La privatización del servicio de energía eléctrica: un fiasco internacional
Hay varios reportajes y estudios de diferentes lugares, desde Estados Unidos, México, Argentina y Europa, que ofrecen respuestas a esas preguntas básicas que habría que hacer antes de optar por una vía que ha fracasado en otros sitios o que, mínimamente, no ha resultado en los beneficios que prometía para la mayoría de los abonados.
Veamos lo que investiga el medio estadounidense Mother Jones, que sintetiza la experiencia de consumidores de ese país con las compañías privadas de servicio eléctrico,
Stephanie Mencimer titula su reportaje: “Electric Shadyland: How Power Companies Rip You Off. Door-to-door hucksters and telemarketing boiler rooms: Welcome to the deregulated electricity market.”
La historia comienza narrando la experiencia de una clienta de Washington DC, un caso particular de lo que la periodista describe como una «ola de quejas» en toda la ciudad y a lo largo de 16 Estados que cuentan con mercado de electricidad desregularizado. En esos Estados, una serie de nuevas empresas minoristas de electricidad están persiguiendo a los consumidores con una estrategia de venta agresiva para que éstos se propongan desplazar a las compañías públicas como PEPCO o Edison de Nueva York, por las privadas.
“Un mercado que carece de regulación y transparencia, con un producto que todo el mundo compra y pocas personas entienden realmente, ha demostrado ser un medio ambiente rico para el tipo de operadores que previamente causaron las estafas hipotecarias… Un defensor de los consumidores lo compara con el Wild West del negocio de las hipotecas antes de 2008”, indica el reportaje.
Pero estas empresas minoristas no son realmente empresas de energía. La periodista explica que son intermediarios que compran la energía en el mercado mayorista, en gran parte en las mismas plantas de energía que una vez fueron propiedad y operadas por las empresas de servicios públicos -monopolios que fueron fragmentados a finales de 1990 y principios de 2000. Estas empresas minoristas luego venden la electricidad a los consumidores y la distribución la realizan a través de las líneas de transmisión que siguen siendo propiedad del gobierno. Mencimer concluye que con este sistema lo único que cambia realmente es el nombre de la factura del proveedor.
Pero tal vez el punto más importante que señala la periodista es la diferencia que existe entre una compañía pública y una privada. Y es que una compañía tradicional como Con Ed, o digamos en nuestro caso, la AEE, no puede aumentar las tarifas de electricidad sin justificar tal necesidad al público. En un mercado desregulado, las empresas minoristas privadas no tienen que cumplir con ese requisito, lo que significa que pueden subir los precios a su antojo.
Por lo tanto, estas empresas ponen en práctica una agresiva campaña que emplea desde telemarketing, visitas de vendedores puerta a puerta, anuncios de televisión y panfletos con ofertas de ahorro prometedoras. Los clientes terminan firmando contratos restrictivos y los supuestos ahorros se revelan como trucos publicitarios que nunca se materializan.
Pero lo más desconcertante es que, en enero de 2013, el fiscal general de Nueva York informó a la Comisión Estatal de Servicios Públicos que el 91.5 por ciento de los consumidores de bajos ingresos del norte del Estado que se había cambiado a empresas privadas de electricidad, estaban pagando tasas más altas de las que hubieran pegado con una corporación pública tradicional.
No sería extraño que de concretarse la desregulación del sector energético aquí, esas mismas compañías que operan en Estados Unidos vengan a Puerto Rico buscando expandir sus operaciones. Pero gracias al acceso a la información a través de Internet -y no a las empresas tradicionales de información, por supuesto-, podemos estar prevenidos y prevenidas y conocer de antemano el historial que algunas de estas empresas cargan a sus espaldas.
En problemas varias compañías de electricidad privadas en Estados Unidos
En el Estado de Maryland, la compañía Viridian Energy recibió una multa de $60,000 por producir anuncios engañosos prometiendo grandes ahorros que nunca se materializaron. Además, sus representantes distribuyeron volantes con el logotipo de otra empresa de energía que aun es regulada por el Estado, sugiriendo una asociación ficticia. De hecho, esta compañía ya penetró el mercado de Puerto Rico en el área de la energía solar.
Asimismo, en 2011 la empresa privada North American Power fue multada por $100,000 debido a problemas similares. Los funcionarios del gobierno de ese Estado se quejan de que no cuentan con los recursos necesarios para monitorear constantemente a este mercado desregulado y fuera de control.
En el mismo reportaje, se menciona a otra empresa que tiene su sede tan cerca como en el archipiélago de las Islas Vírgenes, al Este de Puerto Rico. Se trata de Glacial Energy y opera en 20 Estados de los Estados Unidos. Los accionistas de esta empresa incluyen a personajes tales como el abogada Donald Bernard, quien tuvo que entregar su licencia de abogado luego de un proceso disciplinario por tomar dinero «prestado» de un fideicomiso de una empresa que él mismo supervisaba y que nuca devolvió.
Otro inversionista de Glacial es Peter Koek, un inmigrante austriaco que los oficiales de inmigración de Estados Unidos vinculan con grupos Neonazi. Koek fue arrestado por posesión de cocaína en Texas en 1996 y en una ocasión en que las autoridades federales allanaron una casa de su propiedad en Las Vegas, encontraron 62 armas de fuego, un silenciador ilegal y 42,459 cartuchos de municiones. Koeck fue obligado a salir del país en el 2004.
