Democracia parlamentaria en España y la situación real de sus partidos
La democracia parlamentaria, predominante en Europa, funciona de un modo muy diferente al modelo “presidencial” existente en Estados Unidos, y en la mayor parte de los países de América. Mientras el presidencialismo exalta sobre todo al Presidente, y el Congreso legislativo no tiene poderes constitucionales para sacar del poder a un Presidente antes de que se termine su término, por más que se le crea inepto o corrupto, en las democracias parlamentarias existe la regla de que el ejecutivo que realmente dirige el gobierno, no se elige directamente por el Pueblo, sino por el parlamento. Y como el parlamento se supone representativo del Pueblo que lo votó directamente, es al parlamento que las constituciones les imponen seleccionar al primer ministro (en España se llama Presidente del Gobierno) mediante un voto de confianza que tenga a su favor la mayoría absoluta de los parlamentarios. Esto se entiende como un requisito democrático: como a los parlamentos los elige el Pueblo votante en cada país, para que el primer ministro llegue al poder por un método democrático, se exige por constitución, que obtenga voto de confianza de la mayoría absoluta del parlamento. Si no es esto posible por la forma como se dividen los asientos entre diversos partidos, la mayoría absoluta para el voto de confianza se debe conseguir a base de una coalición de partidos que den su aval a un mismo candidato para Presidente del Gobierno, y de esa manera, se cumpla con el requisito de que el Parlamento le otorgó la confianza y se logró su investidura con suficiente apoyo y confianza por parte de los representantes legítimos del Pueblo.
En las democracias parlamentarias las constituciones no solo requieren el voto de confianza para que un primer ministro o Presidente del Gobierno llegue al cargo, sino también para que se mantenga en el cargo. Es por esto que las constituciones parlamentarias europeas dan a los parlamentos el derecho a dar un voto de desconfianza al Presidente del Gobierno, si es que este ya no cuenta con la confianza de la mayor parte de los parlamentarios. Si un Parlamento da un voto de desconfianza mayoritario, el primer ministro o Presidente del Gobierno que esté en funciones viene obligado a dimitir. Lo que demuestra que en las democracias parlamentarias el primer ministro es responsable ante el Pueblo por vía de ser responsable ante el parlamento, que a su vez representa al Pueblo. En Estados Unidos y otros países con gobierno presidencial, el presidente es responsable directamente al Pueblo en las elecciones. De la única manera en que el Congreso de Estados Unidos podría hacer dimitir a un presidente antes de terminar su cuatrienio es mediante un impeachment o juicio político. En el caso de Donald Trump el juicio político no se ha producido, a pesar del problema de la trama rusa para las elecciones presidenciales en Estados Unidos en 2016, porque el Congreso está en manos del partido que eligió a Trump, el Partido Republicano.
Los estadounidenses tendrán que aguantarse a Trump hasta el 2020 por lo menos, porque en el sistema presidencial no existe manera de hacer dimitir a un presidente inepto, desquiciado o corrupto, excepto por juicio político. Y para eso debe probarse delito grave o traición. En las democracias parlamentarias europeas sí existe manera de terminar un gobierno que no da buenos frutos. Según la lógica democrática en los países parlamentarios, NO hay razón alguna para mantener un primer ministro que no hace nada por el Pueblo, o lo hace muy mal, ya sea por inepto o por corrupto. Allá, si el que manda pierde la confianza de los parlamentarios que representan al Pueblo, se tiene que ir y se forma un nuevo gobierno con otro dirigente que sí logre esa confianza.
Lo que realmente ha ocurrido en España
España ha tenido también sus crisis de legitimidad democrática. Y es posible que muchos en nuestro país se pregunten qué realmente ha sucedido en ese país europeo, nuestra antigua y primera metrópoli, que, de pronto, el gobierno de Partido Popular y de Mariano Rajoy tuvo que cesar para dar paso a un nuevo gobierno del PSOE y de Pedro Sánchez, y todo eso no solo rápidamente, sino sin mediar elecciones.
Algunos en la extrema derecha puertorriqueña —por ignorancia o por “posverdad”— han aludido incluso a una especie de “golpe” contra Rajoy. No hubo tal cosa. El resultado de lo ocurrido en España ha sido perfectamente democrático y constitucional porque es lo que puede suceder en una democracia parlamentaria cuando se siguen las reglas de juego del sistema parlamentario.
