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Chibok o los estragos de la violencia colonial en Nigeria
Durante la noche del lunes 14 al martes 15 de abril de 2014, un grupo de militantes pertenecientes al movimiento Boko Haram atacó la Escuela Secundaria Gubernamental para Niñas en la ciudad de Chibok, en el estado de Borno, al noreste de Nigeria. Borno, que bordea los países de Camerún y Chad, es una región donde habita mayoritariamente la etnia hausa, de fe islámica, y donde impera la ley sharia, basada en el libro sagrado del Islam, el Corán. Su capital es Maiduguri, sede ancestral del imperio hausa, hasta que fuera ocupada por los británicos en 1907. No obstante, en Chibok, ubicado a 110 kilómetros al suroeste de Maiduguri, predominan los cristianos; es una de las “islas” de religión cristiana (católicas y evangélicas) dentro de las poblaciones islámicas en el norte/noreste de Nigeria, un área muy conflictiva, donde estos elementos de Boko Haram concentran sus ataques armados contra el gobierno federal de ese país. La escuela había estado cerrada durante un tiempo por temor a un ataque (ver aquí), pero entonces convocó a sus aproximadamente 530 estudiantes para que tomaran un examen final de física. Muchos, provenientes de áreas muy lejanas, pernoctaban esa noche en la escuela, vigilada por una escuadra de soldados y policías federales, quienes son parte de las fuerzas de seguridad conjunta que están encargadas de velar por el estado de emergencia impuesto en dicho estado por el gobierno federal de Abuja para lidiar con la insurgencia armada y la violencia del Boko Haram. Durante el ataque, los insurgentes asesinaron a un soldado, y secuestraron a más de 300 jóvenes, mayormente niñas, pero 88 lograron escapar. Se reportó que mandos del ejército federal habían sido avisados del ataque, que la seguridad de la escuela era insuficiente, y no reforzaron la guarnición que velaba la escuela, por lo que la resistencia de los soldados fue rápidamente dominada por los atacantes (ver aquí). Como resultado, 276 estudiantes, casi todas niñas, fueron secuestradas, desconociéndose el paradero de estas, pero según portavoces del movimiento insurgente, están siendo objeto de conversión forzada al Islam, así como siendo utilizadas como peones en exigencias políticas del Boko Haram. Incluso, posiblemente están siendo vendidas como esclavas a miembros de dicho grupo. Este ataque fue cubierto de inmediato por la prensa internacional y ha levantado la ira en las redes sociales. La respuesta mediática ha motivado que varios gobiernos occidentales y particularmente EE.UU. hayan presionado al gobierno federal nigeriano para que rescate a las niñas de su cautiverio. Por otro lado, ante la persistencia del grupo armado en retener las niñas en cautiverio, el Presidente Hollande de Francia convocó a los líderes africanos de los países limítrofes con Nigeria, entre ellos, Camerún, Níger, Benín y Chad, para indicar su disponibilidad para combatir a Boko Haram, que se reporta que tiene bases en una región fronteriza con Camerún. El pasado miércoles, 21 de mayo de 2014, el Presidente Obama anunció el despliegue de 80 “asesores militares” en Chad, para asistir en la búsqueda y rescate de las niñas secuestradas. Incluso, el pasado jueves 22 de mayo de 2014, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas decidió imponer sanciones específicas contra el movimiento insurgente, añadiendo el mismo al listado de organizaciones vinculadas a al-Qaeda, que están sujetas al embargo de armas y al congelamiento de activos a nivel internacional.1
Sin embargo, este ataque no es aislado, ni es la primera vez que sucede. En febrero, estudiantes universitarios fueron atacados en un centro de educación superior en el estado de Yobe, al norte de Nigeria, y asesinaron 29 estudiantes. En septiembre del pasado año, 40 estudiantes de agricultura fueron asesinados en Gujba, estado nigeriano de Yobe. En julio de 2013, 42 estudiantes y maestros fueron asesinados en un ataque contra una escuela en Mamudo, también en Yobe. En marzo de 2013, el terminal de autobuses en Kano fue objeto de un ataque con un coche bomba, y oficialmente se reportó que 22 personas fallecieron, aunque vecinos del lugar entienden que murieron muchos más. Estos ataques contra escuelas y centros civiles en el norte de Nigeria ya son bastante frecuentes, y no es sino uno de decenas de ataques armados que ocurren a diario en todo el continente africano, afligido durante décadas por la inestabilidad política, guerras civiles, insurgencia e ingobernabilidad generalizada.
