Por sus excrementos los conoceréis
Entre otras cosas, y según lo refirió una de las investigadoras entrevistadas: (a) las culturas arqueológicas conocidas como Huecoide y Saladoide que habitaron Vieques hace cerca de 1500 años tuvieron un origen independiente, según sus culturas culinarias y bacterianas divergentes, (b) la cultura Huecoide trajo por primera vez el maíz a la Puerto Rico desde Bolivia deduciendo que ese grupo humano era oriundo de esa región sudamericana, (c) al constatarse la divergencia cultural entre Huecoides y Saladoides, y al confirmarse la existencia de al menos dos culturas distintas coexistiendo en un mismo territorio (1500 años antes de la irrupción/conquista europea), la entrevistada concluyó que lo que conocemos como cultura taína en nuestra historia no existió como tal, ha sido una mentira.
En este escrito, más que comentar acerca del evidente aporte del uso de las técnicas microbiológicas al estudio de los excrementos fosilizados de nuestros antiguos pobladores isleños (ver noticias originales publicadas en Nature.com y luego en los periódicos Primera Hora y El Nuevo Día, entre otros),1 quisiera expresarme sobre ciertos elementos en torno a la naturaleza de las explicaciones erróneas o tergiversadas que se han hecho recientemente en la prensa local e internacional. Con este escrito espero que tanto los autores del estudio, como quienes difundieron la información sin corroborar y quienes la han consumido, puedan redimensionar los importantes (pero malogrados) hallazgos que ciertamente fueron producidos.
Claro, me tomo el tiempo necesario para exponer y precisar algunos asuntos delicados del referido estudio porque fueron infructuosos los intentos que algunos colegas míos y yo hicimos para comunicarnos con algunos de los investigadores implicados y con varios medios de comunicación en Puerto Rico. De todo esto, es obvio que ha podido más el morbo que impone la curiosa caca fosilizada, que el rigor que debe imperar al elaborarse información científica o cuando ésta se comunica a las grandes masas. Este escrito versa, pues, sobre el desconocimiento inocente o intencional en torno a la producción de conocimientos, y lo que esto produce cuando se quiere comunicar nueva información, aparentemente novel, pero descontextualizada.
(1) Desde antes que se produjera el interesante estudio aludido, varias investigaciones arqueológicas ya habían establecido, sin lugar a dudas, las diferencias socioculturales entre Huecoides y Saladoides.2 Las investigaciones más conocidas son las de mis amigos Luis Chanlatte e Yvonne Narganes, del Centro de Investigaciones Arqueológicas de la UPR, Río Piedras, siendo trabajos que los investigadores del nuevo estudio deberían conocer.
Las menos conocidas en Puerto Rico, pero ampliamente divulgadas y científicamente aceptadas internacionalmente, son las tesis de maestría y de doctorado de Reniel Rodríguez-Ramos, mi propia tesis doctoral y la tesis doctoral de Edwin Crespo (ver lecturas recomendadas al final del escrito). Existen algunos trabajos más que ahora mismo se me escapan. De este grupo de textos se desprenden otros trabajos, ya sean artículos o capítulos de libro, que son de amplia divulgación en Puerto Rico y fuera de la isla, estando algunos de ellos gratuitamente disponibles en la web. Sobre este particular, el estudio ampliamente difundido que da pie a este escrito no brinda información nueva o adicional; más bien corrobora lo que antes ya se había constatado.
