Inés Sandoval Vives, la mujer detrás del camafeo de Antonio Martorell
Se llamaba Inés Sandoval Vives. Fue bautizada con un nombre que recuerda a las protagonistas de novela, aunque su vida estuvo ausente del glamour y el esplendor que muchos de estos personajes irradian en los relatos.

La mujer del camafeo de la obra de Antonio Martorell, Inés Sandoval.
A menos de un año de la ocupación militar norteamericana en Puerto Rico, Inés Sandoval había cumplido apenas los 18 años cuando, el 24 de febrero del 1899, fue el núcleo de la discordia entre su pretendiente Rafael Ortiz y un soldado americano, que desembocó en el primer incidente en donde un puertorriqueño fue juzgado por un tribunal militar de Estados Unidos. Fue condenado a pena de muerte por el asesinato del soldado. Rafael Ortiz era un joven cochero de Caguas que quiso defender su honor al ser provocado y humillado por el soldado frente a su pretendida. Rafael Ortiz en esos días tenía 23 años. Eventualmente se le conmutó la pena por prisión perpetua y lo trasladaron a una prisión en Minnesota. Más tarde se logró que a Rafael Ortiz se le extinguiera la condena y se le dejara en libertad, tras lo cual regresó a Puerto Rico en junio de 1904.
Al leer esta historia investigada por Arcadio Díaz Quiñones y publicada en su libro, Once tesis sobre un crimen de 1899 [1], sentimos que nos deja las puertas abiertas y plantea preguntas que aún continúan rondándonos. Una de ellas concierne a varias mujeres que fueron centrales en la historia, a saber, Inés Sandoval, la novia de Rafael Ortiz, la madre de él (María Ortiz) y una o dos hermanas (a quienes la prensa se refiere sin mencionar sus nombres), más Celia Kenny, una maestra norteamericana que abogó por su liberación – todas son figuras escurridizas que desaparecen de los archivos y las narraciones.
En agosto 2019, cuando Arcadio Díaz Quiñones, republicó su ensayo, nos dice, “El relato mismo del crimen de Caguas carece de ‘final’, ya que no pude localizar en los archivos ningún rastro de Rafael Ortiz tras su regreso a Puerto Rico, ni de Inés Sandoval”. [2]
Hoy día en que muchas de las actas civiles, censos y otros documentos están digitalizados, no resistí la curiosidad de ir en búsqueda de Inés Sandoval. [3] Gracias al nombre y apellido tan distintivos, los documentos empezaron a aparecer y a armarnos una historia, con sus huecos y lagunas, pero que algunas huellas nos dejó. Después del proceso, como siempre concluyo, los rastros dispersos que desempolvamos son memorias que aguardan pacientemente a ser encontradas.
Me topé con otra Inés con el mismo apellido, pero era de una generación anterior y aunque posiblemente tendría un parentesco familiar, la descarté.
Al parecer la familia Sandoval-Vives tenía sus raíces en Caguas. Su padre, Robustino Sandoval González, (1838 – 1896), era descendiente de españoles, por el lado de su abuelo y abuela paternos. En su matrimonio con Ezequiela Vives – o María Ezequiela – procrearon alrededor de ocho hijos. No pude encontrar datos de los antepasados de Ezequiela ni actas que arrojaran luz sobre su edad o fallecimiento. No sabemos a qué se dedicaban Robustino y su esposa. Entre los hijos que sobrevivieron se encuentra Inés, una de las hijas menores, que nació el 28 enero 1881, según su fe de bautismo.
Al revisar la prensa de Puerto Rico y la prensa norteamericana de la época, notamos que a Inés Sandoval la despojan de su identidad. Se refieren a ella como “la novia” [4], o como “a young Porto Rican girl who was Ortiz’s sweet heart” [5]. Solamente la mencionan con nombre y apellido en las actas del juicio de Rafael Ortiz, donde ella figura como uno de los testigos de los eventos.
Al declarar durante el interrogatorio del abogado de la defensa, Inés, con mucho aplomo y astucia, testificó sobre los eventos del día de los hechos, y sostuvo que después de que el soldado agredió a Rafael, él “se fue a su casa y yo me fui a la mía. Después de eso no sé nada”. Inés creyó necesario enfatizar por segunda vez: “Yo me fui a mi casa y él a la suya, lo que pasó después no lo sé”. [6] Nos preguntamos, ¿fue esa la última vez que se vieron, o sus miradas se volvieron a cruzar en las calles de Caguas?
