La lengua industrializada
Publicado: 4 de agosto de 2017
A mi abuelo
la modernidad
se le enredó en la boca.
A mi abuelo
el desarrollo urbano
le hizo un nudo en la garganta.
Miles de horas trabajó Papá Juan
en la planta cementera de Ferré.
Al jubilarse, pasó años
alimentándose con papayas
de la Plaza del Mercado de Río Piedras.
Con los años, Mami tuvo
que molerle viandas con leche
en una batidora.
El progreso de la isla
en casa se fue convirtiendo
en años de agonía.
El cáncer acabó
tumbándole los dientes,
comiéndole la encía,
tragando aquel esófago
que no podía tragar.
La lengua industrial
había industrializado
otra lengua.
Era un manos a la obra
de células malignas.
Al final, Mami le echaba
el puré de viandas
por un tubito de goma.
Con este poema
jamás voy a ganar
el premio de El Nuevo Día.
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