Star Wars: The Force Awakens
Cuando hace treinta y nueve años vi la primera “Star Wars” (1977) quedé deslumbrado por su belleza y la creatividad de su autor-director George Lucas. De allá para acá han perecido innumerables estrellas sin que nos demos cuenta y la franquicia ha tenido sus alzas y bajas. Los primeros seis episodios con guiones (o la historia) escritos por Lucas, quien además dirigió cuatro de ellos, mostraban su ingenio. “Force” es el primer capítulo que se hace sin que medie su influencia. Aunque Lucas actuó como “consultor creativo” en las etapas tempranas de la filmación, es evidente que su magia está ausente de este capítulo. Hay que recordar que Lucasfilm fue comprada por Disney en 2012 y que son sus directores ejecutivos los responsables de este filme.
Han transcurrido 10 años desde que el episodio III debutó, de modo que habría que remontarse a 1983 al episodio VI. Sí, primero vinieron los episodios IV al VI y, en una movida sensacional desde el punto de vista de mercadeo, Lucas volvió al pasado para explicarnos el origen de los personajes que ya habían entrado en el cerebro y la psique de las audiencias, donde se convirtieron en realidad para muchos. Me incluyo entre los que querían saber de dónde había salido Obi-Wan-Kenobi y, por supuesto Darth Vader, uno de los malvados más siniestros en la historia del cinema.
Lucas comenzó la primera entrega de la serie (el capítulo IV) diciendo que lo ocurrido sucedió en “una galaxia muy lejana hace mucho, mucho tiempo” para luego volver al capítulo I y a una época aún más lejana. Esa discontinuidad cronológica fuerza a los adictos a la serie a volver a ver los episodios anteriores para poder entender las minitramas y los recovecos de la historia. De no hacerlo no pueden integrar una línea de acción que parece compleja pero que en realidad tiene la simplicidad (como debe ser para la mayoría) de un cómic de los años 40 o 50. Básicamente hay malos y buenos que están ayudados por malos y buenos, con uno que otro saltarín que resulta ser un traicionero o Judas.
Desde el principio, cuando reseñé los primeros capítulos, revelé, si es que se puede llamar así apuntar a algo que es bastante obvio, las referencias cristianas y bíblicas en la saga. Las metáforas y las alegorías al respecto eran multitud y esa lucha entre el bien y el mal, salvaguardada por “La Fuerza” que acompañaba a los buenos, era un finísimo velo que trataba de esconder ese origen de los cuentos.
En los capítulos IV-VI los sables de luz de Darth Vader (rojo) y de Obi-Wan (verde) podían verse como referencias al mal (rojo) y al bien o la esperanza (verde). Después de todo el cuento era de rebelión de un grupo bueno contra uno (el Imperio) controlador, expansionista y dominador. Si había un tono político, estaba dirigido al comunismo en una época de transportadores y transbordadores espaciales en plena Guerra Fría. Hay que recordar que los cohetes “Voyager” volaron por Saturno, Júpiter, Urano y Neptuno.
En este capítulo que casi inaugura el año en el que comienza un conteo hacia las elecciones de 2016, el jefe supremo Snoke (Andy Serkis) de “The First Order”, un grupo dictatorial que emergió de las ruinas del “Imperio Galáctico” y que ahora habita la “Starkiller Base”, un arma de destrucción masiva capaz de aniquilar sistemas de estrellas, ordena su uso contra los rebeldes que se le oponen. La obsesión con la guerra que tiene preso al Congreso norteamericano queda patente. Ahora los sables son rojos (republicanos) y azules (demócratas). Los primeros torturan a Poe Dameron (Oscar Issac) y a Rey (Daisy Ridley); los segundos están tratando de liberar la galaxia y de resolver sus problemas edípicos. Es interesante que a Rey no le hacen “water boarding” sino que tratan de manipular su cerebro, como era el caso en los primeros filmes en referencia al “lavado” de cerebro al que nos acostumbramos después de “The Manchurian Candidate”.
La trama gira sobre la desaparición de Luke Skywalker (Mark Hamill), el último de los Jedi, a quien hay que hallar para que se una a la rebelión contra el Orden. Parte del mapa que puede conducir a Luke está en BB-8 un nuevo droide que viaja con Poe, pero la otra parte… no digo. Entre tanto un “Storm Trooper”, esos tipos con uniformes plásticos y capacetes (todo blanco con algunos ribetes negros) que son una versión de lo militar malvado (pensemos nazis), llamado FN 2187, se rebela y libera a Poe, quien le da el nombre de Finn (John Boyega).
Finn va en busca de Rey, quien se ha hecho de BB-8 sin saber qué secreto alberga. Juntos emprenden una aventura que los conecta con Hans Solo (Harrison Ford) y el gran Chewbacca (Peter Mayhew). Inevitablemente también tiene que unirse a la ahora general, la exprincesa Leia Organa (Carrie Fisher) y tendrán que lidiar con el nuevo villano Kylo Ren (Adam Driver), nieto de Darth Vader. Los que sepan el árbol genealógico de Vader, adquirido a través de los seis capítulos previos podrán descifrar lo que se avecina.
Lawrence Kasdan, quien escribió el guión de V y con Lucas el de VI, es culpable de por lo menos parte de los diálogos tontos entre Hans Solo y la generala Organa. Tal parece que el director J. J. Abrams y Michael Arndt, quienes también participaron en la confección del libreto, no tuvieron la capacidad para rebatir estos momentos que funcionan como el ambien. Tuve también mucha dificultad en seguir los mejores diálogos del filme: los de Chewbacca y Solo…
Ayuda la película la cinematografía de Dan Mindel, quien ha trabajado con Abrams en la franquicia de “Star Trek”. La música de John Williams, como siempre, es estupenda.
Ninguno de los actores hace nada especialmente distinguible. La excepción es Lupita Nyong’o como Maz Kanata, el personaje más interesante en el filme. Dueña de una cantina extraña, en la que se escucha una canción de ese brillante extraterrestre llamado Lin-Manuel Miranda, y al margen de la ley, Maz ha vivido más de mil años y su barra es lugar de encuentro de los personajes más peculiares de las galaxias. Sin embargo, un bar como ese ya lo habíamos visto. Sin embargo, Maz es original y uno añora verla nuevamente. Por el paso del tiempo o por la maldición de la cirugía estética Carrie Fisher se ha convertido en Behula Bondi (1889-1981), quien era mucho mejor actriz que ella.
La película le gustará a los niños, adolescentes y los fanáticos a pesar de su trama repetitiva y de las muchas cosas que ya vimos en Star Wars IV. Una cosa estupenda y nueva es un buitre intergaláctico que come carroña metálica. Monstruos que parecen pulpos con una boca llena de dientes de tiburón hambriento me parecieron colgados de “Monsters University”, pero me encantó cómo despacharon a un grupo de indeseables. En cuanto a BB-8… ehh… prefiero a R2-D2.