Si el Presidente del Gobierno de España pierde la confianza de la mayoría de los parlamentarios, tiene que dimitir, porque así lo manda la Constitución misma. Y eso es exactamente lo que ocurrió con Mariano Rajoy, Presidente del Gobierno anterior de España y líder máximo del partido de mayoría en el Parlamento: el Partido Popular Español. En un momento determinado, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) como segundo partido parlamentario —y principal de la oposición— pidió un voto de desconfianza para Mariano Rajoy, principalmente por los actos de corrupción política que permitió ese gobierno desde 2011, pero muy particularmente, por los recientes hallazgos judiciales de miembros del Partido Popular encontrados culpables en un tribunal por actos de corrupción relacionados con un sonado caso: el de la empresa Gürtel. Entre las personas mencionadas por Bárcenas sobre una “Caja B” del PP estaban tanto Mariano Rajoy como Carmen de Cospedal, secretaria general del PP durante el gobierno de Rajoy.
No vayamos a creer, equivocadamente, que esto de la corrupción era un problema nuevo en el Partido Popular de España. Es un problema que se repitió en múltiples instancias, sobre todo en el PP de la Comunidad Valenciana, pero Rajoy solía defenderse diciendo que él perseguía a los corruptos y que los tribunales los condenarían. En otras palabras, el Presidente del Gobierno del PP, Mariano Rajoy, trataba de salvar su pellejo político y el de su partido, alegando que estos casos eran algo aislado, no un mal endémico en el PP. Muchos de los corruptos fueron nombrados por él, pero él rehuía aceptar responsabilidad alguna por los actos corruptos de ellos, realizados durante el mandato de Rajoy como Presidente del Gobierno. Obviamente incluso en casos donde no apareció su nombre, Rajoy tenía por lo menos responsabilidad vicaria. Y es que Rajoy era también el presidente de Partido Popular, pero la verdad es que no llevó a cabo una acción proactiva para evitar corruptos en su partido.
Esta actitud la conocemos muy bien en Puerto Rico, ya que tanto el PNP como el PPD, cuando se han probado problemas de corrupción en sus dirigentes, han intentado demostrar que tales casos son individuales y aislados y que esos partidos no son instituciones corruptas. Gran parte del pueblo puertorriqueño se cansó de creerles las mentiras a los lideratos PPD y PNP, por lo visto. De ahí que en las elecciones de 2016 hubo una abstención electoral sin precedentes la cual llegó al 45% de los electores inscritos.
En el caso de Rajoy y el PP español, los casos de corrupción política se sucedieron con tal frecuencia y magnitud que se colmó la copa y los parlamentarios decidieron quitarle la confianza a Mariano Rajoy. Unos meses antes, Pablo Iglesias, como líder principal del partido de la coalición de las izquierdas españolas, UNIDOS PODEMOS, había pedido un voto de desconfianza para Mariano Rajoy. No solo por la corrupción del PP que Rajoy toleraba, sino porque el gobierno del PP era muy neoliberal. De hecho, ese gobierno afectó negativamente las pensiones de los jubilados, redujo las legislaciones de bienestar social para el Pueblo, permitió desahucios de los que no podían pagar sus hipotecas y aprobó leyes como las laborales para perjudicar a los obreros y beneficiar a los patronos. Además de todo eso, el gobierno de Mariano Rajoy había manejado muy mal, según Iglesias, el problema catalán. En lugar de dialogar con los catalanes, hacer modificaciones en la Constitución de 1978 para poder atender algunos de los reclamos de Cataluña (después de todo sabemos que las Constituciones no están ahí para quedarse idénticas toda la vida sino que según la necesidad pueden enmendarse) e intentar zanjar el conflicto, el gobierno de Rajoy, en cambio, ninguneaba a los catalanes, respondió a sus reclamos con represión y con cárcel para algunos líderes, con lo cual agravó la crisis catalana, con el consecuente crecimiento electoral de los independentistas en Cataluña. La petición de voto de desconfianza a Rajoy formulada por Iglesias y UNIDOS PODEMOS se votó en el Parlamento en junio de 2017 pero no prosperó. Y por eso Rajoy siguió lo más campante gobernando como siempre y sin modificar ni sus estilos ni sus posiciones. No prosperó porque Iglesias y PODEMOS no fueron capaces de alinear con ellos en aquel momento a la mayoría de los parlamentarios en la Cámara de Diputados. No solo se opusieron los del PP, sino también los de Ciudadanos y no se consiguió el apoyo de los parlamentarios del PSOE porque este partido se abstuvo de votar, como hicieron los partidos regionales como el Partido Nacionalista Vasco (PNV). Lo que no pudo lograr Pablo Iglesias antes, lo logró más adelante Pedro Sánchez.
