Los Fueros de la Incertidumbre o la Poética del ¿Vacío? 2 >>>La poética de: William Wordsworth, Edgar Allan Poe, Stéphane Mallarmé, Reiner Maria Rilke y Luis Lloréns Torres
III
“Pintar no la cosa, sino el efecto que produce”
Stéphane Mallarmé
El parisino Stéphane Mallarmé (1842-1898) nos coloca frente a su propia poética a través de un epistolario incisivamente cuidadoso, quizá hasta metódico y muy revelador. Mallarmé se posa sobre los hombros de los grandes poetas antecesores para tejer sus meditaciones más íntimas con franca desenvoltura. Al igual que Wordsworth, las incertidumbres y los cambios de una sociedad moderna lo obligarán a buscar un nuevo lenguaje poético. Pero ese nuevo lenguaje poético vendrá envuelto en una sensación de vacío, que siempre estará contenido en la creación misma, en la poiesis. Esa lucha por regir el enigmático poder creativo en una sociedad regulada por el espectáculo y la mercancía, que tiende a cosificar la naturaleza humana, hizo que la soledad fuera inseparable compañera de Mallarmé: “La soledad acompaña necesariamente esta especie de actitud […]”. El poeta necesita esa soledad para poder inventar un lenguaje desconocido, estoy inventando un lenguaje nuevo, le dice a Henri Cazalis. Para Mallarmé, ese vacío al que me refiero, a veces hace daño y hiere como acero. Pero ese vacío, tan preciso, lo necesita el poeta para exigirle- a su más puro e íntimo ser una limpieza mental; eliminando los prejuicios de una realidad, acaso contaminada por la misma sociedad. Sin embargo, no todo es para Mallarmé pueril contemplación, también se ve obligado a penetrar en la frialdad de los fueros académicos. Eso lo revela, de cierta manera, la carta dirigida a Catulle Mendès (marzo de 1866) cuando dice:
Para huir de la tórrida realidad me encanta evocar imágenes frías; te diré que desde hace un mes me encuentro en los más puros glaciares de la Estética –que tras haber descubierto la Nada me encontré con lo Bello– y no te puedes imaginar por qué lucidas alturas me aventuro. De todo ello saldrá un hermoso poema que estoy trabajando […]
Los más puros glaciales de la estética son para el poeta el control y la necesaria intervención del intelecto, esa insaciable búsqueda de la perfección que sólo se puede obtener en la frialdad interventora de la técnica. Es decir, no todo puede ser un éxtasis emocional en soledad. La soledad es necesaria compañía para el poeta, mas esa soledad iracunda, pero jamás malsana, debe ser la fiel provocadora de las imágenes más puras y verdaderas, prisioneras de un sincretismo intelectual sempiterno.
IV
“[…] es bueno estar solo, pues la soledad es difícil;
que algo sea difícil tiene que ser para nosotros
un motivo más para hacerlo.”
Reiner Maria Rilke
Otro revelador epistolario lo encontramos en Rainer Maria Rilke (1875-1926). En este amistoso intercambio epistolar vemos, igual que en Mallarmé, como la soledad juega un papel fundamental en la creación poética. Lo cotidiano también forma parte esencial de la psique del poeta, parecido a la cotidianidad en Wordsworth. Aquí Maria Rilke ataca la cotidianidad que el mismo poeta se autoimpone:
Si su mundo cotidiano le parece demasiado pobre, no le eche la culpa, cúlpese a sí mismo, dígase a sí mismo que no es suficiente poeta para extraerle sus riquezas; pues para el creador no hay ninguna pobreza, ningún lugar pobre, indiferente.
