Betances, un empresario sin dios
Yo, Amado Martínez Lebrón, escribí el ensayo que leerán, para explicar este dibujo:

Si Betances existiera trabajaría en el Banco Popular. Tinta sobre papel 12” x 9” de Amado Martínez Lebrón. Colección Destrazos, 2014.
Cómo perder a dios: claves en la vida de Betances
Ramón Emeterio Betances Alacán nace en Cabo Rojo, Puerto Rico, en el 1827. Su padre fue un dominicano empresario acaudalado y su madre puertorriqueña. José Martí lo llamó “…el hijo de la riqueza y la cultura…”1 En el 1836 muere su mamá y se va a estudiar a Tolosa, Francia, cuando apenas tenía 9 años. No lo envían a España, la Metrópolis en decadencia, sino que se va como lo hubiera hecho cualquier hijo de “nuevo rico” a los flamantes centros de poder y de cultura. Vuelve a la Isla en el 1848 cuando tenía 21 años y tras graduarse del Bachillerato, posiblemente conoció en esa ocasión a su sobrina y futura prometida, María del Carmen Henri, “Lita”, cuando esta tenía apenas 10 años de edad. Ese mismo año regresa a estudiar medicina a Paris “… para encontrarse con el estallido revolucionario de 1848”.2 No pisa de nuevo su tierra natal hasta el 1856 cuando tenía 29 años. De esa fecha en adelante se ausenta por periodos breves y por dar un ejemplo, estuvo en Francia con su prometida por meses, antes y después de que esta muriera en el 1859.Mientras Betances buscaba cómo regresar con los restos de Lita a Puerto Rico escribía los datos que serían usados en las aduanas: “María del Carmen Henri, de 21 años de edad, muerta en Paris el 22 de abril de 1859, de fiebre nerviosa…”3 En una carta a su hermana Clara Betances, madre de la difunta, escribía el revolucionario con claro resentimiento: “…No consentí en que dejaran acercar un sacerdote indiferente a la cama de mi santa virgen idolatrada”.4 Todavía a un año de la muerte de Lita, le escribe a C. Cintrón: “…si hubiera Dios yo tendría a mi adorada en mis brazos y si hubiera alma, ella se me hubiera aparecido”.5
A partir de la muerte de su amada, Betances encarnar al héroe romántico por el libro. Me recuerda con lo lúgubre de su duelo a E. A. Poe, cuando en un gesto que parece sacado de un verso necrófilo del poema Annabel Lee (1849), decide “casarse” con su difunta: “…le di un abrazo y le puse su anillo y le juré fidelidad. Ese ha sido mi casamiento…”6 Le cuenta en una carta a la madre de Lita, que besó su “boquita entre abierta…” antes de que cerraran el ataúd. “¡Si siquiera hubiera podido conservarla así en mi casa y verla todos los días!”, escribe claramente trastornado.7
Los elementos poéticos se siguen sumando en la vida del francés-puertorriqueño si le añadimos, por ejemplo, que tuvo que conseguir permiso del mismísimo Papa para efectuar el matrimonio que nunca se dio, con su joven sobrina; que su anillo de bodas fue hecho con oro del Corozal, y que Betances insistía en enterrar a su muerta en su patria, la de ambos, para devolverla a su familia sobrellevando dificultades y contratiempos que él mismo va narrando melancólicamente en cartas íntimas. Así escribía el revolucionario sobre su difunta amada: “…es preciso hacer dinero, mucho dinero, para edificarle un templo y que todo el mundo [sepa] su nombre”.8 Me parece particularmente interesante la relación entre honrar y acumular riquezas que establece Betances como parte de su duelo.
La muerte de Lita impactó seriamente la vida del hombre y desde aquel terrible Viernes Santo que la vio morir, Betances asume un luto que si bien es fruto del dolor, no deja de reflejar la literatura. Se responsabilizó de su muerte: “¡Yo me la quise traer! ¡Y he sido para ella el destructor del templo…!”9 La idolatró llamándola la “Virgen de Borinquén” y del dolor renegó más de una vez de la divinidad, escribiendo cosas como que “…caiga Dios con cuanto se adora a su lado y quede resplandeciente mi ídolo inmortal”.10 Betances consideró a Carmelita la razón de sus más grandes tristezas pero también la fuente de su energía revolucionaria.
El duelo de Betances coincide con amenazas de destierro y varias veces tuvo que salir de la Isla hasta que en el 1867 es expulsado por última vez a sus 40 años porque las autoridades sospechaban de su proyecto revolucionario. En el 1891 escribe: “Es cierto que en 1867 se conspiraba en Cuba como en Puerto Rico. Ese fue el año de mi expulsión, que dura hasta hoy. Conmigo fueron desterrados otros amigos, entre los cuales era el principal Segundo Ruiz Belvis… Lo que no es cierto es que las dos islas conspiraran de acuerdo, y esa fue una gran desgracia…”11
Según su testamento, Betances no poseía propiedad inmueble en Puerto Rico, aún así desde el exilio escribía en diciembre del 1867: “…somos los siervos de un rey absoluto, de un gobierno irresponsable dueño de nuestras vidas y nuestras haciendas”.12 El revolucionario sin embargo, sí poseía tierras en La Española, y según el punto 17 de su testamento, le deja a su esposa Simplicia, los títulos de unos terrenos en la Romana, Santo Domingo. Decía el “caborrojeño” estando en la República Dominicana y trabajando en la planificación de un gran proyecto empresarial desde la península de Samaná: “Yo consagraría gustoso mi vida a salvar este pedazo de tierra de la codicia extranjera. Aquí ha vuelto a renacer todo mi patriotismo; y daría toda mi vida por hacer de esto un emporio de riquezas de la República y prepararle un banquete de prosperidad a todos los pueblos”.13 Betances para estas fechas asume la ciudadanía dominicana.