(2) Dentro de un mismo grupo cultural (dentro de una misma cultura o grupo étnico; imaginemos, por ejemplo, “los puertorriqueños”), ya sea por discrepancias sociales, económicas o ideológicas, pueden existir diferencias contrastantes en la dieta de sus individuos, sobre todo en grupos que extraen sus recursos alimentarios en los mismos ambientes. Este es un fenómeno que desde la antropología, y principalmente desde la ecología cultural, se ha trabajado mucho. En este sentido, aunque personalmente estoy de acuerdo con las interpretaciones de los datos que los investigadores han recabado (e.g., Huecoides-un tipo de dieta; Saladoides-otro tipo de dieta), la diferenciación dietética observada en las 10 muestras estudiadas podría responder a otro tipo de constreñimientos, y no necesariamente del ámbito intercultural. Es por eso que desde la arqueología, y con fundamento en los estudios detallados de la cultura material y de sus diversos significados en los escenarios identitarios e ideológicos, se pudo corroborar coherentemente, y anterior al ya famoso estudio, que Huecoides y Saladoides eran grupos humanos con orígenes y expresiones culturales diferentes (nótese que no estoy hablando de “cultura”; este concepto sería otro tema para su profunda discusión). Los datos arqueológicos, en este caso, son más confiables y robustos que los dietéticos, e incluso que los de ADN. Por lo tanto, el estudio aquí referido, no aporta nueva información acerca de lo que ya se ha investigado sobre Huecoides y Saladoides. El problema ha sido que la información previa, científicamente validada, no ha tenido la resonancia pública que la caca antigua puede tener para algunos medios de comunicación en nuestra isla.
(3) Los datos genéticos de maíz en los coprolitos son sumamente relevantes, pero desde antes pudimos demostrar claramente que los Huecoide en Vieques y en Humacao contaron con maíz en su repertorio culinario, y lo procesaron con herramientas relacionadas con la preparación de alimentos. Esta información provino del análisis de residuos microscópicos (almidones) que pudimos aislar e identificar luego de extraer muestras sedimentarias en los poros y en las grietas de las herramientas de molienda que estudiamos. En este sentido el reciente estudio microbiológico aquí comentado únicamente ha confirmado, aunque por otro medio, que los Huecoide sí consumieron maíz, ese mismo maíz que identificamos inequívocamente por medio de sus almidones recuperados en las mencionadas herramientas.
(4) La introducción del maíz a las Antillas y a Puerto Rico no fue obra original de los Huecoide. Gran error y descuido interpretativo de los autores del estudio. Nuestros trabajos (los míos y los de otros colegas) demostraron por primera vez (en el 2005) que esta planta fue introducida y utilizada en Puerto Rico desde, al menos, el 2950 a.C., es decir, casi 5000 años antes del presente. Estudiamos herramientas de tres sitios “arcaicos” de Puerto Rico y así pudimos confirmarlo. Igualmente, estudiamos otro sitio en la isla de Saba con resultados similares. El maíz, para estos grupos más antiguos que los Huecoide en las Antillas, es predominante en el conjunto de restos microbotánicos identificados en los utensilios. Por lo tanto, es incorrecta la explicación que se le ofreció a la prensa internacional y boricua, esto es, que el maíz fue introducido por primera vez en las islas por los Huecoide.
(5) La presencia de ADN de maíz en algunas heces fecales estudiadas, y de la levadura (bacterias, hongos, etc.) asociada a la fermentación de este grano (quizás para la elaboración de chicha), no es científicamente aceptable para proponer que los Huecoides procedieron de los Andes bolivianos. Esto es una idea basada en el más que evidente desconocimiento de los temas que expone una de las investigadoras (estudiante graduada) en sus entrevistas de prensa. No hay ningún dato, incluyendo los que estas investigaciones han podido producir, que sugiera algo como lo anterior. Aclaro que no existen en ningún lugar del continente evidencias que muestren que los Huecoides, como cultura, estuvieron antes en algún lugar de los Andes o en cualquier otra parte. En otras palabras, no hay conjuntos de materiales arqueológicos idénticos o similares a los de Puerto Rico en ninguna otra parte. Por el momento, todo parece indicar que los Huecoide son el origen de una nueva expresión cultural (nunca antes documentada en América) que integró elementos culturales (dieta, patrones de asentamiento, confección de herramientas, decoración de estas, etc.) adquiridos por su relación con otros pueblos y tradiciones, incluyendo la Saladoide, aunque modificados por ellos como parte de sus particulares manifestaciones culturales.
