Cien años del asesinato de Rosa Luxemburgo, una revolucionaria constante
Cursó estudios en la escuela secundaria para féminas en Varsovia donde se les prohibía a las alumnas el uso del polaco debido a la política de rusificación imperante. Luxemburgo se destacaba por sus dotes intelectuales y una actitud rebelde la cual hizo que se le negara una medalla de oro a pesar de su desempeño académico sobresaliente. A los dieciséis años ya había estudiado las obras de Morgan sobre las sociedades antiguas, Bachofen sobre el derecho materno además de la teoría de plusvalía y la historia de la lucha obrera en las obras de Marx y Engels.
Las escuelas secundarias en Polonia eran en aquel entonces un baluarte de radicalismo, particularmente contra la dominación rusa. Fue en este ambiente de opresión nacional que también surgió el movimiento socialista. A principios de la década de los 1880, después de un período de intensa represión, se reagruparon elementos socialistas para formar círculos de lectura marxista y uniones ilegales de obreras para luego fundar el partido Proletariado (Proletariat) en 1882. Luxemburgo se unió a Proletariat pocos años después e inmediatamente empezó a participar en la lectura de obras marxistas entre los obreros en las fábricas. (De la fusión entre la Liga de Obreros Polacos y Proletariat se fundaría el Partido Socialista Polaco en 1893.) La actividad política de Luxemburgo en aquel entonces llamó la atención de las autoridades provocando así la amenaza de detención y deportación a Siberia. En 1889 para evadir arresto Luxemburgo convenció a un cura a sacarla clandestinamente de Polonia y se estableció en Suiza entre muchos revolucionarios exiliados. En Zúrich ingresó a la universidad donde hizo estudios en filosofía, ciencias naturales y economía. Su tesis doctoral El desarrollo industrial de Polonia fue presentada en 1897 y publicada como libro un año después.
Su tiempo en Zúrich sería determinante. Allí conocería a muchos revolucionarios; entre éstos, Leo Jogiches, quien sería su compañero y colaborador durante más de una década. En colaboración con Jogiches, fundaría el periódico polaco La causa obrera para el cual servía de contribuidora y editora, y la Socialdemocracia del Reino de Polonia (que luego se expandiría a la Socialdemocracia del Reino de Polonia y Lituania), la PDKPiL, después de separarse del Partido Socialista Polaco por su nacionalismo.
A fines de 1898, Luxemburgo se trasladó a Alemania, entonces el centro del movimiento socialista internacional, integrándose al Partido Socialdemócrata de Alemania, SPD. Su trabajo político práctico en este período incluía escribir para Die Neue Zeit, ofrecer discursos entre seguidores del SPD y la agitación entre obreros de fábricas. Luxemburgo también se destacó por sus esfuerzos organizativos entre los trabajadores de emigrados, particularmente los mineros polacos, en la región de la Alta Silesia del entonces Imperio Alemán. A su llegada a Alemania, inmediatamente se alineó con el ala izquierda del SPD y emprendió una lucha sin cuartel contra la tendencia reformista dentro del partido liderado por Eduard Bernstein.
Es importante recordar que después de la derogación de las Leyes Anti Socialistas en 1890, el SPD experimentó un crecimiento dramático en su membresía e influencia. En estos años el SPD aumentó su representación en la reichstag, la cámara de representantes alemana, y desarrolló un aparato mediático que consistía en decenas de periódicos diarios a través del Imperio alemán además de una burocracia partidaria de miles de funcionarios pagados. Sin embargo, con su «éxito», los elementos conservadores, particularmente dentro del liderato, comenzaron a ejercer una influencia cada vez más determinante en su política.
En 1905, al estallarse la ola revolucionaria en Rusia, Luxemburgo entró clandestinamente a Polonia para participar en los eventos. Después de la derrota a manos de las fuerzas contrarrevolucionarias fue arrestada y encarcelada en Varsovia donde sufrió condiciones severas y se deterioró su estado de salud. Al ser liberada, pasó un verano en Finlandia donde se reunía con líderes bolcheviques, incluyendo a Lenin, antes de regresar a Alemania.
