¡Estoy con los estudiantes!
El principal veneno es la política, que interfiere de forma nefasta en todo su quehacer y a todo nivel de la comunidad universitaria. En el 2010 colaboré con los esfuerzos de salir de la probatoria de Middle States Commission on Higher Education (MSCHE) y en el proceso se reiteraron las fortalezas increíbles de nuestro sistema UPR. Salimos airosos y fortalecidos de ese terrible proceso. Como sistema se hizo evidente que cada recinto tiene una misión particular con el pueblo de Puerto Rico y sus jóvenes. Algunos recintos hacen función de community college, dando acceso a la educación a jóvenes universitarios de primera generación en sus familias quienes, muchas veces, se trasladan luego a otros recintos del sistema para completar sus estudios. Otros en función de liberal arts college proveen educación de excelencia y forman profesionales que contribuyen a Puerto Rico y el mundo en programas únicos que cada recinto ofrece (hay cerca de 100 programas únicos que no se ofrecen en otras universidades en la isla). Muchísimos continúan estudios graduados en los recintos grandes de la UPR y en instituciones prestigiosas en Estados Unidos y el mundo. Sepan que en los recintos pequeños los programas acreditados por agencias profesionales y la MSCHE dan fe de su calidad y excelencia académica. Sepan que los egresados y sus éxitos dan fe de que nuestra universidad y sus 11 recintos son legado de los jóvenes y futuras generaciones.
La UPR es la mejor universidad de la isla. Lo demuestran todos sus logros relacionados a investigación, creación, desarrollo de patentes, etc. Además, tiene las tasas de graduación más altas en comparación con las privadas. Casi 60% de su oferta académica es susceptible a acreditación profesional y el 88% de la misma ya cuenta con esas credenciales que dan fe de su calidad y le brindan mayor prestigio.[1]
El diverso perfil de la facultad varía entre el sistema pero en cada recinto sobresalen facultativos comprometidos con la creación y la investigación y valoran la labor docente como lo que es, una gran responsabilidad. En la UPR sobresalen profesores por su excelencia en el quehacer académico, cultural y educativo en todos los campos del saber. No se equivoquen, hay profesores mediocres en todas las universidades del país y del mundo.
Por mi parte, llevo varios años de detox, de distancia de lo administrativo y cercanía o inmersión en lo educativo. Renovados mis tejidos, mente y corazón, gracias a la presencia vibrante de nuestros jóvenes. Mi corazón ahora sufre la herida de esta afrenta descomunal que provoca el gobierno de EEUU y su junta descarada y dictatorial a nuestra UPR y nuestra isla (ahora con la Jaresko se colma la copa).
Por su parte, la administración universitaria envenenada con la politiquería, en su visión distorsionada, acaso se convence de que obran bien al obedecer al gobierno-junta y sus recortes impuestos. Se convencen de que no hay otra opción y se hacen cómplices. Ya hicieron el primer plan con el recorte inicial de los casi $300 Millones (un error) y ahora, sin aparente vergüenza, sin lucha alguna, practican el ejercicio de cortar los 150 Millones adicionales impuestos en el plan enmendado y envenenado. Y piden diálogo y universidad abierta con amenazas de Middle States y pérdida de fondos PELL. Pero, la carta de la MSCHE no era a los estudiantes, no era a la comunidad universitaria. Era a la administración y al gobierno y a la junta porque este corte desorbitante e injustificable va a provocar una reestructuración de golpe y sin participación real de la comunidad, lo cual va en contra de estándares y requerimientos de la acreditadora. ¡Es el recorte lo que está poniendo en peligro la acreditación! El recorte incide específicamente en el estándar VII de gobernanza, donde se enfatiza la importancia de la autonomía y en el estándar VI de recursos donde se enfatiza la importancia de la sostenibilidad económica.[2] Ambas cosas, su autonomía y sostenibilidad económica, han sido atacadas por el gobierno y la junta al imponer dichos recortes. ¿Qué nos queda como opción de protesta y lucha? ¿Sentarnos a mirar cómo nos destruyen la Universidad?
Lo que ha pasado en Río Piedras con los profesores fue una extraña manera de manejar lo nefasto. Algunos no quieren huelga (realmente nadie la quisiera), y parecería que no quieren hacer nada ante los recortes. Otros tienen el deseo de diálogo pero saben que hay que protestar de algún modo, pero desean nuevas maneras de hacerlo con los portones abiertos (los comprendo). Al comienzo pensaba así, que debía haber otras maneras de lucha que preservaran la acreditación y los fondos de becas y préstamos. Pero, cuando se impuso el recorte de los 450 millones, ¿cómo no despertar? ¿Cómo dormir tranquilo? ¿Cómo quedarse sin hacer nada? ¿Seguir dando clases mientras se dialoga con portones abiertos realmente qué produce? ¿Qué impacto tendrá esta acción suavizada que pocos escucharán porque en vez de ir a la conferencia o al diálogo, irán a su clase, o seguirán su rutina enajenada de negación a la realidad? ¿Cómo cambia la realidad de que el gobierno-la junta-la administración están cortando y ajustando la universidad a lo impuesto? Coincido con Carlos Alberty Fragoso quien señala que es una contradicción “plantear la esperanza de que, sin protestar de forma enérgica, la comunidad universitaria será oída por la Junta y el Gobierno, y a la vez, plantear que los estudiantes serán desoídos si se lanzan a la protesta más enérgica que es el paro”.[3] ¿Qué impacto real tiene redactar resoluciones de protesta que no van acompañadas de acciones enérgicas de protesta? Como por ejemplo, la resolución “en contra” del recorte que recientemente emitió la Junta de Gobierno en su Certificación 98 (2016-2017) que reza: “Expresar que el ajuste fiscal propuesto para la Universidad de Puerto Rico, por la suma de $450 millones, es un ajuste desmedido que carece de base razonable que la justifique”. Decirlo mientras se obedece el recorte no es protesta alguna.
