La creación de una nueva civilización
Tengo la convicción más profunda de que la tarea histórica del presente es la de iniciar la creación de una nueva civilización. Pienso que una nueva civilización se impone como desafío y exigencia de la propia subsistencia de la sociedad humana organizada, en un horizonte de tiempo que es imposible determinar con precisión, pero que tal vez podamos de manera realista estimar en unas pocas décadas, y que en ningún caso va más allá del presente siglo XXI. Iniciar su creación constituye, pues, una tarea en verdad urgente.
Esta convicción la he adquirido por el estudio de la historia y el análisis de los graves problemas económicos, sociales, políticos, culturales, psicológicos, espirituales y ambientales que afectan al hombre contemporáneo, inmerso en estructuras y sistemas que han marcado nuestras vidas personales y colectivas a lo largo de la civilización moderna, desde sus inicios hace unos cinco siglos, hasta su actual estado de crisis generalizada.
Es una convicción que ha madurado en mí progresivamente, no sólo por el estudio y el análisis de las realidades históricas y sociales, sino también como fruto de la meditación íntima y personal orientada a encontrar en mi propia humanidad las necesidades, aspiraciones y anhelos que son comunes a todos los seres humanos. Es así que esto de iniciar la creación de una nueva civilización se me presenta no sólo como una tarea colectiva sino también como vocación personalmente asumida. Y que en consecuencia no puedo dejar de proponerla igualmente como tarea, desafío o misión personal, a todo el que se sienta íntimamente convocado o conmovido (con-movido, con-vocado) a compartirla.
Es, en fin, una convicción que se refuerza constantemente en la constatación de que son muchas y siempre más las personas que perciben, comprenden y comparten la misma convicción y vocación, y que habiéndose puesto a sí mismas un proyecto similar, nos vamos encontrando, comunicando y compartiendo ideas, descubrimientos, experiencias, proyectos, creaciones y realizaciones.
En qué consiste esto de crear una nueva civilización, o más exactamente, de iniciar su creación, es algo que se ha venido clarificando y profundizando en la reflexión y en el diálogo, en el avance del conocimiento y en la experimentación de iniciativas y proyectos, buscando ser coherentes con el fin perseguido.
Es importante tener claro qué cosa NO ES iniciar la creación de una nueva civilización. Por ejemplo –lo he dicho y escrito insistentemente -, no es una ideología política con la cual se convoque a formar una organización. Entenderlo así es estar pensando y actuando todavía inmersos en los marcos conceptuales y relacionales propios de la civilización que queremos dejar atrás.
Lejos de ello, iniciar, crear una nueva civilización consiste básicamente en re-significar lo que hacemos, personal y colectivamente. Re-significar (que implica proponer y darle un nuevo sentido y una nueva dirección) ante todo a nuestra vida personal: a nuestro trabajo, a nuestro consumo, a nuestro estudio, a nuestra diversión, a nuestras relaciones y actividades sociales, etc. Ello, como consecuencia y efecto de habernos puesto en contacto con nuestra íntima naturaleza humana, desde la cual podemos descubrir lo que somos y proyectar lo que hacemos, ya no más como exigencias exteriores sino como expresiones de nuestra íntima vocación personal. Es a partir de allí que podremos re-significar progresivamente las actividades, las estructuras, los proyectos y los procesos en los que participamos: la familia, la comunidad local, la ciudad, la empresa, la educación, la economía, la política, la cultura, etc.
*El autor, Luis Razeto estará en Puerto Rico del 12 al 15 de enero para compartir sus experiencias, invitado por la Sociedad para la Economía de la Solidaridad. Para información sobre las actividades de la semana, visite Sociedad para la Economía de la Solidaridad en Facebook.