Inminencia de un ataque israelí a Irán
El presidente Barack Obama alega estar reacio a recurrir a la opción militar para frenar la nuclearización de Irán, pero ¿lo está también Israel? El diario The Washington Post informó que el Secretario de Defensa de Estados Unidos, Leon Panetta está convencido de que un ataque unilateral por parte de Israel parece “inminente”.
El presidente Obama ha advertido que “cualquier tipo de actividad militar adicional dentro del Golfo Pérsico será desestabilizadora y podría tener un gran efecto sobre los precios del petróleo”. Irán ha amenazado con cerrar el estrecho de Ormuz en caso de una agresión, por donde transita un tercio del petróleo que se comercia en el mundo.
Los ataques aéreos “quirúrgicos” de Israel contra sus vecinos tienen precedentes. En 1981, sus F-16 lanzaron un ataque sorpresa contra el reactor nuclear de Osirak, en Irak, y lo inutilizaron por completo. Más tarde, en 2007, volvió a atacar un reactor sirio en una zona desértica al oeste de Damasco.
La pregunta es: ¿posee Israel la capacidad militar para repetir con éxito en Irán los ataques perpetrados a Irak y Siria? La revista estadounidense Time ha demostrado en un extenso reportaje que Israel no está en condiciones de infligir un daño irreparable al programa nuclear iraní. La principal razón para que esto es que el régimen iraní ha dispersado su programa nuclear en numerosas instalaciones a lo largo y ancho del país que tiene una extensión territorial de 1,873,959 kilómetros cuadrados y 80 millones de habitantes. Las centrifugadoras que enriquecen uranio están construidas bajo tierra a profundidades que las hacen casi invulnerables.
Hay, por otro lado, una limitación para ese tipo de ataque en la aviación israelí. Los aviones con los que cuenta Israel son los F-151 Raam y F-161 de escoltas capaces de volar 2,500 kilómetros sin repostar. Entre Tel Aviv y Teherán hay 1,600 kilómetros, por lo que la distancia de ida y vuelta es de unos 3,200 kilómetros.
Los expertos señalan que para demoler seriamente el programa nuclear iraní se requeriría una campaña prolongada de ataques aéreos que duraría varios días, teniendo que repostar en el aire a sus aviones. De modo que la capacidad de Israel sería para un ataque aéreo puntual que dañaría unas cuantas instalaciones por lo que el programa nuclear iraní solo sufriría un retraso de algunos meses; no más de un año.
Solamente Estados Unidos sería capaz de propinarle un daño serio al programa nuclear iraní, pero tendría que emplear durante un prolongado período todo su potencial de bombardeo con misiles y desde aviones a través de sus poderosos portaaviones y desde bases aéreas vecinas. La opción segura que le quedaría a Estados Unidos sería la invasión terrestre y la guerra total, algo impensable en estos momentos para Estados Unidos. Un escenario como éste, pudiera representar el envolvimiento bélico de China y Rusia.
Cuando fue destituido en enero de 2011, Meir Dagan, ex jefe del Mossad, reunió a un grupo de periodistas y les dijo: “La idea de que es posible detener el proyecto nuclear iraní con un ataque militar es incorrecta; tan sólo es posible provocar un retraso temporal”.
A lo que Estados Unidos y el Mossad israelí han recurrido hasta este momento es a una guerra sucia de baja intensidad de asesinatos de científicos iraníes vinculados al enriquecimiento de uranio.
En cuatro años han caído cinco científicos iraníes y uno resultó gravemente herido. Ardeshir Hosseinpour en 2007; Masul Ali Mohammadi en 2010; Majid Shahriari en 2010; Dariush Rezaeinejad en 2011 y Mostafa Ahmadi-Roshan, en 2012. El hoy director de la agencia atómica iraní, Fereydum Abbasi-Davani fue gravemente herido junto a su esposa en noviembre de 2010. De igual forma, el general Hassan Moghadam pereció en noviembre de 2011 durante una sospechosa explosión en el cuartel de los Guardias Revolucionarios.
Es razonable pensar que un ataque a Irán daría la oportunidad a su régimen de presentarse como la víctima de una agresión extranjera. Al interior del país, se apelaría al sentimiento nacionalista persa y al islámico para unificar a la población en una causa común. Internacionalmente, daría cohesión al arabismo islámico contra la injerencia extranjera imperialista de occidente y del sionismo, dando un nuevo giro a la “primavera árabe”.
Militarmente, Irán respondería disparando misiles de largo alcance Shahab-3 contra Israel y se desatarían respuestas armadas del grupo libanés Hezbolá y del palestino Hamás.
Por otro lado, un ataque aéreo de Israel a Irán en el verano repercutirá en Puerto Rico con un alza súbito en el costo del petróleo que agravaría la crisis económica del país, meses antes de las elecciones generales de noviembre, con las consabidas consecuencias políticas para la actual administración de gobierno.