Por otra parte, tengo que comunicarles que el maíz fue domesticado en el suroeste de México entre 10000 y 9000 años antes del presente; la evidencia más temprana de su procesamiento y uso como especie netamente doméstica está fechada nítidamente para un periodo entre 8600-8300 años antes del presente. Su distribución y uso por toda Centroamérica es evidente y esto se ha confirmado claramente para un periodo que oscila entre 8100 años antes del presente hasta la actualidad. Además, su dispersión y uso ha sido corroborado para las tierras altas y bajas de Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y otros países más desde épocas muy anteriores a la presencia Huecoide en Puerto Rico. De lo anterior, solo quiero recalcar que el maíz entró a Puerto Rico y a otras islas antillanas mucho antes de que surgieran los pueblos Huecoide y, evidentemente, esta planta pudo ser introducida desde cualquier punto del Circum-Caribe (y no directamente desde los Andes bolivianos como inocentemente se plantea en las notas de prensa), pues en toda la región que rodea a nuestras islas, el maíz estaba en uso desde miles de años antes que nuestros Huecoide. A raíz de lo anterior, es inconcebible la aseveración que confiadamente se hizo para la prensa acerca del origen andino de los Huecoides, a no ser que esta sea el producto de la omisión que se pudo hacer de todas las investigaciones previas que se han producido sobre el tema. Las bebidas fermentadas y derivadas del maíz son muy antiguas. Hay datos bastante robustos que sugieren que su uso como bebida fermentada fue ampliamente extendido, posiblemente desde su domesticación, desde México (y el suroeste de EE.UU.) hasta Bolivia (no solo en la cordillera andina, sino también en la faja occidental de la Amazonia).
(6) El concepto “taíno”, en efecto, fue retomado y utilizado en la historia oficial provocando la homogenización de algo que sabemos fue heterogéneo por naturaleza: me refiero a las diversas culturas y tradiciones que coexistieron en todas las Antillas a lo largo de la era precolombina que inició hace casi 7700 años. Esto se ha denunciado (literalmente) desde la arqueología puertorriqueña del siglo XXI. Se ha discutido y se ha publicado sobre el particular, en extenso, durante los últimos años, principalmente por los arqueólogos Reniel Rodríguez-Ramos, José R. Oliver, Miguel Rodríguez López y yo (para el caso de Puerto Rico), pero también por Daniel Torres Etayo o Basil Reid para el caso de Cuba y de otras islas caribeñas, respectivamente. Entiendo que hay publicaciones académicas de fácil acceso (artículos, capítulos de libro, libros y reseñas) que abordan este interesante tema. En fin, para hablar sobre esto, quienes hicieron la investigación (y quien la difundió sin averiguar sobre el tema) debieron hacer al menos un esfuerzo mínimo de búsqueda bibliográfica para darse cuenta de que el estudio de las heces fecales no descubrió el río Nilo.
Resumiendo todo lo anterior, creo que el grupo de investigación de las heces fecales debe tener presente, en futuras exposiciones públicas, que el maíz fue sin duda alguna identificado en las herramientas de procesamiento de plantas de dos asentamientos Huecoide, antes de que fuera aislado e identificado su ADN en las muestras estudiadas por ellos. No es aceptable sugerir que los Huecoide provienen de los Andes bolivianos solo porque consumían maíz, o incluso chicha. Tanto el maíz, como la chicha, estuvieron en uso en casi toda América (no únicamente en Bolivia) mucho antes que los Huecoides hicieran su aparición en el escenario caribeño. Asimismo, se ha corroborado científicamente que el maíz fue introducido y utilizado en las Antillas miles de años antes que aparecieran los Huecoides en las islas. Finalmente –y siento que esto es lo más delicado de todo lo que se ha expuesto–, la interpretación del tipo de datos producidos por el estudio de las heces desde la microbiología, para integrarla en el campo de la arqueología, o en el de la historia, debe ser más rigurosa y responsable porque más allá de las especificidades del tipo de análisis y de datos que ellos(as) manejan, existen muchísimas condicionantes culturales que deben ser tomadas en cuenta para poder proponer explicaciones plausibles acerca del problema de investigación que están trabajando, que ya no es del campo de la microbiología y sí de la arqueología y de la antropología.