Claramente Betances era sobre todo un empresario y en París “…luchó por el progreso de Santo Domingo, contribuyendo a fomentar las ideas expansivas en aquella República…”14 Luis Bonafoux además, hace referencia inclusive a que Betances se carteaba con los barones Gustave y Edmund de Rothschild, en el contexto del antisemitismo francés, invitándolos a establecerse en la República Dominicana. Rothschild es el apellido de una poderosa familia de grandes banqueros judíos que en la época ya amasaban obscenas fortunas, así que debemos aclarar que cuando Betances les ofrece que hagan de “…la Republique une patrie”15 está con el intento, buscando la entrada de capital financiero y de inversión al lado dominicano de la Española.
Antes del ensayo de gran negocio que fue Samaná, Betances ya había especulado haciendo inversiones, dirigiendo proyectos y buscando socios para producir y vender muchas cosas. Especuló o trató de especular con el agua nitrogenada, con textiles derivados del Maguey y el Ramio, invirtió y ayudó en el proceso de naturalización de la hoja de la coca en la República Dominicana y trató de venderla en Europa a los creadores del Vino Mariani, una bebida a base de esta planta. También promovió el uso de la coca a través de su escritura creativa y científica, (ver ensayo Leyenda y Ciencia). Especuló tanto en la industria de la salud como en la de la publicidad y vendió hasta su imagen para que fuera utilizada en anuncios de la Emulsión de Scott. Betances consistentemente fue un empresario, un hombre de negocios capitalista y un muy buen burgués emprendedor.
En el 1898 Betances muere en Francia a los 71 años, de esos estuvo un total de 20 en la Isla, y menos de 11 en su madurez. Definitivamente no parecía tener un vínculo material y concreto con Puerto Rico más allá de los lazos emocionales. Esta fue la tierra en donde nació él y parte de su familia, así como su madre fallecida y su difunta prometida. En su última voluntad escribía: “Quiero que mi entierro sea liso, llano, sin pompa de ninguna clase y laico”. Añadía: “… que mis restos sean llevados a mi querido Puerto Rico… …envueltos en la sagrada bandera de la patria mía”.16
Ante el compromiso revolucionario que asume Betances con Puerto Rico, visto desde sus arengas públicas, expresiones íntimas y deseos, podríamos fácilmente llegar a pensar que su interés revolucionario tiene un origen sentimental o idealista. Sin embargo, propongo evaluar la coyuntura de Betances, para considerarlo, antes que como un revolucionario romántico y comprometido con ideales abstractos, como un empresario que ve en la Isla un mercado para las ideas del capitalismo mundial que desde la propuesta secesionista parecían dominar a América. En el 1867 en una propaganda que escribe para el Comité del Oeste, Betances arguye: “De Méjico a Chile, toda la América ha arrojado de su seno a la España ignorante, terca y explotadora”.17 Todos menos nosotros.
Betances toma el objetivo de Puerto Rico desde un mundo de ideas nuevas, pero sobre todo lo hace como un empresario especula en el mercado, aún cuando enumere desde su personalidad y desde sus experiencias privadas, causas emocionales o intangibles. Por ejemplo, en una alocución de Betances en un banquete en Francia, este vendía la Isla como proyecto de negocio, diciendo que era un “microbio plutógeno que entrega a la madre patria veinte millones de francos, presupuesto igual al de Grecia y superior al de Java, que se acerca cada día más al del granero moderno de Londres, Egipto”.18 En el 1890, cuando le quedaban solo 8 años de vida, escribía como recapitulando:
Después de haber gastado a manos llenas…como 540,000 duros, aquí están mis libros que lo prueban– trabajando con mis únicos recursos, solo y constantemente, por su dignidad [la de Puerto Rico], por su bienestar, por su libertad… ni uno solo de mis conciudadanos de allá, ni uno solo ha sido capaz de suscribir una parte de cien duros, y me encuentro con que no valgo en mi tierra ni la miseria de 15,000 duros. / …Se me va de entre las manos la ocasión de recuperar, en un negocio honroso y brillante, una parte de la fortuna de cuyo empleo no me arrepiento, por más que me llegue al corazón el golpe de recibo.19
La meta de Betances era alcanzar el poder desde el modelo de “negocio” republicano que extrapolaba a las Antillas junto a otros empresarios revolucionarios. Ya a esas alturas del siglo la burguesía tenía construido nuevos valores que le servían de justificación al plan económico del capitalismo. La moral que asumió Betances no la inventó él, y no era idealista, abstracta ni cristiana. En 1895 frente a la guerra cubana decía: “La revolución del [18]48 en efecto ha dejado tres cimientos de los que se puede decir, por el bienestar del pueblo, ellos no se derrumbarán jamás: la abolición de la esclavitud con Schoelcher, el sufragio universal con Ledru-Rollin y el derecho de asociación con Louis Blanc”. Betances simplemente enarboló la moral que repartía su clase como vanguardia revolucionaria en un momento histórico específico.
