Wonder Woman 1984: distopía
En la película a la que esta le sirve de secuela (2017) Diana ayudó a derrotar a los alemanes en la primera guerra mundial (la chica vale por varios ejércitos) y batalló con Ares, un súper villano que es, mas o menos, el dios de la guerra. Pero, más interesante fue que tuvo que vérselas con el General Erich Ludendorff y con la genial doctora Isabel Maru conocida como la doctora Veneno, jefa de los químicos alemanes. Esos villanos eran A+ y la trama de aquella versión convencía a leer el cómic… digo, ver la película de principio a fin sin quejarse. El guion de esta, escrito por la directora Patty Jenkins, Geoff Johns y Dave Callaham pasa más tiempo en efectos especiales que en el desarrollo de los dos villanos y de no ser porque se puede detener para ver las noticias en otros canales sería… Pero me adelanto.
Diana ahora vive en Washington, DC., y trabaja como antropóloga en el Smithsonian, donde conoce a Bárbara Ana Minerva (Kristen Wiig), gemóloga y geóloga insegura y bastante ingenua. Como resultado de un robo, la policía ha traído al laboratorio una piedra que resulta tener poderes mágicos. Le otorga a quien lo pide los deseos que quiera cuando los quiere. Maxwell Lord (Pedro Pascal), un hombre de negocios que usa la televisión para vender sus engaños sobre su compañía petrolera sabe de la existencia de la “piedra soñadora” y la ha estado buscando toda su vida. Cuando se entera que está en el Smithsonian se hace pasar por un donante y en una gala para recaudar fondos, se la roba.
De ahí en adelante los deseos de Lord y de todos los que se le acercan se convierten en realidad (¿Se dan cuenta?: “el Señor [The Lord]” da lo que se le pide). Poco a poco no solo comienza a acaparar todo el petróleo del mundo, sino las riquezas. Su vileza es tal que se apodera de la Casa Blanca. Cualquier semejanza a la personalidad de TV que la ocupara hasta el 20 de enero de este nuevo año es intencional y bienvenida. La mayor diferencia entre el villano de celuloide y el de carne (no añado y “hueso” porque el de Casa Blanca no tiene espina dorsal) es que el ficticio quiere a su hijo y muestra que tiene algunos sentimientos. Eso sí causa una distopía. (¡Ah!, el título.)
Para que Diana tenga alguien con quien pelear que no sea masculino, Bárbara Minerva adquiere poderes y se convierte en una villana llamada “Chita” (si fuera Tarzán, demandaba) cuyos poderes se acercan a los de la mujer maravilla. En una secuela premonitora de lo que puede ocurrir el día 20 de enero de 2021 en Casa Blanca, estas dos pelean entre sí y con los guardias encargados de la mansión ejecutiva y van rompiendo objetos de arte valiosos, cuadros y parte de los pasillos que conducen a la oficina oval. No nos extrañaría que en la vida real cosas valiosas se hayan roto, la pregunta es si han sido sustituidas por artefactos de Marshall’s.
No tengo que recordarles que cuatro mujeres espectaculares dominan la pantalla. Encabezadas por la incomparable Gal Gadot, quien se ha convertido en la mujer maravilla, tenemos a Connie Nielsen como Hippolyta: la reina de Themyscira y la madre de Diana; Robin Wright como Antiope: hermana de Hippolyta, general del ejército amazónico y tía de Diana; y Kristin Wiig que tiene mucho más tiempo en escena que las parientes de Diana y se goza su papel, aunque en muchas secuelas la sustituye un doble o una “stuntwoman”.
Pero el que más goza de lo que está haciendo en este mejunje disparatado que dura dos horas y media, es Pedro Pascal. A veces es gracioso, a veces ridículamente sentimental, otras siniestro y siempre con el lustre del estafador empedernido. Sí, hay mensajes de que la mujer puede llegar a alcanzar lo que se propone, pero también que, de tener poder, puede abusar de él, pero ¿no se espera eso de una cuasi deidad inmortal? Ya están hablando de una secuela a esta. Van a tener que pensarlo bien e hilar fino.