“Sigo afuera”
A Patrick Oneill
Esas dos palabras retumbaron en su pecho, mientras un olor putrefacto penetraba por las rendijas de la ventana. Había empezado la segunda pandemia del siglo XXI, la china solo había sido un simulacro. Esta convertía todo en esa peste que devoraba cada trocito su paz, desde que comenzó la pandemia hacía un mes. Adriana tenía que tomar una decisión. A los 5 minutos recibe el mismo mensaje:
“Sigo afuera.”
“¿Dónde afuera, Andrea?”
“Adri, por favor, abre… Tengo fiebre, voy a desmayarme…”
Duda. Escucha pisadas a lo lejos. Aumenta el vaho asqueroso a muerte. No debía abrir la puerta, quédate en casa, no le abras a nadie… fueron las últimas palabras de su mamá al otro lado del teléfono, minutos antes de morir. Adriana comienza a sentir el pánico, Sus pisadas se congelan según se acerca a la puerta. Recuerda que ella fue la única que le creyó cuando el maestro de inglés le prometió cambiarle la nota si enviaba fotos desnudas; también la única que la defendió cuando le gritaron puta, porque la mujer del maestro subió las fotos a Instagram.
“Sigo afuera.”
La joven abre la puerta, justo en el momento en que la cabeza de su amiga estalla convirtiéndose en una piscina negra bañando su rostro y sus manos.
Han pasado otros 5 minutos. Su sangre comienza a coagular. El hambre de piel torna en insoportable silencio. Suena su celular, su mirada borrosa logra leer:
“Sigo afuera.”