La prensa francesa en el 1890, parafraseando un brindis de Betances dirigido a un grupo de ilustres pensadores que él mismo había reunido con el fin de festejarlos, lo citaba diciendo: “… como la Ciencia es una de las fórmulas del progreso, allí no había ninguno que no fuese un combatiente en pro de la perfección humana, y que esta fórmula de perfección dentro de la esfera política, está representada por la República”.20 Para Betances la fuente última de moral era la Ciencia, con mayúscula, y claro, eso lo pudo haber pensado un masón, un capitalista industrial, un especulador, un comerciante, un socialista, un ateo, un positivista, un romántico, un modernista, entre muchas otras propuestas intelectuales que invadían las sinapsis del cerebro colectivo que formaba la clase social de Betances en el siglo 19, pero eso sí, nunca hubiera podido ser el brindis de un cristiano.
Como escribiera Emilio Godínez Sosa, “Betances se formará, en el plano ideológico, en los marcos de la cultura europea, refinada, racionalista y liberal”.21 Como dijera Altamirano (líder revolucionario de la “primera línea” de la independencia mejicana), Betances: “… es uno de los hombres que llevan reunido el sentimiento americano y la reflexión del espíritu europeo”.22 A Betances no lo gobernaba dios, pero se estudia como un santo.
Betances el Santo
Betances era entre otras cosas, un revolucionario secesionista, burgués liberal y republicano cosmopolita como hemos visto. Su lucha por la independencia de Puerto Rico más que nada fue una lucha por derechos económicos desde un interés concreto de clase, que toma dentro del vocabulario y las expresiones de la época matices que se confunden fácilmente con una propuesta de moral, por la fuerza que tenía la cultura religiosa, pero también y sobre todo, por la forma en que se ha trabajado la figura histórica de Betances.
José Martí lo alababa como a un santo, convirtiéndolo ya en su vejez en una gloria viviente: “… gloria de caridad y fundación, gloria de desinterés y de pureza, gloria de sentimiento y de juicio…”.23 Una nota biográfica que sale en el periódico El País en 1887 lo declara el espíritu de la secesión en Puerto Rico: “La revolución de Lares, de la cual Betances era el alma…”.24 Félix Ojeda escribe: “En Betances el antillanismo gravita cual si fuera una profecía”;25 y más adelante: “Los últimos años de su apostolado, esos que van del 1892 al 1898, los dedicó el Padre de nuestra Patria a servir desinteresadamente a la causa revolucionaria cubana”.26 Francisco X. Veray cita al propio Betances cuando dice: “Producir cuanto uno pueda y hacer el bien que uno pueda es llenar la vida de … un hombre de bien”27; para luego citar a María de Angelis diciendo: “La ciudad de Mayagüez lo vio como un ángel caer…”.28 (todos énfasis míos).
Bonafoux cita igualmente una nota que aparece en L’Amerique sobre Betances y este comentario junto a un puñado de otros de igual talante, es citado recurrentemente y con el mismo espíritu, por cada intento de introducción biografía que se hace de Betances: “Sí, esa es bien la cabeza de un hombre de estado, de un escritor, de un sacerdote de la ciencia”.29 Manrique Cabrera ilustra la forma en que era visto Betances por sus contemporáneos diciendo: “…estampas hay que han salido a brindarnos su imagen física pero enseguida recalcan en el mundo moral”.((Manrique Cabrera, Francisco. “Aproximaciones a Betances” en Betances, p. 16)) Mario Cancel Sepúlveda resume la caracterización típica que se hace de Betances:
La imagen del Padre de la Patria Puertorriqueña, la leyenda del médico que fatigaba cinco caballos, la figura del doctor de los pobres y del defensor de los negros, se forjan con esta experiencia [la epidemia del cólera] en donde el caborrojeño demostró su hombría de bien…30
Todo este perfil, con el énfasis en la celebración de las virtudes morales de Betances, parecería, al omitir el origen concreto y material de sus intereses, hacer del revolucionario un ser abstracto e inaccesible. ¿De dónde sale tanta virtud y tanto heroísmo? La forma en que se ha descrito a Betances convierte al personaje histórico en uno mítico por no tratar de demostrar que sus ideas tienen una raíz histórica precisa. Sé que caracterizarlo desde su moral no implica la aceptación de la perspectiva idealista o providencialista, pero de todas formas permite a los lectores elaborarla. Describir las virtudes del hombre, sin hacer referencia a las bases materiales que crean esa “virtud” así como las bases que crean nuestra propia idea de lo que en él fue virtuoso, facilita que se dibuje la figura de Betances como un objeto de culto. Ante ese activismo de adornos florales, es preciso enfatizar en que si algo, Betances es fruto íntegro de sus circunstancias materiales.
Las bondades de Betances deben verse como producto de una reflexión secular; y quizás sobre todo, como una consecuencia directa de su posición de clase. Betances no era una persona que malgastara su bondad y en muchas ocasiones, como veremos más adelante, ataca sin misericordia la reputación, las ideas y hasta las cualidades físicas de las muchas personas que merecían su desprecio. En resumidas cuentas, Betances no era un santo, y ni siquiera era amable con todos, y claro, no tenía por qué serlo, pero tampoco tenemos que construir su imagen como si lo hubiera sido.
Los 10 mandamientos de los Hombres Libres
En el 1867, el año de la víspera del Grito de Lares, Betances escribió desde San Tomás, Los Diez Mandamientos de los Hombres Libres: una proclama incendiaria dirigida a promover la insurrección secesionista en Puerto Rico con diez exigencias concretas a España. Obviamente no contaban con las mujeres, pero eso es otro tema. El líder de los revolucionarios puertorriqueños condiciona la relación de la colonia con el Imperio español a la implementación de diez derechos en los que era(n) irreductible(s). Si entendemos igual que Betances que España no podía dar lo que ella no tenía, la proclama, más que nada, era una arenga revolucionaria: un intento de agitación política y de provocación.
