Cuba y Puerto Rico, ¿de un pájaro las dos alas? Complicidades históricas y socioculturales en el Caribe (1)
“Cuba y Puerto Rico son
de un pájaro las dos alas”
(Rodríguez de Tió: [1893] 1968)
En “Canción de Cuba a Puerto Rico”, a la que pertenecen los versos parafraseados en el título de este ensayo, el recientemente fallecido fundador y cantautor de la Nueva Trova Cubana, Pablo Milanés, le rinde homenaje a la complicidad, o bien, hermandad histórico-cultural de las dos naciones caribeñas. En ese pasaje se citan versos de una estrofa de un poema proveniente de la pluma de la autora de una de las muchas versiones que marcan la genealogía del himno nacional puertorriqueño: “La Borinqueña”.[ii]
De esta canción que, “haciendo referencia a las golosinas ofrecidas como aguinaldo en las fiestas navideñas”, (Cf. Quintero-Rivera: 1998, p. 261) originalmente se conocía como La almojábana, existían diversas versiones en Cuba, Perú y Brasil. Según ciertas fuentes ‘oficiales,’ la versión romántica del himno boricua fue originalmente introducida a Puerto Rico en 1842, como habanera, por el tenor catalán Félix Astol; según otras, fue escrita por un guitarrista del pueblo de San German de apellido Ramírez, que por temor a sufrir la represión colonial se la entregó al cantante español.[iii] A lo largo de su devenir histórico sufrió varias transformaciones. En 1884 surgió una versión revolucionaria que, como ya se indicó, fue escrita por la autora del poema citado por Milanés. Este poema, titulado “A Cuba”, fue publicado en el año 1893 en “Mi libro de Cuba”. (Rodríguez de Tió, Lola: 1968, pp. 319-321) Lola Rodríguez de Tió, nació en San Germán, Puerto Rico, el 14 de septiembre de 1843 y fue una de las figuras sobresalientes no sólo del lirismo caribeño sino también de la lucha política por la independencia de Puerto Rico y la unión latinoamericana.[iv]
El discurso poético de Rodríguez de Tió le rinde homenaje no sólo a Puerto Rico, sino al Caribe. Y su biografía traza el destino de persecución y el resultante exilio de aquellos que se oponían al colonialismo español. A continuación, un extracto del poema al que pertenecen los versos citados por Milanés. Escuchemos a la poetisa:
Mi libro de Cuba (estrofas: 6-8)
¡Vuestros dioses tutelares
han de ser también los míos!
Vuestras palmas, vuestros ríos
repetirán mis cantares…
Culto rindo a estos hogares
donde ni estorba ni aterra
el duro brazo que cierra
del hombre los horizontes…
¡Yo cantaré en estos montes
como cantaba en mi tierra!
Cuba y Puerto Rico son
de un pájaro las dos alas,
reciben flores y balas
sobre el mismo corazón…
¡Qué mucho si en la ilusión
que mil tintes arrebola,
sueña la musa de Lola
con ferviente fantasía,
¡De esta tierra y la mía,
hacer una patria sola!
Le basta al ave una rama
para formar blando lecho:
bajo su rústico techo,
¡es dichosa porque ama!
Todo el que en amor se inflama
calma en breve su hondo anhelo:
y yo plegando mi vuelo,
como el ave en la enramada,
canto feliz, Cuba amada,
¡tu mar, tu campo y tu cielo!
(Rodríguez de Tió: 1893)
Rodríguez de Tió en este poema no sólo le canta a una comunidad de intereses religiosos entre Cuba y Puerto Rico, al mencionar los “dioses tutelares” cubanos que ella comparte, aludiendo así no al monoteísmo cristiano occidental, heredado de España, sino más bien al poli- o panteísmo de los cultos provenientes de la herencia afrocaribeña.[v] Ella también le canta a una naturaleza, o bien, geografía compartida, en la que “las palmas”, “los ríos” y “los montes” son prácticamente los mismos que le servían de inspiración en su tierra natal antes del exilio.
