Maestro
Leonard Bernstein (1918 – 1990) fue un fenómeno musical y mediático. Era director de orquesta, compositor, pianista, educador musical, autor y filántropo. Considerado uno de los directores más importantes de su tiempo, fue el primer director nacido en Estados Unidos en recibir reconocimiento internacional. Esta película, dirigida, escrita (con John Singer), producida y actuada por Bradley Cooper recoge la relación del músico con la actriz Felicia Montealegre (Carey Mulligan), que era su esposa.
En un largo flashback (en blanco y negro con la cinematografía límpida de Matthew Libatique) vemos a Bernstein de 70 años, a quien están entrevistando para la televisión. Ya para esa época era conocido mundialmente por sus proezas musicales. El momento es interesante porque, además de que está tocando al piano una de sus composiciones, menciona que “ha visto un fantasma”. Sus fantasmas eran muchos. La cinta regresa a 1943 y vemos a Bernstein en su affaire con el clarinetista David Oppenheim (Matt Bomer). Ese tema (su homosexualidad) ha de ser parte de la discordia entre él y Felicia por el resto de sus vidas.
El guión nos hace partícipes de la suerte de Bernstein quien, como director asistente de la Filarmónica de Nueva York, al enfermarse Bruno Walter, hace su debut como director en Carnegie Hall. Ese debut fue sensacional, a pesar de que no había ensayado y al instante lo puso en la mirilla de los amantes de música de Nueva York.
Aunque seguía viendo a Oppenheim, al conocer a Felicia se enamoró de ella y, luego de casarse, comenzaron sus otros triunfos. Dos en particular lo hicieron rico, y Leonard y ella vivían una vida muy próspera. Él había compuesto varias óperas, mas, fueron musicales de Broadway de mucho éxito, Candide y West Side Story, los que ampliaron su conocimiento. Hay una escena ingeniosa en el filme en el que un ensayo de su balé Fancy Free se convierte en un baile en el que Leonard y Felicia participan. Me pareció una metáfora de las relaciones porvenir de la pareja.
Aunque hay referencias indirectas a West Side Story (en una conversación Felicia la nombra, menciona a Jerome Robbins y a Stephen Sondheim, y se oye después un poco de música de la obra) se omite que el público de los musicales de Broadway y la crítica entendieron que ese género había cambiado para siempre con el debut de la obra. Posiblemente, WSS esté entre los legados más importantes de Bernstein.
Con su nueva fama, él y Felicia comienzan a organizar fastuosas fiestas. En ella Leonard busca y fácilmente encuentra la compañía de otros hombres. Ella combate las preocupaciones planteadas sobre las tendencias homosexuales de Leonard, insistiendo en que ella tiene control sobre él. La película, sin embargo, muestra que, a medida que pasan los años, los coqueteos de Leonard con los hombres, así como su abuso de alcohol y sustancias controladas, afectan profundamente su matrimonio. Al final conquistaba a sus estudiantes, que eran mucho más jóvenes que él.
Me pareció forzada la actuación de Bradley Cooper y exagerada cuando está dirigiendo la orquesta en la catedral Ely en Inglaterra (al final pueden comparar, pues hay un breve video de Bernstein dirigiendo). Además, la escena se prolongó innecesariamente. Sí hay una escena estupenda entre Bernstein y su hija Jamie (Maya Hawke) en la que Cooper muestra sus quilates. Desde el punto de vista de actuación, el filme es de Carey Mulligan como Felicia. Afectada por cáncer del seno, Felicia vivió entre la amargura y la infelicidad los últimos años de su vida y Mulligan interpreta estos momentos con intensidad y profundidad sin hacernos tenerle pena al personaje que representa. Es lo mejor de la película. (La pueden ver en Netflix.)