Explotando la metáfora que el mismo Betances propone con el decálogo, podríamos decir que este entra en el ámbito semántico del cristianismo como buscando con la analogía comparar la lucha independentista con la del pueblo judío y a él con Moisés. Sin embargo, Betances si algo, estaba alineado y confiado en que en lugar de dios, el espíritu de un nuevo modelo económico mundial encabezado por hombres como él, conseguiría los objetivos que buscaban los súbditos del cielo por otros medios. Betances parecía asumir el rol del profeta que llevaría a Puerto Rico a su cita histórica, pero este no esperaba resignado el capricho divino, sino que ejecutaba plan revolucionario tras plan revolucionario. Tampoco descansaba sobre “el pueblo escogido”, sino que se arroja al proyecto independentista contando con el Caribe, América y el Mundo. El empresario revolucionario usaba las metáforas del sistema religioso pero no practicaba la fe en la providencia y siempre asoció el éxito del proyecto revolucionario a cosas bien concretas. Le escribe a Francisco Basora en enero de 1868 en el contexto del rumor de una posible venta de Cuba y Puerto Rico a Estado Unidos:
No sé lo que habrá de cierto en ese asunto; pero me parece que antes de anexionarse por venta a los Estado Unidos, Puerto Rico intentará independizarse por la fuerza de las armas. Si no me ciega la ilusión y cada cual cumple lo que ha ofrecido, creo que sucederá lo que digo.31
La otra necesidad básica de la revolución, además de los hombres, era el dinero. Este busca construir la revolución como un capitalista busca formar una empresa en el mercado: con mano de obra, préstamos y directores. Así lo hacían los aspirantes a capitalistas por el mundo y así lo hizo él mismo en las múltiples empresas comerciales que intentó. Las juntas o los comités revolucionarios eran organismos con estructuras de poder piramidal como las instituciones en general, pero su referencia inmediata claramente estaba en el gobierno de las corporaciones.32 Su lucha secesionista es sin duda revolucionaria, así que llamarle especulador capitalista es todavía llamarle revolucionario desde el contexto independentista, aún cuando ya existieran ideologías más radicales y avanzadas por el mundo (en el 1848 se escribió el Manifiesto Comunista).
Betances le escribió “…a Segundo Ruiz, el 14 de marzo de 1859: ‘Querido: vuelvo al ataque. Basora y Cintrón pretenden que no me explico con bastante claridad en mi última carta, que no grito bastante alto: ‘¡Dinero!’ Decía de otro lado, de forma burlona ya en el 1887 y en el contexto de una crítica al populismo del expresidente cubano Estrada: “…hay que organizar grupos en todos los puntos donde haya cubanos y reunir fondos. […] servirán, digo, para comprar armas… de aquí a tres siglos”.33 La expresión de Betances es sarcástica, porque desconfía de Estrada, pero de todas formas resume el programa de acción revolucionario que él defiende y que consiste llanamente en la recaudación constante de fondos para hacer ejércitos de hombres armados. Betances incluso llegó él mismo a traficar con armas.
Discursando en Haití, ante la Gran Logia Soberana de Puerto Príncipe, el caborrojeño agitaba a sus hermanos y posibles inversionistas, para que adoptaran el proyecto antillanista, diciendo: “Ahora o nunca es el momento de proclamar cristiana y masónicamente: ‘Unámonos los unos con los otros’”. Más adelante insiste: “Amémonos. Formemos todos un solo pueblo, un pueblo de verdaderos masones, y entonces podremos levantar un templo… Lo dedicaremos a la independencia, y en su frontispicio grabaremos…: Las Antillas para los hijos de las Antillas”.34
Betances hace referencia a la misión moral cristiana y al proyecto especulativo de la masonería, porque quiere sincronizar su antillanismo revolucionario con las instituciones. Reinterpreta la ideología religiosa para defender y adelantar el proyecto económico de su época. Dice lo citado arriba, discursando ante una logia masónica y ante una audiencia de hombres blancos con dinero. La presentación de Betances ante los masones ocurre en el 1870, a solo dos años del Grito de Lares y Yara, lo que sugiere que Betances estaba buscando financiamiento para entrar desde el ángulo del Antillanismo a la misma empresa secesionista. En conclusión hay que decir que la religiosidad de Betances no se puede medir usando como ejemplo sus discursos y arengas, y que su acercamiento a estructuras religiosas siempre fueron movidas políticas y no prueba de su espiritualidad.
Los religiosos no sirven
Tal vez sea de ayuda para defender la moral secular de Betances ver algunos ejemplos de su carácter. Me parece bueno empezar por la descripción que hace del padre Meriño, un Arzobispo que en 1868 llegaba de Roma asignado a Santo Domingo que era simpatizante del movimiento revolucionario y amigo personal de Betances desde antes de adquirir poder. Betances describe a Meriño como un hombre:
…de una virtud sin mancha, de sentimientos puramente evangélicos, de influencia, tanto o más que cualquiera de nosotros en Puerto Rico… este hombre está con nosotros porque nos quiere, porque estamos oprimidos y porque sus ideas, que son las del siglo, no pueden estar de acuerdo con la dominación española. Lo estimo y lo quiero sobremanera. Ya ves que un cura que obtiene de mí semejante declaración, debe tener algo que merezca ser considerado.35
La cita me parece vital para entender entre otras cosas la opinión de Betances respecto a la Iglesia. Lo más importante para mí sería que en ella se establece que es altamente improbable que admire el clero y se distancia categóricamente de la Iglesia como institución. A eso le debemos sumar que el padre Meriño merece el respeto de Betances porque sus ideas “son las del siglo”. Sin embargo, aclaro que a las “ideas del siglo” el Papa Pío IX recién las condenaba. El mismo Papa que ordenó a Meriño como arzobispo de Santo Domingo, en su encíclica del 1864 condenaba la libertad de consciencia y la secularización de la política. Visto de esta manera, es muy probable que Meriño fuera tan antimodernista como el Papa. Así que todo apunta a que cuando Betances asocia a Meriño con las “ideas del siglo” se está refiriendo solo al republicanismo. El cariño de Betances hacia el Padre Meriño en definitiva, se da a pesar de que fuera religioso y no por ello.
