¿Escogemos?
A Zeta, por atreverse a tomar la palabra…
Me acabo de enterar que el sistema universitario del estado de NY ha enmendado su política institucional para que cuando lxs estudiantes llenen documentos oficiales puedan escoger entre múltiples opciones en las categorías de género y orientación sexual. Esta noticia forma parte de un esfuerzo mayor por llevar al día a día universitario prácticas no discriminatorias, y por desarrollar una cultura plena de equidad y justicia para todas las diversidades. Este proceder rompe categóricamente con el sistema binario del género y de la orientación sexual al uso y es una buena noticia.Ya no solo aparecerá femenino y masculino en el encasillado de género. Ahora, cada estudiante podrá “auto-identificarse” con una de siete (7) alternativas: hombre, mujer, hombre trans, mujer trans, queer/género fluido, interrogándose o questioning, no está segurx o añadir otra “identidad”. Asimismo, en la categoría de orientación sexual se incluyen ocho (8) opciones: heterosexual, gay, lesbiana, bisexual, pansexual, queer, interrogándose o questioning y no está segurx. En este acápite se puede escribir, igualmente, “orientación no identificada” y esa es una buena noticia.
Sin embargo, el breve reportaje está plagado de conceptos que muy bien pueden ir entre comillas porque implican discusiones siempre en curso. También da por sentado debates intensos, tanto en dimensiones prácticas como teóricas, sobre los orígenes de la diversidad. El reportaje comparte una buena nueva, pero ¡cuántos pasos previos deben dar tantas instituciones para que cualquier persona pueda vivir dicho espectro de posibilidades como una celebración!
Ciertamente, esta buena noticia me hace anhelar que la Universidad de Puerto Rico –en sintonía con la Certificación #58 y con las nuevas normativas pertinentes– revise la Solicitud Única de Admisión a esos efectos, entre tantos otros documentos y prácticas. El compromiso institucional en NY me dice que es posible hacer mucho más de lo que se hace aquí, y que hay imitaciones deseables –aunque una sea anti-colonial– para fortalecer la decencia ciudadana por estos lares.
Pero, hay todavía más. Esta buena práctica me invita a preguntarme qué debe ocurrir para que una persona llegue al acto mismo de la auto-definición, de la auto-identificación, de escoger una u otra posibilidad en cada categoría. ¿Cómo y cuándo ese gesto es liberador? ¿Quiénes pueden hacerlo y en qué contextos?
¿Cuándo escoger es bueno? Y, ¿por qué hay que escoger?
La identidad de género y la orientación sexual no son menús ni catálogos que escogemos un buen día. Para quienes somos diferentes a la heteronorma, se trata, más bien, de descubrimientos, auto-reconocimientos, afirmaciones en curso que no necesariamente se definen de una vez y para siempre. Son interrogaciones cotidianas a lo que se espera, a lo que se debe ser, a lo que es la norma.
¿Escogemos un buen día? No lo sé. Ni siquiera creo que nos aporta mucho verlo de ese modo.
Prefiero pensar que, por lo pronto, es bueno que podamos marcar con una cruz o con un cotejo una aproximación al sueño de estar felizmente en nuestro cuerpo, en nuestra piel, en nuestros deseos, sean los que sean.