En esta coyuntura crucial que enfrentamos todos los sectores de la comunidad universitaria, es que se verá si los grandes recintos abandonan o no a los pequeños desde arrogancias académicas. Esas que hacen que no quieran convalidar cursos con la misma codificación si son ofrecidos en los recintos pequeños. Si los mismos profesores de recintos grandes no comprenden que las unidades pequeñas tienen un rol importante en el acceso a la educación de nuestros jóvenes no debe sorprender que el pueblo tampoco lo entienda. Y los que apuestan a que sus habichuelas están a salvo por ser permanentes en un recinto grande y por eso no accionan, verán luego los efectos de su egoísmo: una universidad del pueblo destruida-robada-vendida. Y los jóvenes nuestros empobrecidos en todos los sentidos. Aunque no haya despido alguno en el sistema (que es lo que nos dicen para mantenernos tranquilos) habrá una universidad completamente debilitada y su misión estorbada porque no tendrá los recursos necesarios para mantener su infraestructura, renovar periódicamente su tecnología y las acreditaciones profesionales que contribuyen a su calidad. No contará con los recursos necesarios para fomentar el desarrollo de su facultad, sus empleados y más importante aún, sus estudiantes.
Si tuviéramos una administración valiente nos convocaría a la lucha unidos contra la junta y el gobierno aunque los “boten” (y claro, regresarán a la cátedra pues todos son profesores), porque eso al menos sería un reclamo digno y unido en defensa de la universidad y en protesta y resistencia del impacto terrible que tendrán los recortes injustificables. Sería un gran acto de no cooperación. No olvidemos que la Universidad aún con medidas sostenidas de austeridad cumplía con sus compromisos económicos y podía balancear su presupuesto y cumplir su misión de educar y contribuir al desarrollo económico del país. Se debe invertir energía en el desarrollo de una contrapropuesta al gobierno y la junta, un plan alterno de reingeniería del sistema desarrollado de forma participativa y que no contemple un recorte tan amplio y nefasto, sino que implante medidas que han propuesto estudiantes, profesores y empleados docentes y no docentes. Eso sería un buen camino. Pero obedecer el recorte, sin protestar, sin accionar en su contra, no es defender nada. La administración universitaria, por un lado se expresa en contra de los recortes pero por el otro, acciona presupuestando los recortes, identificando las partidas de donde se recortará. Esa es la contradicción, la complicidad.
Yo estoy indignada, enrabiada con todo lo que nos impone Estados Unidos a través de su Junta y el gobierno local. Pero lo que más me duele es la falta de acción solidaria de la comunidad universitaria y del pueblo en general. ¿Dónde están los ex alumnos? ¿Dónde están los representantes del gobierno electos supuestamente para defender al pueblo y su bienestar? Y los de minoría e independientes ¿qué hacen? ¿Dónde están los artistas (muchos exalumnos) que con su imagen pública y voz podrían hacer una diferencia?
Lo que se escucha en los medios es a analistas, políticos y personas del pueblo comentando barbaridades en contra del sistema UPR y de sus estudiantes. Uno llegó a decir que si cerraban la UPR no tendría ningún impacto a largo plazo en Puerto Rico. Qué gran falta de respeto y reconocimiento a la universidad y su gran aportación al país. Los países sabios no recortan recursos educativos, al contrario, invierten en ellos reconociendo su rol crucial en el desarrollo económico, social y cultural del pueblo.
También, hay voces, claro, que la defienden y comprenden el gran legado de la UPR al país. Quienes más la defienden son sus estudiantes, que al hacerlo ponen en peligro sus becas y prestamos, pero en su acto desprendido y noble, muestran el camino, que es la solidaridad y la acción enérgica de protestar y denunciar la injusticia. Hay grandes movimientos de lucha que cambiaron el mundo los cuales se concretaron desde la acción de protesta no violenta en su diversidad de manifestaciones: boicot, no cooperación, marchas, paros y huelgas. Así fue que Gandhi lideró la liberación de su país colonizado.
El problema es la colonia (todos lo sabemos), es la corrupción rampante y la impunidad de décadas de gobiernos coloniales inefectivos y de leyes federales que limitan nuestro desarrollo económico (Qué se audite la deuda y se deroguen leyes injustas: la de cabotaje, la que creó la Junta de Control Fiscal, entre otras). Pero además, es la inercia y la desunión que persiste en todos los ámbitos y todos los niveles y ese es nuestro obstáculo principal como pueblo: que no sabemos trascender diferencias a la hora de luchar por un mismo propósito, a la hora de denunciar injusticias.
¡Estoy con los estudiantes, qué aunque algunos le critiquen sus reclamos o piensen que se equivocan, yo pienso que ellos son los que verdaderamente luchan, denuncian y accionan! ¿Qué estamos esperando los demás?
[1] Para ver datos específicos de logros institucionales del Sistema UPR vea: https://www.upr.edu/vicepresidencias/vicepresidencia-de-asuntos-academicos/investigacion-institucional/
[2] https://www.msche.org/publications/RevisedStandardsFINAL.pdf
[3] http://www.80grados.net/el-tao-de-los-estudiantes-el-desafio-ejemplar/