Del Paso de Anegada al hospital de Tortola

La Travesía Admirable de Tito Kayak 5
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A la memoria de Gloria Paniagua
Lunes 3 de septiembre. Tito Kayak zarpa antes de las 8:00 a.m. de la marina Fort Louis en Marigot, capital de Saint-Martin, rumbo a la colonia británica de Anguila, donde llega hacia mediodía. Lleva de escolta el velero Glen Mar capitaneado por Monsieur Philippe Frederic y el grumete Freyd. Se trata de un balandro –un mástil y dos velas—de 36 pies que ha de acompañarlo en el tramo más peligroso de la Travesía: el del Paso de Anegada. El señor Alex Choisi de la Logia Gran Oriente de Francia, consiguió el contacto con el capitán Frederic. Tito sigue en su Cetáceo, el kayak venezolano, que ha sido reparado cuatro veces.
Martes 4 de septiembre. A las 10:21 a.m. el kayak –que ya lleva cerca de 800 millas de viaje– y el velero, salen hacia Dog Island. Tras descansar en esta pequeña isla, la Travesía prosigue lentamente toda la noche del martes. Se comienzan a percibir mínimas desviaciones en el dispositivo Spot, una especie de zig zag casi imperceptible desde el satélite que en alta mar y a remo significa un esfuerzo redoblado. Algo no cuadra.
Miércoles 5 de septiembre. A las 9:49 a.m. el dispositivo Spot se desconecta. Las cordenadas no cambian: latitud 18.3747 y longitud: -64.03702 durante horas, lo que puede interpretarse como que el ambientalista ha tomado un descanso tras remar toda la noche. O que –al igual que ya ha sucedido otras veces– se averió. No hay forma de contactar a los viajeros.
Jueves 6 de septiembre. Cuando Elisa Sánchez y Panamá, los cordinadores del viaje, están a punto de alertar a los Guardacostas de Virgen Gorda, se enciende el dispositivo Spot y se percatan de que Tito ya está en tierra.
Lo que sucedió durante esas 36 horas revela la valentía y convicción de Tito de Jesús, quien considera que su remada no se compara a los 31 años que lleva preso Oscar López Rivera. A partir de Dog Island, al Cetáceo le empezó a entrar agua. Pero como aún tenía que recorrer cerca de 60 millas náuticas, contaba con escolta y la mar estaba en calma, Tito decidió proseguir. Como es un kayak cerrado, le tuvo que quitar la brújula y el dispositivo Spot que lleva en la proa –lo que explica el movimiento en zig zag– para poder ir achicándolo por el agujero donde estos se hallan, a la vez que remaba. Las olas no eran muy altas –de 2 a 4 pies–, pero tenía dos problemas serios: el agua que debía sacarle constantemente al Cetáceo, y el viento que soplaba en su contra. Encima, durante las últimas cinco horas estuvo sin escolta, porque el velero que lo acompañaba no podía navegar por donde él iba. Allí lo agarraron varias corrientes y llegó, casi como un náufragro, hacia las 11 de la noche a la playa de Spring Bay, al suroeste de Virgen Gorda.
El kayak estaba lleno de agua. Comenzó a sentir hipotermia: tenía escalofríos, le temblaba todo el cuerpo y sabía que no podía quedarse quieto. Necesitaba ayuda, pero como estaba totalmente oscuro, se dio de bruces contra una piedra del color de la arena y cayó al suelo. Al rato se levantó, se acercó a unas casas. Llamaba, pero nadie respondía. Escuchó entonces los ladridos de unos perros y tuvo miedo a que lo atacaran. Por suerte halló una casa que estaba en construcción, se echó agua con la manguera y decidió seguir hacia Spanish Town.
Cuando se monta en el kayak, se percata de que no tiene fuerzas. No había comido ni bebido en muchas horas y la fruta seca que llevaba estaba empapada de agua salada. Aun así, rema hasta Spanish Town, donde llega a las dos de la madrugada. Como todo estaba desierto, se queda dormido en la acera, justo en la entrada del muelle del “ferry”.
A la mañana siguiente lo despierta la gente que pasa a su lado. Se levanta, esconde sus pertenencias en unos matorrales y va a inmigración para que lo contacten con su bote-escolta. Y nada más verlo, en inmigración llaman a los paramédicos quienes lo llevan a la clínica de Virgen Gorda y de ahí lo trasladan al hospital de Tortola. La remada había sido tan excesiva que estaba totalmente deshidratado y debían hacerle múltiples pruebas. Los exámenes de sangre y orina mostraron que el sistema muscular había colapsado: necesitaba hidratación, alimentación y descanso.
Tras una noche en el hospital, el viernes 8 de septiembre lo dan de alta. Lo ayudan Gabriel Creque, un joven de Virgen Gorda y Gerald Singer un viejo amigo del ambientalista y autor de Vieques: A Photographically Illustrated Guide to the Island, Its History, and Its Culture, que vive en Saint John. El capitán Philippe Frederic lo había estado buscando, pero Tito ya estaba recibiendo alimento intravenoso rumbo al hospital.
Gabriel Creque es un joven de 29 años que sabía de la Travesía gracias a Yayah y los amigos rastafari de St. Kitts. Esperaba hacía días la llegada de Tito. Cuando bajó a Spanish Town a buscarlo, le dijeron que se hallaba en la clínica. Fue allí y le explicaron que lo habían tenido que trasladar a la isla de Tortola. Entonces el joven, quien lucha contra el cáncer, practica el “wind surfing” y sabe lo que significa estar varado y solo en una playa, cogió las pertenencias de Tito y se las llevó en el “ferry” al hospital. Y no sólo eso: también le llevó sopa y frutas, y le consiguió un hotel –con precios para la gente local– para que durmiera una vez lo dieron de alta. Al salir del hospital, Tito concedió una entrevista a Todd Van Sickle del periódico The BVI Beacon, y con Gabriel y otro paciente que había estado recluido, brindaron en una cafetería de la carretera por la salud.
Al Cetáceo, que tiene un agujero, lo han reparado en Virgen Gorda. Tito también se tiene que recomponer, pues los músculos de su brazo izquierdo estaban tan afectados que el sábado y el domingo aún no sentía los dedos.
Cuando le pregunté si seguiría en el Cetáceo o utilizaría otro kayak para el último tramo hasta Puerto Rico, me explicó que entre el Cetáceo y él se ha creado un vínculo y le gustaría poder terminar la Travesía con él. Los planes son probarlo de isla a isla –Saint-Martin, Tortola, St. John– hasta llegar a St. Thomas. Una vez ahí sabrá si la embarcación aguanta el tramo hasta Culebra y Vieques. Lo que ya se ha hecho público es que Tito llega a Puerto Rico el domingo 16 de septiembre.