Prólogo a Proyecto de País vs proyecto de estado
Reflexiones sobre la ruta de la colonia a la soberanía de José Alberto Álvarez Febles
El autor de este libro, mi padre, me honró al solicitarme que escribiera el prólogo. En este, su primer libro, José Alberto Álvarez presenta lo que a su juicio, el cual comparto casi en su totalidad, debe ser la estrategia para alcanzar la liberación nacional de Puerto Rico. El autor, en síntesis, postula lo siguiente: (1) la estadidad para Puerto Rico es posible, no un imposible como gran parte del independentismo y estadolibrismo afirma. Como es posible y la misma representaría el fin de la nación puertorriqueña, al menos como la conocemos hoy, hay que luchar contra ella. (2) La estadidad no solo es posible, sino probable si el pueblo anti anexionista no reconoce esta amenaza y se une para combatirla. (3) La ruta del desarrollo económico nacional es la ruta de la liberación nacional. Por ende hay que concentrar esfuerzos por promover al empresariado puertorriqueño y su capacidad productiva y comercial, a la vez que se le hace frente a la injusta y desleal competencia (megatiendas, por ejemplo) que desde los EE.UU.A. enfrentamos. (4) Los esfuerzos para caminar por la ruta del desarrollo económico nacional y elaborar un proyecto de país requieren de la alianza entre los anti anexionistas puertorriqueños: los independentistas, los soberanistas y los estadolibristas en sus dos vertientes, autonomistas y soberanistas.Hay que luchar contra la estadidad, pues la misma es posible.
La estadidad federada para Puerto Rico es posible y por ende, hay que luchar contra ella, derrotarla. Varios factores apuntan a esta posibilidad:
- La imposición a los puertorriqueños de la ciudadanía estadounidense;
- La campaña de americanización de principios de siglo pasado;
- El incesante empeño de los EE.UU.A. por criminalizar y perseguir al independentismo;
- La continua federalización (instituciones y aplicación de las leyes federales) de nuestro país;
- El desarrollo y ejecución de políticas muy bien pensadas para reducir dramáticamente nuestra tasa de participación laboral, así afectando nuestra productividad nacional y esto, a su vez, creando la dependencia de casi la mitad de nuestro pueblo al asistencialismo estadounidense;
- No permitir de que el Estado Libre Asociado (ELA), desde su fundación en el año 1952, haya ampliado su espacio de poderes;
- La eliminación de importantes herramientas de desarrollo económico con las que contaba nuestro país (sección 936 del Código de Rentas Internas, etc.);
- Y, por último, los EE.UU.A. nunca han afirmado que rechazarían una petición de estadidad de nuestro país (tampoco han afirmado que la concederían).
Algunas de estas acciones/inacciones del gobierno estadounidense claramente son contrarias al modelo del Estado Libre Asociado y, en algunas instancias, se puede concluir que son indicadores de que la estadidad para nuestro país es una posibilidad para dicha nación.
Los muchos independentistas y estadolibristas que afirman que la estadidad es imposible parecen no entender que dicha afirmación lo único que logra es la desmovilización de las fuerzas anti-anexionistas en la lucha contra la estadidad. Esto, pues, es claro que no motiva, ni es lógico luchar contra imposibles. En relación a este asunto, el autor del libro afirma que “[c]reo que el convencimiento irracional sobre la imposibilidad de la estadidad es una de las razones que explican nuestra incapacidad de organizar un movimiento de liberación nacional”. (pág. 90) Estamos de acuerdo. La conclusión de la imposibilidad de la estadidad tiene como consecuencia (consciente o inconsciente) que no situemos como nuestro principal contrincante el liderato político anexionista (pues, ¿por qué combatir a aquellos que luchan a favor de un imposible?) y sí al estadolibrismo que es, naturalmente, aliado principal del independentismo. El estadolibrismo es nuestro aliado natural porque es anti-estadista (se oponen a la culminación de la colonia) y ambas de sus dos facciones (autonomista y soberanista) quieren que nuestro país, pueblo y nación tengan más poderes políticos y económicos. Así pues, la diferencia entre las dos facciones estadolibristas y el independentismo no es que si queremos más poderes o no para nuestro pueblo, sino en cuáles y la calidad de los poderes que reclamamos.
No olvidemos que la estadidad esfuma la posibilidad de ser independientes, pues tras ella, en el futuro previsible, no hay vuelta atrás. En ese contexto, la afirmación de algunos independentistas de que el ELA es “peor” o “menos digno” que la estadidad carecen de todo sentido y razonabilidad; prefieren destruir la nación y patria (que aún conservamos, y con muchos esfuerzos) para entregarla a los EE.UU.A.
