Abey Charrón and the return of the political
Hace ya varias semanas, varios muros de Río Piedras fueron trabajados por artistas de gran talla tanto en el ámbito local como internacional. Al margen de esta actividad, el fotógrafo y artista plástico, Abey Charrón, desarrolló una pieza que se quedó con el canto y nos trae a un tema que es igualmente político– de una manera poco tradicional.
La mujer está encapuchada, viste con un bottom de bikini, lleva camisa de la bandera de Puerto Rico y encañona al público que se le para enfrente. Las redes sociales estallan en comentarios. Censura, plantean unxs. Explotación de la mujer plantean otrxs. La alcaldesa de la Ciudad Capital de San Juan, admitiendo no haber visto el mural, y disipando aún más la (ya menguada) imagen progresista que le ganó el voto de algunos sectores de avanzada en el área metropolitana, resbaló en la cascarita y se tiró la cantinflada:
“[…]Lo único que les pido es que tengan en cuenta el momento que vivimos y que tengan la sensibilidad para que, aunque su arte sea provocativo, pero que no provoque.”
Todo ello, luego de que alegadamente por encargo de la oficina de la alcaldesa, alguna persona de Buena Vibra Group, entidad organizadora del evento Los Muros Hablan, llamara al artista, a manera de public relations, para intentar persuadirle de que removiera su mural. Charrón obviamente se negó.
Tuve la oportunidad de coincidir con el artista en una fiesta hace unos días y le hice mis comentarios al respecto en un ambiente ameno y de camaradería. Yo bebía cerveza y él ron bacardí reserva con hielo. La conversación con Abey fue tan productiva y amena que decidí compartir mi posición en torno a la obra, ya pasado el fuss inicial sobre la misma.
Ahora mismo no me mueve el tema de la alegada explotación femenina por medio de las imágenes. Ese tema, aunque también político, no es la base de mi reflexión, en parte porque entiendo que ese debate ya se ha tenido dentro de la teoría feminista y (en mi opinión) se le pasó el rolo a Catharine MacKinnon.
Tampoco me parece importante el tema de la censura. La verdad es que no existe tal censura, en la medida en que la obra sigue en pie, y que al ser realizada en la pared de un local privado con el consentimiento del dueño, el asunto está fuera de las manos del gobierno municipal y estatal. La polémica, como suele ser el caso, resultó en todo lo contrario a la censura. El que se difundiera la imagen por las redes sociales disparó la discusión pública al respecto de la obra. Los articulos de periódico que trataron el tema, no podían hacer más que obrar en beneficio del artista.
Me provoca más bien la reacción de la alcaldesa y la significación de la obra, en vista de ella. Lo primero es que la obra me parece que busca visibilizar la violencia que se vive a diario en la isla. Hace poco leía a Carlos Pabón en 80grados. Plantea Pabón que vivimos en medio de una Guerra Social (In) Visible. Atribuye este estado a la violencia que es generada por una serie de factores, entre los cuales resaltan el trasiego de sustancias ilícitas o controladas y la desigualdad social. Indica Pabón que la guerra es (in)visible debido a que no se ha podido articular el asunto como un issue político, a los fines de buscar soluciones. Acto seguido, Pabón lanza un reto:
El reto es transformar esta “guerra” en un conflicto político en torno al cual se puedan negociar soluciones políticas, comenzando con la descriminalización de las drogas y con la implementación de políticas de igualdad económica y justicia social.
Comentaba a Abey, que lo que le molestó a la alcaldesa, fue que la retrató. La camisa de Puerto Rico, para mí representa el nacionalismo cultural del que se ha nutrido la alcaldesa. Es el soberanismo “light” que aboga por la libre asociación pero a la vez vota por la colonia capitalista ondeando el azul celeste desde la denominada ciudad patria. La bandera nuestra, subversiva, que en un momento constituía causa para el arresto, ahora ha perdido su significación habiendo sido acogida por la oficialidad de la colonia.
El “bottom” del bikini es esa chispa provocadora, el mistique tropical seudo-progresista del aura que construyó a su alrededor la alcaldesa. La frescura con que se presentó a desplazar al incumbente.
La capucha, corresponde a quien no nos muestra su verdadero rostro, quien no se deja ver para no ser identificado adecuadamente, por las razones que sea. En este caso, nuestra alcaldesa se encapucha como todo una subversiva. La realidad es que se encapucha, como se encapucharon los guardias de Capitol en ese primer día de paro en la UPR, para que se les confunda por lo que no son.
El arma, encima de todo lo anterior, puede representar muchas cosas. Pudiera decir como le dije a Abey: “Yulín te atrae con el nacionalismo cultural y con su mistique tropical seudo- progresista, para luego asaltarte a mano armada”. Ante mi comentario ambos reímos. Pero es cosa seria. Carlos Pabón apunta en su artículo a que existe cierta complicidad del Estado con la violencia producida por el narcotráfico. De esta violencia, diría, participa la alcaldesa de San Juan, con su postura en contra de la descriminalización de la marihuana, por ejemplo.
Ya sea porque es verdaderamente conservadora fuera del tema de la lucha LGBTTQI, o ya sea por miedo a lo que pudieran pensar algunxs de sus electores, la alcaldesa de San Juan se ha negado a asumir el reto que lanza Pabón de transformar esta “guerra” en un conflicto político en torno al cual se puedan negociar soluciones políticas. Ello la hace cómplice de la guerra que aparentemente quiere invisibilizar, atreviéndose a plantear, aún indirectamente, y a través de terceros, la eliminación del mural. El primer paso para solucionar los problemas, es reconocer que éstos existen, no intentar borrarlos cuando se te presentan en la cara, en formato mural.
Ya Yulín dejó la bola caer en este sentido. A pesar de que era supuestamente «de avanzada» se expresó contra la descriminalización de las drogas, cual si fuera una moralista conservadora del montón. De más está decir que el PNPPD, tiene una larga historia de política pública que ha redundado en lo contrario a la implementación de políticas de igualdad económica y justicia social. Como consecuencia de ello, aducimos que la alcaldesa prefiere el trinomio criminalización-pobreza-violencia y contribuye al mismo con su accionar político. Gracias por retratarla, Abey. De nada le vale la capucha.