Erotismo, sexualidad y derechos democráticos
Creo que aun vivimos en una sociedad laica en la cual nuestra Constitución nos garantiza la separación del estado y las iglesias. Es posible que en este mundo algo extraño en el cual vivimos quizás la Constitución se haya cambiado sin haberme yo enterado y por eso sigo utilizando una vieja edición en mis cursos universitarios. No me extrañaría en una sociedad en la cual alguno que otro líder legislativo afirma que la transparencia no es su prioridad. No obstante, voy a suponer que no, que al menos ese punto no lo han alterado aun. Lo planteo en el contexto de un asunto que los medios han puesto ante la opinión pública. Se trata del grito moralista de varios pastores (tal parece que de ovejas extraordinariamente descarriadas) contra el sexo, el erotismo, el porno, la sexualidad y, claro está, los derechos y las libertades garantizadas por los documentos fundacionales de la ley y el derecho en la mayor parte de los estados del mundo.
Tampoco me he enterado de que las ciencias hayan descubierto una forma asexuada de reproducir la especie humana y, por lo tanto, he de suponer que el proceso aun es sexual. Sabia es la evolución al hacer del proceso uno también muy placentero, pues es indispensable desde la perspectiva filogenética. Lo es hasta tanto las represiones moralistas, particularmente las de orden patriarcal, no intervienen y desafían el placer que la naturaleza se ha encargado de ofrecernos. Y resulta que a partir de este hecho natural del placer, el deseo y la pasión vinculados a la sexualidad y la reproducción, nuestra imaginación, creatividad y capacidad lingüística nos han llevado a expresar nuestra sexualidad y los sentimientos vinculados a su práctica a través de las artes. Ejemplos hay miles. Piensen, por ejemplo, en la Venus de Milo, el David de Miguel Ángel, Las tres gracias de Rubens, las Demoiselles de Avignon de Picasso, en todos los grandes ballets y las grandes óperas. Un buen ejemplo del texto bíblico erótico en la ópera: nada menos que Salomé de Strauss o Sansón y Dalila de Saint Saӫns. Piensen en toda la gran literatura desde los poemas babilónicos hasta Cervantes, Shakespeare y los nobeles García Márquez y Vargas Llosa. ¿Qué sería del gran cine universal sin sus fabulosas incursiones por el erotismo? Los filmes de Kurosawa por caso. En la Escuela de Comunicación Pública acabamos de ver Alphaville de Godard otra vez. Fabulosa la escena final en que la protagonista, deshumanizada por su sociedad y rescatada por un terrícola, aprende a decir “te amo”. Quizás los pastores recuerden un ejemplo de la literatura bíblica y uno de los poemas eróticos más bellos de la historia de la literatura: El cantar de los cantares. La amada canta: “¡Que me bese ardientemente con su boca! Porque sus amores son más deliciosos que el vino… El rey me introdujo en sus habitaciones: ¡gocemos y alegrémonos contigo, celebremos tus amores más que el vino!” …El amado contesta: “Tus pechos son como dos ciervos jóvenes, mellizos de una gacela, que pastan entre los lirios. Hay miel y leche bajo tu lengua y la fragancia de tus vestidos es como el aroma del Líbano.” Es que el amor es bello.
¿Y el porno?, algo muy, pero que muy distinto de la expresión erótica. Pues resulta, señores policías del vicio y la moral, que es una parte de la expresión humana también. Lo encontramos desde las pinturas rupestres y los murales de Pompeya y Herculano, desde los graffiti en el ágora de la Grecia antigua y el foro romano hasta los graffiti callejeros en todas las ciudades de hoy día, San Juan incluido. Amén de que el porno es una gran industria que ofrece trabajo a mucha gente, grandes ganancias al capital invertido y, por ende, a las empresas financieras y los bancos y hasta ha sido refrendado por los tribunales. Recuerden el famoso caso discutido en el Tribunal Supremo de los Estados Unidos, USA vs. Larry Flint, el editor de la revista Hustler, (caso que además se llevó a las pantallas de cine). Como tantas cosas en la vida hay gente a quien le gusta el porno, hay quienes lo necesitan, otros no. A mí de este negocio lo que me importa es que a los y las trabajadoras le paguen sueldos justos, buenos beneficios marginales y que trabajen sanos y contentos. Como tantos otros hábitos, incluyendo los sexuales, lo crucial es que haya la libertad para decidir lo que cada quien prefiere, que toda relación sea consentida y que nadie le imponga sus estilos y creencias a otro. De eso se trata la sociedad democrática laica. ¿Podrá ser verdaderamente democrática la que no es laica?
Laica, o sea, independiente de cualquier organización o confesión religiosa. De eso se trata. Un estado, una organización política que no responde a los cánones, a la ideología de ninguna religión. Un sistema de ley democrático laico es aquel que permite la libre expresión, la libertad de asociación y de prensa, y defiende el derecho a la información y educación de cada ciudadano. Para que luego puedan esos ciudadanos tomar las decisiones que guiarán sus vidas colectivas dejando a cada uno la opición de hacer en privado lo que entienda y lo que permita la coexistencia comunitaria de las instituciones que, conforme a las leyes, los ciudadanos quieran organizar. Y eso incluye a las iglesias, a todas.
Según señaló Pericles en el siglo quinto AC en su famoso Discurso fúnebre, (nos llega por el historiador Tucídides), la democracia se practica “con respeto a las leyes, todos gozan de iguales derechos en la defensa de sus intereses particulares; ….Tenemos por norma respetar la libertad, tanto en los asuntos públicos como en las rivalidades diarias… en los asuntos privados somos indulgentes, en los públicos, en cambio …jamás obramos ilegalmente…”
Hoy día esa libertad incluye la de culto, esa decisión de cada quien sobre lo que ha de creer y sobre los principios rectores de su vida es precisamente lo que garantiza a cada religión la libertad para exisitir, organizarse y expresarse. Lo que no es válido es que unos traten de imponer sus valores sobre otros y muchísimo menos utilizando los servicios y presupuestos que han sido creados para beneficiar a todos. Por ello, muy bien que le contestó la policía a los pastores que el tal negocio porno es una empresa privada a cuyos servicios accede el que quiera, pagando lo que la empresa cobra, y que mientras cumpla con los requisitos de ley del pueblo de Puerto Rico, pues derecho tienen. Los ciudadanos que entiendan que no cumplen con la ley, pueden elevar una querella y la policía investigará y adjudicará el caso o lo elevará a los tribunales según dictan las leyes.
A los pastores, que ofrezcan sermones en sus iglesias, que utilicen los medios para dar a conocer sus posturas con el respeto que nos merecemos todos los ciudadanos: los que concurren con ellos y los que no. Y eso implica, señores, no decirle a nadie que, si no está de acuerdo con sus posturas, es pecador, asegurando que los principios que ellos sostienen son los que debe tener cualquier persona. Pues no. Cualquiera puede tener principios muy distintos y ser una persona muy decente y honrada. ¡Qué importante es cuidar el lenguaje que se utlliza en público y respetar el derecho ajeno! Y de paso, en los primeros diez meses del año ya van más de 900 asesinatos. ¿Cuándo harán estos pastores una crítica seria y pública de la violencia cotidiana? No solamente las leyes de Puerto Rico, sino aquellas mucho más viejas de los hebreos, Los diez mandamientos, sostienen un “No matarás”.