Lo más increíble de este proceso, por lo cual algunos se han confundido creyendo que fue un golpe ilegítimo, es que Pedro Sánchez se había visto obligado a renunciar al liderato legislativo del PSOE porque los barones más conservadores de su partido (algo así como la derecha del Partido Popular de Puerto Rico –PPD) lo estaban empujando a hacer coalición con un partido nuevo, pero de derecha, el Partido Ciudadanos de Albert Rivera, nacido precisamente en Cataluña y convertido ahora en un partido de dimensión nacional. Esos intentos de Sánchez con Ciudadanos fueron un fracaso, no solo porque la base de izquierda del partido no lo siguió a irse a coalición con un partido de derecha, sino porque juntos PSOE y Ciudadanos no sumaban suficientes votos para sacar del poder a Mariano Rajoy mediante un voto de desconfianza. Molesto con las presiones de los barones del partido que lo lanzaban a la derecha, Pedro Sánchez renunció hasta a su escaño en la Cámara de Diputados. Por lo visto, no se fue a dormir a su casa deprimido, ni se quedó cruzado de brazos, sino que por meses, dialogó con gente de su propio partido, el PSOE, y con líderes de otros partidos. Poco a poco fue trabajando la posibilidad de lograr una coalición, que sí fuera mayoritaria y por lo tanto lograra sacar del poder a Rajoy, poner al PSOE en el gobierno y dejarle vía libre a él, Pedro Sánchez, para ser elegido como nuevo Presidente del Gobierno con un voto de confianza mayoritario, el voto necesario para su investidura.
La Constitución española de 1978 lo que exige es que el primer ministro o presidente de un gobierno tenga el voto de confianza mayoritario en el parlamento. No exige de por sí, que la persona así investida haya sido un parlamentario en funciones. Sánchez lo fue en el pasado, pero en ese momento ya había renunciado. Ello no fue obstáculo, de ninguna manera, para que lograra ser investido Presidente del Gobierno porque a pesar de que el PSOE contaba con solo 84 diputados propios, pudo sumar a su coalición de gobierno los votos de los parlamentarios de UNIDOS PODEMOS, los de partidos regionales en el País Vasco y Cataluña y de esa manera, se logró mayoría, no solo para excluir del poder a Mariano Rajoy con un voto de desconfianza, sino para lograr también la investidura de Pedro Sánchez como Presidente del Gobierno con un voto de confianza.
¿Por qué ni Mariano Rajoy ni Pedro Sánchez llamaron a nuevas elecciones?
Este tema de las nuevas elecciones legislativas anticipadas ha sido bastante comentado pero poco entendido, aún en España. Recordemos que en un sistema de democracia parlamentaria el primer ministro —todo Presidente del Gobierno en el caso de España— tiene una posible protección que le permite la Constitución. Dicha protección consiste en “madrugar” al parlamento en funciones y, antes de que se vaya a formar allí mayoría para un voto de desconfianza contra él, disolver el parlamento y llamar a elecciones parlamentarias anticipadas. Esas elecciones no pueden tardar más de 90 días, ya que el presidente en funciones no va a gobernar solo dictatorialmente, sino que va a preparar elecciones legislativas anticipadas. Se llaman anticipadas porque se hacen antes de que haya terminado el período de 4 años por el cual cada legislatura se elige. Mariano Rajoy, teniendo el poder y el derecho constitucional de llamar a elecciones anticipadas no lo hizo por una razón muy sencilla: todas las encuestas realizadas por diversas entidades demostraban que el PP tenía gran desgaste y había perdido mucho apoyo en votos, por el problema de la corrupción y otros asuntos, votos que se habían trasladado al nuevo partido llamado Ciutatans en catalán y Ciudadanos en español. Vale aclarar que este partido comandado por Albert Rivera es también un partido de la derecha. La única diferencia sensible entre Ciudadanos y el PP es que el partido de Albert Rivera criticaba al Gobierno de Rajoy por los casos de corrupción. Podríamos decir que Ciudadanos es un partido de derecha, como el Partido Popular, que se planteó como alternativa al PP por su compromiso contra la corrupción política y administrativa. Además, comenzó a utilizar en su propaganda a una joven no muy inteligente en sus argumentos, pero muy bonita y atractiva, Inés Arrimadas, lo cual facilitó la transición de votos desde el Partido Popular hasta Ciudadanos. Por lo tanto, Mariano Rajoy no llamó a elecciones anticipadas debido a que sería inconveniente para su partido integrar una legislatura nueva con bastantes menos asientos que los que ha disfrutado luego de ser el partido más votado en las elecciones anteriores. Es decir, podría perder, lo más probable, la pluralidad de los asientos. De suceder eso tras unas nuevas elecciones, lo más seguro sería que el líder de otro partido sería el nuevo Presidente del Gobierno. Rajoy estaba acabado políticamente de una manera o de la otra. Solo se había mantenido en el poder por razón de que ningún partido de oposición había logrado una coalición con votos suficientes para lograr la dimisión de Rajoy mediante el voto de desconfianza.