Por otra parte, en un juicio de 2011, un ex socio del entonces director general de Glacial Energy, Gary Mole, acusó a la compañía de ser una «empresa de delincuencia organizada», creada para lavar dinero para una operación de extracción de diamantes de sangre en la República Democrática del Congo. Glacial negó esas acusaciones y se impuso en la demanda. Pero en 2012 los reguladores de Texas revocaron la licencia estatal de Glacial tras las acusaciones de que la compañía no había revelado el papel de Mole en otra empresa minorista de electricidad que había engañado a sus clientes. En agosto, Glacial acordó pagar $ 100,000 en multas y reemplazar a Mole, revela el reportaje de Mother Jones.
Otras compañías privadas minoristas del sector energético que enfrentan problemas como demandas e investigaciones por parte de agencias estatales en Estados Unidos incluyen a Stream Energy y Starion Energy. Mencimer nos recuerda también que fue nada más y nada menos que Enron, la empresa corrupta de Houston que se disolvió luego de que quedara expuesta su manipulación de los mercados energéticos, la corporación que presionó fuertemente con cabildeo para romper las utilidades del monopolio energético y permitir la entrada de competidores al mercado de la electricidad.
Un ejemplo importante del fracaso de la privatización de la electricidad es precisamente el de el Estado de Texas. Allí el supuesto beneficio de la libre competencia, bajar los precios de la electricidad y mejorar su calidad, no se ha producido. En los primeros años de la desregulación en 2002, el precio residencial de la electricidad subió siete veces por encima del precio anterior a la desregulación (alrededor de 15% por kilovatio-hora). Entre el 2002 y el 2004, los precios subieron en un 43%. Mientras, en las pocas regiones donde se permite regular las tarifas, como en Austin, la tarifa eléctrica ha quedado más cerca de la tasa promedio de los Estados Unidos que es de alrededor de 10 centavos de dólar por kilovatio-hora. Mas para los residentes que tienen acceso a la docena de compañías que compiten en el mercado de la electricidad, los precios sólo han bajado un poco. Por ejemplo, el proveedor de más bajo costo en la parte central de Texas cobraba 6.8 centavos por kilovatio en diciembre de 2011, según informa www.powertochoose.org.
Eric Nalder, quien escribe para el Houston Chronicle, concluye:
“Una década de desregulación eléctrica en Texas ha hecho subir el sueldo de los jefes ejecutivos de servicios públicos que ahora son propiedad de inversionistas, pero no ha cumplido las promesas de producir energía más fiable y más barata para la nación. De hecho, la desregulación ha tenido la consecuencia no deseada de desalentar la construcción de nuevas plantas de energía, dejando a los suplidores estatales vulnerables mientras Texas continúa creciendo”.
La privatización de la electricidad fuera de los Estados Unidos
Cerca de Texas, pero fuera de los Estados Unidos, en México, la privatización de la electricidad se ha puesto en curso con una reforma energética propuesta por el presidente Enrique Peña Nieto. La iniciativa de privatización en ese país busca “acotar el uso que la nación puede hacer de sus recursos generadores de electricidad para ofrecerlos a particulares, quienes ya controlan 45% de la producción… Nada indica que este cambio vaya a disminuir las tarifas; en cambio, hay señales de que podría desatar la especulación», reporta Jesusa Cervantes para la revista Proceso.
Más al sur, en Argentina, un informe de la licenciada Viviana Cifarelli, del Taller de Estudios Laborales de Buenos Aires, advierte desde el año 2000 que una de las consecuencias de la desregulación es que “habilita la competencia entre las empresas fomentando una carrera hacia la disminución de costos que amenaza no solo la calidad del servicio sino además la seguridad de los trabajadores y de la población”.
En su estudio, Cifarelli pone el acento en las consecuencias de la privatización para los trabajadores del sector energético y señala la pérdida de todos los derechos de los empleados públicos, la pérdida de la estabilidad en el cargo y la significativa reducción de los planteles por vía de los retiros «voluntarios».
“Asimismo este mecanismo permitió a las empresas sustituir al personal con más antigüedad en los cargos por personal nuevo sin experiencia sindical y política. Además se aumentó la carga horaria y los ritmos de trabajo, se aplicaron nuevos contratos flexibles y un fuerte proceso de tercerización de sectores de la producción anteriormente integrados a la empresa, provocando una fuerte fragmentación y precarización del colectivo de trabajo. Por último se firmaron nuevos convenios colectivos que destruyeron las viejas conquistas e introdujeron nuevas formas de explotación y control del trabajo. De este modo se vieron afectadas las condiciones de trabajo, la salud y la unidad de los trabajadores”, añade.
En el continente europeo la historia es similar. Un titular de Librered.com dice que la privatización de la electricidad en España ha encarecido un 78% el precio en diez años. “Con la tarifa vigente desde octubre de 2013, el usuario medio paga 77,37 euros mensuales cuando en 2003 la cifra era de 43,47 euros. Los incrementos permitieron recaudar 21.600 millones adicionales de euros a las compañías eléctricas privadas desde el inicio de la crisis económica”, según datos de la organización no gubernamental Facua-Consumidores en Acción citados por ese medio.
Entonces, ¿de dónde viene esa seguridad con la que se propone la privatización total o parcial de la AEE en Puerto Rico?, ¿qué certeza tienen sus promotores de que aquí, a diferencia de lo que ha ocurrido en muchos otros países, el mercado desregulado de la electricidad va a redundar en beneficios para los clientes?