El texto, a pesar de que utiliza imágenes de proveniencia romántica, se vale de un discurso que en ciertos respectos reboza el ductus romantizante. En el mismo no sólo, por ejemplo, en las primeras dos estrofas aquí presentadas, se critica la violencia colonial. Allí también se hace una propuesta política concreta: “¡De esta tierra y la mía, / hacer una patria sola!” De inmediato, en la próxima estrofa, se recalca lo afirmado: “Le basta al ave una rama / para formar blando lecho: / bajo su rústico techo, …” Aquí se hace referencia a un proyecto político que aboga por el establecimiento de instituciones económico-políticas –la rama– que le sirvan de vínculo o fundamento al techo o cosmoexistencia compartida por los integrantes de la casa antillana. El discurso poético de Rodríguez de Tió deviene político al proponer la constitución de una Confederación Antillana, para fortalecer los intereses económico-políticos, tanto de la región frente a la metrópolis colonial española, como a la política expansionista norteamericana, entonces incipiente. Esta convicción le costó el destierro.[vi]
El discurso político aludido, compartido tanto por el lado cubano por José Martí, como por el puertorriqueño Dr. Ramón Emeterio Betances –figuras centrales en sus respectivos países dentro de los movimientos independentistas–, es uno en el que se comenzó a configurar una concepción de la identidad colectiva que, en ciertos aspectos de forma sutil, desborda los planteamientos nacionalistas entonces dominantes. En esta poesía la autora articula su discurso ya no meramente recurriendo a una instancia territorial que le sirva de fundamento, sino valiéndose de nociones transnacionales, es decir, regionalistas.
Rodríguez de Tió vivió muchos años en el exilio en Caracas, Nueva York y finalmente en La Habana.[vii] Allí pudo reafirmar sus intuiciones con respecto a la hermandad de las dos alas antillanas y su convicción sobre la posibilidad de crear instituciones económico-políticas aptas para viabilizar la concreción de la comunión de intereses de los países de la región. Doña Lola falleció el 10 de noviembre de 1924 en el exilio cubano.
Las complicidades histórico-culturales a las que tanto Lola Rodríguez de Tió como Pablo Milanés le cantaron y que Eugenio María de Hostos, José Martí y Ramón Emeterio Betances intentaron articular en su lucha política por la independencia y la abolición de la esclavitud, implican varias áreas o niveles, tanto de tipo etnológico-cultural como económico-político.[viii] A continuación, la tematización de algunos de estos.
La herencia de la cultura precolombina de los taínos y de los africanos secuestrados y llevados a Cuba y Puerto Rico por los españoles
En el período precolombino inmediato a la invasión española el grupo étnico aborigen más numeroso que habitaba el litoral eran los taínos.[ix] Los mismos forman parte de una de las familias aborígenes americanas más extensas: los araucos de origen suramericano. Aunque estos, luego de la conquista, desaparecieron en un período relativamente corto, en parte a causa de la explotación a la que fueron sometidos, por enfermedades traídas de Europa o sencillamente aniquilados por la represión violenta de intentos de sublevación; algunos de los artefactos culturales y palabras de ellos heredados son compartidos por las dos islas. Se trata de instrumentos musicales tales como la maraca, de accesorios hogareños tales como la hamaca, partes de la vivienda como el batey (el patio) o alimentos como el casabe; nombres de árboles y frutas como el aguacate, el ají, la guanábana y el mamey; o de fenómenos naturales como, por ejemplo, el huracán. etc. (Cf. Del Rosario: 1974, p. 123-152 y Santiesteban: 1997)
Más tarde, con la llegada a las islas de los españoles y luego de los esclavos africanos, se produjo una hibridación étnico-cultural que todavía define su carácter hispanoafrocaribeño. De la herencia africana Cuba y Puerto Rico comparten, por ejemplo, las siguientes palabras: ñame, guineo, güiro, mandinga, bembé (ritmo afrocubano o fiesta), guarapo, etc. (Cf. Del Rosario: 1974, pp.123-152 y Santiesteban: 1997)
Luego del breve recuento históricosocial que a continuación se ofrece, se revisarán varios aspectos de la contribución negra a las culturas de Cuba y Puerto Rico, elemento dominante de esa amalgama cultural llamada el Caribe.
