The Prom: declaración
Lo que puede sentir una niña o un niño que descubre que su atracción principal es por los de su mismo sexo, aún en estos días en que supuestamente hay más entendimiento y libertad sobre la equidad de género, puede ser aterrador. Como de seguro ese es el caso, Bob Martin and Chad Beguelin, los guionistas de esta película simpática y graciosa han hecho del tema un musical que brilla con la coreografía de Matthew Libatíque. Esta es tan contagiosa que aún escribiendo esto me gustaría imitar algunos de los pasos de los bailarines. (Cuando la vean verán lo pretensioso del deseo.)
La historia está al margen de lo verosímil, pero para sobreponerse los productores y el director Ryan Murphy han juntado un elenco rutilante que es imposible despreciar, aún en los momentos mas kitschy de sus intervenciones. Lo encabeza la incomparable Meryl Streep como Dee Dee Allen, una premiada diva narcisista de Broadway; James Corden como Barry Glickman, otro actor narcisista de Broadway quien, junto a Dee Dee, espera tener un éxito taquillero con su más reciente musical; Nicole Kidman, como Angie Dickinson, una corista que acaba de perder su trabajo en el musical “Chicago”. La referencia a la actriz y exesposa del famoso compositor Burt Bacharach es curiosa, pero puede ser que Matthew Sklar o David Klotz, o ambos, querían de esa forma rendirle homenaje al músico. El musical “Eleanor: The Eleanor Roosevelt Musical” fracasa cuando el NY Times le hace una crítica despiadada. Todos los aduladores abandonan la celebración en Sardi’s como si acabaran de regar COVID-19 en el salón. Están devastados, pero Trent Oliver (Andrew Rannells) el barman, un actor de TV graduado de Julliard y sin trabajo, los consuela y se une al grupo.
Sheldon Saperstein (Kevin Chamberlin) el publicista de los dos principales les dice que el problema es que el público encuentra, a Barry demasiado narcisista y a Dee Dee demasiado diva. Que los dos necesitan una causa que demuestre que no son tan egoístas y ajenos a los problemas más allá de ese mundo de fantasía que es el teatro. Angie encuentra en la red la historia de Emma (Jo Ellen Pellman) una adolescente de Indiana que, porque quiere llevar a su baile de graduación a su novia, ha causado que la actividad se suspenda. El grupo de Nueva York decide que irá a Indiana a convencer a la asociación de padres y maestros que permitan a Emma manifestar su deseo y mostrar su amplitud mental y la aceptación de lo que es distinto y diferente.
Las peripecias de los locos de Nueva York en Indiana, los diálogos y, como he adelantado, los números musicales logran que uno se deleite con las cosas poco probables que suceden. Como he dicho, el montaje y las actuaciones de todos nos hacen aceptar la fiesta y desechar el raciocinio. Hay en toda la película una crítica velada al mediano oeste de los Estados Unidos y a la homofobia rampante de los lugares apartados de las dos costas en ese país. Al mismo tiempo el material se maneja sin argumentos pesados y filosóficos. Más bien, el guion recurre a recordarnos que todo lo que ocurre en la vida es parte de ella. Así también el hecho incontrovertible de que hay quienes se enamoran y quieren a los de su mismo sexo. El camino al desenlace del problema es un poco largo y a veces los chistes colapsan como un suflé de un chef inexperto. Sin embargo, disfrutarán casi todo lo que sucede.
Cuando pensábamos que Streep lo puede hacer todo, descubrimos que puede hacer más. No se engañen, es ella la que canta, así como también lo hacen Kidman y la estupenda Kerry Washington, que tiene el papel de Mrs. Greene, la mamá que no sabe que el amor secreto de Emma es su hija. Eventualmente, las declaraciones se hacen, uno gozó la música y la intención de esta peliculita y se divirtió, aún en Indiana.