Narvik y Blood and Gold (ambas en Netflix)
La batalla por Narvik duró desde el 9 de abril al 8 de junio de 1940. El pequeño puerto en el Atlántico en el norte de Noruega exportaba el 85% del hierro usado por la maquinaria de guerra de la Alemania nazi. El filme, dirigido por Erik Skjoldbjærg, quien además participó en el desarrollo del guion está bien narrado y desarrollado.
Es el 8 de abril de 1940, un grupo de soldados noruegos llega en barco a Narvik. Uno de ellos, el cabo Gunnar Tofte (Carl Martin Eggsbø), recibe permiso para ir a casa a ver a su hijo Ole (Cristoph Gelfert Mathiesen) en su cumpleaños. Su esposa Ingrid (Ingrid Tofte) es camarera en el hotel de la ciudad que sabe alemán. En una reunión entre representantes alemanes y británicos en el hotel se están discutiendo las relaciones de trabajo entre los estados en guerra, que necesitan el mineral de hierro extraído en Suecia y traído al puerto noruego por ferrocarril para ser exportado.
Después de pasar la noche con su familia, Gunnar se despierta antes del amanecer cuando los soldados alemanes invaden Narvik. Luego de un breve enfrentamiento, el comandante noruego ordena a sus tropas que se retiren. Marchan hacia un puente ferroviario en las montañas con intención de dinamitarlo para evitar que los alemanes lo usen. Llama a su padre Aslak (Stig Henrik Hoff) sobre el paradero de la dinamita, y este le dice que su esposa y su hijo están en un tren que se dirige hacia el puente. Poco después, un grupo de civiles, incluidos Ingrid y Ole, aparecen y cruzan justo cuando llegan los soldados alemanes. Se produce un tiroteo y el puente es volado. Gunnar es capturado, mientras que Ingrid y Ole, son llevados de regreso a la ciudad.
La tensión en estas escenas es intensa, y ayuda a la ambientación de las batallas la cinematografía de John-Erling Holmenes Fredriksen y la edición de Martin Stoltzy. La lucha psicológica entre Ingrid y el cónsul alemán Fritz Wussow (Cristoph Bach) son de gran suspenso porque ella tiene un secreto que no ha compartido nada más que con su mejor amiga. Su cercanía al cónsul le da poder al mismo tiempo que la debilita.
Llega la armada británica al puerto y comienza a disparar contra los barcos alemanes en el puerto. Ingrid, Ole, Aslak y otros civiles se esconden en un sótano. Aunque se hunden todos los barcos alemanes, ningún soldado británico desembarca. Hay una gran ironía en el bombardeo británico de la ciudad. Para eso hay que ver este filme estupendo que nos muestra un episodio importante en la evolución de la guerra y el tesón del pueblo noruego.
Tan buena como esa y engalanada por buenas actuaciones es esta producción alemana que no escatima en presentar a los nazis como lo que fueron. Es la primavera de 1945, los ejércitos aliados invaden la Alemania nazi según se acerca el final de la Segunda Guerra Mundial. Heinrich (Robert Maaser), un soldado condecorado de la Wehrmacht deserta porque no quiere seguir participando de las barbaridades cometidas por su ejército según se acerca el final. Un pelotón de la SS dirigido por un teniente coronel fanático lo persigue, lo capturan y lo ahorcan, dándole al nudo la suficiente apertura para que sufra más. Eso lo salva, pues le da el suficiente tiempo para que Elsa (Marie Hacke), una mujer que vive cerca corte la soga. Ella lo lleva a su casa que comparte con su hermano, Paule (Simon Rupp). Mientras tanto, el pelotón de la SS llega al pueblo cercano y comienzan a registrar los escombros de una casa destruida que anteriormente estaba ocupada por judíos. La razón es que saben que estos ocultaban una gran cantidad de oro que iban a usar para escaparse del país. La trama comienza a complicarse pues está el problema de la fuga de Heinrich, con Elsa y Paule, y la avaricia de los del pueblo que saben del oro y que creen conocer dónde está escondido. La lucha por la sobrevivencia es avasalladora y las peripecias de las que tiene que huir los dos protagonistas están enmarcadas en la conocida crueldad de la SS y los nazis en general. Vale el tiempo que dura el filme.