La universidad anti-intelectual

Portón removido por la policía el primer día del Paro de 48 horas de la UPR. Foto: Noelia González Casiano
Primera Hora: ¿Es verdad que le van a quitar las verjas al Recinto de Río Piedras?
Ygrí Rivera: Sí, se le van a quitar los portones. Es parte de una universidad abierta a sus contornos. Eso está en los planes de acción que le sometimos a la Middle States.
18 de noviembre de 2010, Primera Hora.
Luego de que diez de las once unidades del sistema de la Universidad de Puerto Rico fueran puestos a prueba por la Middle States Commission on Higher Education (MSCHE), vale la pena escudriñar los planes que no salvaron a la UPR de ser ubicada en una indigna categoría académica y resaltar cómo los mismos son emblemáticos de una nueva época en la UPR: la universidad anti-intelectual.
13 de septiembre de 2010. «Evaluarán recintos de la UPR» video de Wapa
Promesa de Universidad Abierta como un virginity pledge
Entendiendo erróneamente que los problemas de acreditación son culpa de la huelga estudiantil, la alta gerencia de la Universidad propuso un plan para erradicar las huelgas bajo el ilustrado título de “cultura de universidad abierta”. La estrategia consiste en:
Apoyar una Cultura de Universidad Abierta que valore la diversidad de ideas, garantice y promueva la libertad de expresión y el derecho a disentir, mientras salvaguarden los derechos y las responsabilidades de los miembros de la Comunidad Universitaria, dentro de la continuidad de misión educativa, investigativa y de servicio de la institución.
La apertura de la Universidad podrá garantizarse ya que se requerirá a los administradores de todos los niveles y a cada usuario del sistema de internet de la institución que firme un compromiso escrito con la Cultura de Universidad Abierta. Este compromiso de cultura abierta tendrá que ser firmado por cada estudiante cada semestre durante su proceso de matrícula.
No estoy seguro de cuántas personas en el Comité Ad Hoc que diseñó esta política tomaron como inspiración las promesas de virginidad (virginity pledge), promovidas por la derecha religiosa de Estados Unidos, que hacen los adolescentes y adultos jóvenes de ambos sexos comprometiéndose a abstenerse de sostener relaciones sexuales hasta que lleguen al matrimonio. Parece que la expectativa de los administradores universitarios es que en la misma medida que los jóvenes juran mantenerse vírgenes afirmando love waits, los estudiantes universitarios puedan afirmar strikes can wait too. Como es de esperar, las promesas de abstinencia sexual no reducen la actividad sexual de los jóvenes y terminan fomentando, inadvertidamente, las relaciones sexuales sin protección y el sexo oral y anal. ¿Qué le hace pensar a la alta gerencia universitaria que firmar un open university pledge podrá erradicar las huelgas del sistema UPR? La respuesta a mi entender es sumamente sencilla: falta de intelectualidad.
Talleres de Manejo de Conflictos
Como parte del plan para erradicar las huelgas, la Universidad propuso que toda persona que ocupe una puesto administrativo participe obligatoriamente en un adiestramiento de manejo de conflictos. ¿Habrá tomado la alta gerencia de la Universidad estos talleres de manejo de conflictos que le exigen al resto de los administradores universitarios? Si los tomaron, entonces sus acciones durante la pasada huelga demuestran la irrelevancia de dichos talleres. Si no los tomaron, vale la pena hacerles saber que si los múltiples años de educación graduada en cursos e investigaciones requeridos por las maestrías y doctorados del profesorado pueden ser fácilmente sustituidos por un taller en manejo de conflictos, entonces la actividad intelectual de los profesores resulta irrelevante para enfrentar los problemas y conflictos en nuestra institución.
¿Acaso no sería mejor que a la compañía privada que ofrezca dichos talleres se le ofreciese sustituir a la Junta de Síndicos en la próxima huelga de la Universidad? La intelectualidad puede ser reemplazada por un taller de un día, con almuerzo incluido y certificado de participación, sólo cuando quien propone esta idea no es un intelectual.
Rechazo a la Política de No Confrontación

