Empire of Light

Un nuevo empleado, Stephen (el excelente Michael Ward), que es un británico negro y vive con su madre enfermera, comienza a trabajar en el cine, y él y Hilary se sienten atraídos el uno por el otro. La situación se complica por el prejuicio de la ciudad y, más tarde, porque una demostración racista en las calles pone en peligro la vida de Stephen y tensa la relación entre el joven negro y la mujer madura blanca. A la pareja le resulta difícil hablar sobre el racismo hacia Stephen por parte de algunos lugareños, así como sobre las relaciones pasadas de Hilary. El tema del racismo está desarrollado con el trasfondo de un homenaje a varias películas de la época, en particular Being There de Peter Sellers. Más tarde descubrimos que Hilary ha pasado un tiempo en un hospital psiquiátrico ya que su depresión la lleva a cambios de humor, lo que hace que se tome un año sabático. Las revelaciones van complicando las relaciones entre los trabajadores del cine. Los altercados culminan en un enfrentamiento la noche del estreno de la película Chariots of Fire, cuando Hilary le revela su affaire con Donald a su esposa Brenda (Sara Stewart).
Durante la refriega que resulta de las demostraciones racistas, la turba irrumpe en el cine y ponen en peligro la vida de todos los trabajadores. Stephen intenta ayudar a Hilary. Ella huye a su apartamento, pero la policía allana su piso y la arrestan. Hilary finalmente regresa al trabajo, solo para presenciar cómo Stephen es atacado por tres miembros del Frente Nacional e ingresado en el hospital con heridas graves. Hilary lo visita durante su recuperación y la madre de Stephen revela que Stephen piensa a menudo en ella. Como nunca había visto una película completa en el cine, Hilary le pide al proyeccionista, Norman, que le muestre una película de su elección y él proyecta Being There. Después de que Stephen sale del hospital, lo aceptan para estudiar arquitectura en la Universidad de Bristol. Hilary se resiste a despedirse como lo hacen los amantes, pero en el último momento se precipita a abrazarlo y desearle suerte. Un momento breve que nos prepara para ver que Hilary continúa trabajando en el cine, contenta.
Triste y nostálgica la cinta es notable por la cinematografía de Roger Deakins y por la presencia de Olivia Colman. Esta notable artista es capaz de hacernos partícipes del dolor y las tribulaciones de su personaje sin recurrir a excesos actorales. Su sonrisa, que es hermosísima, tiene variantes que incluyen la decepción. Su personaje y su actuación salvan lo que básicamente es un pequeño melodrama de ser olvidable. Parte de la culpa la tiene el guion, escrito por el director, Sam Mendes, que trata algunos temas de su propia trama con demasiada superficialidad. Entonces, está Olivia.