La versión original del ensayo, escrito en alemán, fue parte de una tesis doctoral presentada en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Bremen.
[i] Una primera versión de este ensayo fue presentada en una conferencia ofrecida en febrero de 2005 en La Casa Cubana en Bremen, Alemania. La misma fue auspiciada por la Universidad Popular de la ciudad. La presente variante –retrabajada y más prolongada– es la traducción del alemán del capítulo 4 de la primera parte de una tesis doctoral presentada en 2011 en la facultad de filosofía de la Universidad de Bremen, Alemania (Vélez, 2012, pp. 72 – 109) Todas las traducciones al español de textos aquí utilizados, provenientes de otras lenguas, han sido realizadas por el autor de este texto. No se incluyen las últimas secciones del capítulo dedicadas a la poesía afrocaribeña en Cuba y Puerto Rico.
[ii] El adjetivo borinqueña se deriva del sustantivo Borinquen, o bien, Borikén. Así llamaban a la isla los taínos, los habitantes de Puerto Rico anteriores a su conquista y colonización por parte de los españoles. La versión revolucionaria del himno nacional boricua es también conocida como “El himno de Lares”. Según algunas fuentes, debido a que alegadamente se cantó durante la revuelta contra el gobierno colonial español en ese pueblo del centro de la isla en el año 1868. (Figueroa: noviembre de 1994) La versión de Monserrate Deliz, presentada por Carmelo Rosario Natal, difiere de esta posición. Según ella “[después del fracaso del Grito de Lares], lejos de resignarse, los puertorriqueños continuaron celebrando (las) reuniones (…) de las juntas revolucionarias. (…) En una de estas reuniones fue que, (nuestra poetisa) al oír “La Borinqueña” (…) creó y cantó con valentía (su versión revolucionaria)” (Rosario Natal: 1980, pp. 21-22)
[iii] Ángel G. Quintero Rivera ofrece una breve descripción de la genealogía de La Borinqueña en el capítulo 4 de su libro Salsa Sabor y Control Sociología de la música tropical (Cf. Quintero-Rivera: 1998, pp. 252-299), titulado “Ponce, la danza y lo nacional”. Allí traza la accidentada trayectoria histórica del himno nacional. La pieza musical que logró arraigo nacional fue rearreglada en ritmo de danza puertorriqueña. Según el esbozo genealógico realizado por Quintero, esta forma musical, normalmente asociada con la clase hacendada, fue realmente creada por la clase de los artesanos para los hacendados. Los artesanos, grupo subalterno mayormente compuesto por negros exesclavos o mulatos, en un momento histórico particular luchaban por lograr su reconocimiento por parte de los otros grupos sociales hegemónicos imperantes. De ahí que estos camuflearan su particular forma de vivir el tiempo –musical– bajo formas e instrumentaciones europeas. Por otro lado, la danza fue a su vez utilizada por la clase de los hacendados, como parte de su estrategia para lograr una coalición de fuerzas, contra las elites militares mayormente españolas, que les facilitara asumir la hegemonía cultural. Por medio de su ideología paternalista, en la que el país es representado como una gran familia bajo su »benévola« dirección, en aquel entonces con su accionar se proponían ganar arraigo nacional. [iv] La poetisa publicó los siguientes poemarios: Mis cantares (1876), Claros y nieblas (1885), Mi libro de Cuba (1893) y Poesías (Publicación póstuma, 1960). Los primeros dos en Mayagüez, Puerto Rico, el tercero en La Habana y el último en San Juan, Puerto Rico por el Instituto de Cultura Puertorriqueña. (Rodríguez de Tió: 1968) [v] El poema está escrito en décima. Esta forma poética de proveniencia española era utilizada con frecuencia tanto por el campesinado cubano como por el puertorriqueño. Hoy en día continúa siendo usada como forma