Lo que no hicieron Rajoy y el PP, por conveniencia partidista, una vez desalojado Rajoy del poder mediante el voto de desconfianza pedido por Sánchez y por el PSOE, comenzaron a exigírselo a Sánchez. El alegato era que en las elecciones anteriores el PSOE no fue el partido más votado y había llegado segundo en número de parlamentarios con solo 84. En consecuencia, decían los populares españoles, Sánchez debe inmediatamente llamar a elecciones legislativas anticipadas. Pedro Sánchez, por el contrario, advirtió que “agotaré la legislatura” hasta que se venzan los 4 años para los cuales fue elegida y que gobernaría con la coalición lograda en esta legislatura actual.
Sánchez también tenía una razón política importante para no llamar a elecciones antes de tiempo. En las elecciones anteriores el PSOE había disminuido en votos debido a que los segundos 4 años de José Luis Rodríguez Zapatero, contrario a su gestión en el primer cuatrienio, se caracterizaron por diversas medidas neoliberales y por hacerles concesiones a los dueños del capital financiero. Como el PSOE ha sido tradicionalmente un partido obrero y de izquierda, su giro a la derecha en ese segundo cuatrienio de Zapatero lo perjudicó en votos. Le ocurrió algo similar al SPD en Alemania, que también es un partido socialdemócrata pero que se movió a la derecha para apoyar a Merkel, o lo que aún antes le sucedió al partido social demócrata de Grecia, el PASOK, por razones similares. Es esa la razón por la cual el PP ganó ampliamente las elecciones anteriores y el PSOE obtuvo solo 84 asientos en el parlamento a pesar de que antes había tenido más de 100.
El giro constitucional sorpresivo reciente, que llevó al poder al PSOE y a Sánchez, en coalición esta vez con las izquierdas, le recuperó confianza y votos al PSOE de sus bases tradicionales. No obstante, Sánchez sabía también por las encuestas que de llamar a unas nuevas elecciones, en este momento en que el PSOE no se ha recuperado en votos lo suficientemente todavía, arriesgaría demasiado su permanencia en el poder. Por esa razón no ha llamado a elecciones, aunque las últimas encuestas colocan al PSOE recuperado en fuerza electoral, al punto de estar tan fuerte como lo estuvo el PP. No hay todavía seguridad para él de que una nueva legislatura habría de repetir una coalición de voto de confianza mayoritario para él. En el entretanto, Sánchez busca aumentar más el respaldo del pueblo votante al PSOE. Por lo pronto ha legislado con ayuda de PODEMOS para aumentar las pensiones a los jubilados y, sobre todo, ha tenido un desempeño internacional que para muchos ha sido deslumbrante. Y es que Sánchez, muy inteligentemente, ha colocado a España como socio principal de Merkel y Macron en la defensa y fortalecimiento de la Unión Europea en un momento en que ese respaldo llegaba a la UE como anillo al dedo. Mientras Rajoy les era principalmente indiferente a otros líderes de la Unión Europea, Sánchez se ha ganado que lo vean como un líder dinámico y dispuesto a ayudar a solidificar la Unión Europea, no solo mediante la admisión a España de refugiados africanos que no son bien recibidos en Italia o Alemania, en estos momentos, sino demostrando un apoyo fuerte a la Unión Europea como sistema. Esto le puede ganar más votos al PSOE en España, ya que en la nación española no existe un movimiento de derecha que sea anti-refugiados, euroescéptico y racista del tipo de los partidos de extrema derecha que existen en Francia (el partido de Marine Le Pen) Alemania (Alternative für Deuschland y PEGIDA) y en Italia (La Lega del Nord de Matteo Salvini) o como el Independence Party que apoyó el BREXIT en Inglaterra. Por el contrario, ni el Partido Popular español ni Ciudadanos, que son los más derechistas, tienen posiciones euroescépticas ni contrarias a la admisión razonable de refugiados.
