte en una seductora pulcra y maquinadora caliente, con un brillo satírico en los ojos y una fuerza sensual inesperada. Sobre salen también Bradley Cooper y Jennifer Lawrence. El de Cooper es un personaje simpáticamente insoportable, y él le extrae todo lo que pude al ambicioso y pretencioso Richie. Sus escenas con Amy Adams son excelentes y ejemplos paródicos de la contención sexual de un “buen agente del FBI”.
La revelación, sin embargo, es Jennifer Lawrence. Sí, lo sé. Se ganó un Oscar el año pasado que se lo merecía Emmanuel Riva. Es por esta actuación que tal vez lo merece. Es posible que el Oscar la despertó a la realidad que gritar, llorar y gemir a través de las escenas de “Hunger Games” (que fue lo que hizo en “… Playbook”) no es de lo que está hecha una gran actuación. Su papel como Rosalyn en esta película es una verdadera creación: es una mujer alocada, con poca inteligencia, malicia pedestre, llena de miedos y complejos, y de una vulgaridad “kitschy”. Lawrence, bonita, de ojos verde azules (su mejor atributo facial), es alta y avasalladora, pero al mismo tiempo tiene aún el rostro de una preadolescente que no ha perdido su “baby fat”. Todas esas características las usa Lawrence para hacer su personaje uno inolvidable: está repleto de zigzags emocionales y de una irracionalidad que a ella le parece lógica que nos lleva a entender cómo algo inesperado en manos de un tonto puede cambiar “el mundo”.
Hay que mencionar también a Jeremy Renner por su contribución a la efectividad del elenco y a Louis C. K. por una actuación sublimemente cómica y misteriosa, de hecho genial, como el jefe de Richie.
El mundo del “hustler” norteamericano (después de todo fue allí donde se inventó el término) ha sido tema desde que comenzó el cine y tuvo su ápice en el Hollywood de los años 30 y 40 del siglo pasado. Para mí un ejemplo más reciente y especial, de alto valor artístico lo fue “The Grifters” de 1990. Esa, sin embargo, iba muy en serio. En cambio “American Hustler” examina genialmente el timador como cómplice del gobierno, como un agitador de la avaricia que se refleja en el deseo norteamericano de ascendencia y reconocimiento en el sueño prometido por el “melting pot”. Esta película demuestra que mucho de ese sueño es como una comedia negra en la que los protagonistas representan un papel, ya bien sea de timador, asesino, mafioso, político corrupto, agente del FBI, que al fin y al cabo es premiado, y que el gobierno, constituido por entes que en su cabeza no son distintos a los “hustlers”, ayuda a que todo se funda con el cacharro, que también se derrite en la carrera desbocada de la búsqueda del dólar. Esta película resume mucho de lo que vive la sociedad mundial.