Aunque Inés pasó a ser una figura invisible, y su nombre fuese omitido, llegó a ocupar un espacio en el imaginario colectivo. La curiosidad nos aguijoneaba… ¿Qué sucedió con ella? Como en las novelas con un final feliz, quisiéramos pensar que Rafael e Inés se reencuentran una vez él obtiene su libertad y regresa a Puerto Rico.
Inés Sandoval reaparece en escena cuando a los dos años de Rafael Ortiz estar cumpliendo su condena perpetua, ella va a la Parroquia del Santo Nombre de Jesús en Caguas y, presentándose como madre natural, bautiza a su hijo, llamándole Rafael Ángel Sandoval, nacido el 1ro de octubre de 1902.

Despalilladoras de tabaco en Caguas 1924 PHOTOGRAPH BY CHARLES MARTIN, IMAGE COLLECTION. Photo National Geographic
Como dirían en Puerto Rico, hay que tener agallas para enfrentar el qué dirán, y nombrarlo Rafael. ¿Quiso Inés mantenerlo vivo en sus recuerdos, y recordar con ese gesto la injusticia cometida?
Rafael Ortiz es liberado en junio del 1904 y dos meses después, el 10 de agosto de 1904, Inés da a luz a su segundo hijo, llamado Tomás Sandoval. Ambos niños desaparecen de los registros, tampoco aparecen alojados con familiares. Rafael Ortiz reaparece en el censo del 1910, ha retomado su trabajo de chofer y trabaja de cochero en una casa particular; convive con Ramona Lebrón y reportan que llevan cuatro años de relación. Para esa fecha, al censista tomar los datos, no incluye a su única hija, Bienvenida Ortiz Lebrón, nacida el 22 marzo 1906, como parte del núcleo familiar, ya que no estaba viviendo con la pareja. [7]
Inés creció rodeada de tíos, hermanos, hermanas, sobrinos, primos y cuñados vinculados a la industria del tabaco. Inés posiblemente fue también una despalilladora de tabacos, al igual que su hermana menor, María Magdalena, que toda su vida productiva laboral aparece como una despalilladora, y su esposo como un “resagador” en talleres de tabaco en Caguas. Así levantaron una familia de cinco hijos, de los cuales dos varones fueron tabaqueros; uno de ellos, el hijo mayor, llamado Enrique, muere de tuberculosis intestinal a los 19 años.
Inés escasamente vivió la vida. Murió de tuberculosis pulmonar el sábado 10 de agosto de 1907 a los 26 años. En el acta de defunción de Inés se reporta que es una mujer blanca, soltera y no hace mención de sus hijos. Se indica que falleció en la casa que habitaba, pero no nombra el lugar en donde residió en Caguas.
La tuberculosis pulmonar es una enfermedad infecciosa que estaba ligada al aire insalubre que existía en los talleres de tabaco, en donde el espacio era reducido en un ambiente cerrado. [8] Ante la misma enfermedad sucumbieron varios miembros cercanos de la familia. Cuatro meses antes de Inés fallecer, le tocó llorar la muerte de su hermano tabaquero, Esteban, que murió a los 35 años de tuberculosis. Posiblemente vivían y trabajaban juntos.
La vida y la muerte se vuelven a cruzar en esta familia cuando el año en que Inés muere, su hermana María Magdalena tiene una hija y la llama Inés. Me alivia pensar que su nombre tuvo continuidad. Aún con las pérdidas que tuvo esta familia, no soltaron la esperanza.
Abrir puertas y documentar las vidas de las mujeres que protagonizaron este caso es aprender sobre sus vidas y las de sus familias, que muchas veces pasan inadvertidas y anónimas, y que fueron parte de la historia de la industria del tabaco en la zona urbana de Caguas, que lucharon, se organizaron y en varias ocasiones se fueron a la huelga por mejorar sus condiciones de vida y de trabajo.
En esta foto hay más de 95 personas, la mayoría mujeres despalilladoras en un taller de tabaco, en Caguas, Puerto Rico.