África, con su extensión de 30.2 millones de km² (Puerto Rico, solamente 8,897 km2), es el segundo continente más grande del planeta (después de Asia) y el segundo más poblado (también, después de Asia). Pero África es mucho más que eso. Es la cuna de la humanidad, donde los primeros humanos caminaron por sus praderas y sus montañas, y desde donde emigraron a todos los puntos del planeta. Empero es un continente sufrido, explotado, con grandes y valiosos recursos, y a pesar de ello, pobre… y convulso. Al igual que en todos los grupos humanos, en África coexisten diversas fes religiosas, pero son inmensamente mayoritarias las de raíz judeo-cristianas, las musulmanas (islam), cristiana y hasta cierto punto, judía (en Etiopía), aparte de las religiones y creencias ancestrales (animistas) que son comunes en muchos países del continente. La fe islámica llegó al continente por vía de la expansión árabe del siglo VI, en la era de los califatos, durante la Baja Edad Media.Pero también el comercio árabe llevó dicha fe -que al igual que la cristiana, posee un intenso proselitismo religioso-, a diversos puntos del continente africano; no solamente en el norte de África, sino más al sur del Sahara, al llamado Cuerno de África (Somalia, Etiopía) y llegó tan lejos como a Zanzíbar, al oriente.
De muchas de las ricas culturas, imperios y países que existieron en África antes del siglo XIX, se conoce muy poco por la generalidad del resto de nuestra población. Pero sí sabemos que la población de África fue duramente explotada por siglos: muchos de sus habitantes eran capturados y exportados como esclavos a todos los rincones del mundo, no solamente a las Américas, sino también al Medio Oriente.
Al surgir la era del imperialismo europeo, las potencias europeas vieron en el continente un medio para explotar sus fortunas: madera, productos agrícolas, minerales, entre otras. Pero también el imperialismo europeo tenía ímpetus de expansionismo de ultramar. África, que no había sido reclamada, se convirtió en ese oscuro objeto del deseo de las potencias imperiales para saciar sus ansias de colonialismo, explotación y expansionismo. Ya a partir de la segunda mitad del siglo XIX, los europeos se lanzaron de lleno a lo que se conoció como la repartición de o la carrera por África, para impulsar abiertamente el colonialismo. La codicia por el expansionismo fue tal, que la posibilidad de choques entre los imperialistas europeos se convirtió en una posibilidad real. Así, en 1884, el canciller de Alemania, Otto von Bismarck, a instancia de los portugueses, convocó a una conferencia en Berlín para “regular” el expansionismo, establecer áreas y esferas de influencia, y delimitar las colonias que correspondían a cada país. El pastel fue servido y dividido entre Gran Bretaña, Francia, Alemania, Bélgica, Portugal, Italia y España. De esta repartición, solo Liberia y Etiopía quedaron a salvo… pero para Etiopía no fue por mucho tiempo, ya que en 1936 la Italia de Mussolini ocupó el país, ante la más abyecta indiferencia de la comunidad internacional.