Quitarle la religiosidad o el idealismo místico a Betances cumple una función. Entiendo que hacerlo es un trabajo importante en sí, que debe repetirse muchas veces y con todos los ídolos. Ayudaría secularizar el pensamiento de Betances, por ejemplo, para empezar a quitarle peso a la posibilidad de su nacionalismo, entendiendo que la religión y el nacionalismo comparten un mismo esquema ideológico desde el chauvinismo y ambas por dogmáticas contradicen la Ciencia que defendía sobre todo Betances. Este quiere la independencia para Puerto Rico principalmente como un aspirante a empresario republicano y capitalista, no por nacionalista (fue patriota francés, dominicano, cubano y puertorriqueño) o por alguna otra propuesta de afirmación de identidad abstracta.
Ante la mirada simple de las referencias religiosas que usa Betances en su trabajo político, podríamos pensar muchas cosas si no somos cuidadosos. Pero para sacudirnos algunas posibles lecturas desafortunadas debemos mirar su obra sobre todo desde las ambiciones económicas de su tiempo y no desde una evolución abstracta de la moral. Para consolidar su imagen secular, vale la pena citarlo a él mismo en una carta a su hermana Demetria en donde deja clara las bases de una parte importante de su formación:
Ahora recuerdo que mi madre no fue nunca, que yo sepa, a misa ni a confesarse, y murió sin llamar confesor. Ningún cura, excepto el padre Durán, visitó nunca la casa. Mi padre no tenía relación con ninguno de ellos, ni formó nunca parte de ninguna cofradía. Era masón. Asistía a misa rezada los domingos, muy retirado hacia atrás en la iglesia…36
Dos cosas destacan de este Betances que se repasa; la obvia, es la posible influencia masona en su vida; y la otra, el hecho de que Betances no fue criado como cristiano, no al menos desde los parámetros tradicionales del Puerto Rico de la época, como lo fue por ejemplo, su amigo Alejandro Tapia y Rivera.
Ayudaría también, para entender el espíritu secular tras los “10 mandamientos de los hombres libres”, entre otras arengas con referencias cristianas, ver lo que decía José Pérez Moris de los puertorriqueños secesionistas, desde su prejuicio conservador y en el contexto de las luchas revolucionarias:
Otra palanca que tienen los separatistas, además de los maestros de escuela, es, como indicamos, una parte del clero parroquial de esta isla, sobre todo en los campos. Nos consta que no todos los jóvenes que aquí se ordenan están imbuidos en las ideas antiespañolas que tanto empeño extienden los filibusteros. Pero es lo cierto que en la mayor parte de los pueblos pequeños tenemos un núcleo separatista compuesto del cura, el boticario y el maestro de escuela, tres entidades que ejercen mucha influencia sobre los sencillos campesinos, sobre todo el presbítero.37
Sabemos que Pérez Moris habla desde su fidelidad a la madre patria, pero según Olga Jiménez, de 551 acusados tras la intentona de Lares, 2 eran sacerdotes, 3 maestros y uno farmacéutico.38 Quizás no podamos afirmar que los curas eran rebeldes, pero no podemos negarlo tampoco. Si el clero tenía tanta influencia social y alguno que otro llegó incluso a rebelarse contra el imperio, no es difícil imaginar que con las metáforas religiosas en sus arengas Betances estuviera apelando a la religiosidad de los Isleños. En otras palabras, Betances solo se estaba adaptando a su audiencia y sus escritos no eran reflejo de ninguna preferencia espiritual.
Betances no confiaba en los religiosos por muchas razones. Entre ellas, una que encuentro prominente, sería la apología del orden que enarbolan aún los antiespañoles y masones. La idea del “orden” que se encontraba en la élite religiosa en cierta medida promueve la acción reformista en lugar de la revolucionaria. El concepto del orden es algo que separa ideológica y sistemáticamente al revolucionario de la Iglesia y de las propuestas de moral alternativa como la de los masones. Con relación a esa desconfianza en los religiosos y los “revolucionarios del orden”, Betances con su característico cinismo, refiriéndose a la persona de Pedro Gerónimo Goyco, uno de esos muchos hombres que para el revolucionario no servían39, y poniendo en el mismo bote a los jesuitas típicos y ortodoxos, escribe: “[…] en nuestras tierras andan las gentes como ‘cangrejos sin patas’… y no hay que dudar que el Instituto de Cangrejos [posible referencia al Instituto Civil de Segunda Enseñanza] dará excelentes resultados”. Cínicamente también añade: “Con hombres de progreso tan decididos como Goyco y los jesuitas se pueden concebir grandes esperanzas. No será extraño que salga un día de estos vendiendo santos”. Bonafoux cierra la cita añadiendo: “Los revolucionarios ‘de orden’, a lo Castelar, inspirábanle el más profundo desprecio [a Betances]”.40
En lo que respecta a la masonería, quisiera solamente sugerir que deberíamos empezar a replantearnos la importancia que se le ha dado a esa institución promotora de ideología especulativa como influencia en la vida revolucionaria de Betances. Al momento, me limito a comentar dos aspectos frente al hecho, por sobre lo ya dicho arriba: uno, que no se puede ser masón, revolucionario y ateo al mismo tiempo; y Betances fue masón y revolucionario; y dos, que si bien Betances tuvo la influencia de la masonería durante toda su vida no se integra a esta oficialmente hasta su estadía en Puerto Rico entre 1856-1867, y en el contexto específico de fraguar una revolución vía la conspiración secreta.