Como investigador de la arqueología y de la paleoetnobotánica neotropical, siempre me he preocupado, junto a otros colegas de Puerto Rico, en rectificar de manera honesta, y con datos científicos meticulosamente validados, los errores que consistentemente se han introducido en las interpretaciones sobre nuestra historia antigua. Pienso que gracias al avance de las ciencias (me refiero a las naturales y, por supuesto, a las sociales), cada vez es menos difícil desarrollar esas rectificaciones, ya que los datos que hoy podemos adquirir son de mayor precisión y calidad. Del trabajo aludido en este escrito me preocupa que se haya difundido información imprecisa, incorrecta, fútil o ya superada, siendo esta una que nuestra sociedad ha consumido ampliamente, asumiéndola muchas veces como correcta cuando proviene de nuestros universitarios. Tristemente es irreversible el efecto negativo que ha tenido el consumo de la información que ya fue difundida en la prensa, aunque algo como esto debería poder aclararse por los mismos medios y por quienes la reportaron. Consideren lo anterior, y me refiero a los medios de comunicación que a veces no corroboran la noticia y a los investigadores aludidos. Siento que la asesoría que recibieron estos desde mi campo disciplinar, si es que la tuvieron, fue sumamente pobre, lo que resultó en un dimensionamiento muy desafortunado de los importantes datos que fueron obtenidos. Creo que las personas implicadas en el estudio todavía están a tiempo para remendar el trabajo que están divulgando, ya sea incorporando información verificada como la que he señalado o, al menos, revalorando y reajustando los alcances y límites de esos datos en el contexto de la arqueología y de otras disciplinas afines.
Para leer más, hago aquí una selección de publicaciones nuestras o de colegas muy cercanos sobre los temas referidos en el escrito. Muchos de ellos pueden accederse en el blog “Arqueología y democratización del conocimiento” (http://arqueologiaantillana.blogspot.com/), aunque existen trabajos publicados de otros autores que pueden consultarse en la biblioteca Lázaro (UPR, Río Piedras):
2013R. Rodríguez-Ramos, J.R. Pagán-Jiménez y C.L. Hofman (capítulo),“The Humanization of the Insular Caribbean”. En The Oxford Handbook of Caribbean Archaeology. W. Keegan, R. Rodríguez y C.L. Hofman (eds), pp. 126-140. Oxford University Press, New York.
2013J.R. Pagán-Jiménez (capítulo), “Human-Plant Dynamics in the Precolonial Antilles: A Synthetic Update”. En The Oxford Handbook of Caribbean Archaeology. W. Keegan, R. Rodríguez y C.L. Hofman (eds), pp. 391-406. Oxford University Press, New York.
2013R. Rodríguez-Ramos, J.R. Pagán-Jiménez, J. Santiago-Blay, J.B. Lambert y P.R. Craig (artículo), “Some indigenous uses of plants in pre-Columbian Puerto Rico”. Life: The Excitement of Biology 1(1): 1-8.
2012J.R. Pagán-Jiménez (artículo), “Las Antillas precoloniales y sus dinámicas fitoculturales: evaluando algunos viejos axiomas”. Cuba Arqueológica V(2): 5-19.
2012H. Mickleburgh y J.R. Pagán-Jiménez (artículo), “New Insights into the Consumption of Maize and other Food Plants in the Pre-Columbian Caribbean from Starch Grains Trapped in Human Dental Calculus”. Journal of Archaeological Science 39: 2468-2478.
2012J.R. Pagán-Jiménez (reseña), “Una de las muchas lecturas del libro “Rethinking Puerto Rican Precolonial History”, del doctor Reniel Rodríguez Ramos”. Cuba Arqueológica V(1): 49-59.
2011J.R. Pagán-Jiménez (capítulo), “Early Phytocultural Processes in the Pre-Colonial Antilles: A Pan-Caribbean Survey for an Ongoing Starch Grain Research”. En Communities in Contact. Essays in Archaeology, Ethnohistory, and Ethnography of the Amerindian circum-Caribbean. C. Hofman y A. van Duijvenbode (eds.), pp. 87-116. Sidestone Press, Leiden (Holanda).
2010R. Rodríguez-Ramos (libro), Rethinking Puerto Rican Precolonial History. The University of Alabama Press, Tuscaloosa.
2009J.R. Oliver (libro), Caciques and Cemi Idols. The Web Spun by Taino Rulers Between Hispaniola and Puerto Rico. The University of Alamaba Press, Tuscaloosa.
2009J.R. Pagán-Jiménez (artículo), “Nuevas perspectivas sobre las culturas botánicas precolombinas de Puerto Rico: implicaciones del estudio de almidones en herramientas líticas, cerámicas y de concha”. Cuba Arqueológica II(2):7-23.