Las potencias imperiales, ya dueñas de los territorios que se repartieron, comenzaron los desplazamientos poblacionales por motivos principalmente de explotación económica. Sin respetar etnias, culturas, idiomas, nacionalidades, se abocaron en delimitar colonias para sus propios fines, y en muchas ocasiones, juntaron en unas mismas colonias etnias que hasta eran rivales entre sí. Muchas veces lo hicieron por pura conveniencia. Alemania y posteriormente, Gran Bretaña, por ejemplo, favorecieron la etnia tutsi sobre los hutus en Ruanda y Burundi. La predominancia tutsi sobre la hutu persistió luego de la independencia de esos países, y para 1994, grupos armados hutus se lanzaron a realizar un pogromo masivo contra tutsis y hutus aliados, que se prolongó durante más de tres meses, provocando un oscuro episodio en la historia de los genocidios, conocido como la masacre en Ruanda. En parte, esa violencia fue alimentada por décadas de resentimiento entre los hutus creada por esa política colonial. En lo que hoy es República Centroafricana, por ejemplo, los habitantes originales se dedicaban a la agricultura. Pero las autoridades coloniales francesas, en aras de fomentar la ganadería, forzaron a muchas familias musulmanas que se dedicaban a pastorear ganado, a emigrar a esa colonia. La actual inestabilidad y violencia que se vive en ese país es producto de ese desplazamiento poblacional. En parte, esa violencia fue alimentada por décadas de resentimiento entre los hutus creada por esa política colonial. Todos estos desplazamientos poblacionales, aglutinamiento de diferentes etnias y nacionalidades sin respetar sus tradiciones, idiomas y rivalidades ancestrales, cultura e idiosincrasias particulares, y amontonarlas en distintas colonias delimitadas por los propios intereses de los colonialistas europeos, sin apenas crear estructuras políticas viables para lidiar con las diversidades poblacionales, lo cual creó las condiciones para las distintas explosiones sociales, guerras civiles e insurgencias armadas que se dan prácticamente a diario en el continente africano.
En el caso particular de Nigeria, el Imperio Británico se dio a la tarea de no quedarse en la costa, como hizo en Costa de Oro (hoy Ghana), o Sierra Leona. Los británicos llegaron a las orillas del Lago Chad, y delimitaron las fronteras de la colonia en el medio del desierto sahariano. En una colonia, reunió a etnias hausa, fulani, árabes y beduinos en el norte de Nigeria; yoruba en el suroeste, e igbos en el sureste y sobre el delta del río Níger. Esta mescolanza de culturas, etnias e idiomas en un país asentado sobre un océano de petróleo, combinado con una pobre cultura de administración pública (ya que los británicos se molestaron poco en eso), crearon las condiciones para la inestabilidad política del país. Lo realmente triste es que el petróleo nigeriano es uno de los más caros y cotizados del mundo. Su bajo contenido de azufre lo hace combustible ideal para las calderas termoeléctricas en EEUU, y, sobre todo, para las calderas de la AEE que, además de todos sus problemas administrativos, tiene que cumplir con los estrictos requisitos de emisión de azufre que establece la EPA estadounidense.
De hecho, Nigeria es uno de los países que más dinero recibe por día por la venta de su petróleo y de muchos recursos naturales. ¿Y por eso tiene buen estándar de vida? En lo absoluto. La riqueza nigeriana está mal distribuida y peor administrada. La inestabilidad política solo ha creado una burocracia corrupta que depende del poder militar para seguir enriqueciéndose a costa de los jugosos contratos de franquicias y explotación que mantienen con las grandes petroleras –la Royal Dutch Shell, la Chevron, entre otras- y abiertamente respalda la explotación y el daño ambiental resultante de la extracción con represión militar.2
A poco más de 50 años de independencia, Nigeria cuenta con uno de los regímenes más inestables del planeta. El país ha sufrido una guerra civil,3 seis golpes militares, dos asesinatos de jefes de Estado y al menos tres eventos de insurgencias armadas en sus más de 50 años de existencia como república independiente. Esto ha desarrollado en la ciudadanía una especie de conducta indiferente y quizás temeraria contra las autoridades federales, quienes son despreciados por gran parte de la población del país.4 Pero el conflicto actual ahora permea en el norte de Nigeria, y tiene como protagonistas a fundamentalistas islámicos, mayormente hausa. Las etnias hausa y fulani, quienes habitan en el nordeste y el norte de Nigeria, respectivamente, no han sido inmunes a toda esta convulsión histórica que abrazó a Nigeria desde los tiempos del colonialismo británico, cuando éstos arribaron al norte de Nigeria a imponerse. En su número de noviembre de 2013, la revista National Geographic publicó un artículo escrito por James Verini, sobre la insurgencia de Boko Haram, en los estados de Borno, Kano y Yobe, de mayoría hausa.En este artículo, Verini narra el episodio del atentado con un coche bomba en un terminal de autobuses ocurrido el 18 de marzo de 2013 en Kano, al norte, en un área de confluencia entre las etnias fulani y hausa, y por su importancia como centro comercial y de transporte, habitan otros grupos étnicos, como los igbos, mayoritariamente cristianos. Al entrevistar un sobreviviente, este, como la mayoría de las víctimas supervivientes, mencionó dos palabras que pensaron todos los demás en esa ciudad como los responsables del atentado: Boko Haram.
