Don Jon: Tenorio de las redes
Que los hombres ven porno no es noticia. Que practican el onanismo, tampoco. Pero cuando esa práctica es conjunta, a pesar de que el hombre es un virtual Juan Tenorio, es preocupante y motivo de alarma psicológica. Ciertamente no parece ser tema para explorar más allá del tradicional sofá del analista, ensayos sobre el tema y otros comunicados clínicos de psicólogos y psiquiatras. ¿Pero, en una película?
Por suerte, todo es posible hoy día en que hay audiencias diversas y que los multicines bajo un solo techo facilitan un tipo de oferta smorgasbrod. También era necesario que alguien con buen sentido de humor cinemático tocara un tema que puede rayar pues… en lo pornográfico.
Joseph Gordon-Levitt, quien ha actuado en películas como “Lincoln” y “The Dark Knight Rises” y el thriller comedia “Premium Rush”, que reseñé positivamente en estas páginas, ha escrito, producido y dirigido esta simpática y a veces conmovedora comedia drama de un hombre obsesionado con el porno, el onanismo, y con las mujeres de carne y hueso. Ahí está el detalle.
Este no es un solitario que necesita de fantasías para satisfacer sus deseos sexuales. Tiene tanto éxito con las mujeres que por eso sus amigos le llaman Don Jon, una americanización del mítico don Juan Tenorio de Zorrilla (y del burlador de Tirso). Su interés es llevarlas a la cama, pero con ninguna tiene el placer que le da ver porno y masturbarse. De hecho, las mujeres que conquista son poco menos que objetos para este don Juan. No hay galantería que no sea usar un condón para protegerse y proteger, aunque estamos seguros de que lo que más le preocupa es su persona. A pesar de eso el personaje Jon Martello (el Don Jon del título) es simpático, disciplinado (tirando más a compulsivo), limpio y confiesa sus pecados todas las semanas. Cumple sus penitencias mientras está en el gimnasio, al que acude con la insistencia persistente de un mandato.
Parte de sus penitencias es ir a la casa de sus padres todas las semanas a almorzar. Allí tiene que soportar los insultos de su padre (Tony Danza, a quien, tal parece, un mago del bisturí le ha otorgado a los 61 años una juventud inusitada) las pocas veces que le quita los ojos al televisor, y las inquisiciones de su madre (Glenne Headly) en cuanto a si se ha de casar o no y con quién, para tener nietos. Su hermana (Brie Larson) quien habla menos que Redford en “All is Lost”, en parte porque está también adicta… a su celular… parece ser, a pesar de eso, la única que atiende lo que ocurre en estos encuentros disfuncionales de la familia.
Aparece Bárbara (Scarlett Johansson) y las cosas parecen cambiar. Bárbara es el epitome de la sensualidad y la belleza física. Es, además, familiar, simpática y exigente; y poco a poco vamos descubriendo que tiene muchas más características. Jon se enamora. Ella lo ama. Por un tiempo la relación lo redime de su adicción. Bárbara lo convence de que complete sus estudios y, en sus clases nocturnas conoce a Esther (Julianne Moore), una mujer con un secreto que la hace llorar a destiempo. Estas dos mujeres le cambian la vida a Don Jon, y lo logran en escenas llenas de humor y de alguna ternura.
Gordon-Levitt demuestra que es un director de mano firme y un sentido agudo de lo que puede ser cómico en un tema que a muchos podría ofender. Al efecto global de la película contribuyen enormemente la cinematografía de Thomas Kloss (filmó partes de “Iron Man”) y la estupenda edición fílmica de Lauren Zuckerman (“The Deep End”). Cómo se demuestran partes de la vida sexual de Jon intercaladas con visiones breves de las películas porno que ve, demuestra que la psique del joven está bien jodida. Esto se logra, sin embargo, con un gran sentido de ironía y comicidad que está acentuada por la narración de Jon, que es como escuchar las confesiones que le hace al cura: “La semana pasada forniqué tres veces fuera del matrimonio y me masturbé 17 veces, y por eso y por todos mis pecados, pido perdón”, y las que le haría a un analista si a uno acudiera.
Un actor simpático con cara de duende, Gordon-Levitt cuenta con las buenas actuaciones de todos en el reparto y con las expertas actuaciones de Johansson y Moore. La primera es tan seductora que parece imposible. La última es tan etérea y simultáneamente terrenal que uno compadece cada lágrima que derrama.
Don Jon es una comedia original y audaz que vale la pena ver a pesar de lo escabroso del tema y de algunas imágenes… porno, porque está hecha con gusto, destreza y sentido artístico.