Star Trek Beyond
Admito que he saltado algunas de las trece películas basadas en la serie legendaria de TV Star Trek, creada por el ya legendario Gene Roddenberry y trasladada al cine en 1979. En particular, algunas de los años 90, porque encontraba debilidades serias en parte del elenco. La serie, que siempre ha tenido a la nave espacial “Enterprise” como el centro pulsante de sus aventuras y un capitán llamado Kirk, iglesia en alemán (todos adoran a Kirk), es menos filosófica que la serie Star Wars, pero tiene sus momentos. Ya que no he visto toda la serie fílmica, no cualifico para Trekkie, el delicioso apodo que se les da a sus acólitos. Hay una especie de pugna loca entre los fanáticos de Wars y los de Trek que semeja la que existe entre PNP y PPD, entre republicanos y demócratas, conservadores y laboristas, comunistas y capitalistas. A veces pienso en la serie Star Wars como en los republicanos. Le ha sacado del bolsillo casi 6 billones de dólares a los ciudadanos. En comparación, la serie Trek, solo los ha empobrecido por poco menos que billón y medio. Pero comparando la última entrega de Star con esta de Trek, tal parece como si Bernie anduviera por ahí tratando de equiparar la cosa y revolucionándolo todo.
La película es excitante, ruidosa, aparatosa, y graciosa a más no poder en muchos momentos. ¿A qué se debe el cambio, esa revolución humorística? ¿Qué ha permitido que este episodio de una serie de ciencia ficción retenga nuestra atención? Los que son y no esnobs con las películas de acción, aunque se sientan condenados porque tiene que llevar a la prole y la prole de la prole a ver las películas que quieren, les llegó el momento de saber quiénes son los dos factores que hacen de este episodio un buen agente catalítico para regresar a la niñez y a la adolescencia por un par de horas.
A los cinéfilos ya les llegó el momento de saber quiénes son Simon Pegg e Idris Elba. Si no reconocen los nombres están comenzando a vivir en una burbuja (Por ahora innominada) y hay que salir. ¡Pronto! Simon Pegg, quien representa a Montgomery Scott o “Scotty”, uno de los personajes más queridos de la serie, es un actor, comediante, productor y guionista que ha hecho muchas películas, incluyendo las últimas dos Mission Imposible, a las que ayudó a ser exitosas con sus ocurrencias y sentido de humor. Para comenzar a familiarizarse con él e internalizar su rostro y personalidad recomiendo las brillantes sátiras Shawn of the Dead (2004), Hot Fuzz (2007) y The World’s End (2013), que se pueden ver en Netflix. En ellas Pegg es actor principal y guionista (con Edgard Wright). El humor escocés-inglés está a plena vista en las tres, también conocidas como “La triología Cornetto de tres sabores” y se darán cuenta cómo Pegg puede llenar de humor la más abultada escena de efectos especiales para que lo que vemos u oímos trascienda lo digital.
Entonces está el súper villano de esta cinta, Krall, una especie de reptil (me pareció un camaleón gigante) que tiene a su mando un enjambre de naves que son capaces de perforar el fuselaje de naves espaciales como si fueran una piel fresca expuesta a un enjambre de mosquitos sedientos. No sabía más del filme (no leo críticas ni opiniones antes de escribir las mías) que su nombre y que los dos actores principales Chris Pine (Kirk) y Anthony Quinto (Spock) estaban de vuelta. Pero en cuanto oí la voz de Krall, supe que era Idris Elba. Elba representó brillantemente a Nelson Mandela en Mandela: Long Walk to Freedom (2013) y fue el gran capitán Janek en Prometheus (2012), pero sus quilates como actor y como presencia fílmica se puede apreciar mejor en la serie televisiva Luther (2012-15), en la que personifica un detective de psique compleja que tiene que enfrentarse a casos complicados que afectan su vida personal. Es una lástima que no le den otros papeles en los que pueda mostrar su talento. Ese talento está a “plena vista” aún detrás de su maquillaje y en los momentos en que lo vemos con disfraces menos elaborados. Elba convierte a Krall en un villano menos poderoso pero tan notable y tan temible como Darth Vader.
El resto del elenco es ameno y los virajes en la trama (que no revelaré) están expuestos con la claridad suficiente que un preadolescente (o alguien más mayorcito) los puede seguir sin que se pierda. Como he sugerido, los efectos especiales, el maquillaje y las creaciones digitales son de un nivel que imposibilita pensar que no son ciertos. Solo hubo una toma que me pareció un descuido del director porque es tan obvio que lo retratado es una miniatura (muchas cosas lo son) que raya en lo incompetente.
El filme toca superficialmente lo que es la amistad, la lealtad y el compromiso entre colegas, pero la cinta es una de acción y de las precariedades que afectan a la tripulación perdida y atrapada del “Enterprise”. El motivo de la trama es cómo se escapan y resuelven sus problemas. Dos horas para olvidarse de los nuestros es una de la razones para ir a ver esta estupenda diversión.