¿Qué es Boko Haram?
En palabras de un líder de este grupo, el verdadero nombre de ellos lo es Jama’atu Ahlis Sunna Lidda’awati Wal-Jihad (La Congregación del Pueblo de Tradición para el Proselitismo y la Jihad) (ver aquí). El nombre de Boko Haram es en realidad algo que se ha prestado para que la prensa internacional hiciera sus propias traducciones. En realidad Boko y Haram son vocablos (uno del hausa y el otro del árabe). Haram significa algo prohibido en árabe, que no es permitido en el Islam (por el contrario, halal es algo que sí está permitido en el Islam). Boko es otra cosa. No existe una traducción literal de este vocablo hausa a alguno de los idiomas occidentales mayoritarios. Se pensaba que boko se refería a “educación occidental”, pero un periodista investigativo señaló que resulta que la lengua hausa no tiene una palabra de cuatro letras que signifique “educación occidental”. Tampoco es una mezcla o un acrónimo. Lo que constituye en realidad es una palabra que aplicó el pueblo hausa a la centenaria política educativa colonial británica que muchos de ellos percibían como un intento para colonizar sus mentes.
Tanto el gobierno nigeriano como varios gobiernos internacionales señalan al Boko Haram como un grupo terrorista y las malas lenguas le asocian con al-Qaeda. Boko Haram es uno más de los cientos de grupos armados y terroristas que asolan diversas regiones del continente africano. Pero en el Sahel, los grupos armados usan como bandera el proselitismo religioso. En particular, Boko Haram ha surgido como uno de los grupos más violentos y virulentos de toda África occidental. Sus demandas incluyen un gobierno islámico para toda Nigeria, proscribir la educación occidental que corrompe a la juventud, la guerra contra los cristianos, y muerte a los musulmanes traidores. El gobierno de Nigeria le asocia con más de 4,700 muertes ocurridas desde el 2000 hasta el 2013. Para ser el país más poblado de África, y para ser la segunda economía de la África subsahariana, los estándares de violencia carnicera de esta banda armada son impresionantes.
La violencia adscrita a esta agrupación es tal, que en la conciencia colectiva del país, Boko Haram es algo más que un grupo terrorista, mucho más que un movimiento. Su nombre es casi un conjuro, de tal forma que los nigerianos temen decir el nombre de Boko Haram, refiriéndose a la violencia instigada por la agrupación como “la crisis” o “la inseguridad”. En Kano, por ejemplo, activistas sociales señalan que los vecinos no confían en nadie, porque “cualquiera puede ser del Boko Haram.” De hecho, el presidente del país, Goodluck Jonathan, un cristiano evangélico, ha comentado públicamente que dicha violencia es “una señal del final de los tiempos.” (Verini)
Verini reportó que algunos nigerianos comentaban que deseaban creer que la violencia se debe al Boko Haram, ilustrando de esa forma que la situación se había deteriorado tanto, que desear creer que Boko Haram es el responsable ayuda a explicar el porqué de esta. Ello se debe también a la falta de información, y por tanto, en ausencia de ella, la gente opta por creer que realmente se debe a Boko Haram.
Nigeria, que cuenta con una clase media considerable y una pujanza económica significativa, debe su alto producto nacional bruto al petróleo. Es el quinto productor mundial de petróleo; sus ingresos son inmensos; pero tan mal distribuidos y administrados que más de dos terceras partes de la población vive en la miseria. De hecho, el petróleo ha hecho del gobierno la empresa más lucrativa del país, pues es este recurso, y no los impuestos, lo que aporta más al erario, y hace que los políticos no respondan al pueblo. Verini reportó que desde que Jonathan es presidente (en 2010), han desaparecido cerca de $31 mil millones de dólares de las arcas del gobierno. Esta corrupción tan generalizada hace prácticamente invisible al gobierno en las distintas ciudades y aldeas locales, lo cual perpetúa las condiciones de pobreza extrema en esas poblaciones.
