El surrealismo soy yo
Salvador Dalí es el artista más famoso que he conocido, al que André Bretón bautizó con el anagrama compuesto con las letras de su nombre, AVIDA DOLLARS. Fue el mejor embajador de sí mismo, creando un personaje polémico que ofendió más a los artistas y a sus amigos que a la burguesía o a la dictadura de Franco.
Su máxima aportación al surrealismo la realizó en 1929, el año de su colaboración más importante con Buñuel: juntos realizaron Un perro andaluz, una de las obras claves de la estética surrealista. Una película plagada de imágenes cuyo objetivo no es otro que el de provocar en el espectador reacciones instintivas de atracción y repulsión. Es paradigmática la primera escena en la que una hoja de afeitar pasa a través del ojo de una muchacha cortándolo en dos, o aquella otra en la que de un agujero de la palma de la mano de uno de los personajes, aparece un batallón de hormigas. Un perro andaluz funde en pocos minutos (la película dura 17) y a gran velocidad, imágenes reconocibles que van creando en el espectador la posibilidad de hacer una asociación automática.
Después de realizar la película, Dalí sintió la necesidad de disponer de un método que le permitiera ejercer en su pintura el procedimiento empleado en el film: la utilización de una imagen de apariencia reconocible, que oculta un sentido más profundo, al que no podemos acceder por el camino de la razón consciente. Así desarrolló el método paranoico crítico planteado en su libro El mito trágico del Ángelus de Millet. Esta pintura del siglo XIX, bucólica y bienintencionada en apariencia, la había visto Dalí en múltiples reproducciones desde su infancia y el hecho de que fuera tan popular, le confirmó la sospecha de que tras él se ocultaba algo irracional que afectaba al inconsciente colectivo. En las versiones de Dalí, la mujer pasa a ser una castradora y Millet un artista erótico que hubiera escandalizado a sus contemporáneos.
Las pinturas realizadas bajo este método son transcripciones directas de imágenes reales captadas en un estado de embriaguez o trance. La mente, mediante un golpe de vista desprejuiciado, establece entre ellas unas relaciones no previstas. Sus creaciones están realizadas de forma convencional, con una técnica meticulosa, casi diríamos académica, es decir, los objetos son los de siempre, pero es la asociación lo que es insólito. El gran masturbador, El juego lúgubre y Los placeres iluminados, son obras en las que están presentes fantasmas de impotencia, masturbación y elementos escatológicos que llegaron a alarmar a los propios surrealistas.
El estreno del Perro andaluz en París le valió a Dalí su entrada oficial en el grupo surrealista, en el que “militaba” Paul Eluard, esposo de Helena Ivanovna Diakonova, Gala. Ambos visitaron a Dalí en España ese verano. A raíz de esa visita, Gala fue tomando cada vez más importancia para el artista, que en este momento, pasaba por frecuentes manifestaciones de desequilibrio acompañadas de ataques de risa histérica. Gala desempeñó un papel fundamental en su vida: fue su musa y cómplice de la imagen que Dalí fue creando de sí mismo, de sus extravagancias, de sus excesos y… de sus finanzas. La pintó obsesivamente convirtiéndola en un símbolo.
En 1931 realizó una de sus obras más conocidas: La persistencia de la memoria, cuyos relojes que dan la impresión de derretirse, se convertirán en una especie de sello de la “marca” Dalí repetidos hasta la saciedad. A partir de este momento, comenzó a buscar nuevos horizontes más allá de París y sus roces con el jefe del grupo surrealista fueron cada vez más tensos. En 1934, en casa de Breton, se le hizo un proceso en el que se le acusó de contrarrevolucionario y glorificador del nazismo. Dalí aseguró que sus relaciones con Hitler y Lenin no pasaban de ser reflejo de sus fantasías: Así pués, Andre Breton, si esta noche sueño que fornico contigo, mañana por la mañana pintaré nuestras mejores posturas con la mayor riqueza de detalles.
Se vinculó con Nueva York y con los millonarios americanos, iniciando una gran actividad social, manteniendo actitudes cada vez más individualistas y conservadoras. La guerra civil española, el bombardeo de Guernica, la guerra mundial, los campos de concentración, las bombas atómicas, eran todos hechos sobre los que muchos artistas e intelectuales se expresaron. Dalí se mantuvo al margen, incluso, durante la guerra civil española, aunque se enteró del fusilamiento de Lorca. Al final de la misma, en 1939, le escribió a Buñuel, que le había pedido ayuda, negándosela: Mi vida debe orientarse hacia España y Familia. Destrucción sistemática del pasado infantilista representado por los amigos de Madrid, imágenes sin consistencia real. Gala, única Realidad ya incorporada a mi libido en sentido constructivo. No puedo hablarte más FRANCO que me es posible. Viva! el individualismo de los tiburones que se comen a los débiles. Nietzsche y el Ampurdán Realista-Surrealista. Qué mierda el marxismo, última supervivencia de la mierda cristiana! El catolicismo lo respeto mucho. Muy sólido.
Desde 1940 hasta 1948 se instaló con Gala en los EE.UU donde se multiplicaron sus actividades sociales y sus relaciones con los millonarios y con la cultura de masas: decoró el apartamento de Elena Rubinstein, retrató personajes de la alta sociedad, diseñó joyas, carteles publicitarios, portadas de revistas y participó en películas de Hollywood, junto a Hitchcock y Walt Disney.
Dalí se puso de moda y se enriqueció, dando la razón a Breton de que SALVADOR DALÍ era AVIDA DOLLARS.
En 1948 se estableció definitivamente en Port Lligat (Girona), manifestando su interés por formar parte de la España franquista. Elogios al franquismo acompañados de un renacimiento religioso que se materializó en su obra Cristo de San Juan de la Cruz, así como en sus obras histórico-alegóricas sobre la Historia de España, como el caso del Descubrimiento de América por Cristóbal Colón. Montajes publicitarios llenos de frases “provocativas”, parodias o una especie de action painting en la televisión poblaron los años 50, 60 y 70. Sus obras serán repetitivas, previsibles y, lo que es peor, carentes de un planteamiento teórico potente y renovador.