¿Decidirá Colombia por el cambio?
Se dice histórico porque es la primera vez en más de 200 años desde su independencia que el pueblo colombiano lleva a un candidato de izquierda a una segunda vuelta con probabilidades de ganar la elección.
Lo «histórico» de los comicios aplica también porque es la primera vez en más de 60 años que se celebra una elección sin un conflicto armado. De hecho, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), ahora constituidas en un partido político de nombre Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC), aunque se retiró de la jornada electoral, dejó libres a sus seguidores para ejercer su derecho al voto. También, por primera vez, gane quien gane la elección, la vicepresidencia será para una mujer. En el caso de Duque será para Marta Lucía Ramírez; y si gana Petro la vicepresidenta será la líder feminista Ángela María Robledo.
Otro hecho histórico fue la participación electoral con un 53%. El promedio de participación en los comicios fluctuaba entre 40% y 45% . Esa pobre participación, según los observadores de la política colombiana, se debía precisamente a la apatía popular de ver cómo el bipartidismo –liberales y conservadores–, ambos con políticas muy similares, se entronizaron en el poder sin que la gente viera cambios sustantivos que los estimulara a acudir a las urnas.
Pero este año el escenario cambió con la figura de Gustavo Petro Urrego, quien en el 2010 se desligó de su partido Polo Democrático Alternativo para formar su propia organización llamada Movimiento Progresistas, y que fue a estos comicios de 2018 bajo el nombre de Colombia Humana. Este hombre de pensamiento progresista – el rehúsa utilizar los términos izquierda y derecha porque cree que hoy el pensamiento es diverso – se ha hecho eco de las voces del pueblo colombiano que por dos siglos no han sido escuchadas.
De ahí que su programa de gobierno mire hacia los sectores más vulnerables; hacia la injusticia económica y social del latifundio, y hacia la importancia del acceso gratuito a la educación, la que considera eje del desarrollo económico. La protección del ambiente; el manejo del agua y el cambio climático; la prohibición de la práctica del fracking (fracturación hidráulica),de la minería de oro a cielo abierto y la reducción de la dependencia del sector minero, son otros pilares de su programa de gobierno. Así, también, el fortalecimiento de la agricultura; el desarrollo de una economía sustentable y equitativa; la distribución de las riquezas; el fortalecimiento y ampliación de la clase media; y especialmente, el respeto a los acuerdos de paz logrados entre las FARC y el gobierno de Juan Manuel Santos. Estos, que son a grandes rasgos sus principales puntos programáticos, son relevantes por sí mismos, no importa de quién vengan.
Pero el gran valor añadido en este caso está en la persona de Petro, quien se ha ganado el respeto y la confianza del pueblo pobre principalmente, que en este país representa una gran masa poblacional, porque a pesar de que Colombia es la cuarta economía de América Latina es el tercer país más desigual de la región, precedido solo por Brasil y México.
Petro, quien alcanzó el 25% del voto el pasado 27 de mayo es un economista de 58 años, casado y tiene dos hijos y tres hijas. Es natural del departamento de Córdoba. Desde muy temprano en su juventud estuvo ligado al movimiento obrero y sindical. Perteneció a la guerrilla de centro-izquierda M-19 y fue preso por dos años. Después viajó a Bélgica donde se graduó en Medio Ambiente y Desarrollo poblacional, en la Universidad Católica de Lovaina e hizo estudios doctorales en Nuevas tendencias en la administración de empresas, en la Universidad de Jorge Tadeo Lozano y la Universidad de Salamanca. De regreso a Colombia fue representante, senador y alcalde de Bogotá. Como senador cobró notoriedad cuando destapó un escándalo de la llamada parapolítica que demostraba nexos entre políticos y grupos paramilitares en Colombia.
Se ha destacado por su férrea condena a las injusticias y en defensa de los desposeídos. Con toda esa experiencia en la mochila y su tenacidad ha logrado penetrar en el corazón colombiano. Sin embargo, en 2010 buscó infructuosamente la presidencia, pero eso, al parecer, no amainó su empeño por llegar a la máxima jefatura del país.
Por otro lado, Iván Duque Márquez, abogado, de 41 años y oriundo de Bogotá, quien obtuvo el 39% del favor popular en la primera vuelta de las elecciones presidenciales por el Partido Centro Democrático, llegó a la política de la mano del controversial expresidente colombiano Álvaro Uribe Vélez, y es un crítico acérrimo de los acuerdos de paz.
Duque, casado y con dos hijas y un hijo, tiene una maestría en Derecho internacional económico de la American University; Gerencia de políticas públicas de Georgetown University, y cuenta con estudios en negociación estratégica, políticas de fomento al sector privado y gerencia de capital de riesgo de corta duración, de la Escuela de Negocios de la Universidad de Harvard.
Inició su Carrera en el 1999 como consultor del Banco de Desarrollo de América Latina. Fue asesor del ministerio de Hacienda; consultor del Banco Interamericano de Desarrollo; consejero principal para Colombia, Perú y Ecuador en los directorios del Banco Interamericano de Desarrollo, la corporación financiera de inversiones y el fondo multilateral de inversiones del grupo BID. Del expresidente Uribe Vélez fue asesor internacional.