Pero no todos los independentistas nos creemos el cuento de la imposibilidad de la estadidad, Alejandro Torres Rivera, en su artículo “Cuidado con la Incorporación del Territorio”, publicado el 17 de marzo del 2011 en el Hostosiano, (Anejo 1) concluye que los EE.UU.A. han dado pasos claros destinados a convertir a Puerto Rico en un territorio incorporado, modelo, como bien sabemos, que es un paso transitorio hacia la estadidad (y un alejamiento claro de la posibilidad de la independencia). Así, Torres Rivera, al analizar el Informe de 16 de marzo de 2011 de la Casa Blanca sobre Puerto Rico, indica que las medidas económicas que allí se plantean para Puerto Rico, “… no hacen sino anexarnos más a Estados Unidos que lo que estamos en estos momentos” y que, a su juicio, “[s]in que no los digan abiertamente, nos están organizando como territorio para eventualmente, colocarnos en condiciones de incorporarnos”. Específicamente, y en relación a la estadidad, Torres Rivera piensa que “… las indicaciones contenidas en el Informe de que con la estadidad no estaría en juego su propia identidad cultural y lingüística no es sino avalar el discurso de la estadidad jibara …”.
De hecho, José Enrique “Quique” Ayoroa Santaliz va más lejos y dice que “[l]a estadidad para Puerto Rico, no solo es posible, sino que a mediano o largo plazo es probable. Precisamente por ello, es sumamente peligroso jugar a la ruleta rusa[…]”
En fin, afirmamos que el anti-anexionismo es un sub-capítulo del antiimperialismo, adaptado a la situación colonial puertorriqueña, y que, por ser así, todos los que así nos definamos (consistentemente en los últimos 20 y pico de años somos alrededor de 54%) tenemos como única estrategia unirnos, desarrollar el proyecto para derrotar a las fueras anexionistas y emprender el camino hacia la liberación nacional.
El desarrollo de la economía nacional es esencial para la lograr la liberación nacional
Puerto Rico es una colonia y su economía es la economía colonial, eso es así. Sin embargo, también es cierto que la economía colonial es la única economía que tenemos. Es, en fin, la economía del pueblo y la nación puertorriqueña. Consistentemente, el independentismo ha caído en el error de restarle importancia a la discusión y presentación de propuestas relacionadas a nuestra economía, pues la tilda, con desprecio, la “economía de la colonia”. Al hacer esto, el independentismo se sitúa al margen, se enajena, de las vivencias diarias de nuestro pueblo; de los problemas que enfrenta y aporta poco a resolver las situaciones inmediatas que atravesamos día a día. Esta brecha entre el independentismo y el pueblo ha afectado grandemente nuestra lucha, no nos permite aterrizar, sino continuar con discursos que casi siempre van dirigidos a nosotros mismos. Hasta tanto nosotros, como independentistas, no nos demos cuenta de que la lucha por el desarrollo económico nacional (colonial) es parte de la lucha para la liberación nacional, no podremos fijar claramente los objetivos, trazar las estrategias y crear alianzas con aquellos que son nuestros compañeros naturales de lucha: el estadolibrismo en sus dos vertientes. Sobre este asunto, el autor del libro muy nítidamente afirma:
Las tesis o programas de las organizaciones independentistas han esbozado, desde diversas ópticas ideológicas, lineamientos generales de la economía que querríamos tener si alanzáramos la independencia. Desgraciadamente no explican cómo transformar la economía colonial que existe, la que vivimos todos los días los puertorriqueños … en una economía que mejorará la calidad de nuestras vidas y abriera el camino hacia la soberanía y la independencia … Este problema ha sacado de la realidad, o de carrera, al independentismo. Es la razón principal de que la causa de la independencia esté no sólo estancada, sino perdiendo terreno.
Es sólo ahora, específicamente con la oposición (tímida) del independentismo a las megatiendas y el apoyo a consumir lo producido en nuestro país que comenzamos a ver este tipo de discusión en nuestros círculos. Todavía vemos nuestra lucha con paradigmas de país soberano, no apoyando clara y abiertamente al empresariado nacional, pues se piensa que implicaría el apoyo a la burguesía puertorriqueña. Se nos escapa, sin embargo, que sin burguesía nacional y sin el apoyo de ésta, la ruta para la liberación nuestro país es casi imposible.
Como sintetiza el autor del libro: “La ruta del desarrollo de la economía nacional es también la ruta de la liberación nacional.” (pág. 50)
La alianza con el estadolibrismo (soberanistas y autonomistas) es esencial para lograr la liberación nacional: el poderismo es el camino
La independencia es sumarse poderes hasta tener todos aquellos que te hagan ser un país soberano. Los independentistas, naturalmente, queremos todos los poderes típicos de un país soberano. Los soberanistas y estadolibristas soberanistas, por su parte, procuran que Puerto Rico sea un país soberano, pero que negocie, desde la soberanía, con los EE.UU.A. un tipo de asociación en la cual se definan claramente las competencias que los estadounidenses retendrían sobre nuestro país. En cambio, los estadolibristas autonomistas no quieren alterar la relación constitucional entre los dos países, sino que quieren aumentar los poderes del pueblo puertorriqueño dentro del andamiaje constitucional y legal actual.