La insurgencia de Boko Haram, ha sido más virulenta desde que comenzaron los ataques armados en el 2009. Fundada por Mohammed Yusuf originalmente como una secta, Boko Haram se convirtió en un grupo terrorista, luego de que Yusuf fuera capturado y ejecutado por fuerzas federales. Los ataques arreciaron a partir del 2012, siendo objeto de ataques a escuelas del gobierno, en consistencia con uno de los postulados del movimiento, para proscribir la educación “occidental que corrompe” y contra la educación de las mujeres, quienes según los portavoces del Boko Haram, “deben dejar la escuela, y casarse” (ver aquí). Pero también ha dirigido ataques contra iglesias cristianas y contra igbos étnicos, quienes fueron invitados por los emires hausa del norte de Nigeria para que fueran a habitar y trabajar en el área. El gobierno federal ha sido bastante incapaz para atajar la violencia, más allá de asignar más fuerzas de seguridad a las áreas problemáticas para reprimir a sus habitantes, creando desasosiego y malestar general contra el gobierno. Las fuerzas policiales carecen del adiestramiento necesario para investigar los ataques, tampoco el gobierno, a pesar de sus amplios recursos, tiene mucho interés en ello. De hecho, luego del bombazo en Kano, el ejército asaltó la villa en Baga, al sur de Kano, y asesinó a 200 habitantes, alegando que todos eran miembros del Boko Haram. No obstante, Verini reportó que los soldados masacraban a los vecinos justo cuando estos salían despavoridos de sus casas. Los abusos del gobierno están documentados y son francamente admitidos por las autoridades militares nigerianas. (Verini) Entonces, el gobierno nigeriano utiliza la violencia de Boko Haram para sus propios fines, con tal de justificar el alto nivel de violencia e inestabilidad en el país, adscribiendo los actos de violencia a Boko Haram de forma genérica, sin que necesariamente dicho movimiento se atribuya los atentados. De hecho, la determinación hecha por el Consejo de Seguridad de la ONU el pasado jueves viene como anillo al dedo al gobierno de Nigeria, quien asediado por críticas de su población cansada ya de la inseguridad general, desea ardientemente hacer de la violencia de Boko Haram un issue internacional para aplacar las críticas y protestas de la ciudadanía nigeriana que han aumentado en estos días en los principales centros urbanos del país.5
No obstante todo lo anterior, hay que dejar claro que la violencia en Nigeria no es meramente Boko Haram, ni se debe exclusivamente al fundamentalismo islámico. Es un mal endémico que se arrastra desde los tiempos coloniales, donde los gobernantes británicos se dedicaron a explotar su población, mientras obtenían beneficios del área. De hecho, a principios del siglo XX, terminaron por deponer al emir local, y pasaron a gobernar directamente el área, desconociendo las tradiciones de los lugareños y su gobierno que databa desde el siglo XIV. Esta disrupción colonial imperial sembró las semillas de la inestabilidad política, que como se ha apuntado desde el principio, no es sino un resultado de la codicia colonial de las potencias europeas, convirtiendo en víctimas a los habitantes del continente africano, reprimiéndoles y cometiendo toda clase de abusos contra ellos. Nigeria propiamente, recibió como legado de su pasado colonial una institucionalidad débil, fragmentada con una burocracia altamente corrupta y que mira con desdén a las grandes mayorías empobrecidas de este país. La población, como se apuntó anteriormente, ha respondido con desprecio hacia las autoridades, y grupos sectarios no han vacilado en tomar las armas contra los militares, quienes han respondido con represión indiscriminada, matando decenas de miles de ciudadanos en el proceso.
