The Light Between Oceans
Como todos los faros, este es crítico para la vida de la región pues dirige a puerto seguro los barcos que transitan con mercancía. Como resultado, Tom es bienvenido como un héroe al pueblo desde donde ha de ir a la isla Janus, donde está el faro. Allí conoce a la familia Graysmark y su hija Isabel (Alicia Vikander). Su contrato es de seis meses y, para sorpresa de todos, ha de estar en Janus todo ese tiempo completamente solo. Los fareros anteriores han sido hombres casados. Al cabo de tres meses le piden a Tom que regrese al pueblo y recibe la noticia que el farero anterior se ha suicidado, por lo que le ofrecen un contrato de tres años.
En la visita se concreta lo que se había hecho evidente en escenas anteriores: Isabel y Tom terminan casados y parten juntos a Janus. Se imaginarán que algo ha de pasar (que no les contaré) que anime lo que hasta entonces parece un documental de la belleza traicionera de la isla que ve los dos lados del océano. La cinematografía de Adam Arkapaw deslumbra porque nos expone a los varios estados del mar, además del efecto que tiene el viento sobre éste y la tierra. Triunfa en estos momentos la capacidad de Fassbender de dejarnos ver el contraste que sobre su pensamiento y su psique tuvieron la soledad y cómo la compañía de Isabel ha iluminado su estado de ánimo. No está muy oculto que el nombre de la isla es un símbolo de ese cambio, también de las dos caras que son el ayer y el hoy, el pasado y el ahora. Aunque en una escena didáctica Tom le explica a Isabel que ‘Janus’ es el origen de la palabra enero, que mira al año que se ha ido y al que comienza, no estamos totalmente listos para la única sorpresa del filme. Lo que ocurre resulta tener “dos caras”: las del bien y el mal; las del amor que se adquiere y el amor genuino.
Una vez que llega al faro, Alicia Vikander se apodera por un tiempo de la película, en lo que me pareció la parte más interesante de la cinta desde un punto de vista cinematográfico. Su actuación confirma el talento que le vimos desplegar en “Ex Machina” (2015) y “The Danish Girl” (2015), y que le augura un futuro especial, siempre y cuando le ofrezcan papeles con profundidad.
La dirección de Derek Cianfrance, particularmente en la escena de la tormenta que azota a Janus en un momento inoportuno, es también testimonio que la coherencia y exactitud que le otorgó a “A Place Beyond the Pines” (2013) no fue fortuita. Está además, su manejo sutil de los actores y las composiciones de las escenas para obtener el mayor impacto posible de un filme de poca acción.
Lo peor del filme es su predictibilidad antes y después del momento cumbre. Fui imaginándome, correctamente, todo lo que sucedería (les pasará a ustedes también) de ahí en adelante. Me encontré pensando en uno de los dramas de Warner Brothers de los 40 o 50 y sustituí a Fassbender por Henry Fonda, a Vikander por Olivia de Havilland y a Rachel Weisz (en el papel de Hannah Roennfeldt) por Bette Davis en prozac, y en cuántas más lágrimas habrían conseguido esos que derramara la audiencia. Entonces habría sido un gran festín melodramático y divertidísimo. En vez, tenía ante mis ojos una cinta hermosa, a veces de una belleza espectacular, con tres actores talentosos, pero sentimental y, por eso, no tan satisfactoria como pudo haber sido.