distintiva de la llamada música jíbara boricua. Consta de diez versos octosílabos. En la misma el primer verso rima con el cuarto y el quinto. El segundo rima con el tercero. El sexto verso rima con el séptimo y el décimo. Finalmente, el octavo verso rima con el noveno. [vi] Algunas fuentes consideran la obra de Rodríguez de Tió como precursora de los Versos sencillos de José Martí, publicados en 1891, con quien trabajó en el exilio nuevayorquino. Margot Arce de Vázquez, por ejemplo, nos informa en su libro Lecturas Puertorriqueñas que, según Concha Meléndez, las composiciones tradicionales de su segundo y tercer libro “anticipan a José Martí en la utilización de la copla”. (Arce de Vázquez, M. et al., 1968, p. 41) [vii] Durante su estadía en Nueva York Rodríguez de Tió fue presidente honoraria del club político Ríus Rivera, el boricua de más alto grado en el ejercito libertador cubano que luchó en la llamada Guerra de los diez años. Allí “le ayudó a José Martí a planear la revolución cubana del 1895”. (Cf. Babín: 1974, p. 78) Por otro lado, estando en la capital venezolana, fue madrina en la boda de Eugenio María de Hostos. El pedagogo, pensador y literato puertorriqueño también abogaba por la creación de una Confederación Antillana entre las islas hispanohablantes del Caribe. [viii] La Ley para la abolición de la Esclavitud en la Isla de Puerto Rico fue aprobada el 22 de marzo de 1873. (Cf. Suárez: 1984, p. 42) El 27 de mayo del mismo año, por medio de una orden, se complementó la Ley de Abolición. Ésta autorizaba el establecimiento de una Sociedad Abolicionista cuya función era velar por el cumplimiento correcto de la ley y la integración de los libertos. (Cf. Suárez: 1984, p. 42) En Cuba la fuerza de trabajo esclava era mucho más numerosa y por lo tanto económicamente más importante que en Puerto Rico. Betances, por ejemplo, menciona que mientras en P.R. existían 40,000 esclavos en Cuba había 400,000. (Cf. Suarez, Diaz:1984, pp. 46-48) El 12 de febrero de 1878, por medio del tratado estipulado en El Zanjón, se dio fin a la Guerra de los Diez años. Sin embargo, el 24 de agosto de 1879 varios jefes mambises, mayormente de las provincias de Oriente, inconformes con ese tratado comenzaron la llamada Guerra Chiquita que duró menos de un año, hasta el 29 de junio de 1880. (Cf. Suarez, Diaz:1984, p. 47) En parte, por la presión ejercida por esa guerra, en febrero de 1880 se promulgó una ley conocida como la Ley de Abolición de la Esclavitud, sin embargo, pasada como la Ley de Patronato, según la cual los esclavos serían puestos bajo el patrocinado de sus poseedores, bajo los cuales estaban obligados a trabajar sin ser mutilados ni golpeados, para, luego de un tiempo, ser liberados. Se trataba de una ley fuertemente criticada por Betances. En su opinión ésta “garantizaba fuerza de trabajo durante varios años a los patronos, mientras mantenía el sojuzgamiento bajo cuerda de los esclavos, ahora disfrazados con otro nombre”. (Cf. Tórrez-Cuevas, E./ Loyola Vega, O., 2002, p.301) En Cuba la abolición de la esclavitud se logró trece años más tarde que en Puerto Rico, en octubre de 1886. [ix] Según José J. Arrom, el origen etimológico de la palabra “taíno” se deriva de “tai” que significa noble, bueno; y “no” que es la forma del plural. Según la versión del cronista Pietro Martyr de Angleria, los taínos usaron esa palabra durante el primer encuentro con los españoles. Con este término los aborígenes “quería(n) decir buenos, o sea, que ellos eran hombres buenos”. (citado en: Tórrez-Cuevas, E./ Loyola Vega, O.: 2002, p. 16) En Cuba y Puerto Rico además de los taínos existían otros grupos importantes: los siboney (Cf. Tórrez-Cuevas, E./ Loyola Vega, O.: 2002, p. 8) y los caribe respectivamente.