El gran reto por delante
De ese modo, Pedro Sánchez intenta conferirle, poco a poco, estabilidad a su coalición de gobierno. Su estrategia es hacer leyes que beneficien a amplios sectores descuidados por el PP, y que, por lo tanto, tengan el apoyo de UNIDOS PODEMOS y de los partidos regionales de Cataluña y el País Vasco, por lo cual solidifican la coalición. No obstante, eso también significa hacer concesiones a los partidos independentistas catalanes que han apoyado a Sánchez en espera de un mejor trato que el que les dispensaba Rajoy. Sánchez ha prometido diálogo con Quem Torra y con los independentistas de Ezquerda Republicana de Catalunya. En este asunto tendrá que “hilar fino” para evitar perder el respaldo de los catalanes sin enajenarse otros apoyos por hacerles concesiones que no sean aceptables en el resto de España. Ya observamos en la televisión española cómo el nuevo gobierno de Sánchez ha producido un nuevo anuncio sobre lo que es España: ESPAÑA TAN SINGULAR COMO PLURAL. Si en el tema de la “España Plural” el PSOE y Sánchez logran eventualmente reformas constitucionales justas para las regiones que tienen características nacionales propias como Cataluña, el País Vasco y Galicia, al mismo tiempo que se reafirma la UNIDAD del Estado Español, se habría logrado bastante a favor de un nuevo encaje para las comunidades diversas y en la asignatura pendiente de trascender por fin las huellas que han perdurado de la Guerra Civil y del franquismo.
Si Pedro Sánchez y el PSOE lograrán o no la hazaña política de agotar esta legislatura, y además salir mucho mejor en las próximas elecciones (2020), dándole estabilidad a un gobierno del PSOE, apoyado también por las izquierdas del país, está por verse. No obstante, no cabe duda que, rodeado de asesores de primera, Pedro Sánchez logró sacar a Mariano Rajoy y al PP del Gobierno español, mediante una movida astuta, pero muy legítima y constitucional, y por lo pronto, exitosa.
Efectos del fenómeno Sánchez en los demás partidos
Aparte de haber perdido el poder y a Mariano Rajoy, el PP ha debido reformarse para hacer frente al reto de Sánchez y del PSOE. Esa reforma se logró mediante primarias y la elección de Pablo Casado como presidente del partido. Casado es un joven dinámico, bien parecido, que parece más apropiado para competir con Albert Rivera e Inés Arrimadas de Ciudadanos y con el propio Sánchez. A pesar de que Sáenz de Santamaría, la primera vicepresidenta nombrada por Rajoy y su mano derecha, realizó una campaña alegando ser la ficha de un triunfo futuro frente a Sánchez, su propio partido la asoció demasiado con Rajoy y los compromisarios del partido eligieron a Casado en la segunda vuelta de las primarias, que se debatió precisamente entre el ganador y Sáenz de Santamaría. Con Sáenz fuera del círculo principal de apoyo de Casado en el PP, este ha buscado dar la imagen de que él reformará al partido, lo alejará de la corrupción y que es la mejor opción para un futuro regreso al poder. Pablo Casado tiene un problema muy grave, sin embargo. Su Máster de la Universidad Rey Juan Carlos está en entredicho. La propia jueza de instrucción del caso dice que a Casado y otros “estudiantes” del Máster, se les abrió una oportunidad por aparte de pagar menos que los estudiantes regulares y además obtener el Máster sin ir a clases ni tomar exámenes. Sin esfuerzo alguno. Ya Cifuentes, antigua Presidenta de la Comunidad de Madrid por el PP cayó en desgracia política al comprobarse que su Máster, también de la misma universidad, no cuenta con pruebas de que tomara los cursos y aprobara el grado por la vía normal. Otro proceso irregular. Por más que algunos líderes del PP han dicho que Casado está saliendo bien librado de esa acusación, el caso no se ha visto en su fondo, y habrá que esperar a que lo asuma el Tribunal Supremo, ya que por su cargo como diputado Pablo Casado es un aforado, es decir, está eximido de ir a foros legales inferiores. Entonces se verá si es posible o no en España que un Presidente de partido que habló de reformarlo para evitar la corrupción, quede en pie luego de que se le pruebe en el Supremo que se robó un título universitario de Máster.