No es una idea descabellada pensar que Betances se integra a la masonería como una movida política. Si vemos al revolucionario en otras instancias parecidas podríamos notar su perfil de flexibilidad táctica. Betances en un principio insistió en crear alianzas con liberales reformistas, también llegó a tantear reclutar militares en el contexto del desespero y la frustración de la derrota, aun cuando se había negado antes, aludiendo a conflictos de principios. El caborrojeño también inició el trámite para adquirir la ciudadanía estadounidense cuando se vio seriamente amenazado por el gobierno español, nunca completa el proceso, claro está, y sabemos que lo hizo a manera de protección, pero ese es el punto. Su vida está llena de instancias en donde se moldea a las circunstancias buscando apoyo, ya sea económico, político o de soldados.
Los límites de los dogmas y/o de lasideologías especulativas en Betances, no tienen que definirse estableciendo hegemonías en su mente. Entiendo que más allá de la negación al sistema, el revolucionario es híbrido y se debe sopesar cada acción en su contexto y no desde valores inamovibles. Comparte elementos de una amplia gama de propuestas intelectuales todas luchando en su tiempo y dentro de contextos de cambios históricos radicales. Como escritor se deja influenciar tanto por el neoclasicismo como por el romanticismo. En su ideología política es republicano revolucionario y es capitalista/modernista cuando describe el curso de la historia. Es indigenista e indaga en el pasado remoto de la Isla a través de textos escritos ayudando a redactar la genealogía puertorriqueña desde la propuesta cultural decimonónica; y en su práctica médica es un científico vitalista. Betances fue diferente en diferentes instancias, pero siempre fue defensor del capitalismo republicano y mientras más avanza en su vida se hace menos religioso.
El engaño de la raza y la riqueza
Poco antes de los mandamientos de Betances, el 16 de julio de 1867, un manifiesto del Comité Revolucionario de Puerto Rico definió las razones para un levantamiento, y como describe Félix Ojeda Reyes al resumir las condiciones que daban pie a la conspiración, las principales causas eran de índole económico y político:
Al vejamen de la esclavitud y la monopolización de toda gestión económica por el comercio peninsular, se debe sumar un listado de miserias: crisis agrícola, subdesarrollo industrial…, nuevos impuestos, carencia de escuelas…, fanatismo, embrutecimiento, hambre, persecución.41
En el decálogo de Betances, de igual forma, se expresa principalmente la idea de justicia económica desde los intereses de las nuevas clases dominantes. Por ejemplo, un abolicionista no tenía que ser un defensor de la igualdad entre razas, porque no era un asunto de moral liberar a los esclavos, sino que la esclavitud interrumpía el proyecto del capitalismo mundializado porque era competencia desleal, pero también porque prometía ser cada vez menos rentable ante los avances de la Ciencia.
Aquí quisiera hacer un paréntesis para señalar primero que si bien a Betances se le considera “prietuzco” en la historiografía puertorriqueña, legalmente no lo era:
…sacáronle en cara a la familia la sangre africana — que ningún Betances, que haya tenido sentido común, ha negado jamás. …fue preciso negarla o que por estar en regla con la ley española, hubo de hacerse información de blancura de sangre… lo que quedó probado al fin según la ley, que pone a media noche las doce del día.
Leyendo la anécdota podríamos decir que al parecer a Betances no le importaba tanto la blancura como a otros, pero de ese comentario aislado no me parece posible sacar su verdadera actitud ante la raza esclavizada, aunque así siempre se haya hecho. Según escribe María del Carmen Baerga es incluso muy difícil determinar sin lugar a dudas la opinión que tenía Betances sobre la raza negra dado el tono ambiguo y las condiciones confusas de la carta que funge como única evidencia. Según la historiadora es difícil afirmar que la supuesta mezcla de razas en la familia Betances-Alacán fuera un problema real para esta al momento de la carta y añade que de igual forma no se puede tampoco determinar con las fuentes conocidas que Betances asumiera con orgullo su condición de mulato, si es que realmente lo fuera.42
Betances liberaba esclavos y exigía que los revolucionarios fueran abolicionistas. Sin embargo, eso tampoco convierte el acto abolicionista, en la conclusión de una reflexión moralista. No solamente por ser una buena persona se llega a profesar el abolicionismo en el siglo 19. Para empezar, ya la esclavitud había sido abolida en muchas partes del mundo. Los españoles son los últimos. Así que no era hegemónica la idea de la esclavitud y era una estructura económica muy atada al modelo de producción de la “madrastra patria” España. Quitarle un niño a la esclavitud o ayudar a escapar a un esclavo, era más que nada debilitar la institucionalidad española. El abolicionismo se convierte en una virtud como consecuencia del visible futuro triunfal del trabajo asalariado al mismo tiempo que se notaba ya el colapso del modelo esclavista. El abolicionismo más que nada era un proyecto de afirmación del nuevo capitalismo de mercado. No había que defender la igualad de las razas desde la idea de justicia, para ser abolicionistas. Como prueba podemos decir, por ejemplo, que Betances no estuvo exento del racismo y llegó a usar la raza con el objeto de disminuir o atacar a un opositor.