Se dice que detrás de las fotografías se esconden historias. Existen dos fotografías históricas; ambas tomadas en el mismo taller de mujeres despalilladoras de tabacos en Caguas: una fue tomada por un fotógrafo de la revista National Geographic en el 1924, [9] y la otra, propiedad de Getty Images, fue tomada 10 años después, en 1934. [10] En la foto publicada por National Geographic hay unas cortinas de telas oscuras enrolladas arriba de las enormes ventanas de cristales, y paraguas colgando alrededor de las ventanas, las cuales en su mayoría parecen estar cerradas, y algunas escasamente abiertas. La foto del 1934, fue tomada cuando la primera dama de los Estados Unidos, Eleanor Roosevelt fue a Caguas a visitar el mismo taller, en donde la mayoría de los obreros eran mujeres despalilladoras. Los rostros de algunas de las mujeres que figuran sentadas al frente se asemejan en ambas fotos. [11En ambas fotografías las mujeres blancas, negras, mayores, y jóvenes lucen igual de empobrecidas, tristes y cansadas. Lo más que me impactó de estas dos fotos, aparte del hacinamiento, es la inexpresividad en la mayoría de sus rostros, y la falta de vitalidad en sus cuerpos. Son rostros y cuerpos que delatan los estragos del abuso, el tedio, el hambre, las largas horas de trabajo, y los escasos 25 centavos que ganaban a diario. Son mujeres relativamente jóvenes consumidas por una pobreza cotidiana. Ambas fotos me acercaron a la realidad de Inés Sandoval Vives, y a todas esas mujeres y hombres que fueron parte de esa historia tabaquera en donde unas condiciones pésimas de trabajo les arrebataron la vida a muchos de ellos, antes de su tiempo. Estas mujeres no eran las que ocupaban las portadas de la revista, Puerto Rico Ilustrado ni eran elegidas reinas del Carnaval de San Juan o de algún club social. Pero dejaron sus huellas. Son historias que merecen ser contadas. No existe una foto de Inés. Pero Inés no ha pasado desapercibida. Inés le alborotó la imaginación al artista Antonio Martorell, quien la perpetuó en un camafeo, y le hizo el reconocimiento de llevarla al museo. [12]
Como nos dijera Gervasio García, Martorell rescató del olvido a la mujer invisible y la revivió. [13]
Por: Rossana Duchesne
Referencias:
[1] Quiñones Díaz, Arcadio, Once Tesis sobre un crimen de 1899, Luscinia C.E. San Juan Puerto Rico, 2019[2] Ibíd., p. 112
[3] Se consultaron los siguientes repositorios digitales: Family Search.org; Ancestry.com; para actas civiles: bautismo, nacimiento, matrimonio, defunción y censos.
[4]Bunker Oscar L. Historia de Caguas, Parte II. Caguas, Puerto Rico, 1975 p. 91.
[5] The Saint Paul Globe, (St Paul, Minn) June 6, 1904. Prison Doors open to Rafael Ortiz, p. 2
[6] Díaz Quiñones, Once Tesis…, p. 45.
[7] El relato sobre Rafael Ortiz después de su llegada a P.R. se merece un escrito aparte.
[8] Scarano Francisco, Puerto Rico: Cinco siglos de Historia, 1993, McGraw-Hill, 1993, p. 604.
[9] National Geographic Magazine, Vol.XLV1, Num. 6, December 1924 [Entire Issue –Porto Rico] Photograph by Charles Martin, Image Collection, Photo National Geographic [Existe un Registro de Pasajeros de Charles Martin viajando a Puerto Rico en marzo, 1924] www.nationalgeograhic.es/fotografo/charles-Martin.
[10] www.gettyimages.com/detail/news-photo/first-lady-in-puerto-rico–factory-accompanied-by-helen…
[11] El Mundo, 10 marzo 1934, Sra. Roosevelt visita a las obreras de las fábricas. p. 7. Incluye foto tomada en Caguas, en el taller despalilladoras de la Porto Rico Leaf Tobacco Co. En donde había alrededor de 800 mujeres trabajando. Se reporta sobre un experimento de alimentación que conducían, y los ataques de histerismo que sufrían algunas de las despalilladoras.
[El Periódico, El Mundo cubrió diversas noticias sobre las despalilladoras de Caguas (Huelga, condiciones laborales] [12] Exhibición, Entretelas, Antonio Martorell y sus Amigos, Museo de Las Américas, (2022) San Juan Puerto Rico [Camafeo de Inés Sandoval. Foto cortesía de Antonio Martorell].
[13] García Gervasio L. Cómo narrar el imperio: un crimen de 1899, Revista Digital, 80 Grados, 13 febrero 2022.
Fue leído en el conversatorio: Museo De Las Américas, Conversatorio Once Tesis, con los panelistas: Arcadio Díaz Quiñones, Gervasio García, Antonio Martorell y Ana Teresa Toro. 1, febrero 2022.