2008J.R. Pagán-Jiménez y R. Rodríguez-Ramos (capítulo), “Towards the Liberation of Archaeological Praxis in a ‘Postcolonial Colony’: The Case of Puerto Rico”. En Archaeology and the Postcolonial Critique. M. Liebmann y U. Rizvi (eds.), pp. 53-71. AltaMira Press, Lanham.
2007R. Rodríguez-Ramos, Puerto Rican Precolonial History Etched in Stone. Disertación doctoral en Antropología. University of Florida, Gainesville.
2007J.R. Pagán-Jiménez (libro), De antiguos pueblos y culturas botánicas en el Puerto Rico indígena. Paris Monographs in American Archaeology 18 / British Archaeological Reports International Series 1687. Archaeopress, Oxford.
2007R. Rodríguez-Ramos y J.R. Pagán-Jiménez (artículo), “Las Antillas en el contexto del circum-Caribe: cincuenta años después”. Proceedings of the XXI International Congress for Caribbean Archaeology Vol. 2. B. Reid (ed), pp. 778-786, University of the West Indies, Trinidad y Tobago.
2007J.R. Pagán-Jiménez y R. Rodríguez-Ramos (artículo), “Sobre el origen de la agricultura en Las Antillas”. Proceedings of the XXI International Congress for Caribbean Archaeology Vol. 1. B. Reid (ed), pp. 252-259. University of the West Indies, Trinidad y Tobago.
2006R. Rodríguez-Ramos y J.R. Pagán-Jiménez (artículo), “Interacciones multivectoriales en el circum-Caribe precolonial: un vistazo desde Las Antillas”. Caribbean Studies 34(2):103-143.
2005J.R. Pagán-Jiménez, Estudio interpretativo de la cultura botánica de dos comunidades precolombinas antillanas: La Hueca y Punta Candelero, Puerto Rico. Disertación doctoral en Antropología. Universidad Nacional Autónoma de México, Ciudad de México.
2005J.R. Pagán-Jiménez, M. Rodríguez López, L. Chanlatte Baik e Y. Narganes Storde (artículo), “La temprana introducción y uso de algunas plantas domésticas, silvestres y cultivos en Las Antillas precolombinas: una primera revaloración desde la perspectiva del ‘arcaico’ de Vieques y Puerto Rico”. Diálogo Antropológico 3(10):7-33.
2005J.R. Pagán-Jiménez (artículo), “En diálogo con José R. Oliver y Reniel Rodríguez Ramos. La emergencia de la temprana producción de vegetales en nuestros esquemas investigativos (mentales) y algunos fundamentos metodológicos del estudio de almidones”. Diálogo Antropológico 3(10):49-55.
2005J.R. Pagán-Jiménez (artículo), “Agroeconomía huecoide: una síntesis”. Cultura La Hueca, Catálogo de Exposición. L. Chanlatte e Y. Narganes (eds.), pp. 79-82. Museo de Historia, Antropología y Arte, UPR-RP, San Juan.
2002J.R. Pagán-Jiménez (artículo), “Agricultura precolombina de las Antillas: retrospección y análisis”. Anales de Antropología 36:43-91.
2001R. Rodríguez-Ramos, Lithic Reduction Trajectories at La Hueca and Punta Candelero Sites, Puerto Rico. Tesis de maestría en Antropología. Texas A&M University, College Station.
- En Nature.com con el título “Ancient faeces reveal origins of Puerto Rican natives”; en El Nuevo Día con el título “La cultura taína no existe como tal”; en Primera Hora con el título “Heces fosilizadas revelan datos de nativos caribeños”. [↩]
- Para conocer quiénes fueron los grupos humanos que llamamos Huecoides y Saladoides en la arqueología antillana, puedo recomendar un trabajo que escribí sobre ellos y que puede accederse fácil y gratuitamente en Internet: El mundo vivido por los antiguos pobladores indígenas Huecoide en Las Antillas nororientales (ca. 300 a.C.-500 d.C.) (consultarlo en la sección de publicaciones para consulta del blog “Arqueología y democratización del conocimiento”). Este trabajo sí fue hecho tomando en consideración todo lo producido sobre el tema. [↩]