"La Política de No Confrontación es la forma intelectual de resolver los conflictos universitarios." Foto Noelia González Casiano
Si bien las creativas propuestas presentadas para mantener la universidad abierta son caricaturescas y tal vez hasta inocuas, pues muy difícilmente podrán ser implantadas en la UPR, el rechazo tajante a la Política de No Confrontación es muy preocupante. Este rechazo implica que la gerencia universitaria aprendió muy poco del pasado conflicto huelgario. Quienes diseñaron la política de universidad abierta exhiben un escaso rigor intelectual pues son capaces de borrar la historia para ignorar completamente la Política de No Confrontación instaurada por el entonces rector del Recinto de Río Piedras, Juan Fernández. En el informe ante la MSCHE esta política es tergiversada aduciendo que para algunos sectores de la comunidad académica la misma representa “una tolerancia incondicional a la violación” de leyes y reglamentos.
La Política de No Confrontación consiste en evitar aquellas confrontaciones que constituyen en sí mismas actos de provocación que puedan degenerar en violencia dentro de la universidad. Esta política asume una actitud y práctica universitaria de diálogo y negociación entre iguales ante los conflictos estudiantiles y obrero-patronales. El uso de la fuerza para dirimir conflictos, ya sea mediante la presencia de la Policía o tomando sanciones contra estudiantes y profesores es la derrota de la intelectualidad y el espíritu universitario. La Política de No Confrontación es la forma intelectual de resolver los conflictos universitarios. Para una administración no intelectual, la negociación, la participación y el debate son un estorbo que dilata los planes de ejecución.
La universidad anti-intelectual
La anti-intelectualidad no consiste en la mera falta de intelectualidad o ausencia de erudición; hoy vivimos en una universidad cuyos líderes exhiben hostilidad por las prácticas racionales, sienten desprecio por los procesos deliberativos y sospechan de los intelectuales y sus críticas que obligan al análisis y a la reflexión. No hay duda de que el servilismo a la viciosa y codiciosa agenda del partido de gobierno es el principal criterio que rige la toma de decisiones en la UPR.

Parodia a la administración del colectivo "Papel Machete" durante la Huelga pasada de la UPR. Foto Noelia González Casiano
En el contexto de una apabullante universidad anti-intelectual trataré de esbozar la construcción de un puente ante el abismo real o imaginario de las actividades nocturnas de la ética y las diurnas de la política, presentando una modesta traducción de la reflexión de Anayra Santory en el número anterior de 80grados (“El puente sobre el abismo”). Vislumbro dos pilares en dicho puente. El primero estaría fundamentado en enfocar el trabajo de docencia, investigación y servicio a nivel de iniciativa personal, resistiendo toda oferta de colaboración con la actual administración. Los llamados de colaboración con las actuales autoridades, fundamentados en un sacrificio momentáneo por la institución en tiempos de crisis, no son otra cosa que un llamado disimulado a la explotación. El segundo pilar lo veo fundamentado en reavivar el empeño individual y colectivo por hacerle la vida más difícil a los injustos. Es momento de aferrarse a la libertad de cátedra, que para eso existe, y que los profesores denuncien con voz estridente el constante asalto anti-intelectual a la universidad y al país.
Así como los monjes medievales, insertados en una época oscurantista, individualmente transcribían los textos clásicos y ocupaban sus días iluminando manuscritos de filosofía, cimentando con ello las bases para un renacimiento e ilustración posterior, el trabajo individual del intelectual universitario socavará a largo plazo la agenda del autoritarismo vigente. Habrá que revestirse de paciencia de monje ortodoxo, pues desafortunadamente, nada parece augurar que esta época de oscurantismo en la universidad y en el país sea pasajera. Inspirados en la máxima benedictina de ora et labora, el claustro de la Universidad debería adoptar una nueva regla: incomoda et labora.