¿Que tal si…?
¿Que tal si la situación de los profesores por contrato en y fuera de Puerto Rico es una situación de derechos humanos y con este prisma debemos solucionarla? ¿Que tal si hacemos nuestras las palabras de Palmira Ríos González, quien nos dice: “… hoy entendemos que todos los derechos humanos deben ser exigibles y justiciables, y que el ordenamiento legal y las políticas públicas deben orientarse hacia su realización plena”? ¿Que tal si nos atrevemos a mirarlo así los varios profesionales del país? ¿Que tal si hacemos memoria de qué son los derechos humanos y comenzamos a ver cuánticamente la interrelación con tantos aspectos y facetas de nuestra vida cotidiana, incluida, claro está, la situación de los profesores por contrato que denunciamos en “La espantosa complicidad”?
Llegó a mis manos un libro (porque lo busqué), de Ediciones Callejón, que brinda esperanza, perspectiva, y confianza en el discurso público y en la acción ciudadana; se llama Puerto Rico y los derechos humanos: Una intersección plural (2012), editado por Javier Colón Morera e Idsa E. Alegría Ortega. Nos dicen los editores, y el lector se percata prontito de ello, que es un libro “eminentemente pluralista’, que se nutre “del trabajo previo realizado por la Comisión de Derechos Civiles” (de tanto nombre en la década de los ’70) y que “comienza a abrir la posibilidad de desarrollar un plan nacional; de educación sobre derechos humanos de acuerdo con las tendencias internacionales en este campo”.
Leyendo, con gusto y cuido, algunas páginas de este libro, sobre todo el “Prólogo” de Palmira N. Ríos González, presidenta de la Comisión de Derechos Civiles; la “Introducción” de Javier Colón Morera e Idsa E. Alegría Ortega; el “Estado actual de los derechos humanos laborales fundamentales en Puerto Rico” de Carlos Alá Santiago Rivera, y “Los derechos humanos en Puerto Rico: pobreza, desigualdad y políticas sociales” de Dagmar Guardiola Ortiz, me ayuda a ratificar la necesidad de defendernos como universitarios, -insertos en el magma de la vida-, y aplaudir, como muchos lo harán, uno de los caminos de apertura de estas páginas de “promover e internalizar un nuevo sentido de autoestima que nos aleje de la visión estereotipada de que somos un pueblo dependiente incapaz de defenderse”. Atrás debe quedar, -al menos en el discurso cómplice-, el alegato de que “esto es así en todas partes”, trayendo por la cocina la noción de crisis/estado de excepción -como dirían los letrados-, como el argumento concluyente para callar la boca y la pluma de muchos. En estos pasados días, sondeando las miradas al texto “La espantosa complicidad” en algunos lectores, retumba en nuestros tímpanos el: “eso es así en todas partes”, “lo que viene en Estados Unidos es que se elimina la permanencia”, “eso viene ahora en enero en la UPR”, y, también el “esa es la que hay”. Y pensamos, si Rosa Louise McCauley Parks (1913-2005) se hubiera sentado en otro lugar del autobús que no fue el que, por derecho, escogió, otro hubiera sido el cantar histórico.
Estas páginas nos obligan hacer nuestras las palabras de Javier Colón Morera y de Idsa E. Alegría Ortega de la necesidad de “una amplia campaña de educación y movilización sobre la necesidad de promover los derechos humanos de forma integral para evitar que la crisis presente pueda servir de excusa para implantar una agenda de exclusión social que provoque más violencia y desesperanza.” (énfasis suplido). Y, como dicen los editores en la Introducción, “…como este libro testimonia hay recursos de sobra en Puerto Rico para enderezar el rumbo y mejorar la calidad de vida de todos y todas”, incluyendo la de los profesores por contrato que queremos equitativamente, “igual salario por igual trabajo” y “remuneración equitativa”, derechos consagrados por la ONU en su Declaración Universal (1948), amén de vacaciones, plan médico, Retiro, y derecho al desempleo.
Convido a los colegas profesores por contrato a lanzarle una mirada atenta a este libro Puerto Rico y los derechos humanos: Una intersección plural, publicado por Ediciones Callejón, el que pueden conseguir en la Librería La Tertulia del Viejo San Juan (787) 724-8200.
Es un manifiesto humano y una declaración de cosas sensatas y cercanas a la vida, presentado con juicio y buena fe, y que brinda al lector esperanza y nuevas rutas, a la par que posiciona ese “nuevo sentido de auto-estima” a la cual conmina este texto. Responder a esta invitación es hacer valer nuestras voces y nuestra acción pues, aunque no seamos abogados, estamos en pleno derecho (valga el sustantivo) de conocer, valorar, defender los derechos humanos y “comprometernos con un futuro en que van a ser respetados si luchamos por ellos”, como nos recuerda Palmira N. Ríos González, presidenta de la Comisión de Derechos Civiles y prologuista de este texto. Seamos co-creadores de estas nuevas rutas que abrazan la dignidad de todos nosotros. Acordemos la acción y, quizás, podamos contestar en la afirmativa la primera pregunta que arriba decimos: “¿Que tal si la situación de los profesores por contrato en y fuera de Puerto Rico es una situación de derechos humanos y con este prisma debemos solucionarla?”, y, quizás salgan a nuestro encuentro defensores de los derechos humanos de otras profesiones con capacidad de persuasión mayor que la nuestra.
Publicado originalmente en el blog de la autora: Barandilla y Banderilla