Rainer encuentra fuente de belleza en la cotidianidad misma. Para él no existen pretextos que divaguen sin musas o estímulos. El poder creador nunca es suprimido, siempre y cuando este poder esté sujeto por la necesidad misma de crear. Pero este poder de generar poesía, de crear una obra de arte, vendrá acompañado siempre de una extraña sensación de soledad, “Por eso, querido señor, ame su soledad, y soporte con una queja bellamente sonora el dolor que le causa.” La soledad para Rilke será el adjetivo tutelar de la creación poética, el sostén y el territorio mismo de su ars poética. Así parece afirmarlo la siguiente expresión: “Pero su soledad, aun en medio de situaciones muy extrañas, será su sostén y su patria, y a partir de ella encontrará todos sus caminos.”
Por otro lado, la niñez para Rilke será un estado esencial de la supremacía existencial del poeta. Es precisamente en este estado donde todas las cosas están llenas de un acontecer en el que está permitido participar:
[…] y los niños son todavía tal y como fue usted cuando niño, tan triste y feliz; y si piensa en su infancia vuelve entonces a vivir entre ellos, entre los solitarios niños, y los adultos no son nada, y la dignidad de ellos no tiene ningún valor.La obsesión con la soledad martillea todo su discurso. Esta vez esa soledad aparece vestida de niñez. Constantemente esa soledad brota como una fatiga existencial adherida a sus impulsos poéticos más íntimos. Rilke no parece temerle a la soledad, ni al vacío o la incertidumbre, es más, lo abraza todo. Desintegra con una caricia cualquier cicatriz que el mundo le ofrezca. Abraza la vida con inquietante optimismo: “No tenemos ningún motivo para desconfiar de nuestro mundo, pues éste no está contra nosotros.” Incluso para Rilke, la duda es sinónimo de crecimiento. Será una buena característica del ser, siempre y cuando esa duda sea entrenada, educada y transformada en crítica. La soledad se nos muestra en Reiner Maria Rilke como una sutil riqueza de comprometida liberación artística, habitada por una duda serena y gentil.
V
“Y hay además bellezas que nos son invisibles
no porque estén lejanas o profundas, sino al contrario,
porque están tan cerca de nosotros
que se esconden dentro de nuestra visión.”
Luis Llorens Torres
Luis Llorens Torres (1876-1944) hace gala de sus Sonetos Sinfónicos con un preludio, parecido al prefacio de las Lyricals Ballds de Wordsworth. Le llamó Llorens “Poética del Porvenir”. Llorens estaba consciente de la necesidad de comenzar su sinfonía lírica con una explicación meticulosa, casi científica, de sus intenciones poéticas. En su poética enarbola su teoría del pancalismo (todo es poesía) y panedismo (todo es verso). Sorprende el enlace, conscience o no, con Wordworth: “[…] some of the most interesting parts of the best poems will be found to be strictly the language of prose when prose is well written”. Mientras Llorens nos dice algo parecido sobre la prosa y el verso:
[…] la llamada prosa no existe o que, a lo menos, no es el ritmo lo que la distingue del llamado verso. […] Si rompéis la simetría, llegareis a la combinación rítmica más alada y espiritual: la prosa. Rimad la prosa y habréis hecho la excelsa poesía del porvenir.Pero uno de los pasajes más contundentes de su poética es cuando expresa: “la belleza es la compenetración o unidad del hombre con la naturaleza.” A mi entender, esto resume, básicamente, toda la poética de los poetas antes citados. Sin querer ser demasiado reduccionista, creo que todos los poetas coinciden, de una manera u otra con este enunciado. También veo, de cierta manera a Rilke en Llorens, cuando evoca la niñez para acercarnos más a la pureza de la expresión poética:
La mejor vía para descubrir estas bellezas cercanas es abrir ampliamente los ojos a la más absoluta y valiente sinceridad. Y para ello el poeta necesita a veces dar un gran salto atrás, recorrer lo andado y buscar y ponerse de nuevo el zagalejo de la niñez que dejó en la orilla del camino.