Entre 1906 y 1914 enseñó en la escuela del Partido en Berlín, donde sus clases se enfocaban en la economía y la teoría económica. Esto dio lugar a su principal trabajo económico, La acumulación de capital, publicado en 1913, obra que a pesar de errores metodológicos y conclusiones incorrectas alrededor de su tesis central, anticipó muchas de los rasgos del imperialismo que luego destacaría Lenin en su famoso panfleto sobre el tema. Durante este mismo período, Europa en general y Alemania en particular atestiguó una intensificación de la lucha de clases además de la agitación socialista. En 1907, además de asistir una reunión de bolcheviques en Londres, Luxemburgo representó al Partido de Lenin en la conferencia de la segunda Internacional en Stuttgart.
Ya para 1909, su agitación a favor de una huelga política general y tácticas militantes en Alemania provocó confrontaciones directas con Karl Kautsky, uno de los eminentes líderes del SPD. Como resultado, Luxemburgo fue cada vez más marginada por el liderato del SPD y sus escritos censurados en su prensa. Mientras las cuestiones del imperialismo, el militarismo alemán, entre otras, se destacaron cada vez más, la posición internacionalista revolucionaria de Luxemburgo chocaba con el chauvinismo nacional que cada vez más definía el liderato del SPD.
El 1914 fue un año decisivo para los partidos afiliados a la segunda Internacional en general y el SPD en particular. Al estallar la primera guerra mundial, todos los delegados del SPD al Reichstag con la excepción de Karl Liebknecht apoyaron el militarismo alemán con votos a favor de los créditos de guerra. El SPD también firmó el burgfrieden, un acuerdo de no llevar a cabo acciones laborales militantes contra la burguesía durante la guerra en aras de la unidad nacional. Dentro del amplio contexto europeo, sólo un pequeño número de organizaciones socialistas, tales como los bolcheviques y el SDKPiL, se mantuvieron firmes a los principios del internacionalismo revolucionario socialista. Las traiciones del SPD llevó a Luxemburgo junto con un pequeño núcleo de colegas como Liebknecht, Franz Mehring y Clara Zetkin primero a fundar el grupo Die Internationale y luego la Liga Espartaquista.
Su militante agitación contra la guerra – en realidad abogó por la transformación de la guerra imperialista en una guerra de clase revolucionaria, contrario a los pacifistas – llevó a su encarcelamiento. Luxemburgo pasaría casi todo el período de la primera guerra mundial en la prisión desde donde continuaría llevando a cabo una agitación revolucionaria a través de escritos ilegales que sólo salían a la luz pública como contrabando. Fue en este período que escribiría su famoso Folleto Junius, una obra en que no sólo denunció la guerra exponiendo su carácter depredador sino también destacó la complicidad del SPD, el cual describió como un cadáver apestoso, en toda la carnicería desatada. Haciendo eco de las palabras de Engels, Luxemburgo definió las tareas de la humanidad entonces como socialismo o barbarie.
La guerra exacerbó aún más las divisiones dentro del SPD y, a principios de 1917, una facción centrista se separó para formar el USPD, con el que la Liga Espartaquista entró en alianza durante un período breve. A pesar de los intentos de sofocar las luchas obreras y la resistencia de los soldados a la guerra del SPD, que ahora tenía ministros en el gabinete del Káiser, las huelgas y las manifestaciones de soldados aumentaron en el período de 1917 a 1918. Este período muy complejo de la historia alemana, cuyo trato comprehensivo queda más allá de los límites de esta breve biografía, ha sido detallado en la excelente obra de Pierre Broué.
