Carmen Yulín o la ilusión de una esperanza

Juan R. Costa / NotiCel
Puesto que ella citó a Muñoz Marín, y no precisamente una de sus frases más inteligentes, me permito citarlo también cuando afirmó: «…el régimen colonial es una enfermedad grave y mortal para la dignidad y el sistema económico de nuestro pueblo. Hablar de reformar el régimen es como hablar de reformar el cáncer o liberalizar la tuberculosis. Las enfermedades, o se curan o matan. Las enfermedades no se reforman o [ni se] liberalizan». Ese colonialismo, cuya existencia reconoce Carmen Yulín, hizo metástasis cancerosa en el Partido Popular. Por eso esa colectividad tampoco es reformable. Ahí radica lo que de ilusión engañosa tiene la postura de Carmen Yulín. No creo que ella quiera engañar a alguien, pero se engaña a sí misma echando mano de una ilusión con pretensiones de esperanza.
Repito: la esperanza mueve el ánimo porque lo que se desea se arraiga en la realidad de lo alcanzable. La ilusión puede tornarse en bancarrota de toda esperanza y en frustrante parálisis. Ese aciago momento no podrá ser conjurado con la invocación suplicante de “no me dejen sola” ni con un lamento algo destemplado de “carajo, no hice [pedí] lo suficiente”. Me esfuerzo, pero no veo similitud alguna entre un nacimiento y una resucitación. Lo primero es un empuje de la vida hacia su afirmación. La segunda es un empeño de la muerte en su negación, una apuesta a la suerte. Y la suerte no existe.