The Immigrant
El personaje principal Ewa (Marion Cotillard) es una polaca que llega con su hermana a Ellis Island esperando que las recojan sus tíos, que hace un tiempo están exitosamente instalados en Nueva York. Los médicos detectan que su hermana Magda (Angela Sarafyan) está enferma de los pulmones y la dejan en cuarentena. Además, se acusa a Ewa de tener baja moral (prostitución) y la quieren deportar. La situación ocasiona que no se encuentre con su familia en el muelle.
De lo que está sucediendo se entera Bruno Weiss (Joaquín Phoenix) un productor de espectáculos de baja calidad que también sirve de chulo de las mujeres que trabajan en el teatro “Bandit’s Roost” (literalmente, el Gallinero de los Bandidos). Bruno soborna a los oficiales y logra que dejen a Ewa, quien es católica, entrar a la ciudad. Ewa ahora se encuentra en una situación desesperada. Para sobrevivir depende de Bruno sin quien no podrá rescatar a su hermana de su cuarentena, pero tiene que hacer lo que él le imponga.
El filme le debe su cinematografía a Darius Khondji, quien usa tonos pardos, negros, y grises que le dan al filme esa patina que hemos visto antes en otras películas y en programas de televisión que versan sobre emigrantes (como la reciente y brutal serie televisiva “Copper”). Su estilo es parecido al del gran Gordon Willis. Tanto así que algunas escenas de esta película parecen ser pietaje que sobró de las primeras dos partes de “The Godfather”, una de las obras maestras de la cinematografía del siglo XX. (Me imagino que por esa semejanza a Willis, quien dirigió la cinematografía de seis de sus películas, Woody Allen ha usado a Khondi en sus últimas películas.) De todos modos, aunque la cinematografía es cónsona con los lugares en que se desarrolla la historia, llega el momento que se hace sofocante. ¿No hubo nunca un rayo de sol en la vida de esta mujer? Entendemos que está sufriendo y que vive una vida sórdida pero, ¡vaya!
Ese enfoque a la apariencia de la cinta enfatiza que la historia no es más que un melodrama bastante predecible (Gray lo escribió con Ric Menello) con dos actuaciones especiales y sobresalientes. Joaquín Phoenix, ese extraordinario camaleón, que puede ser emperador (“Gladiator” 2000), cantante de “country western” (“Walk the Line”; 2005), seguidor incauto (“The Master”; 2012) o romántico cibernético (“Her”; 2013) es un ratero, esclavista y chulo de putas de corazón de oro (él y algunas de ellas). La suya es una actuación modulada en sus detalles, llena de sutilezas que demuestran el amor que va desarrollando por Ewa sin que pueda trasmitirlo adecuadamente. En dos escenas en que lucha con su rival por el amor de Ewa, su primo Emil, conocido como Orlando el mago (Jeremy Renner), Phoenix nos hace temblar con su rabia por sufrir un amor no correspondido y por su temor de experimentar serias consecuencias.
La película es de Marion Cotillard. Esta bellísima mujer cuya interpretación de Edith Piaf en “La Vie en Rose” (2007) es una de las mejores actuaciones en el cine en lo que va del siglo, tiene la habilidad de hacer de las situaciones en que se halla momentos de ansiedad dramática que nos conmueven. Lo logra sin exageraciones histriónicas, ni chillos. Más bien nos conduce por la escena haciéndonos recordar su trasfondo y su cultura, con una dignidad que nos hace aceptar que su nueva profesión la han practicado mujeres que tenían mucho menos necesidad que la que ella tiene. Cotillard no puede ocultarle a la cámara su belleza mas nos hace ver que quisiera ocultarla de los clientes que necesita para vivir pero que la hacen morir cada vez que se entrega. Es, sencillamente, una maravilla.
Por ella y por Phoenix hay que ver esta cinta.