Los levantamientos de marineros y trabajadores de muelles primero en Wilhelmshaven y luego en Kiel en noviembre de 1918 precipitaron no sólo el derrocamiento de la monarquía sino también produjeron el amplio movimiento de consejos obreros que rápidamente se extendió por todo el país. El fenómeno demuestra el impacto de los acontecimientos a nivel internacional, particularmente la revolución de Octubre, en la conciencia de las masas obreras alemanas. El período entre noviembre de 1918 y la supresión de la República soviética de Baviera en mayo de 1919 puede describirse de algún modo como uno de poder dual, algo muy parecido al período luego de la revolución de febrero en Rusia, en que los esfuerzos para organizar y fortalecer los órganos del control obrero chocaban con la consolidación del poder estatal burgués en la sociedad alemana. Mientras sectores importantes de los obreros, soldados y marineros cada vez más llamaban para el establecimiento de una räterepublik, una república de consejos obreros, el SPD como representante de los intereses cada vez más derechistas dirigía sus esfuerzos para orientar el movimiento de masas hacia el parlamentarismo burgués.
Al ser excarcelada a principios de noviembre de 1918 por las fuerzas de la revolución alemana, Luxemburgo junto con Liebknecht reorganizaron la Liga Espartaquista y su periódico Die Rote Fahne (La bandera roja). A finales de diciembre, participaron en el congreso en que se fundó el Partido Comunista (KPD/S). Los debates sobre táctica que tuvieron lugar durante el congreso fundador del KPD también forman un material extremadamente importante y complejo para estudiar. Además del trabajo de Broué mencionado anteriormente, las observaciones del representante bolchevique en el Congreso, Karl Radek, son indispensables para entender este proceso y, en gran parte, los acontecimientos inmediatamente posteriores.
En enero de 1919, propulsado por la izquierda del partido y en contra del consejo de revolucionarios más experimentados como Luxemburgo, el KPD/S participó en protestas callejeras armadas con el objetivo de tomar el poder. Sin embargo, esta acción se llevó a cabo sin asegurar el apoyo de muchos sectores claves de la clase obrera, en particular los soldados y marineros que todavía daban apoyo tácito al nuevo gobierno del SPD, y en el contexto de importantes divisiones entre la crucial capa de líderes obreros, los shop stewards revolucionarios, con vínculos directos a los trabajadores de fábrica. La llamada revuelta espartaquista fue brutalmente reprimida por el gobierno del SPD, que había desplegado los freikorps contra los trabajadores y los líderes comunistas mientras el grueso de los soldados y marineros se mantenía neutral. En el análisis final, el joven KPD no logró asimilar lecciones claves de la experiencia bolchevique, particularmente en el verano de 1917, cuando se hacía necesario una evaluación preciso de la conciencia colectiva de las masas antes de intentar tomar el poder.
A pesar de su oposición al ultra izquierdismo manifestado por los jóvenes militantes del KPD, Luxemburgo nunca cayó en el cinismo o perdió su optimismo como bien demuestran sus últimos escritos, llenos de perspicacia, profunda reflexión e irrenunciables convicciones revolucionarias. Como parte de la supresión del movimiento revolucionario ordenado por el gobierno del SPD, Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht fueron arrestados el 15 de enero de 1919 por una unidad de los freikorps en Berlín, interrogados, torturados y asesinados. El cuerpo de Luxemburgo fue arrojado al canal Landwehr en Berlín. Los asesinatos de Luxemburgo y Liebknecht fueron parte de una brutal campaña de represión llevada a cabo por la clase dominante representada por un partido que alguna vez se consideró como «liberal» contra los obreros revolucionarios.
El legado de Rosa Luxemburgo es el de una revolucionaria intransigente, así como una brillante teórica y escritora marxista. A pesar de sus diferencias en torno a cuestiones como la organización (algo exageradas cuando se consideran sus últimos escritos) y la lucha nacional, Lenin la describió como un «águila» y afirmó que “no solo los comunistas de todo el mundo guardarán su memoria, sino también su biografía y sus obras completas. . . servirán como manuales útiles para entrenar a muchas generaciones de comunistas en todo el mundo.”
No podemos encontrar una mejor descripción de su importancia histórica o la relevancia contemporánea de su pensamiento y ejemplo.