Tony, un panda con muchos sombreros
Pandamonium, comenta las contradicciones que un productor cultural experimenta entre los roles que asume como gestor, organizador, publicista y artista. Esa torre de sombreros, implica muchísima experimentación, trabajo de campo que no se adquiere en las aulas y que demanda de muchísimo tiempo y atención. Tony Rodríguez, es un joven entusiasta que desde temprano, junto a sus colegas reunió esfuerzo a favor de la construcción de plataformas de distintos tipos para apoyar la profesionalización de su compañeros y la suya, como artistas y diseñadores. Proyectos como el colectivo de diseño Hello Again! y la plataforma de eventos AWF (Artist Wrestling Federation), fueron las vitrinas a través de las cuales se dio a conocer. Primero como gestor, luego como diseñador y artista, polifacético en su práctica en búsqueda de dinamismo para los espacio de acción en los que se desenvuelve.
Las obras en esta muestra proponen desde la pintura y la ilustración, un uso práctico del color en relación al contenido de la imagen y lo que ilustran. La apropiación del formato de las cartas de colores comerciales y el préstamo de personajes de caricatura e imágenes extraídas de la Internet y la televisión, son los elementos a través de los cuales Rodríguez articula preocupaciones sobre la pérdida de identidad. Esa identidad, se construye a través de acciones que otros reconocen, y se sedimentan en al memoria de una escena que le da un valor y le asigna un lugar. En el caso de Rodríguez que ha tenido una práctica diversa, ha venido reclamando espacios poco a poco según le han hecho falta. Como él, varios artistas de esta generación se han movido cómodamente entre la gestión, el diseño y el trabajo de arte, haciendo cada vez más cortas las distancias que existen entre prácticas y espacios.
Las obras de esta muestra, oscilan entre la estética pop apropiada de la publicidad y la imagen gráfica, y una reflexión formal sobre la pintura que pone el énfasis en el color, sugiriendo una correspondencia entre los personajes de cultura popular que ocupan el centro de las piezas y las paletas de colores industriales que están en el fondo. Tanto las obras que componen esta muestra como las de la serie de Los colores de mi tierra de 2011, ponen en evidencia los roces y la porosidad entre contenido echo para publicidad y entretenimiento, y las estrategias del arte para cuestionar su entorno. A la vez podría decirse que remiten de algún modo a la serie de pinturas “Spectrum” de Elsworth Kelly, quien desde una pintura formalista apostaba por el color como herramienta para cosificar la obra de arte. Aunque la intensión de Rodríguez no es estrictamente cosificar la obra, si hay una pregunta sobre la autoría, donde al igual que Kelly, el trato industrializado de la pintura y el color, pone en cuestión la relevancia del autor.
En el caso de estas pinturas el cuestionamiento sobre autoría podría verse en la decoloración de los personajes apropiados, transformados en pandas, logo y figura del primer proyecto de diseño de Rodríguez que a la vez sirve como elemento de homogenización y se impone a la identidad de cada caricatura. La obra final, es una combinación de ejercicios formales, que cuestiona la relevancia de la autoría, la procedencia de los elementos en la imagen y el proceso creativo, como ejercicio producto de un entrenamiento y experiencia que va más allá de la academia.