No obstante las claras diferencias entre las cuatro posiciones (independentistas, soberanistas, estadolibristas soberanistas y estadolibristas autonomistas), innegablemente compartimos dos cosas: (1) somos todos anti-estadistas/anti-anexionistas y (2) queremos más poderes para nuestro país y pueblo. Esas dos grandes coincidencias son la base conceptual e ideológica para, desde ahí, partir hacia la conformación de un proyecto unitario entre las cuatro tendencias que tengan como único objetivo el reclamo y lucha por aquellos poderes que compartamos la necesidad de tener y que, naturalmente, sean fundamentales para el desarrollo de la nación y bienestar del pueblo puertorriqueño.
A la unión táctica de las cuatro tendencias anti-anexionistas, es decir, independentismo, soberanismo, estadolibrismo soberanista y estadolibrismo autonomista, propongo que se llame el Poderismo. El Poderismo es el espacio pragmático, ideológico y de acción en el cual confluyen todos aquellos puertorriqueños y puertorriqueñas que deseamos que nuestro pueblo tenga mayores poderes para regir la vida política, social, económica, cultural y educativa de nuestra nación. Los Poderistas diferimos en la cantidad y calidad de los poderes que queremos para nuestro país y en la relación legal mediante la cual esos poderes deben ser transferidos y ejercidos. Sin embargo, esas diferencias no deben ser suficientemente importantes como para evitar que nos podamos unir y reclamar (somos, como mínimo, el 54% del pueblo puertorriqueño) aquellos poderes que las cuatro tendencias acordemos que compartamos la necesidad imperiosa de tenerlos en nuestro haber para echar hacia adelante nuestro país.
Algunos en el independentismo dirán que ese esfuerzo constituiría en “darle oxígeno a la colonia”. Nos preguntamos, luchar por aquellos poderes que el pueblo puertorriqueño hoy día no tiene y que entendemos beneficiarían a nuestra nación y gente, ¿es darle oxígeno a la colonia o es darle oxígeno a nuestro castigado pueblo? No debemos ser insensibles. Además, en última instancia, es innegable que mientras más poderes tengamos más cerca estaremos de la independencia, pensar lo contrario sería un absurdo.
¿Qué independentista se opondría a que Puerto Rico tuviese los siguientes poderes?:
- Control de la frontera puertorriqueña: determinar quién entra a nuestro país,
- La no aplicación de leyes federales que se legislan en virtud de las necesidades y objetivos del país más poderoso y rico del mundo no del nuestro. Por ejemplo, que Puerto Rico tenga el poder para determinar/controlar o que se le excluya de la aplicación de ciertas leyes/reglamentos federales como:
- Decidir qué marina mercante utilizar en su comercio (inaplicabilidad de las leyes de cabotaje)
- Nuestras aduanas y aranceles
- Relaciones obrero-patronales
- Normas de trabajo
- Salario mínimo
- Transporte aéreo (qué líneas aéreas pueden tener presencia en Puerto Rico)
- Medios masivos de comunicación (radio, televisión)
- Posibilidad de suscribir tratados (vinculantes) con otros países en materia comercial, tributaria, académica, cultura, deportiva, etc.
- Necesidad de consulta y mutuo acuerdo con los EE.UU.A. en todos aquellos acuerdos/tratados que dicho país suscriba y que afecte directamente los intereses de Puerto Rico.
Estoy seguro que al independentismo le gustaría que nuestro país tuviese los poderes arriba mencionados o que se nos excluyera de la aplicación de esas normas federales. ¿Qué nos impide luchar por eso? Muchos contestarán que esa lucha sería solo de independentistas, pero estarían equivocados. Esa lista es una copia casi textual del Pronunciamiento de Aguas Buenas de Rafael Hernández Colón del 1 de noviembre de 1970. Y entonces, ¿qué nos impide a los poderistas unirnos para reclamar esos poderes? Sólo hace falta entendimiento y voluntad.
Ahora bien, el independentismo no tendría que someterse a la lista de poderes que el estadolibrismo esté dispuesto a reclamar. Las facciones del Poderismo definirán sus máximos y sus mínimos, y consensuando los puntos en común, comenzaríamos un proceso de educación popular y luego iríamos a reclamarlos al gobierno estadounidense y a los foros internacionales pertinentes.
El autor de este libro sienta las bases conceptuales para el poderismo puertorriqueño, ahora faltaría aterrizar, convocar, explicar, analizar, consensuar, acordar y luchar. Como muy bien afirma mi padre: “[n]o nos arriesguemos a quedarnos piqueteando en el andén mientras pasa el tren de la historia.”