La Sociología, la Historia y los entre bastidores de un espectáculo breve
En mi curso universitario de cambio social y cultural subrayo dos lecciones fundamentales. La primera es historicista, que los sociólogos no podemos efectuar el análisis del cambio social, de las transformaciones de los fenómenos sociales, apartados de la historia. La segunda es una invitación a traspasar bordes disciplinarios; que el cambio social es necesario investigarlo desde las enredadas fronteras que conectan y simultáneamente aíslan las disciplinas. Ambos ejercicios, recurrir al análisis histórico y hacerlo acudiendo a otras disciplinas, entre estas la Historia, añade complejidad al estudio sociológico del cambio social, ya de por sí muy complejo. Y la dificultad crece si admitimos que la historia, y con ella la mutación de los fenómenos sociales, es borrosa. Examinarla podría muy bien desanimar al sociólogo más experimentado, y por supuesto, a muchos de mis estudiantes.
En La Historia y las Ciencias Sociales (1968: 25), Fernando Braudel también se expresó, y mucho antes que yo, sobre la complejidad de la historia y la vida social, los diversos acercamientos a la misma y lo aflictivo que puede ser estudiarla. Este escribió:
“La historia se nos presenta, al igual que la vida misma, como un espectáculo fugaz, móvil, formado por la trama de problemas intrincadamente mezclados y que puede revestir, sucesivamente, multitud de aspectos diversos y contradictorios. Esta vida compleja, ¿cómo abordarla y cómo fragmentarla a fin de aprehender algo? Numerosas tentativas podrían desalentarnos de antemano”.
Lo mismo podríamos decir del cambio social, concepto que es de muchas formas un eufemismo sociológico para hablar de la historia. El cambio social es, como esa historia referida por Braudel, constante pero efímero e inestable. Es una telaraña confusa, dispareja y paradójica que une diversos y complejos problemas sociales y que en muchas ocasiones asusta a quienes intentamos entenderlo. Pero, debemos acercarnos, comprenderlo y a un tiempo hacer sociología e historia.
Las tentativas para abordar el espectáculo descrito por Braudel han surgido de varias disciplinas, incluyendo la sociología y la historia. En algunas ocasiones esos ensayos surgieron de las encrucijadas que unen y separan a ambas disciplinas, como demuestra la presencia de la Historia Social y la Sociología Histórica. Fue precisamente desde esa concurrencia que Charles Tilly tanteó su abordaje particular de la historia. Tilly (1994), como Braudel, recurrió a la metáfora del espectáculo pero no para describir la historia sino para denunciar la sociología sin historia. Según él, la sociología desprovista del análisis histórico era equivalente a un gran escenario Hollywoodense con nada ni nadie entre bastidores.
Para Tilly, y puesto que todo fenómeno social vive en la historia, la explicación sociológica requiere del análisis histórico. Sin embargo, el historicismo que él defendía y al que exhortaba no ha sido una práctica común entre los sociólogos, a pesar de una corriente sociológica- historicista vigente desde los setenta y que coincidió con importantes desarrollos en la Historia Social. Fue Tilly precisamente uno de los sociólogos que más comentó el mismo, un vuelco atado al desarrollo de la Sociología Histórica. Aunque Tilly (1988) no ofreció una explicación minuciosa del giro ofreció algunas pistas, atándolo a las diversas críticas a la teoría de la modernización, de corte evolucionista y funcionalista, y a los programas de desarrollo económico. Muchas de esas críticas estuvieron precisamente fundamentadas en el análisis histórico de la modernización y el desarrollo. Según Tilly, los sociólogos armados de historicismo se concentraron en una de cuatro tareas. Algunos de ellos identificaron patrones temporales para toda la experiencia humana, al desarrollo de una meta-historia. Otros se encargaron de trazar la sucesión de lo que Immanuel Wallerstein llamó sistemas-mundo. Algunos examinaron las estructuras y procesos sociales de gran escala en esos mismos sistemas-mundo. Finalmente, un grupo de sociólogos se dedicó a examinar experiencias individuales en el contexto de los límites de aquellas estructuras y procesos sociales de gran escala.
Tilly participó activamente de la reanimación de corrientes historicistas en la sociología y fue, indudablemente, una figura influyente en el desarrollo de la sociología histórica. Sus contribuciones al estudio de los procesos políticos y el cambio social así como al estudio de los movimientos sociales y la democratización son canónicas. Sin embargo, sus miedos con respecto a la sociología histórica se concretaron. A pesar de su institucionalización la sociología histórica no logró permear toda la sociología. Lejos de ser el “elixir milagroso” que tanto anhelaba Tilly esta solo llegó a convertirse en una de muchas otras especialidades en la disciplina.
Para Tilly (1988) el desarrollo de una sociología histórica más amplia, dirigida a influir toda la práctica sociológica, debió contribuir al avance de la sociología anclando el análisis sociológico en el tiempo y el espacio. También debió dirigir la atención de los sociólogos a varios problemas que, aunque significativos para los historiadores, eran apenas examinados por estos. Un ejemplo de ello es el estudio de las diversas prácticas sociales que residuos del pasado perduran hasta nuestros días. Aunque Tilly (1988: 711) consideró el resurgimiento histórico entre los sociólogos saludable y significativo era indudable que ambicionaba mucho más:
“But we need more, more, more—enough more to refashion sociology as a whole so that it automatically takes time and place seriously, and seriously engages the challenge of placing its regularities firmly within historical eras. If these things happen, sociology will have realized its potential as history of the present.”