En una carta a Francisco Basora con fecha del 30 de abril de 1868, refiriéndose a Olegario Tenarez, un gobernador provincial de Santo Domingo que quería apresarlo, Betances usa la raza como insulto. El revolucionario se había refugiado en el consulado Yanqui para evadir el plan que Tenarez tenía. Desde allí lo describe como un analfabeta: “…que no sabe leer ni escribir y firma con sellito de palo algunas veces al revés…”43, para más adelante decir:
El proyecto [de Tenarez] era este: ajustarme a la cárcel, y a la llegada del ‘Pájaro’ darme mi pasaporte para embarcarme en el término de una o dos horas. Así podía yo llegar a Puerto Rico, donde el capitán general se haría cargo de vengar a este mulatito soberbio que está empeñado en tapar sus pasos bajo la aureola de la Presidencia, que daría su pan por tener medio millón, y un millón por tener greñas tostadas… ((Bonafoux, p. 85)) (énfasis míos)
Betances está siendo sin duda racista aunque defienda el abolicionismo, cuando enumera entre las cualidades que hacen inferior a un adversario, sus características raciales. Cualquiera podría decir que su abolicionismo habla más fuerte que estos hechos, pero entiendo que Betances fue racista como lo fue toda la población blanca de su tiempo. No me interesa dedicarme a juzgarlo por eso, sino que uso el dato para demostrar que el origen de su abolicionismo no está en un amor idealista a la raza negra o desde el deseo de justicia para con ella, sino que el abolicionismo era parte importante en el camino hacia la consolidación del sistema capitalista. Todo respondía a una conciencia política de clase que entendía la esclavitud como un estorbo en el progreso histórico.
El capitalismo en su paso hacia el poder construiría su propia moral y será el abolicionismo lo que permita desarrollar la idea de la igualdad entre las razas más adelante en la Historia, pero en el contexto de Betances, no era la lucha contra la esclavitud una consideración moral fundada en la igualdad racial, sino una consideración política, y sobre todo económica. En el 1867 y ante la Junta Informativa de Reformas de Ultramar, Segundo Ruiz Belvis, José Julián Acosta y Francisco Mariano Quiñones establecían su abolicionismo en términos económicos, argumentando la poca rentabilidad de la esclavitud.Así pues, si bien a los 10 mandamientos… de Betances se le pudiera trazar su origen hasta la moral judío cristiana de la Biblia, el documento se construye desde la influencia inmediata de las revoluciones burguesas que desembocaron en la Constitución estadounidense del 1787, en la Revolución Francesa del 1789 y en la Guerra Civil norteamericana (1861-65).
El derecho a la imprenta, a la palabra, al comercio, la reunión, el poseer armas, el voto y la libertad de culto, que quedan explícitos en los Mandamientos de Betances, forman parte de las conclusiones a las que llega toda una clase económica. Los mandamientos de los hombres libres son los principios derivados por la burguesía científica en pleno ejercicio de procurase el Poder. Este proceso se inicia con el rechazo a las bases materiales de las monarquías imperialistas en decadencia y se replantea con cada nueva victoria en las repúblicas. Exigir libertad de culto, por ejemplo, en el contexto histórico era quitarle el poder a la Iglesia Católica y por ende, al Estado, pero al mismo tiempo refleja claramente, con la multiplicidad de cultos, la debilidad política y social de las instituciones en el poder.
El derecho a la imprenta en un país en donde el 83.7% de la población era analfabeta a la altura del 1860((Profesiones, Artes y Oficios (Puerto Rico y Cuba) Censo de 1860)), igualmente ayuda a entender a los revolucionarios, ya que ese derecho podría ser imaginado como tal, solo siendo parte del 15% que sabía leer. Aquí y para cerrar, quisiera citar a Luis Lloréns Torres, quien aunque trabajó el tema del Grito de Lares sin mencionar a Betances, entendió las bases del pensamiento revolucionario burgués y en el 1938, criticando las constituciones institucionalizadas por los revolucionarios decimonónicos parecía repasar los 10 mandamientos de los hombres libres:
¡Al demonio todas
las constituciones de América!
Que a los pobres no nos garantizan
más que vanos derechos irreales:
El de la propiedad,
El de libertad de reunión,
El de la inviolabilidad del domicilio,
Muy sonoros, muy huecos…44
Para caracterizar lo que pudiera llamarse el perfil moral de Betances con el fin de saber si es un buen ejemplo a seguir como país, en nuestra búsqueda de libertad, considero importante concluir que las principales influencias ideológicas en este no se encuentran en las tradiciones religiosas de su época. Su propuesta social no responde ni si quiera a las influencias de la moral especulativa disidente o proscrita, sino que la principal influencia en Betances proviene claramente de la consecución del programa capitalista de mercado en su etapa revolucionaria.
