¿Qué hacer?
La imposición de una tasa de diez por ciento de contribución sobre las ganancias de las compañías industriales, comerciales, bancarias, financieras, turísticas del exterior es un paso ineludible. Estas compañías han tenido ganancias de más de treinta mil millones de dólares anuales durante los últimos años. La contribución de diez por ciento sobre sus ganancias sería por tanto más de tres mil millones de dólares al año. Una parte sería usada para balancear el presupuesto gubernamental. Es crucial que otra parte sea utilizada para ayudar a establecer corporaciones productivas de trabajadores, de cooperativas, asociaciones comunitarias, de agricultores, pescadores, artesanos, egresados de universidades, producción teatral, televisión, películas, proyectos de energía renovable, desarrollo tecnológico y otras.
La inversión de recursos económicos en la Universidad de Puerto Rico y la escuela pública será un componente importante de la ejecución de un plan de crecimiento sostenible, es decir, desarrollo. Es asunto clave desarrollar el pensamiento crítico, transdisciplinario, de los profesores, maestros y estudiantes. La comprensión de la historia, geografía, economía, política, las transformaciones científicas y tecnológicas forman parte de esa educación. Dentro de ese marco hay que mejorar el manejo de la información, la tecnología de producción, la protección de los componentes naturales y sociales del ambiente, que incluye otras especies, la salud, vivienda, transportación, recreación, los deportes y otras actividades.
La transformación del sistema de producción y uso de energía eléctrica es una pieza clave de este plan. Habrá que reducir el consumo de electricidad en veinte por ciento mediante programas agresivos de conservación. El uso de gas natural y propano para generar cincuenta por ciento de la electricidad reducirá su costo. Depender en mayor grado de estos combustibles sería un error estratégico similar al que se cometió con los derivados de petróleo. Es de esperarse que en la medida que se reduzca la disponibilidad del petróleo a precios competitivos, aumentará el consumo y el precio del gas natural. La explotación de gas natural mediante la ruptura de rocas a grandes profundidades tiene graves consecuencias ambientales y es costosa. El recibo de gas natural y propano a través de barcazas en los puertos de Peñuelas, Aguirre y Punta Salinas hará innecesarios los gasoductos que se impulsaron durante la última década.
La utilización de fuentes renovables de energía suplirá un treinta por ciento de la energía eléctrica. La energía fototermal, fotovoltaica, del viento, de las olas y geotermales serán las principales fuentes. La mayoría de éstas son competitivas con las fuentes tradicionales de energía, en particular cuando se toman en consideración los impactos ambientales comparativos sobre el aire, el agua, los suelos, salud, agricultura, los bosques y el clima. Los proyectos agrícolas, pesqueros, centros comunales, parques, estacionamientos, alumbrado público y otros tendrán como meta suplir sus necesidades energéticas de estas fuentes. El uso de los techos de viviendas, comercios, industrias, edificios gubernamentales y otros, para generar energía fotovoltaica será un componente central de esta estrategia energética.
La construcción de un tren isleño para transportación colectiva reducirá de forma drástica el desperdicio de gasolina y diesel en la transportación individual. En la etapa inicial se comenzará por extender el sistema actual hacia Vega Baja-Arecibo, Caguas- Humacao y Carolina-Fajardo. Comenzará a subsanarse el grave error que fue eliminar el tren en la década de 1950. La transportación colectiva reducirá las emanaciones de gases contaminantes y el ruido emitidos por los automóviles. Mejorará la salud humana y la protección de otras especies. Se reducirá el costo de construcción de nuevas carreteras, autopistas y su mantenimiento. Se gastará menos en la reparación de automóviles y el pago de intereses. Se reducirá el subsidio (mantengo corporativo) a las compañìas constructoras de automóviles y las petroleras. Sobrará más tiempo para el descanso, las relaciones familiares y la recreación.
Los llamados fondos federales fueron el año pasado unos veintidós mil millones de dólares. Más de la mitad de estos fondos son devoluciones por el seguro social, planes de salud, servicios militares y civiles prestados por puertorriqueños. Diez mil millones o menos (pagados en su mayoría de las contribuciones sobre ingresos de los trabajadores de Estados Unidos) son transferencias para comprar alimentos, para servicios de salud, educación pública, vigilancia policíaca y otros. Los treinta y cinco mil millones de dólares en ganancias del capital externo (sobre las cuales pagan muy pocas contribuciones en Estados Unidos) menos diez mil millones de dólares en fondos federales, dejan un saldo negativo para Puerto Rico de veinticinco mil millones de dólares.
Los que perciben los fondos federales y muchos otros han desarrollado una mentalidad de dependencia frente a Estados Unidos. Es preciso conocer de forma profunda la historia económica de Puerto Rico para romper esas cadenas ideológicas. Esta información unida a una comprensión de la naturaleza de la crisis social será importante en el proceso de maduración política de los puertorriqueños. No hay que olvidar, sin embargo, que bien asimiladas las precipitadas lecciones de las épocas de crisis pudieran llevar a rápidas transformaciones sociales.
El crecimiento sostenible se logrará con la amplia participación del pueblo. Habrá que superar barreras electorales, religiosas, económicas, educativas y de racismo. Los humanos puertorriqueños somos iguales a los humanos de cualquier otro pueblo. Los límites sociales son los que nos han hecho distintos, pero sólo en parte. Habrá que ampliar esos límites para cambiar el curso de nuestra historia. Tenemos que aspirar a mejorar nuestra sociedad, aprendiendo sobre la marcha. Aprenderemos además, de lo que han hecho bien otros pueblos.