Según Llorens, para el poeta no existen colindancias en el tiempo ni en el espacio. Es decir, que el poeta es un ser, o debe ser un ser, de cierta manera, omnipresente; debe tener la capacidad de desplazarse sobre el presente, el pasado y el futuro como una especie de dios triunviral. Sin embargo, aunque esto pudiera sonar demasiado presuntuoso, Llorens no eleva sus apetitos poéticos sobre zonas intelectualmente inaccesibles. Todo lo contario, para él, el lenguaje debe reflejar la voz del pueblo, y es precisamente aquí donde Llorens muestra su más excelsa maestría y humildad como poeta:
Y en cuanto a las palabras, la más noble no será ya la más clásica o más relamida o aristocrática, sino aquella que encarne la idea con más sencillez, precisión y energía […] La mayor elegancia del lenguaje es la que no sabe de prosodia ni de sintaxis; la que a veces recuerda el común decir de pueblo […]
Y es que mientras vemos –por ejemplo– a un Rubén Darío cantándole a una princesa mítica, triste y acongojada, Luis Llorens Torres le canta a “La Hija del Viejo Pancho”, acercándonos a esa voz única, comprometida con su contexto histórico y social. Su poética se convierte entonces en el árbol que él mismo ha sembrado, de profundas raíces inquietas. Serán estas raíces la compenetración de la carne y el espíritu de las cosas. Será el porvenir de una poética comprometida, no sólo con la poesía misma, sino también con un pueblo que le urge poetizar su destino para hacerlo, quizás, menos doloroso.
Algunas conclusiones
“Podemos entonces decir que lo que un poema afirma
está relacionado con lo que sugiere,
así como su significación primaria está relacionada
con su significación secundaria, y donde ambas significaciones
caen dentro del campo semántico. Y la literatura es ese uso del discurso
en donde varias cosas son especificadas al mismo tiempo,
y donde no se requiere que el lector escoja entre ellas.
Es el empleo positivo y productivo de la ambigüedad.”
Paul Ricœur
Aunque uno quisiera que existiera una tesis dócilmente esclarecedora para entender la poética de los poetas citados, o de cualquier otro poeta, la realidad es que casi nunca ocurre. No puedo más que sumarme a la complicidad de estos poetas, cerrar los ojos y confiar en el buen y ávido lector y lectora que sumará, de igual manera, sus propias conclusiones y atisbos. Sólo puedo regocijarme ante las enigmáticas claridades que encontramos en cada poeta, en sus divergencias, convergencias y ambigüedades. Sus incertidumbres y vacíos completan un rompecabezas donde cada parte genera un abismo todavía más grande que el anterior.
La ambigüedad me resulta inevitable, acaso paradójica. El vacío al que me refiero, no es un vacío reclutado por la Nada; este vacío está habitado por preguntas, pero despoblado de respuestas estables. Contiene además el vicio de la incertidumbre, esa necesaria infección de secretos inconsolables que equilibra la creación poética en un milagroso tejido de palabras. Esos fueros que el subconsciente regula para legitimar los enigmas de la existencia a través de la poesía. Donde la necesaria soledad, descubierta desde el espectáculo de la mirada del niño, ingenia el sedante idílico trenzado por el signo y la metáfora.
Bibliografía Consultada
Llorens, Torres Luis. Sonetos Sinfónicos: “Poética del Porvenir”. En Obras Completas, San Juan: Instituto de Cultura Puertorriqueña, 2010. (89-106)
Matos, Paoli Luis. Diario de un poeta: Tomo I. División de publicaciones y grabaciones del Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1987.
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__________. Los Hijos del Limo. Biblioteca de Bolsillo. Reimpresión de Planeta Colombiana, S. A., Bogotá, D.E., 1987.
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Ricœur, Paul. Teoría de la Interpretación: Discurso y Excedente de Sentido. Grupo Siglo XXI Editores. Primera edición en español, 1995, séptima impresión, 2014, Texas University press y la scott meredith agency, 1.p., 845 third avenue, nueva york, n.y. 10022
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