Tilly lamentó que la sociología no hubiera realizado su potencial como historia del presente. Ninguna vez lo hizo. Aunque hoy muchos más sociólogos apelan a la historia todavía predomina entre ellos la producción de escenarios espectaculares con entre bastidores vacíos. Además, el “giro cultural” trajo consigo fuertes críticas a los meta relatos, al estructuralismo, al realismo y a la ciencia, tendencias a las que todavía se aferran muchos sociólogos históricos.
Tilly reconoció numerosas tentativas o modelos para abordar y fragmentar la historia y la vida social desde la sociología histórica. Los sociólogos escogen entre ellas, en términos de sus preferencias de forma y contenido escrito, sus posiciones acerca de la realidad, su selección de explanaciones, y su preferencia de mecanismos causales. La Tabla 1 detalla las alternativas para cada una de esas dimensionas en la sociología histórica, estas identificadas por el propio Tilly (2004) en su ensayo Llullaby, Chorale, or Hurdy-Gurdy Tune?
Tilly escogió subrayar los procesos históricos y explicarlos en términos de sus mecanismos relacionales, todo fundamentado en el realismo relacional como su opción ontológica. Aunque Tilly destacó los procesos sociales, para él esos procesos eran producto de las combinaciones o secuencias de mecanismos y los procesos eran a su vez los que formaban los episodios, las corrientes recurrentes de la vida social. Era desde esa perspectiva que Tilly se proponía redescubrir la historia y la relación enmarañada entre mecanismos causales, eventos idiosincráticos, y poderosas circunstancias. Tilly propuso por supuesto un abordaje profundamente historicista. Este tomo como uno de sus referentes Theoretical Models in Social History de Arthur L. Stinchcombe, quien según él no proponía un mero empirismo, como muchos lo interpretaron, sino más bien la comparación en distintas situaciones históricas de los mecanismos, relaciones e intercambios que generan las estructuras sociales, secuencias y los procesos (Tilly 1994). Su llamado fue parte de diversas corrientes, algunas de ellas neo-estructuralistas que se enfocaron en la formación de estructuras, entre ellas la teoría de la estructuración de Anthony Giddens y el estructuralismo constructivista de Pierre Bourdieu. La sociología y la historia eran según Tilly fundamentales para entender la formación de estructuras. Pero, una pregunta es necesario responder: ¿Solicitó Tilly a los sociólogos que absorbieran la historia? La respuesta es sí y no. En sus palabras:
“Yes, the program I have outlined calls for reapprochement of social-scientific and historical analysis. But it does not reduce history to mere timekeeper or to the teamster who simply brings wagon-loads of facts for grinding in the great social-scientific mill. On the contrary, to the extent that social processes are path-dependent—that sequences and outcomes of causal mechanisms vary by space-time setting, that the order in which events happen affects how they happen, that small-scale or large-scale collective experience accumulates and congeals as culture—historian who understand the effects of context on social processes will teach their fellows in something like the way that geologists, seismologists, ecologists, paleontologists, and other historically-oriented physical scientists keep their universalizing brethren in touch with reality (Tilly 1998: 50).”
Desde su perspectiva los historiadores ayudarían a los sociólogos a caminar con los pies en la tierra, en contacto con la realidad, a tomar en cuenta lo que ocurre entre bastidores en la construcción de los escenarios de la vida social y su historia. Para Tilly esto era muy distinto de la visión tradicional de la historia entre los sociólogos, que relegaba la historia a la descripción de lo particular para proporcionarles a los sociólogos y otros científicos sociales los datos necesarios para sus abstracciones y explicaciones causales y generales de los fenómenos sociales. Me pregunto qué opinan los historiadores del nuevo rol asignado por Tilly en su relación con la sociología. También me pregunto sobre el potencial de la sociología como historia del presente, particularmente en un momento cuando tanto la sociología histórica y la historia social han declinado considerablemente. Además, la sociología no es la única con el potencial de convertirse en una historia del presente. ¿Podría la Historia misma producir una historia del presente, de lo contemporáneo? Sospecho que varios sociólogos e historiadores están articulando respuestas a estas y otras preguntas afines, construyendo nuevas tentativas para abordar la historia y la vida social. Ya veremos. Entretanto, la historia y la vida social se nos siguen mostrando como un espectáculo breve, movedizo, desarrollado por el enmarañado tejido de diversas contrariedades sociales e históricas. Pero si bien analizarla tiene el potencial de desalentarnos es también fascinante y capaz de animarnos, incluso a aquellos que en el presente nos sentimos algo pesimistas con respecto al futuro.
Referencias
Braudel, F. (1968). La Historia y las Ciencias Sociales. Madrir: Alianza Editorial.
Charles, T. (2004). Lullaby, Chorale, or Hurdy-Gurdy Tune? In R. Gould (Ed.), The Rational-Choice Controversy in Historical Sociology (p. Afterword). Chicago: University of Chicago Press.
Tilly, C. (1988). Future History. Theory and Society, 17(5), 703-712.
Tilly, C. (1994). History and Sociological Imagining. The Tocqueville Review, 15(1), 57-72.
Tilly, C. (1998). Micro, Macro or Megrim?. Retrieved January 28, 2016, from: Professor Murmann’s Web http://professor-murmann.info/index.php/weblog/tilly