En la vida política de Colombia se ha desempeñado como ministro de minas y energía, registrador nacional y senador por el partido Centro Democrático, dirigido por Uribe Vélez.
Entre sus principales propuestas están reestructurar los acuerdos de paz; apoyo a la empresa privada y la competitividad; disminuir impuestos a las pequeñas y medianas empresas; buscar la formalización laboral para que más personas contribuyan al fisco; digitalizar las plataformas tributarias; promover que más personas coticen para pensiones; mejorar la movilidad y calidad del aire; atacar la corrupción; impulsar el desarrollo minero, (aunque no se opone al fracking ha dicho que lo evaluará); propone la fumigación a los cultivos ilícitos de la coca. Además procurará que la ONU imponga sanciones a Venezuela y que este país se retire de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur).
Para expertos analistas de estas elecciones colombianas, como Juan Carlos Tanus, director de la Asociación de colombianos en Venezuela, estos comicios, según dijo a Telesur “definen dos modelos antagónicos con el claro enfrentamiento entre la izquierda y la derecha”.
Para otros estudiosos consultados por el diario El Tiempo de Colombia, durante los próximos días la discusión de los temas se centrarán en las posiciones más disímiles que son: los acuerdos de paz, la economía, la estrategia contra los cultivos ilícitos, y el manejo de la crisis venezolana.
Precisamente para atraer los votos, ambos candidatos tendrán que reacomodar sus discursos. El gran botín lo representa la Coalición Colombia de Sergio Fajardo, un partido de centro que quedó como la tercera fuerza electoral con el 23% de los votos. Esta coalición está compuesta por el movimiento Compromiso Ciudadano, de Fajardo, la Alianza Verde y el Polo Democrático Alternativo.
Fajardo, tras la primera vuelta dijo que decidirá su apoyo después de consultar con los dirigentes de la coalición. Por los apegos y desapegos con Petro, es de suponer que Fajardo deje libre a su electorado para votar con su conciencia; como ya lo hizo Humberto De la Calle, quien fue a las urnas por el Partido Liberal y obtuvo el 2% de los votos. De la Calle favorece los acuerdos de paz, por tanto su gente podría inclinarse a votar por Petro.
De otra parte, Germán Vargas Lleras, de Cambio Radical, quien obtuvo 7% de los votos ya dio pasos de acercamiento a Duque enviándole su programa de gobierno.
Mientras, el ex dirigente guerrillero Rodrigo Londoño Timchenko, según reseña el El Tiempo, hizo un llamado a los dos candidatos para abolir las armas de la política, garantizar el derecho a la vida, las libertades democráticas y la participación de sectores sociales marginados.
Y es que durante la campaña electoral de la primera vuelta se asesinaron más de 80 líderes sociales y políticos, entre ellos 14 ex combatientes de las FARC. El mismo candidato Petro denunció decenas de amenazas y hasta un atentado a tiros durante un acto de campaña.
Es lógico concluir, que independientemente de quien alcance la victoria en la segunda vuelta, cuyo mandato iniciará el 7 de agosto, ya Colombia ganó con un despertar de conciencia de los sectores marginados que tradicionalmente no albergaban ilusión alguna y no votaban. Esas personas, seguramente ya han perdido el miedo y como lo ha hecho Gustavo Petro insistirán en luchar por una vida más justa y de progreso. Si su líder logra la presidencia, Colombia entonces mirará su destino con otros ojos: de paz, inclusión e igualdad. Pero será cuesta arriba revertir o, al menos, alterar un orden conservador enraizado en la política colombiana.
De otra parte, si Duque se impone, el uribismo, un movimiento de derecha extrema que guarda demasiado dolor en la mente colombiana, se convertirá en la principal fuerza política de Colombia y seguramente solo habrá continuismo de las políticas existentes sin grandes cambios. Es claro prever un posible rompimiento de Duque con los acuerdos de paz y un regreso al fortalecimiento del paramilitarismo, lo que llevará a este país de vuelta a la radicalización del odio, la discordia, la persecución y la violencia.
Asimismo, el empoderamiento de las fuerzas de derecha que ha ido calando en la región; la crisis venezolana que se recrudece con el bloqueo financiero, económico y las sanciones de Estados Unidos y la Unión Europea; el compromiso del saliente presidente de Colombia Juan Manuel Santos con la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), además de las siete bases militares estadounidenses existentes en territorio colombiano; y la presencia reciente del Comando Sur De Estados Unidos en Argentina y Ecuador, conforman una estrategia geopolítica perfecta que podría abonar el terreno para empujar hacia una crisis política entre países hermanos que lleve a un potencial conflicto bélico que provoque el desmantelamiento de la unión suramericana.
Por eso con su voto el próximo domingo 17 de este mes el pueblo colombiano no solo decidirá el futuro de ese país sino el de toda la región.