The Monuments Men
La guerra, dice Sun Tzu en su extraordinario librito El arte de la guerra, constituye la base de la vida y la muerte, el camino de la supervivencia y la aniquilación. Esa aniquilación, sin embargo, destruye algo más que vidas: destruye las cosas grandiosas que ha hecho el hombre a través de la historia. Esta cinta explora ese aspecto de la “vida y la muerte” a la que se refiere Sun Tzu desde el punto de vista de un equipo que se da a la tarea de tratar de proteger los lugares y el arte europeo una vez que las tropas aliadas desembarcaron en Normandía y la ofensiva del sur, a través de Italia, se movía inexorablemente hacia Berlín.
Bastante antes, ya los nazis habían despojado a Europa de su arte con su deseo de adquirir, para un museo fantasioso que Hitler quería construir en su ciudad natal, las mejores obras de arte de occidente. Notablemente les robaron a los judíos deportados a los campos de concentración o asesinados obras valiosísimas, algunas de las cuales no han vuelto a aparecer. Muchas fueron destruidas, pero muchas otras terminaron en la posesión de nazis o de inescrupulosos, y permanecen escondidas en lugares desconocidos.
La película, escrita, producida y dirigida por George Clooney, presenta los esfuerzos de un grupo de especialistas de arte que capitaneados por Frank Stokes (Clooney), un personaje basado en alguien que existió, convence al presidente F. D. Roosevelt, luego de la destrucción de Monte Cassino, que no pueden ir destruyendo la herencia cultural de un continente sin que eso pese, más adelante, en contra de los liberadores. Además de eso, le indica al Presidente que los nazis han seguido (no lo dice él pero lo digo yo) las reglas de Sun Tzu: Para saquear un lugar, divide a tus tropas. Para expandir tu territorio, divide el botín.
Un elenco estupendo se da a la tarea de representar parte del grupo que en la vida real se dio a esa tarea de investigación, recuperación y restitución de las obras robadas. Al principio, no solo por motivos culturales sino por la imposición de la geografía, concentraron en el robo de los paneles de Van Eyck que forman el altar en la catedral de Ghent y, de Brujas, ambas en Bélgica, la escultura de Miguel Ángel, la Madonna y el niño. A lo primero van Richard Campbell (Bill Murray) y Preston Savitz (Bob Balaban), a lo segundo va Donald Jeffries (Hugh Bonnevile, el “lord”de “Downton Abbey”). A Paris marcha James Granger (Matt Damon) a tratar de convencer a una curadora que ha llevado detalles minuciosos de adónde han enviado los cuadros del Louvre y otros museos franceses los nazis, en particular Herman Goering, cuya sed por el arte era insaciable. Walter Garfield (John Goodman) y Jean Calude Celrmont (Jean Dujardin) son parte del equipo, pero tiene el infortunio de verse involucrados accidentalmente en un fuego cruzado.
La cinta es agradable pero no puede extraerle al material del guión ni suficiente drama ni suficiente comedia. Hay momentos estupendos de breves sonrisas con el binomio Murray y Balaban; otros intentos tienen su gracia pero no son graciosos. Igual pasa con el aspecto dramático: hay muy pocos. Como se puede predecir, se enciende una chispa entre el personaje de Matt Damon y Claire Simone (Cate Blanchett), pero Damon es uno de lo errores de la película: está mal escogido para el papel. Se necesitaba a alguien que de verdad pudiera decir algunas cosas bien en francés y que fuera más convincente como curador o historiador del arte.
Lo que vale la pena del filme es la historia en sí, para que las nuevas generaciones, para los que la guerra mundial es algo muy lejano y remoto, se den cuenta de que entonces todavía existía cierta ética y moral. En un momento, para mí posiblemente lo mejor de la película, Truman le pregunta al personaje de Clooney que si valió la pena el sacrificio de dos vidas para salvar el arte que regresó a los museos y a sus iglesias. En la película, la respuesta viene muchos años después de boca del personaje de Clooney (representado por Dick Clooney, su padre) quien está llevando a su nieto a ver una de las piezas rescatadas. ¿Qué dirían ustedes? Yo digo que ¡Absolutamente! Después de todo Sun Tzu también dijo: Utilizar el orden para enfrentar el desorden, utilizar la calma para enfrentarse con los que se agitan, eso es dominar el corazón.1
- Todas las citas de Sun Tzu, El arte de la guerra, Versión de Thomas Cleary, Editorai EDAF, S.A. Madrid, 1993 [↩]