El secuestro de las niñas de Chibok ha detonado la indignación mundial, y la exigencia de que estas sean regresadas a sus hogares sanas y salvas. Definitivamente, la violencia del grupo Boko Haram tiene que cesar, y esto solamente se puede dar si todos los habitantes del norte de Nigeria sienten que son atendidos por el gobierno, y se dedican a combatir las raíces de este movimiento terrorista. La implantación de control de tráfico inter fronterizo (el cual sorprendentemente no está implantado) puede ayudar a detener los convoyes de grupos de militantes, que hasta ahora campean libremente en el área, sembrando el terror y el desasosiego entre los habitantes de la región. Sin embargo, tiene que hacerse algo más. Hay que exigir al gobierno nigeriano que cese la violencia contra el pueblo, controle sus fuerzas armadas, democratice sus instituciones y redistribuya equitativamente los beneficios de la riqueza de la explotación petrolera, de manera que todos los ciudadanos del país cuenten con los servicios básicos, tengan acceso a la educación universal y solucione políticamente las exigencias de las regiones conflictivas. Al mantener el clamor para que las niñas regresen a sus casas, debemos añadir también una exigencia al gobierno nigeriano, para que deje de usar a Boko Haram como chivo expiatorio, que atienda de una buena vez las necesidades y el sufrimiento de su pueblo y haga un esfuerzo genuino para detener la violencia, respetando los derechos civiles de todos sus ciudadanos.
Referencias: Verini, James http://ngm.nationalgeographic.com/2013/11/northern-nigeria/verini-text
- Es realmente increíble que al Consejo de Seguridad de la ONU le haya tomado tanto tiempo para adoptar estas medidas. Hasta ahora, Boko Haram ha llevado a cabo una salvaje y brutal campaña de violencia durante los últimos cinco años, y la situación en general se ha deteriorado en los últimos días. Lo que cabe preguntarse es si esta acción por parte de la ONU haría alguna diferencia, puesto que Boko Haram financia sus actividades mediante asaltos a bancos, extorsión, ayuda monetaria de otros grupos asociados a al-Qaeda, y pagos de rescate en secuestros, aparte de que cuarteles del ejército y de la policía han sido atacados, saqueando los atacantes las armas y municiones contenidas en dichas instalaciones en el proceso. [↩]
- A principios de la década de los 90, el pueblo ogoni, quienes habitan el área del delta del río Níger, se manifestaron ampliamente contra el daño ambiental causado desenfrenadamente por las compañías petroleras. El gobierno, lejos de atender las exigencias del pueblo ogoni, desató una violenta represión militar contra este, arrestando a muchos activistas ambientales ogoni. El ambientalista Ken Saro-Wiwa, un eminente escritor ogoni, y que lideraba la lucha por la restauración de las áreas afectadas por la contaminación ambiental, fue arrestado por los militares. A pesar del clamor mundial para su liberación, el gobierno, a instancias de las petroleras, instituyó un juicio amañado contra el laureado escritor, condenándole a muerte y finalmente ejecutándole, convirtiendo su figura en un ícono del movimiento ambientalista internacional. [↩]
- La guerra por la independencia de Biafra, en 1970, producto de un intento de secesión de la etnia igbo en el delta del río Níger, provocó una hambruna espantosa que impactó a Occidente, y doblegó a los independentistas igbos. [↩]
- En la década de los ’90, se dio la lucha de los pueblos del delta por una mayor concesión de las riquezas del petróleo, y por la restauración ambiental, que provocó un gran conflicto armado, sobre todo, en la ocupación de plataformas de extracción de petróleo. [↩]
- Los insurgentes pueden cruzar las áreas fronterizas, pero el problema de la violencia de Boko Haram es básicamente un asunto interno de Nigeria. Por tanto, no se puede sino concluir que el deseo de Nigeria de llevar este asunto a la ONU es para desviar la atención del público de los verdaderos problemas que aquejan al país, haciendo de Boko Haram un chivo expiatorio para esconder su incapacidad de establecer estabilidad en todo el país. Asimismo, esta medida del Consejo de Seguridad constituye una mera medida cosmética para aplacar la creciente demanda de la opinión pública internacional para que se resuelva de inmediato el caso de las niñas secuestradas. [↩]