Martí decía que Betances era “…aquel cuya virtud llegó a tal cumbre, donde el juicio se la asegura y la profecía truena, que a los que llegan después solo le es dado el difícil esfuerzo de imitarlo”.45 Visto así, y para concluir, me he llenado de preguntas. Me pregunto si nos beneficia o nos perjudica como colectivo, caracterizar y defender la figura de Betances como un ser de moral excepcional y sobrehumana, para luego decir que fracasó como amante, como empresario y como revolucionario. De igual forma, me pregunto si elevar a Betances al nivel de paradigma, olvidando que sus cualidades fueron frutos propios de sus tiempos y su clase, es lo que necesitamos hoy, cuando el mundo parece ser otra cosa y un burgués no es ya un revolucionario. Me pregunto si al quitarle su base material no nos estaremos quedando solo con una moral hueca de significado histórico y concreto. ¿Emular a Betances, por dar un ejemplo, sin el intento de crear ejércitos, acaso no nos deja solo con un dogma en el vacío? ¿Qué exactamente está buscando nuestra generación tras la celebración de la figura de Betances? ¿Si estamos buscando sentido y dignidad, para de ahí buscar la libertad, es la forma idealista y moralista de ver a nuestro “Padre de la Patria” y por ende, la lucha por la independencia que se le asocia, de ayuda para alcanzar esa meta? ¿Tenemos o alguna vez tuvimos como país esa meta? ¿Vale recordar a Betances de cualquier forma, para que nos inspire libertad? ¿Será que el deseo de libertad no tiene nada, o casi nada que ver con el intento de rescate popular actual de la figura de Betances, y solo estamos presenciando la explotación de otro nicho en el mercado y da igual?
Referencias
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- Manrique Cabrera, “aproximaciones a Betances” en Betances. P. 17 [↩]
- Bonafoux, Luis. Betances. Instituto de Cultura Puertorriqueña. San Juan: 1987p. 376 [↩]
- Bonafoux, p. 327 [↩]
- Bonafoux, p. 393 [↩]
- Bonafoux, p. 339 [↩]
- Bonafoux, p. 369 [↩]
- Bonafoux, p. 340 [↩]
- Bonafoux, p. 449 [↩]
- Bonafoux, p. 314 [↩]
- Bonafoux, p. 280 [↩]
- Bonafoux, p. 7 [↩]
- Bonafoux, p. XXIII [↩]
- Bonafoux, p. XXIII [↩]
- Bonafoux, p. XXIII [↩]
- Dilla, Haroldo; Godínez, Emilio. Ramón Emeterio Betances. Colección Pensamiento de Nuestra América. Casa de las Américas. 1984, p. 374-375 [↩]
- Bonafoux, p. 7 [↩]
- Bonafoux, p. XXI [↩]
- Bonafoux, p. 273 [↩]
- Bonafoux, p. XIV [↩]
- Emilio Godínez Sosa. Cuba en Betances. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana. 1985, p. 7 [↩]
- Bonafoux, p. XV [↩]
- Carlos Rama. Las Antillas para los Antillanos, ICP, San Juan de Puerto Rico, 1975, Apéndices Documentales II, “Betances visto por José Martí”, p. 270-271 [↩]
- Biografía de Betances publicada en El País de Madrid. Citado por Bonafoux, p. XXVIII [↩]
- Ojeda Reyes, Félix. “El masón con fuego en la frente”, p. 22 [↩]
- Ojeda Reyes, Félix. “El masón con fuego en la frente”, p. 28 [↩]
- Veray, Francisco X.. “Betances el médico”, en Betances”, p. 27 [↩]
- Veray, Francisco X., p. 31 [↩]
- Bonafoux, p. XI [↩]
- Revista / Review Interamericana Otoño- Invierno 1988. Vol. XVIII. No. 3-4, p. 133-134. Revisada en historiapr.wordpress.com [↩]
- Bonafoux. p. 90 [↩]
- Ver Artículo 6to de la Constitución Provisora de la Revolución Puertorriqueña. Recogido en Bonafoux, p. 9. En donde se selecciona un delegado como representante del poder del Comité, José Celís Aguilera, para que creara por la isla franquicias o Juntas Revolucionarias y cobrara y administrara sus dineros. [↩]
- Bonafoux, p. XXXIV [↩]
- Gaztambide p. 65-66 [↩]
- Bonafoux . p. 94 [↩]
- Bonafoux p. IX [↩]
- Pérez Moris, José. Historia de la insurrección de Lares. Editorial Edil. Río Piedras. 1975, p. 95 [↩]
- Jiménez de Wagenheim, Olga. El Grito de Lares: sus causas y sus hombres. Ediciones Huracán. Río Piedras. 1986, p. 78-79 [↩]
- Escribiéndole a Julián Blanco sobre un supuesto “terrible conspirador”, Betances dice: “Carbonell es también de los que no sirven”. Haciendo el comentario dentro de su crítica a las propuestas políticas de cambio pacifico, entiéndase no revolucionario, de estos. Bonafoux, p. XXXIII [↩]
- Bonafoux, p. XXXIII [↩]
- Ojeda Reyes, Félix. “El masón con fuego en la frente” (1992) en Peregrinos de la libertad. San Juan: Instituto de Estudios del Caribe / Editorial de la Universidad de Puerto Rico, p.18 [↩]
- Ver “Los avatares de la blancura: Betances y la historiografía del siglo XX”, de María del Carmen Baerga, publicado en la revista 80 grados, el 2 de septiembre de 2011. http://www.80grados.net/los-avatares-de-la-blancura-betances-y-la-historiografia-del-siglo-xx/ (consultado 29 de abril de 2015). [↩]
- Bonaufoux, p. 82 [↩]
- Segmento del Poema “Todo a todos” 1938 de Luis Lloréns Torres [↩]
- F. Manrique Cabrera “Aproximaciones a Betances” en Betances, p. 16 [↩]