La pregunta de los lingotes (fragmento de “Baul azúl”, Bruno Soreno)
“¿Y los lingotes? ¿Qué pasó con los lingotes?” La enigmática pregunta surge en este encuentro casual con Mike en la calle Arzuaga luego de las preguntas y las bromas de mal gusto de rigor que tanto me gustaban y me gustan, y que son parte del protocolo riopiedrense del encuentro entre dos personas que no se ven desde hace mucho tiempo y se tienen cariño, oye cómo estás, tanto tiempo, qué es de tu vida, tu mujer te manda saludos, esa camisa está bien linda, ¿no había de hombre?, etc etc. Entre estas preguntas y estas bromas se cuelan preguntas que no son tan graciosas. A esas otras preguntas me he acostumbrado a través del tiempo, ya que son preguntas que me hacen mirando al suelo o a otro lado, preguntas construidas menos con palabras y más gestos y silencio, preguntas que se hacen sin mirar a los ojos al último momento de la pregunta cuando se espera la respuesta constriñendo los ojos así, así como quién intenta reconocer una figura en el horizonte. Esas son las preguntas en relación a mi alcoholismo. Pero esos son otros veinte $$$.
“Ven acá… y los lingotes?” La pregunta me toma totalmente por sorpresa. Pero es ese tipo de sorpresa que dura el más mínimo infinitésimo de los instantes, ese tiempo incalculable que le toma caer a uno en cuenta ah… ok, el tiempo que le toma a uno reconocer el contexto y la razón de la pregunta. Sonrío de inmediato. La pregunta me ha hecho muy feliz, ya que reconozco en ella que alrededor de mi padre se ha gestado una leyenda o más precisamente mi padre es el protagonista ausente de una leyenda en gestación. Es un privilegio ser testigo del nacimiento de una leyenda. Es algo que no se da casi nunca o nunca, como ser alguien que escucha una palabra por primera vez. Las leyendas como el lenguaje provienen de un pasado que nunca fue presente.
No todas las leyendas son falsas. La mayoría sí lo son pero tienen un germen de verdad. Estas leyendas que se han organizado alrededor de mí son casi todas falsas y la mayoría me divierten. Algunas las alimento y las hago prosperar. Otras son ofensivas para mí y para otros, y esas duelen mucho porque dañan vidas y yo me siento responsable de ese daño como del que he hecho a otros, principalmente a mi padre. Pero esos son otros veinte $$$$$.
Pero resulta que esto de nacimiento de leyendas no me es ajeno. Yo mismo soy el objeto o el tema o el sujeto de una leyenda o varias, algunas de las que me entero y otras de las que no. Estas leyendas que se pueden dividir en dos categorías: las pertinentes a mi nunca pagado oficio de escritor y las pertinentes al ámbito familiar o de conocidos de mi padre, que nada tienen que ver con la escritura porque ese mundo no le incumbe a la mayoría de la gente. Pero dos factores las aunan, o son zonas de convergencia de estas dos categorías mitológicas sobre mi persona: mi misteriosidad y mi alcoholismo.
Estas son algunas de las leyendas ya establecidas o en proceso de gestación sobre mi persona:
/que soy millonario
/que soy homosexual
/que padezco de enfermedades venéreas y que las transmito perversamente adrede a la Foucault
/que he vivido muchos años en Buenos Aires
/que maltrato a las mujeres
/que uno de los libros que se me atribuyen es en verdad un manuscrito inédito de Manuel Ramos Otero que yo adquirí de modos turbios y publiqué bajo mi nombre
/que soy heterosexual
/que me hice una (o varias) cirugía(s) plástica(s) (versiones sobre en qué partes de mi anatomía y cuánto se eleva o disminuye el $$$ varían)
/que soy el asesor de un narcotraficante conocido
/que una noche, en una barra de Río Piedras, maté a un hombre
/que estoy loco
/que ostento un P.H.D
/que mi verdadero nombre no es Juan Carlos Quiñones
/que la muerte de mi padre es mi culpa
/que puedo hablar 9 idiomas y leer 13
/que soy homofóbico
/que yo escribí un libro que se llama todos los nombres el nombre
/que soy dueño de varios edificios en Río Piedras
/que en el 94 yo era informante de las agencias de inteligencia locales (????)
/que una vez le regalé un billete de cien $$$ a una tecata
/que me robo mis propios libros de las librerías
/que morí hace años y mi cuenta de Facebook y mis libros los escriben dos personas confabuladas y distintas
/que no solo uno sino todos mis libros son plagios de la obra de Manuel Ramos Otero
//que yo soy una persona