UNIDOS PODEMOS, también se ha afectado de alguna manera por el fenómeno Sánchez en el PSOE. Para empezar, dicha formación de los “indignados de España”, que surgió para desplazar al bipartidismo tradicional, no le ha quedado más remedio que posponer ese objetivo, y ante la perspectiva de salir de Rajoy y del gobierno de derecha del PP, ha terminado por apoyar a Sánchez y ser un instrumento político clave en lograr su investidura. Generalmente, cuando un partido de izquierda apoya a uno más moderado, suele perder votos por el lado de los de la izquierda más militante. Al parecer, ha habido algo de eso ya que las encuestas recientes encontraron para PODEMOS solo un 10% del voto total. Por otra parte, es de esperar también que algunos votantes se hayan movido de PODEMOS al PSOE, en aras de dar la oportunidad a Sánchez de intentar realizar un gobierno de centro-izquierda más adelante, luego de las elecciones de 2020. Eso puede explicar también la falta de crecimiento que aparece en las encuestas para el caso de PODEMOS. La izquierda española, aunque mucho mejor organizada y articulada que en otros tiempos, ha debido comprender que todavía el PP y el PSOE arrastran facciones importantes del electorado español. No es tan fácil que Ciudadanos sea el nuevo partido de la derecha y Podemos el de la izquierda. Por algunos comicios más, y ciertamente en 2020, o antes si hubiere elecciones anticipadas, la realidad partidaria española, aunque modificada sensiblemente con el nacimiento de Ciudadanos y de Podemos, será un sistema de 4 partidos, los dos tradicionales (PP y PSOE) y los dos nuevos y alternativos (Ciudadanos y Podemos). Cómo se distribuirán los asientos parlamentarios luego de la próxima elección, que es lo determinante para saber qué tanto poder detentará cada partido, es algo que está por verse. Pero las encuestas recientes prevén un escenario de 4 partidos, más o menos equiparados.
Hay una diferencia importante entre el partido de Albert Rivera (Ciudadanos) y UNIDOS PODEMOS. Mientras Ciudadanos es un calco del Partido Popular y tan derechista como este, diferenciándose del tradicional en su alegato de que no tolerará la corrupción, UNIDOS PODEMOS es la conjunción de fuerzas de izquierda de los indignados (PODEMOS), dirigido por Pablo Iglesias, Pablo Echenique, Iñigo Errejón, Irene Montero y otros, y la Izquierda más tradicional (Izquierda Unida-IU) dirigida por el joven Alberto Garzón. Esta es una coalición que está bastante más a la izquierda que el PSOE y no es un calco del mismo, como sí lo es Ciudadanos del PP. Ese factor también será importante en determinar si UNIDOS PODEMOS seguirá en coalición temporal con Sánchez y el PSOE, o si serán un partido de oposición. Ya ha habido algunas fricciones entre el PSOE de Sánchez y UNIDOS PODEMOS. Y no hay que olvidar que Pedro Sánchez se muestra monárquico, y hasta cercano al Rey Felipe VI, mientras en la izquierda española predominan los favorecedores de una tercera república para España. La monarquía en realidad tiene mucho de anacrónica, además de ser la herencia del franquismo, y ha tenido episodios angustiosos recientes debido a las alegaciones de que el Rey Juan Carlos trasladó dineros al exterior para evitar impuestos en España y debido también a que el marido de la Infanta Cristina, Iñaki Urdangarin, ha sido declarado culpable por un tribunal el cual lo sentenció a prisión por haber urdido una trama para beneficiarse personalmente de dinero público. De modo que cómo haya de evolucionar el reclamo republicano será un factor de algún peso en determinar la duración y éxito de un gobierno Sánchez-PSOE comprometido con proteger la monarquía.