The Wolf of Wall Street
Algo le pasó a Martin Scorsese camino al plató. Iba hacer una película de la escandalosa compañía Stratton Oakford y su creador, el timador Jordan Belfort (Leonardo Di Caprio), y en vez ha hecho una película escandalosa que empuja el tema del sexo y las drogas más allá de lo que ha logrado hacer ningún director de primera en el cine hollywoodiense. El filme tiene muchas de las excelentes características del director: diálogo agudo y gracioso, cinematografía lúcida y una actitud que podemos llamar “cuestión de hecho” hacia lo que quiere que aparezca en la pantalla. No hay casi nada que el director suprima del espectador en esta comedia drama cuya primera hora es sencillamente brillante.
Gran parte de ese logro lo contribuye el guión de Terrence Winters, basado en el libro de Belfort, quien ha sido responsable de partes de “The Sopranos” y “Boardwalk Empire” (Scorsese es productor ejecutivo de esta) dos magníficas series de televisión. La influencia de esas en “Wolf…” se les harán evidente a los que las han visto. Lo importante, sin embargo, es cómo Scorsese se da a la tarea de ir ampliando lo que pudo haber sido una mirada por una rendija hasta convertirla en una visión panorámica de lo que es la avaricia y la corrupción causada por el dinero fácil.
Es un planteamiento difícil en el sentido que, ¿de cuántas formas se puede demostrar que el dinero corrompe? Es un cuento tan antiguo como el hombre y una vez establecido el panorama el escritor Winters y el director Scorsese nos restriegan el rostro en las partes privadas del bandidaje, el chutzpah y otras cosas. Belfort fue el máximo exponente del pillaje de las acciones chatarra en el mercado de valores y su compañía chatarra vendió sobre un billón de dólares de ofertas iniciales de compañías y le hizo perder cientos de millones a inversionistas incautos en búsqueda de riquezas instantáneas.
Para hacernos detestar con intensidad todo lo que representa Belfort, el sexo, las drogas y los billetes de a cien están en la pantalla casi permanentemente y no es difícil ver a a lo que pude llegar la depravación y la obsesión cuando de dinero se trata. En particular, cuando es dinero sucio.
Lo más impresionante de la película es la actuación de Leonardo Di Caprio. Representando una especie de Gatsby mucho más corrupto que el original, Di Caprio se luce demostrando cómo, luego de un breve aprendizaje en una firma de corretaje legítima, su capacidad para engatusar al tonto va surtiendo su efecto. Sus discursos para agitar a sus vendedores son excitantes y trasmitidos con un fervor cuasireligioso que dejan ver cómo este ratero incitó a sus empleados a conducir transacciones fraudulentas o que bordeaban un terreno ilícito sin que el inversionista lo supiera. Di Caprio también demuestra (lo dije ya de él en “...Gatsby”) una capacidad especial para la comedia física y la parodia. En un breve instante, estamos de nuevo con él en el Titanic, y resulta que es una advertencia de algo por venir. En una larga secuencia en la que se encuentra preso en las garras de las drogas y tiene que volver a su casa a confrontar a uno de sus socios, Di Caprio se convierte en una especie de Chaplin moderno que desafía la gravedad (la de Newton) y tiene la dicción del inspector Clouseau. La suya es una actuación superlativa que registra sus emociones con tanta certeza que comenzamos a sentir sus infortunios como si le estuvieran sucediendo a un pariente lejano que uno conoce poco, lo quiere de igual forma, y sabe que es un canalla.
Complementa esa personificación la de Jonah Hill como Donnie Azoff, el socio de Belfort. Con la gracia que siempre lo caracteriza, Hill crea un tipo que entra al negocio obsesionado con hacerse rico a la ligera para tener autos caros y un estilo de vida como el de Belfort, para encontrarse metido en una maraña de timos del cual se le hace difícil escapar. Parece ser él único cuyo matrimonio sobrevive las orgías de sexo y drogas que ofrece la adquisición exagerada de dólares, porque es también el que tiene una mente algo práctica y lógica y sabe que lo que está haciendo no durará mucho. Jonah demuestra cómo aún alguien con algunos valores se rinde ante Mammón.
La bellísima Margot Robbie como Naomi Lapaglia, la segunda mujer de Belfort, es un compendio de sensualidad y lujuria y muy efectiva como contrapunto a las locuras de su marido. Matthew McConaughey, el nuevo (figurativamente) gran actor de Hollywood tiene una intervención corta e inolvidable como Mark Hanna el mentor inicial de Belfort en Wall Street. Notable también es Bob Reiner como Max el padre de Belfort.
Entonces, después de la primera hora (dura tres) Scorsese decide que quiere que aprendamos la lección que el dinero corrompe y comienza a repetir las escenas de orgías y de excesos como si fuera Bob Guccione y le hubieran dado una segunda oportunidad para filmar “Caligula”. Entendemos a la fuerza: no quiere sacarnos el guante de la cara, pero ya tenemos el mensaje, y a menos que uno no esté bajo el efecto de los “qualudes” que Jordan y Donnie se pasan ingiriendo como si fueran M&M, es imposible no entenderlo. A pesar de que algunas de estas escenas son especiales desde el punto de vista cinemático algunas duran demasiado y poco contribuyen al efecto global del filme.
La última hora vuelve a demostrar los talentos de Scorsese y nos conduce por la investigación del FBI y la caída de Belfort. Hay varias cosas especiales, en particular una conversación en el yate de Belfort entre él y un agente federal (Kyle Chandler), y el episodio que he mencionado arriba entre Di Caprio y Hill.
“The Wolf of Wall Street” demuestra que Scorsese aún goza de gran imaginación y de un profundo amor por el cinema. Esta obra decidirá (junto a “Don Jon” y “Nymphomaniac”, que está por estrenarse) qué se podrá ver en las pantallas de los cineplexes. En ese sentido marcará un hito en la historia del cinema. No es, como la están promoviendo, una de las grandes películas del director. Prefiero “Raging Bull”, “Taxi Driver”, “The Age of Innocence”, “Gangs of New York”, “The Departed”, “Hugo” y “Goodfellas”. Además, el estupendo filme “Boiler Room” (2000) sobre el mismo personaje y los mismos hechos es por lo menos tan buena como esta y tuvo un presupuesto de $26 millones; esta de $100 millones.
Pero vale la pena estudiar esta cinta más a fondo. Dejarla madurar y ver si, después de todo, los pillos de Wall Street que se han escapado hasta ahora van o no a la cárcel,1 y si el mensaje de la película, en vez de ser que nadie sucumba al dinero fácil y la corrupción, resulta ser a la larga que el peor crimen es que te atrapen… O no ser pillo.
- Aunque Belfort sirvió 22 meses de cárcel no ha pagado los $110 millones que la corte le exigió que devolviera. Ni siquiera se sabe si lo hará. Tiene una fortuna calculada de aproximadamente $100 millones, que se sepa. [↩]